Capítulo 1
- Mi hermana cogió con el repartidor y me uní a ellos
- Las vergas favoritas de mi hermana
Relato ficticio.
Cada tarde, solíamos quedarnos solos en casa mi hermana y yo. Paola, mi hermana, tiene 20 años, dos años mayor que yo; mi madre solía trabajar hasta noche y a veces, se iba a la casa de su pareja, quedándose a dormir ahí. Lo habitual era una vez a la semana, a veces dos.
Una tarde, llegué de la Universidad, y como de costumbre, Paola estaba en el sofá, echada viendo el celular. Ella estaba en un año sabático, así que todos los días echaba hueva.
— ¿Pedimos pizza? — me preguntó al verme.
— Dale, capaz me duermo… no aguanto el sueño. — dije entre bostezos.
Llegué re cansado a casa, así que me fui a mi cuarto, sin antes decirle dónde guardaba dinero, para que ella tomara para pagar la comida. Entré a mi cuarto y caí en mi cama, perdiendo el conocimiento.
No fui consciente del tiempo que paso desde que dormí que caí dormido, pero el silencio de mi casa había sido invadido por unos gritos de una mujer, se escuchaban relativamente cerca de mí cuarto. Intenté volver a dormir, quitándoles importancia a los gritos, pero empezaron a oírse sonidos de una cama rechinando y unos aplausos, quitándome el sueño. Me levanté de la cama a regañadientes, salí de mi cuarto y vi dos cajas de pizza en el sofá en donde estaba Paola antes. Los ruidos sonaban más cerca, fue cuando caí que eran en mi propia casa.
Caminé por la casa, buscando el origen de los ruidos. El cuarto de mi hermana estaba medio cerrado, me asomé por la puerta… Para mí sorpresa, vi a un hombre de espaldas, era moreno y estaba desnudo, jalaba del cabello a mi hermana mientras ella mordía las sábanas, quejándose entre cada embestida del hombre a su culo.
Mi hermana tiene un cuerpo bastante carnoso. No es gorda, tampoco delgada, tiene una pequeña panza, pero tiene unas tetas grandes y redondas. Sus piernas son gordas y sus caderas son grandes, su culo por ende, es bastante jugoso. Ver esa escena hizo que mi verga empezara a despertar. Quería ver, más de cerca.
Me alejé de la puerta y caminé en silencio hasta el patio de la casa, donde había una ventana cerrada que daba al cuarto de mi hermana. Me pegué a ella tratando de ser bastante discreto, logrando ver a mi hermana de frente. Ella estaba en cuatro, su culo se veia enorme, mientras era bombeado por el hombre que se veía de unos 40 años.
El hombre soltó el cabello de mi hermana y la cogió de la cintura, bombeando más rápido y más fuerte, la cama se movía entre cada embestida. Paola gritaba y mi verga palpitaba dentro de mis pantalones.
El hombre grito y pegó su cuerpo contra el de ella, metiendo toda su verga. Empezó a temblar y Paola gritaba con una cara de excitación. De pronto, el hombre sacó su verga y vi como tenía un condón, lleno de semen. Se lo quitó y se lo entregó a mi hermana, la cual tomó con sus manos y lo dirigió a su boca, bebiendo la leche. Yo saqué mi teléfono y tomé una foto.
El hombre sonreía al verla, mientras acariciaba con sus manos el culo de mi hermana. Ella lanzó el condón y se volteó, dejándome ver su enorme culo, con su vagina abierta. Cogió con sus manos la verga del hombre, llevándola a su boca, mientras movía su cuerpo adelante y atrás, rebotando sus nalgas. Con mi teléfono aún en mano, empecé a grabar, agregando un zoom en su vagina.
El señor tomó su cabeza y empezó a embestir contra su garganta, yo grabé la cara del hombre, el cuál parecía intentar aguantar la corrida, pero fueron pocos los segundos que duró. Sus piernas empezaron a temblar y separó su cuerpo de la boca de mi hermana, dejándola respirar. Cogió su verga llena de baba y empezó a masturbarse, sacando un chorro de semen que cayó en la cara, cabello y espalda de mi hermana. Ella meneó el culo, mientras limpiaba con su boca la verga del hombre, mientras él acariciaba sus nalgas con una gran sonrisa.
