relatos eróticos rodilla

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Pisa el acelerador V

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Me imaginaba que era K el que lo hacía. Cogí los dos calcetines y los puse sobre la almohada, me tumbé hacia abajo posando la nariz y la boca sobre ellos y las dos zapas en mis manos sujetando mi polla. Inicie un movimiento como si me pajeara entre las tetas de una puta, cosa que había hecho en varias ocasiones, pero esta vez entre las dos zapas mientras olía y besaba los aromas del macho que me volvía loco.

En el cine con popcorn

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Su vagina húmeda y caliente latía solicitando ser penetrada cosa que él hacia con su dedo medio y que ella acompañaba con movimientos de su pelvis. Esa química inexplicable y maravillosa que es el cuerpo humano, se iba de su control.