Capítulo 6

El sabor de la venganza VI

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Oliver regresó a Dona a la casa, la dejó en la entrada y él se fue. Tenía mucho trabajo por delante. Ahora tenía unos días para poder capturar a la pelirroja. Esta de todos era la más difícil de capturar. La pelirroja era una mujer de más o menos uno setenta y cinco. Con una constitución bien definida, fuerte y robusta. Sus días en el cuerpo nacional de policía, le habían ido forjando ese cuerpo. Para nada era un canon de la belleza y mucho menos tenía un cuerpo espectacular. Dentro de sus casi cien kilogramos de peso, había muchas curvas, y unas impresionantes tetas de más de ciento cinco de contorno. La pelirroja acababa su turno en pocas horas y como era su costumbre, buscaría un maromo para fóllar, durante el día y medio que libraba. A ella le gustaba el sexo, le encantaba el sexo, pero no le gustaba repetir. Además, le gustaban las pollas grandes, muy grandes. El martes en Tinder, había encontrado lo que quería, un tío con una buena polla y además estaba bien bueno. El tío le había entrado por el volumen de sus tetas y ella le había seguido por el volumen de su polla. Habían quedado en un restaurante del centro para una primera toma de contacto. Oliver esta vez, quería follarse a esa pelirroja de impresionantes tetas. Además, parecía una viciosa de cuidado. Una vez estuvo en el restaurante, se sentó en su mesa y esperó paciente. La pelirroja apareció poco antes de la hora en punto. Altanera recorrió la distancia que le separaba de la mesa. Oliver se levantó y le dio dos besos.

  • ¿Qué tal Emilia?
  • Llámame Emi, por favor.
  • ¿De acuerdo Emi, que tal estás?
  • Bien estaba un poco nerviosa, pero va pasando.

Pidieron la cena y departieron entre risas durante ella. Oliver sabía que no debía inmiscuirse con sus víctimas, pero esa tía le tenía curioso. No era una tía despampanante, pero sí poseía una cierta atracción. La verdad es que tuvieron una velada muy agradable. Oliver propuso ir a tomar una copa y fueron a una de las terrazas que ahora florecían con el verano. Mientras estaban tomando la copa, Emi dijo.

  • ¿No sé qué hacemos aquí? ¿Vamos a tu casa o a la mía?
  • ¿Tu dónde vives?
  • Yo en Moratalaz
  • Pues entonces vamos a la mía que está más cerca.

Montaron en el coche y a los pocos minutos entraban en el garaje subterráneo del edificio donde vivía Oliver. Subieron desde el sótano en el ascensor y Emi se acercó a Oliver y besó su boca. Oliver acarició su espalda y bajó sus manos a su culo. Un culo rotundo y duro, bien ejercitado. Emi acarició su nuca y apretó su cabeza contra su boca. El ascensor paró, Oliver buscó sus llaves y abrió la puerta dejando pasar a Emi. Emi dio un par de pasos y cuando escuchó el ruido de la puerta, se dio la vuelta, sujetó a Oliver contra la puerta. Su hábil mano sujetó las manos de Oliver sobre su cabeza, mientras su otra mano desabrochaba los botones del jean. Juntó sus bocas, se apretó juntó a él y soltando sus manos tiró con fuerza del pantalón y el slip, a la vez que quedaba de rodillas ante esa preciosa polla. La miró, la acarició con la mano, besó su capullo. Sacando su lengua bajó a sus huevos y los lamío subió por ese gordo tallo hasta la aún más gorda cabeza y metió está en su boca. Tuvo que forzar su boca para albergar ese capullo, lo acarició con su lengua mientras lo engullía hasta el fondo de su garganta. Le miró a los ojos, mientras hacía desaparecer su polla dentro de su garganta. No pudo traspasar esta, la cabezota de esa polla era demasiado gorda. La metía y sacaba en la boca mientras su mano le pajeaba y su otra mano acariciaba sus huevos. Oliver sujetó su nuca y mantuvo su cabeza bien apretada a su polla. Emi tras unos minutos de sorber, lamer y acariciar, se sacó la polla de la boca. Tiró hacia arriba de su camiseta, desabrochó los corchetes de su sujetador y lo sacó por delante. Oliver por fin pudo apreciar esos magníficos pechos con esas grandes areolas más grandes que una galleta maría y esos puntiagudos pezones redonditos como un garbanzo. Emi lo miró a los ojos y volvió a engullir su polla. Las babas de Emi descendían por su barbilla y caían sobre el canal que formaban sus pechos. Sacó la polla de la boca y la colocó entre sus pechos. Puesta en cuclillas empezó a subir y bajar, pajeando esa preciosa polla con sus tetas. Emi estaba terriblemente excitada. Se alzó, se quitó el pantalón vaquero y la tanga, se dio la vuelta sacó su culo y se apoyó en la pared.

  • Fóllame, fóllame.

Oliver, ayudado por sus pies, se despojó del pantalón y del slip. Sujetó su polla con su mano, la apuntó al coñito de Emi y fue entrando en ella muy despacio.

