Entonces se puso de pie y ni corto ni perezoso se lo quito quedándose desnuda como yo la había imaginado algunas veces durante mis fantasías nocturnas, pues he de deciros que a pesar de sus sesenta y largos años estaba ante una hembra muy pero que muy apetecible.
Hasta que un día llego el momento perfecto, mi tía siempre ha tenido confianza conmigo y no era extraño que mientras yo me duchase ella entrase así como así al baño a coger cualquier cosa y eso me ponía cachondo, me excitaba que me viese desnudo e incluso más de una vez empalmado porque me estaba ojeando pensando en ella, pero ella se lo callaba.