relatos eróticos monjitas

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Una joven monja fue a su despacho a consultarle un caso, aunque ella no tenía honorarios sabía como iba a pagarle

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Al salir noté bajo la sotana el bien formado y delicioso trasero de la monjita, que aunque no era muy alta, si se manejaba unas formas de reina de belleza, al ponerme de pie ella notó mi erección y se sonrojó, a la vez que observé que miraba mi bragueta con un brillo lujurioso en los ojos color caramelo que se manejaba.