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Mi comadre II

Me hice a un lado y ahí estábamos: calientes y patéticos; yo con zapatos, calcetines y camisa, y ella solo con la blusa medio puesta y el sostén como collar. Estuvimos así cosa de cinco minutos pero mi cerebro pensaba que habría que hacer algo, pues comenzaría mi comadrita a hablarme y decirme cosas de ellos o problemas cotidianos, etc. Y yo lo que quería es estármela cogiendo cada que se pudiera.

Por fin pude tener a mi comadre que siempre había deseado

Me incline y ahora si me ofreció su boca que bese con avidez. Puse mi mano en su entrepierna que estaba caliente y mojada. Le restregué mi mano sobre sus calzones y ella abría las piernas, me besaba introduciéndome su lengua que me absorbía, pero de reojo yo veía mi propio espectáculo: sus piernotas abiertas ya sin zapatos y la falda hasta la cintura.