Era un día como cualquier otro en la escuela donde trabaja mi esposa. Juan, mi mejor amigo y proveedor de la escuela, siempre iba con sus entregas y saludo a mi esposa con una sonrisa cómplice. Lo que yo no sabía era que Juan había estado compartiendo detalles íntimos de nuestras aventuras con dos de los alumnos más calientes de la escuela. Estos chicos, al enterarse de lo que Juan y yo hacíamos con mi esposa, se pusieron más calientes que nunca y comenzaron a planear cómo podrían tenerla para ellos.
Un día, después de clases, los dos chicos se acercaron a mi esposa y le propusieron llevarla a casa en su carro. Mi esposa, confiada y sin sospechar nada, aceptó la oferta. En el camino, le ofrecieron una soda que habían preparado con un somnífero. Mi esposa, sedienta después de un largo día de trabajo, bebió la soda sin dudarlo. Poco a poco, el somnífero comenzó a hacer efecto y ella empezó a sentirse somnolienta.
Los chicos, viendo que el plan funcionaba, desviaron el camino y la llevaron a un hotel cercano. Una vez allí, esperaron a que mi esposa despertara. Cuando finalmente abrió los ojos, se encontró en una habitación desconocida, desorientada y confundida. Los chicos, con sonrisas maliciosas, le dijeron:
«Ya nos dijo el Sr. Juan cómo te gusta, «Rápido y Duro», y así te la vamos a meter.»
Mi esposa, aún aturdida, trató de procesar lo que estaba pasando. Los chicos, sin perder tiempo, sacaron sus enormes vergas, ya bien paradas y listas para la acción. La pusieron de rodillas y le dijeron:
«Mamala bien, puta.»
Mi esposa, con experiencia en dar mamadas a dos hombres a la vez, se puso a trabajar. Tomó una verga en cada mano y comenzó a mover su cabeza de un lado a otro, chupando y lamiendo con habilidad. Los chicos, nuevos en esto, no pudieron aguantar mucho. Con gritos de placer, se vinieron en toda su cara y sus grandes tetas, soltando litros de semen. Mi esposa trató de tragarse todo, pero era demasiado. El semen resbalaba por su rostro, mezclándose con su maquillaje y creando un desastre pegajoso.
«Mira nada más cómo te dejamos, puta,» dijo uno de ellos, riéndose.
«Y ahora, nos dijo el Sr. Juan que probáramos tu culo, que ya no eres virgen,» añadió el otro.
Sin darle tiempo a reaccionar, la pusieron a cuatro patas y el primero de ellos la penetró por detrás. Mi esposa gritó de dolor y placer mientras él la cogía con fuerza, moviéndose rápido y duro como le habían prometido. Cuando terminó, el otro tomó su lugar y repitió el proceso, dejando a mi esposa exhausta y dolorida.
Pero no se detuvieron ahí. Le dieron nalgadas fuertes, dejando su culo rojo y marcado. La penetraron una y otra vez, probando diferentes posiciones y ángulos. La doble penetración fue el punto culminante, con ambos chicos dentro de ella al mismo tiempo, moviéndose en sincronía y llevándola al límite.
Mi esposa, a pesar del dolor, sentía un placer intenso. Su cuerpo respondía a cada embestida, y se corrió varias veces, gritando y gimiendo sin control. Los chicos, finalmente satisfechos, se vinieron dentro de ella, llenándola completamente de semen.
Cuando terminaron, la dejaron tirada en la cama, exhausta y dolorida. La llevaron de vuelta a nuestra casa y la dejaron en la entrada. Cuando abrí la puerta y la vi, me quedé impactado. Tenía el rímel corrido, la cara pegosteosa de semen y una sonrisa rara en el rostro.
«¿De dónde vienes?» le pregunté, preocupado.
Ella, con una voz suave y satisfecha, me respondió:
«Me acababan de violar y me gustó.»
Entró a la casa y, sin decir una palabra más, se bajó las bragas para enseñarme cómo se le escurría el semen que le habían dejado dentro de su culo. La visión de su cuerpo marcado y su sonrisa de satisfacción me excitó tremendamente. Le pedi que me contara con todo detalle lo que le habían echo
«Ella con una sonrisa pícara, me dijo «Y gracias por compartirme con Juan. Comenzó a platicarme con detalle, yo no aguante la excitación y le pedí que me la mamara, después de venirme me dijo, Ahora sé cómo se siente estar con alguien más.»
Sonreí, sabiendo que nuestra relación había alcanzado un nuevo nivel de intensidad y placer. Esa noche, me la cogí como nunca, supe que siempre cumpliríamos nuestras fantasías, explorando nuevos límites y disfrutando de cada momento.