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Yo creía que esto de los anuncios no valía para nada y menos para cuestiones de sexo, de concertar una cita para quedar con una chica y, de mutuo acuerdo, tener una sesión de sexo.

Pero mi amigo Sergio me comentó un día su experiencia y mis ideas han cambiado al respecto.

Él se anunció en una página web, una de relatos como esta.

En vez de narrar su relato, puso un aviso.

No lo recordaba con exactitud, pero algo así como “Hombre joven, sano y guapo dispuesto a dar placer sexual a mujeres vía chat y dispuesto a cualquier cosa que surja más”. Una chorrada así. Dejó su dirección de correo electrónica y esperó.

¡Y le respondieron! Yo le comenté si no tenia miedo de que le mintieran, ya que en el chat puedes decir cualquier cosa que no sea ni por asomo real. Pero a él no le importaba.

Decía que incluso no le hubiera importado que fuera algún tío para divertirse. Como él no veía nada, lo importante era follar a distancia.

Pero encima tuvo suerte: el correo que le llegó era de una chica de 28 años que estaba prometida y que siempre había estado con el mismo chico.

Decía que le quería mucho, pero que siempre había tenido la curiosidad de probar otras cosas y de ponerle los cuernos a su pareja.

Que como no se veía con el valor suficiente como para hacerlo, la propuesta que había hecho Sergio en la página le había atraído. Decía llamarse Belén.

Sergio la contestó y que le parecía bien, que le dijese cuándo podía para chatear.

Ella volvió a contestar y quedaron para el miércoles por la noche, a las nueve, en un chat cualquiera y se dijeron sus nicks. Los dos fueron puntuales y, tras romper el hielo preguntándose qué tal las cosas, Sergio fue directo:

– ¿Cómo eres, Belén?

– Mido 1’72, estoy en muy buena forma, soy castaña, de pelo largo, bonito, ojos castaños, bastante guapa, me dicen, también me dicen que estoy bastante bien…

– Sé más concreta. ¿Cómo son tus tetas?

– Eres directo, me gusta… Pues bastante bien. No muy grandes, pero no son pequeñas. A mi prometido le gustan mucho. Talla 92. Y mis pezones son marrones, cuando me excito se me comprimen y se ponen duros, como mis tetas. ¿Y tú?

– Yo mido 1’75, soy más bien delgado, no hago mucha gimnasia… Te podría decir lo contrario, pero paso. Pero ligo mucho gracias a mi cara, que me duele de lo guapa que es…

– Ja, ja, ja… A ver, dime por qué.

– Ojos grises, moreno, con unos rasgos latinos y muy machos, je je…

– Y lo importante. Tu polla.

– Caray, Belén, te creía más recatada, no te pega esa palabra en tu boquita bonita… Pues ahora al escucharte se me ha puesto más grande…

– Mmm… En erección qué tal es?

– No está mal. Unos 17 centímetros de largo y es bastante gorda. Y un capullo colorado muy jugoso… ¿Qué llevas puesto?

– Unos pantalones grises, zapatos, medias negras y una camisa blanca. Normalita, acabo de llegar del trabajo.

– Y debajo?

– Unas bragas blancas de encaje, como el sujetador. Algo bonito para recibirte. Y tú?

– Unos vaqueros, una camiseta negra y unos slips que ya no dan abasto. Oye, no me has hablado de tu coño. ¿Te depilas?

– Antes más. Pero a mi novio le gusta ver pelambrera.

– Pues a mí me gustan los coños rasurados, con una línea de pelo nada más. Así es más fácil comeros la almeja.

– Me estoy metiendo un dedo dentro de la braga. Estoy muy caliente.

– ¿Te has desabrochado los pantalones?

– Si… Mmm… Me he imaginado tu lengua en mi vagina…

– Quítate los pantalones ya.

– Vale, pero tú también, quiero oír cómo caen al suelo.

– Mira, ya están tirados. Tb las medias fuera.

– Ya estoy solo con las bragas y la parte de arriba. Pienso en tu paquete. La tienes dura ya?

– Sï, eres una puta y me has calentado.

– Tengo ya dos dedos dentro y estoy gimiendo…

– Quiero verte el sujetador.

– Mira, me desabrocho los botones uno a uno. Ya está… Tengo una tira bajada. Si vieras qué duras las tengo… Se notan los pezones incluso. Quiero verte tu pecho…

– Ya lo estás viendo. Sólo llevo puestos los calzones. Estoy bastante bronceado de ir a la piscina. Y tú?

– Yo soy blanca como la leche. Se te ven los pelos de los cojones?

– Tengo una mata de pelo debajo del ombligo. Me estoy acariciando la polla en tu honor, guarra. Está dura como una roca y muy mojada…

– Yo tb estoy mojada. Y tengo tres dedos dentro. Quítate el slip, quiero vértela ya y chupártela.

– Seguro que le haces unas buenas mamadas a tu novio, puta. Te veo el vicio en la boca… Mira, ya está mi aparato fuera. Estoy en bolas y tú sigues en ropa interior. Quítate el sostén y acaríciate las tetas. Haz las guarradas que tú sabes.