El hombre le habló y ella respondió, sacando la verga de la boca. De pronto mi hermana se levantó de la cama y abrió la puerta de su habitación. Guardé mi teléfono y me asomé al pasillo, a ver qué hacía. Ella estaba desnuda, de espaldas, aún con gotas de semen en ella.
— ¿Ale? — gritó.
Sentí cómo mi azúcar bajó. Ella empezó a caminar, acercándose a mi cuarto.
— Aquí estoy, Pao. — respondí.
Ella volteó y vi cómo su cara se puso en blanco. Su frente, aún con residuos de la leche de aquel hombre, se había puesto completamente pálida. Corrió hacía mí y intentó explicarme por qué estaba desnuda.
— Te vi con el hombre… —
Al oír mi respuesta, ella se quedó callada.
— Si me dejas unirme… no diré nada. —
— ¿Qué mierda dices, imbécil? Somos hermanos. — respondió enojada.
— Y tú cogías en casa de mamá. Déjame unirme y no diré nada de esto… — saqué mi teléfono, enseñando la galería, con los videos y fotos que había tomado.
Al verlos, Paola se sorprendió y intentó chantajearme con otras cosas, pero yo quería coger. El hombre salió del cuarto, frotando su verga.
— Déjalo unirse mi amor, ese culo aguanta a dos vergas. — dijo entre risas.
Ella volteó a ver al hombre, con una cara de enojo. Lancé mi teléfono al sofá y me quité la camisa. El señor sonrió y volvió a entrar al cuarto de Paola. Ella me miraba avergonzada. Me quité los pantalones y mi verga salió como un resorte.
— ¡¿Qué?! ¿Por qué está tan larga? —
Miró mi verga y se incó frente mía, tomando mi verga con ambas manos.
— ¿Son 18 o 20 centímetros?— preguntó mientras acariciaba mi verga.
Yo me estremecí un poco al sentir las caricias, me dejé llevar y cerré los ojos. De la nada, sentí algo distinto. Abrí mis ojos y Paola estaba metiéndose en la boca la cabeza de mi verga. Ella acariciaba la circunferencia con su lengua, por veces, se metía toda hasta el fondo de su garganta, hasta que le daba una ahorcada.
Sacó mi ñonga de la boca y se incorporó, yéndose a su cuarto. Yo la seguí bien ansioso. El señor estaba sentado en la cama, frotando su verga. Ella caminó hacía él, agachando su espalda, para poder mamar la verga del hombre, mientras abría sus nalgas con las manos, invitandome a entrar.
Yo eché un salivazo a mi cabeza y lubriqué mi tronco con el mismo. Me acerqué y empecé a penetrar la rica conchita de mi hermana. Ella por veces se quejaba, así qué le daba lento. La tomé de la cintura mientras bombeaba lento, el hombre la empujaba de la cabeza para que chupara todo.
Al rato, el hombre se levantó y me dijo que me acostara boca arriba. Saqué mi verga del chochito de Pao y hice caso. Con la verga bien parada hacia arriba, Paola se puso sobre mí, metiendo todo mi rabo en su conchita bien rosita. Ella gimió, quejándose de que estaba larga. Yo levanté mis manos, para apretarle los pechos. Ella se movía lentamente, quejándose de vez en cuando. El hombre se acerco detrás de ella, metiéndole un dedo por el culo. Ella gritó y el hombre la cayó con su verga, mientras sacaba y metía el dedo.
Después de un rato, el hombre metió otro dedo y empujaba su verga hasta al fondo de la boca de Paola. Yo movía mis caderas, para meter toda mi verguita. El hombre se alejó y se acercó al culo dilatado de Paola, metiendo su verga lentamente.
— ¡Me van a romper!— gritó.
Empezamos a bombearla, hasta un rato que ella se puso de perrito. El señor seguía dándole por el culo, hasta que acabó dentro. Paola quedó exhausta, pompa arriba. Yo me acerqué y empecé a penetrar su culo. Ella se quejó, diciendo que yo era más grande, aún así me la cogí.
Se sentía raro, con la leche del hombre dentro, pero aún así acabé adentro de su culo. Tras un rato, el señor se vistió y se fue. Paola y yo seguimos cogiendo, por un rato más.