Al contrario que mucha gente, a mí el sexo no me daba mucha hambre, así que charlamos un poco de todo mientras lo veía devorar las porciones de pizza como si llevara años sin probar bocado.
De esa manera podíamos vernos perfectamente a nosotros mismos y a la otra pareja que había cambiado ligeramente su postura: podíamos ver el bamboleo de los pechos de ella ante las embestidas de su pareja, los gritos de ambos seguían llegando claramente por los altavoces y mi mujer empezó a moverse.
Alberto me levanto y cogiéndome entre sus brazos se tumbo sobre la mesa. De modo que quede ensartada por su sexo encima de él. Sus manos apretaban mis pechos, pellizcándome los pezones.
Estábamos llegando los dos al orgasmo de una forma bestial pues al sentir como ella empezaba a temblar y convulsionar, mi sexo deseó explotar.
Fue comprenderlo y comencé a soltar una gran cantidad de semen en tres o cuatro espasmos absolutamente fantásticos, que hicieron que mis piernas casi se doblaran, mientras sus manos se cerraban firmemente en la base de mi pene y su boca no dejaba escapar ni una gota de todo lo que en ella eyaculé.
Levanté las manos por sobre la cabeza, haciendo que mis tetas se levantarán todavía más dentro de su boca hirviente, y levanté las rodillas para que esa mano y los rayos del sol me acariciaran...
Desabroché sus pantalones y braguetas y me deleité viendo sus pollas, mientras ellos me desabrochaban la blusa y sobaban mis tetas, ahoras si, con deleite por su parte, y aún mas por la mía, pues estas son uno de mis puntos débiles.
Al escuchar esto la tomé de la cintura como si fuera la mujer más femenina que haya conocido y la conduje hasta mi habitación, le pedí que se acostara boca abajo y se pusiera un almohadón debajo de su vientre para que le quedara más expuesto su ano.
Mi dedo se desplazaba en su interior con asombrosa facilidad, así que decidí utilizar un segundo dedo, lograrlo fue algo más difícil pero conseguí que se dilatara lo suficiente para conseguirlo, una vez superado esto mis dedos se desplazaban en su interior con suavidad y seguridad, horadando su interior a la vez que mi sexo penetraba su delicada vagina.
No se notaban demasiado las de coca-cola, pero al servirme el pescado que yo había pedido de segundo, el camarero me arrimó en exceso la bandeja, y dejó un gran rastro de grasa en la pechera.
Después de un lapso que me pareció eterno, y celestial, sentí que su pene crecía aún más dentro de mi boca, se endurecía, sentía que me ahogaba, y su mano firme sostenía mi cabeza pegada a su entrepierna.
Luego se empeñó en que yo también me probara un sujetador del que no quedaba su talla, y a pesar de que al principio me daba mucho reparo, me encontré desnuda de cintura arriba, probándome sostenes.
Esta celebración de Día de Muertos vuelve deseable tener un muerto al cual rendirle homenaje, una abuela está bien, algún primo lejano que sólo se le recuerde por lo desafortunado que pudo ser su muerte, la muerte está bien siempre que no se acerque demasiado.
Sus hermosos pechos bailan al ritmo de nuestra follada... se refleja en el espejo del ascensor... mis manos en sus tetazas, mi polla follandola sin compasión; esta combinación hace que ella no tarde en alcanzar otro orgasmo bestial, pero yo sigo follandola sin descanso... ella busca mi culo, está excitadísima.
Tan solo es necesaría una frase, para retroceder en el tiempo y revivir toda una historia.
Yo respondo a todos los mensajes que me llegan, pero en su caso lo hice con más gusto, porque estaba viajando mucho por aquella época, y aquello podía llenar algo de mi solitario tiempo libre.
La solté y mis manos hábilmente desabrocharon su brasier dejando al descubierto el mas grande par de tetas que jamás había tenido entre mis manos.
Los quejidos y suspiros de Andrea no se hicieron esperar, me excitaba sobre manera oír un gemido agudo que salida de lo más profundo de su garganta. Era maravilloso sentir como yo la controlaba. Su cuerpo respondía totalmente a mis estímulos.
Ella entonces aceleró sus movimientos, mi polla se deslizaba por su boca a una velocidad inusitada y... la explosión llegó como un huracán, comencé a correrme a borbotones, daba la sensación de que no terminaría nunca de salir leche, cuando me fijé en ella mi leche la había bañado toda su cara y pelo pero su expresión era de máxima felicidad
Mientras la penetraba Luis la susurraba al oído que iba a acabar de un momento a otro, sus manos recorrían los pechos de Sara, su cintura, su cara, sus dedos se introducían en su boca, recorrían su rostro, mientras los dos se esforzaban por ahogar sus gemidos, para evitar así ser oídos.