Trio perfecto II
Pasadas unas cuantas semanas, unas cinco o seis, desde nuestro anterior encuentro con Juan en el pub, un día por la tarde nos llamó para ver si podíamos quedar para el siguiente día, a lo que, consultándolo con Rosa, le contesté que no podía ser y que la próxima vez si podía nos llamase con más días de antelación, pues ya teníamos cosas que hacer para ese día, él nos dijo que le había salido de improvisto y entonces había decidido llamarnos. Pero lo que os puedo asegurar es que no teníamos ninguna cosa para ese día que hacer, lo que sucedía es que aún ya conociéndole y aunque habíamos realizado el trío con Juan, todavía estaba por medio el miedo y la timidez, sobre todo por parte de Rosa, que es lo que no nos dejó aceptar esa cita.
Como a la cuarta o la quinta vez que nos llamó Juan y de darle largas, aceptamos su invitación, quedando para ese viernes para vernos en el hotel donde se hospedaba en Madrid. La verdad es que a Rosa también la costó algo decidirse, sólo acepto por su insistencia (y por qué en el fondo ella también lo deseaba) y por qué yo volví a decirla que tan sólo pasaría lo que ella quisiese y que realmente en el fondo eso era lo que estábamos deseando.
Llegó el viernes y Rosa se vistió y se arregló para la ocasión, se puso una falda negra, que la queda muy bien, una cuarta más o menos por encima de la rodilla, un suéter que se le ajusta muy bien a su cuerpo, con el cual se la distingue toda la figura y la ropa interior blanca, con un tanga de los que se mente por la raja del culo y un sujetador muy bonito, de los que dejan media teta al descubierto, a esto se le unía unas medias blancas de las que se pegan a medio muslo, les puedo decir que con tan sólo verla como iba vestida me puse cachondo.
Llegamos al hotel como a las 20 horas, tengo que reconocer que por el trayecto estábamos muy nerviosos, sobre todo ella, pues apenas nos dirigimos palabra, tan sólo yo la dije, una vez, que vería lo bien que se lo iba a pasar. Nos sentamos en unas mesas del bar del hotel a tomar unos refrescos y fui a llamar a Juan, por los telefonillos que hay en este hotel, de que ya habíamos llegado, él nos contestó que en unos diez minutos bajaba.
Durante el rato que estuvimos esperándole, el ambiente estaba algo tenso, bueno no es que estuviese tenso, lo que pasaba es que estábamos muy nerviosos, y que con la espera se reprodujo aún más el nerviosismo, la verdad es que en la espera tan poco nos dirigimos mucho la palabra. Pasados un poco más de diez minutos apareció Juan, la verdad es que cuando le vimos a lo lejos, se nos puso el corazón a mil por hora y a Rosa se la veía toda colorada. Le saludamos, Rosa con un beso en las mejillas y yo con un apretón de manos y le hicimos sentarse con nosotros a tomar un refresco.
Estuvimos charlando como un cuarto de hora, de cualquier cosa menos de sexo, se veía que Juan sabe manejar las cosas, pues en ningún momento nos hizo ningún comentario de lo anterior que nos había pasado en el pub, ni de lo que habíamos ido a allí a realizar (si es que se daba la circunstancia). Como decía había pasado como un cuarto de hora cuando decidimos que mejor sería subir a su habitación a seguir charlando, pagando la consumición, fue lo que hicimos subir a su habitación. Ya en ella seguimos charlando de cosas sin importancia, se nos seguía viendo un poco nerviosos.
Juan propuso que si jugábamos a las cartas, para salir del atolladero en el que estábamos y que se nos pasase el nerviosismo, tras pensar a que jugábamos, decidimos que podríamos jugar a las siete y media, con la condición del que perdiese tendría que soltar una prenda o hacer lo que en cada ocasión le ordenase el que ganaba, hay que decir que jugábamos en la cama sentados.