– Me llevo las manos por detrás y lo desabrocho. Cae lentamente y mis pezones miran al techo. ¡Qué duras están! Nunca lo habían estado tanto. Mmm… Me estoy pellizcando los pezones y se me ha puesto la piel de gallina. Me gustaría que me los chuparas…

– Te los mordería, zorra. Y tb te bajaría las bragas. Quiero verte y olerte el coño.

– Están bajando por mis muslos. ¡Qué caliente y mojada estoy! Ahora me estoy chupando los dedos que me estaba metiendo en la vagina. Es delicioso su sabor.

– Me muero por chupártelo yo. Te acariciaría los muslos por dentro y te metería un dedo en el clítoris, te lo masturbaría mientras te separo los labios superiores con la otra mano y busco con mi lengua endurecida más profundidad dentro de tus labios inferiores. Luego te lamería el clítoris mientras mis dedos te exploran profundamente. Me estaría bebiendo tus jugos.

– Yo buscaría tu polla y haríamos un 69 de ensueño. Yo encima de ti, lamiendo la punta para hacerte sufrir. Luego dando lametazos a tu base, a tus huevos, me tragaría tus líquidos transparentes y por fin me metería tu glande en mi boca, rodeándolo con mi lengua lentamente. E iría tragando más y más polla hasta llegar al fondo, casi hasta tener alguna arcada. Y luego subiría y bajaría, sin dejarte de mortificar con la lengua…

– Me estoy masturbando.

– Te estás pajeando?

– Siiii…

– Yo tb. Me falta poco para llegar al orgasmo.

– A mi tb.

– ¡Espera! Para. Voy a buscar algo…

– No tardes!

– Tranquilo, lo tengo al lado. Es un vibrador. Necesito algo más grande que mi mano…

– Sabe tu novio lo puta que eres?

– El cree que soy una chica muy buena y modosita y hago lo que quiere.

– Seguro que te aburres mucho…

– A veces es demasiado lo mismo. Si me viera este vibrador que me estoy metiendo me echaría la bronca.

– Métete un dedo en el culo, zorra.

– Espera, me lo estoy chupando…. Imagino que eyaculas encima de mí. En el pelo, la boca, quiero probar tu semen.

– ¿Todavía no se lo has probado a tu novio?

– Dice que eso solo lo hacen las putas.

– No te conoce el pobre…

– Ya… Es un hipócrita. Puedo hacerle una mamada pero no tragarme su leche… Oye, he oído que a los tíos tb os da mucho placer meteros un dedo en el ojete…

– ¿Te gustaría sodomizarme?

– Te metería este vibrador en el culo. Ya tengo dos dedos en mi agujero negro, por cierto, y estoy en la gloria…

– Que puta eres… Ya me he metido un dedo en el culo, pero no me hace mucha gracia…

– Si yo te lo metiera si que te gustaría…

– Todo lo que me haces me gusta. Voy a correrme… Métete el vibrador en el culo mientras te haces un dedo…

– Me va a costar, pero va… Ah, ah, aaaah, ya está metiéndose. Noto que mi esfínter se dilata… Ya tengo la mitad. Estoy en una postura muy rara para poder escribir, con la espalda en el respaldo…

– Lo tienes todo dentro? Diiiiii

– Ya está, te gustaría ver mi culo con esta cosa dentro…

– Me voy a correr, joder.

– Yo ya me he corrido dos veces, dime cuándo vas a hacerlo porque me estoy matando con el dedo.

– Ya, ya, el primer chorro ya ha caído. Otro, otro, otro, joder, cómo me has puesto, puta, ah, ah, ah….

– Aaaaahhhhhhh… Me tiemblan las piernas… Voy a ducharme, estoy sudando. Ha estado genial.

– Esto habrá que repetirlo cuando estés casada.

– ¿Te da morbo, verdad, cabrón?

– Me gustaría decirle a tu novio que te he prostituido…

– Me tengo que ir. Otro día follamos más. Quiero tener tu polla dentro de mí.

– Y yo quiero meterte la lengua hasta la garganta mientras te tomo.

– ¿Sabes que viajo mucho, Sergio?

– Si te pasas por aquí, conozco un restaurante donde podríamos follar. Es de un amigo mío y arriba estaríamos tú y yo solos un buen rato. Me harías una mamada por debajo de la mesa y luego yo a ti. Tal vez te compartiría con Paco, ya que nos deja el sitio. Uno por delante y otro por detrás, como a ti te gusta.

– Mmm… No sigas, que empiezo otra vez. Me haces sentirme como una guarra y lo peor es que me gusta mucho. No sabes las ganas que tengo de verte…

Sergio no tenía más. Había guardado la conversación y dice que se estuvo masturbando con ella una semana. Cuando le preguntó si llegaron a verse, el cabrón no decía nada. O sea, que hubo algo. Al final me dijo que en un congreso vino para aquí y que le llamó.

Quedaron y en ese restaurante él cumplió lo prometido. Me dijo que ella era más bonita de lo que había imaginado y que follaron como locos.

Ella llevaba casada tres semanas, pero incluso se dejó penetrar sin condón por detrás.

El morbo de hacer algo prohibido se impuso a su amor por su marido. Lo malo, decía Sergio, era que el marido se había abierto más y que ya no estaba tan necesitada.

Pero cabía la posibilidad de hacer un trío. No era algo que le hiciera mucha gracia, pero un polvo es un polvo, aunque fuera con el marido delante…

¿Qué te ha parecido el relato?


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