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La fiesta

Ella, que sabe lo mucho que me excito al verla con esa ropa, le puso la guinda al pastel, cuando, ya en el coche, se acomodo la falda al sentarse y me mostró, la muy picarona, que esa velada llevaba puestas sus braguitas negras de cordón mas finas, aquellas que apenas si le tapan nada por delante, y absolutamente nada por detrás.

El trabajo

Después de acabar el desfile y mucha de la gente abandonar la sala de fiestas yo me dirigí al guardia de seguridad que se encontraba junto al escenario para preguntarle por donde saldrían las modelos, advirtiéndole que era el marido de una de ellas y no un salido de los que quieren probar suerte y ligar con alguna de ellas.

Mi profesor de educación física

Cuando se destapó, le pude ver una cosa enorme, más de cómo yo me lo imaginaba, y mi instinto fue metérmela en la boca. Comencé a chupársela, lentamente, pero no me cabía en la boca por completo, tenía que poner formas muy raras para que entrase.

Mi cuñada Beatriz I

Mientras tanto, yo di cuenta por tercera vez de su coñito, incluso esta vez, justo cuando me llegó el orgasmo y me empecé a correr, le di un ligero mordisquito a su clítoris mientras uno de mis dedos índice jugueteó con la entrada a su culito. Eso, terminó de provocarle su orgasmo, aunque siguió lamiendo mi polla hasta que me la dejó limpia de semen.

Doble pasión IV

Se disculpó diciendo que había terminado de hacer unas cosas y casualmente pasaba por mi calle y había decidido verme y saludarme, nada más. Pero la situación sí que daba para más, ya lo creo, la situación era altamente explosiva, porque yo tenía la certeza que él se iba a dar cuenta de todo. Lo confirmé cuando le dije que se sentara un momento para que yo fuera a la cocina a sacar algo de beber. En el camino entré al cuarto de baño, me miré en el espejo y pude ver los síntomas evidentes que reflejaban mi rostro.

Lluvia dorada con Bianca

Desalentado, volví a subir a casa pensando que debía sosegarme lo suficiente para poder volver a dormir. Quizá miraría la televisión, quizá jugaría con el ordenador, o me abandonaría a la casi-vida virtual, o quizá escucharía algo de música y, casi con toda seguridad, me masturbaría con desesperación, en fin cualquier cosa que me serenase. Pero, mientras subía sudando los inacabables peldaños de la escalera, tramo tras tramo, la visión del delicioso balanceo del culito de la travestí más pequeña no abandonaba mi sobrecalentado cerebro.

Belle de Jour

Realmente estás buena, jodida, creo que vamos a hacer un buen negocio contigo. Lo primero que tienes que tener claro es que no puedes decirle que no a nada de lo que te pida un cliente. Una vez que me digas que sí, que quieres trabajar aquí, tendrás que hacer y dejarte hacer todo lo que quiera quien pague, ¿de acuerdo?

Mi comadre III

Con estas frases ya no pude más y cuando ya sentía que descargaba toda la crema le hice señas con la cabeza de que ya venía y ella me excitaba más con sus palabras: "ya te vas a venir mi rey, échame todos tus mocos, todas tus cremas para que me los coma" y descargué tanta leche que me dolieron los testículos pero mi comadre jadeaba al lamer y succionar todo ese chorro de leche caliente y siguió lamiendo y limpiando con su boca hasta que la verga se hizo pequeña y pidió un rato de reposo para volver a templarse y meterse en la pepa de mi comadrita.

Salgo del bar

No, todo aquello aguanta bien, y seguro que habrá más ambiente, pero en los bares prácticamente sólo dejan entrar extranjeros, si hubieses ido con ellos abrías entrado, pero igual ahora te ponen pegas, a menos que hables ingles con el portero, son todos "machacas" y no distinguirán si eres de fuera o nacional, las veces que he entrado ha sido así, haciéndome pasar por "guiri".