Cierto día Rogue buscaba afanosamente entre sus cosas un lápiz labial que había comprado y por más que buscaba no lo encontraba. Repentinamente recordó que se lo había prestado a Kitty, fue a buscarla para pedirle que se lo devolviera...
Al acercarse pudo escuchar los característicos gritos de combate, así como el sonido de algunos golpes, saliendo del Dojo. Casi con timidez se acercó a la puerta y sigilosamente la abrió un poco. En el interior ambos hombres lucían sudorosos y cansados, pero al mismo tiempo poderosos, en sus posiciones de pelea. Ambos lanzaron un feroz grito de pelea y se lanzaron uno contra él otro, con velocidad sorprendente intercambiaron toda una serie de ataques y contra ataques, para luego volver a separarse.