La primera partida la perdí yo, quitándome la camisa, la segunda perdió Juan haciendo lo mismo que yo, la tercera también la perdía yo y me desprendí del pantalón, nos miramos Juan y yo, pues lo que estábamos deseando es que Rosa empezase a desprenderse de la ropa, cosa que sucedió en las tres siguientes partidas, quitándose primero el suéter, después la falda y en la siguiente el sujetador, dejando al aire sus espléndidas tetas que Juan no dejaba de mirarlas, la siguiente partida la perdió Juan, desprendiéndose del pantalón, viéndosele a través del calzoncillo el gran bulto que se le había formado, estaba totalmente empalmado, apenas le cogía en el calzoncillo. Bueno nos fuimos desprendiendo, tanto uno como el otro, de los calcetines y demás cosas, quedándome yo el primero en pelotas, viéndose lo empalmado que también me encontraba yo, después perdió Rosa, tocándola quitarse las bragas para que se la viese su estupendo coño recubierto por la mata de pelo, bien arreglado, a Juan en esos momentos se le salía los ojos de las órbitas, bueno los ojos y algo más. La siguiente partida también la perdió Rosa y ganó Juan, diciéndola que me chupase la polla durante un minuto, cosa que Rosa se puso a la faena consiguiendo ponérmela aún más dura, si es que se podía. Continuamos y la siguiente perdió Juan, teniéndose que quitar el calzoncillo, con lo cual le pudimos ver su estupenda polla, una polla no mucho más larga que la mía, sobre los 17 cm, (la mía tiene 15 o 16 cm.), lo que si la tenía era mucho más gorda que la mía, un poco por debajo de la circunferencia de lo que son los vasos de wiski, Rosa y yo nos miramos al verle tal aparato.
La siguiente partida la perdió Juan y gane yo, por lo que le dije la chupase la almeja a Rosa durante un par de minutos, a Juan se le salían los ojos de sus órbitas, a Rosa también se la veía un poco cachonda, supongo que por la situación. Juan se puso a la faena y ahí se desencadenó ya toda la juerga, pues Juan empezó a pasarla la lengua por el clítoris y de arriba a abajo por toda la raja del coño, yo entonces aprovechando la situación me puse a magrearla las tetas, bien por sus pezones que estaba ya mi cachonda y además porque la comenté a Rosa en el oído, que cómo se encontraba, a lo que ella me contestó que estaba muy bien.
La colocamos en medio de la cama y seguimos con la faena, uno a cada lado chupándola y sobándola por todas partes, mientras ella nos cogía nuestras pollas con ambas manos y empezaba a hacernos unas formidables pajas. Juan estuvo chupándola el coño como unos veinte minutos (era incansable), intercambiando de vez en cuando con el chupeteo de las tetas mientras yo hacía lo contrario, conseguimos que Rosa tuviese unos cuantos orgasmos, bueno más bien consiguió Juan, porque lo que yo más hacía era mirar, pues me encanta ver a Rosa disfrutar, siempre me ha gustado verla disfrutar, pero también participo, como en esa ocasión también sucedió. De vez en cuando Rosa también se metía nuestras pollas en la boca y nos daba unas buenas mamadas.
Transcurridos como unos veinte minutos, como comentaba antes, Juan se levantó de la cama dirigiéndose a su cartera para sacar un preservativo, una vez se hubo colocado éste la dijo a Rosa que se colocase de rodillas, a estilo perro, cosa que a Rosa la vuelve loca el que la den caña de esta forma, Juan se colocó detrás de ella, pudiendo apreciar yo como la arrimaba su gorda polla a su encharcado coño, no sin antes habiéndose echado un poco de saliva en la mano para pasársela por la polla, para poder hacer más fácil la penetración, como decía la arrimo su polla al coño de Rosa y empezó a meterla primero el capullo, dando en ese momento Rosa un pequeño sobresalto, aunque Rosa estaba muy mojada, la hizo sensación la primera metida del capullo del Juan, a continuación la fue metiendo el resto de la polla en el coño hasta conseguir tener toda la polla incrustada en el coño chocando con los huevos en las cachas de ella. Entonces empezó un lento pero progresivo mete, saca y yo que estaba súper cachondo viendo como le sacaba casi del todo la polla del coño de ella y la se la volvía a sepultar por completo en su encharcado coño, digo esto porque se podía oír el típico choc, choc, de cuando está completamente empapada, como decía me puse por delante dándola mi polla a que me la mamase, corriéndome a los pocos instantes en su pechos. Entonces yo me fui al servicio para limpiarme y para coger un poco de papel para limpiar a Rosa los goterones de mi corrida.
