Hace unos años, en una visita a Madrid, fuimos a un local de boys.

Después de la actuación, mi esposa, fue a hablar con uno de ellos y al cabo de un rato me preguntó si quería que echásemos un polvo con el chico.

Yo estuve de acuerdo y este no condujo a una habitación donde empezamos a acariciarnos.

Esto no es un relato imaginario y por tanto no se trata de exagerar sobre nuestra experiencia.

No obstante, sí quiero detallar que nosotros habíamos tenido bastantes tríos anteriores, y por lo tanto, buena experiencia en hombres bien dotados, pues cualquier chico que se dedica a estos menesteres lo suele estar.

En este caso el tamaño era excepcional, no tanto en largo como en lo ancho; tanto que rompió varios condones ante la imposibilidad de meterlo.

Mi esposa avisó del cuidado, pues era casi imposible de hacer doble penetración, pues, según ella, su anchura era aproximada a mi muñeca.

Pero la naturaleza hace milagros junto con la excitación y no hubo problemas, todo lo contrario, mi mujer se corrió un montón de veces, el chico, también excitado por la capacidad de mi compañera tuvo tres corridas sin perder la erección; por imparte lo hice dos veces tras un pequeño descanso.

Aquel encuentro nos acompañó y valió, durante tiempo, para mantener fantasías y noches de polvo.