Quizás por el vino tomado en la cena, mi suegra, de manera natural, en un brindis que los cuatro tipos hacían, levanto la copa e hizo el gesto de brindar con ellos, los cuatro, acogieron el brindis y lo agradecieron.
Luego que mi marido me hiciera coger por dos de sus amigos me gustó la idea y le propuse traer ahora a dos desconocidos. Fue estupendo
Luego de cenar la lleve a la fiesta, era en una casa en las afueras de la capital, con un gran parque y pileta, entramos y estuvimos un par de horas bailando y bebiendo, ella ya estaba en un estado en el que yo podía hacer lo que quisiera con ella.
Fue entonces cuando levanté la cabeza y pude ver a Carmen que era ensartada por el culo y por el coño mientras se tragaba dos poyas a la vez que en cada embestida desaparecían para volver a verse de nuevo húmedas hasta la mismísima empuñadura.