Cuando salí del servicio, allí pude ver esta vez de espaldas como Juan la estaba dando fuertes golpes de cadera en él mete y saca que estaba efectuando, y Rosa echando las manos hacía atrás y cogiéndole por las cachas y culo, le hacía que empujase cada vez más y más fuerte, cosa que yo sé que a ella la encanta, que una vez metida la polla la den fuertes golpes, eso a ella la pone totalmente desenfrenada.
Al cabo de un rato le dije a Juan que por qué no se tumbaba en la cama boca arriba y que Rosa se ensartase su polla en su coño, pues yo ya estaba otra vez con la polla a todo tren y quería probar a ver si se hacía otra de nuestras más deseadas fantasías, que era el poder hacerla la doble penetración.
Juan así lo hizo, se tumbó boca arriba y Rosa poniéndose a horcajadas sobre él, le cogió la polla dirigiéndosela a su coño y ensartándosela totalmente, sabiendo ella ya de antemano, seguramente, lo que yo me disponía hacer, les dejé que se adaptasen un poco y cuando pasó un poco rato la hice que se echara para adelante cogiéndola Juan con sus brazos y abrazándola, me supongo que imaginándose lo que yo me proponía hacer. Colocándome detrás de Rosa la ensalivé un poco el culo, y también mi polla, y empece a meterla un dedo en el culo y después consiguiéndola meter, creo, que hasta tres dedos en su dilatado culo, viendo que Rosa ya estaba preparada, arrimé el capullo a su culo intentando introducírselo, sin conseguirlo, pues con el movimiento de ellos dos no atinaba a metérsela, les dije que parasen un poco y entonces volvía colocarla el capullo a la entrada de su culo y por fin logré introducirla el capullo, una vez metido el capullo volví a dar un pequeño empujón y conseguí meterle la polla hasta chocar los huevos con sus nalgas, en ese momento empezamos los dos un lento pero seguido mete y saca, acompasándonos, que delicia era estar dándola cañas con las dos pollas a la vez, notando el uno el roce de la polla con la del otro, pues parecía que la tuviésemos los dos metidas en el mismo agujero. Rosa creo, como luego me lo confirmó, que tuvo varios orgasmos, me dijo que era delicioso el tener las dos pollas a la vez incrustadas en sus dos agujeros.
Yo no pude aguantar por mucho tiempo esa situación, por lo que me corrí al poco tiempo en su estrecho culo, echándola una gran cantidad de leche es su ano, que cuando se la saqué la resbala hasta llegar a su coño. Yo me dispuse a lavarme nuevamente y cuando salí del servicio vi que seguían con la faena, dándola fuertes sacudidas a Rosa, haciendo que tuviese varios orgasmos más, no sé cuántos orgasmos en aquella sesión conseguiría tener Rosa.
Al poco tiempo, y estando Rosa destrozada de tanto trajín, pues había pasado como unas dos horas, se descabalgaron y se pusieron a descansar, quitándose Juan el preservativo y viendo Rosa que Juan no se había corrido, se puso a hacerle una buena mamada a la vez que le pajeaba intercambiándose de mano a la vez que también se la mamaba, pues aún Juan tardó un poco en correrse, echando una gran cantidad de leche, que fue a parar en la mano de Rosa y en las piernas de él, fue tal cantidad que casi la salta a Rosa en la cara.
Después de esto, dimos por terminada la sesión y quedando para una próxima vez, cosa que no ha vuelto a suceder, la verdad es que no sabemos, si porque no ha vuelto a tener que venir más veces por Madrid, o porque otro motivo haya sido, pues por nosotros, creo, que no hubiese habido impedimento para volvernos a ver. Esperamos que si Juan (nombre ficticio, como ya hemos dicho anteriormente), lee esta historia, que es totalmente real, y se reconoce en ella o se siente identificado, nos ha llegar a nuestro correo, por qué dejamos de vernos, tan sólo por saber si le gustó la experiencia y la ha gustado lo escrito aquí.
Aunque tampoco hay, ni había, ningún compromiso, y eso es lo más importante, ni por su parte ni tampoco por la nuestra. Un saludo para Juan.