Todo su cuerpo sufrió un espasmo y se puso rígida, arqueándose sobre la cama con mi boca y mi lengua acariciando su húmedo agujero y clítoris. Solté su coño y me incorporé mientras su cuerpo temblaba con fuerza en su orgasmo. Pareció pasar mucho tiempo antes de que soltara la colcha y se desplomara.
Yo estaba en el cielo, las sensaciones de mi ano eran maravillosas, nada que ver con las frías hortalizas. Sentir una polla caliente, viva en mi culo me hizo saber que yo había nacido para ser follado... Solo diré que me corrí sin tocarme siquiera, cuando noté como el descargaba su leche dentro de mí, mientras los dos gemíamos como locos.
Me voy a tu vergota... mi boca se abre receptora... succiono, saboreo el lubricante natural que abunda en ese momento y como inagotable fuente fluye por toda tu tranca... doy dos o tres chupadas como si de un gigantesco caramelo se tratase y luego empiezo con mi lengua...