Emi notaba como esa polla iba abriendo su coño, como rozaba con las paredes de este y cómo la iba llenando entera. Cuando tocó fondo, Emi gimió, dio un suspiro y gritó.

  • Fóllameeee, fuerte, muy fuerte.

Oliver no subió el ritmo, Emi se retorcía sobre su polla. Un azote en el culo de Emi consiguió subir el ritmo. Emi gemía y pedía más. Otro azote y el ritmo volvió a subir.

  • Dame, dame fuerte, fóllame, no pares, muy fuerte.

Oliver seguía con sus azotes, incrementando su ritmo, notaba como los jugos de Emi resbalaban por sus piernas.

  • Dame más, siii jodeeer me corroooo

Emi se retorcía, sacaba su culo, se pegaba a la pared, no quería que eso terminase. Oliver levantó sus manos, las dejó caer con fuerza sobre el culo de Emi y sujeto a sus caderas le dio con todas sus fuerzas. Emi gritaba se retorcía y tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no chocar con su cabeza contra la pared. Oliver azotando su culo con una mano se vació dentro del coñito de Emi.

  • Jodeeer, jodeeer que bien me chupa ese coñito, jodeeer.

Dejaron la ropa tirada y se fueron a la habitación.

  • Me apetece una ducha- dijo Emi.
  • Al final del pasillo. Hay toallas limpias también.

Emi se levantó y fue al baño. Ahí había una preciosa ducha larga y ancha de más o menos tres por dos. Se metió en ella, reguló el agua y lo dejó caer por su cuerpo mientras cerraba los ojos. A los pocos minutos apareció Oliver, acarició sus pechos desde atrás, mientras mordía el lóbulo de su oreja y besaba su cuello. Un ligero pinchazo sacó a Emi de su ensoñación. Lo siento, dijo Oliver. A los pocos minutos Emi se le escurría entre los brazos y tocaba el suelo de la ducha con su cuerpo. Oliver salió de la ducha, se vistió, puso un albornoz sobre el cuerpo de Emi, la cargó sobre sus hombros y bajó con ella al garaje, la metió en el maletero de su coche y la llevó a la nave.

La rubia ya llevaba diez días en la nave, ahora era dócil y hacía todo lo que sus captores querían. En estos momentos los dos negros se la estaban follando. Mientras uno le follaba la boca, el otro tomaba con fuerza su coñito. La rubia era un pelele.

La morena llevaba siete días en la nave y aun no se había doblegado, por lo que una gran polla sujeta a una máquina taladraba su coño sin descanso. Un charco a sus pies y sus ojos y labios abultados, daban cuenta de la gran cantidad de orgasmos que estaba teniendo, aun en contra de su voluntad.

Marina y Claudio, llevaban cuatro días y aunque era poco tiempo, Marina ya había bajado la guardia. El negro al que mordiera la polla se había encargado de doblegarla. Ahora con una buena polla en su culo entrando y saliendo con parsimonia, estaba dejando un gran charco a sus pies, mientras la bola que llevaba en su boca hacía que sus pechos se llenasen de babas. En su cabeza ya no existía la palabra resistencia. Claudio por su parte doblegado desde el primer día, vivía como un rey en su jaula, al margen de las penalidades de sus compañeras.

Para la pelirroja Oliver había preparado la jaula donde ya estuvo Marina. En ella estaba atada a los barrotes con su culo pegado a ellos mientras unas placas tiraban de sus nalgas para abrirlas. Su cabeza quedaba fuera de la jaula y sus manos se ataban a los barrotes de los lados, ofreciendo entre los barrotes sus grandes pechos. Una mordaza con un agujero en medio completaba su vestuario. La pelirroja alucinaba al ver a sus amigas y su hermano en las jaulas.

Dona apareció radiante con un vaporoso vestido amarillo, completamente transparente y se acercó a la pelirroja.

  • Holaa cuanto tiempo sin verte. ¿te resultó muy difícil eliminar las pruebas? Maldita hija de puta.
  • La pelirroja le miró con rabia, pero no pudo decir nada pues estaba con la mordaza.

Emi se puso delante de ella, se levantó el vestido y se folló su boca sin piedad. La pelirroja no aguantó mucho sin vomitar. Dona se separó de ella y la dejó ahí, llena de vómito.

  • Lávala en un rato le dijo a Oliver.

Se acercó a los negros y la rubia y le dio un azote a uno de ellos.

  • ¿esta dócil la perrita?
  • Si jefa, ya no protesta.

Se acercó a la morena que estaba en un orgasmo continuo, tenía el coño con un buen agujero. Le dio dos buenas bofetadas y apretó el pezón que no tenía botón con saña. Un hilo de sangre brotó de él.

  • Te dije que me pedirías que te matase.

Se acercó a Marina y pudo comprobar el gran agujero que presentaba su culo.

  • Hiciste muy mal mordiendo al negro.

Por último, se acercó a Claudio, acarició su mejilla, bajó por su cuerpo acariciándolo hasta llegar a su polla. Se la meneó unos segundos y le dijo.

  • Hoy es tu día, si eres bueno seré condescendiente contigo.

Claudio sonrió a la vez que acariciaba con dulzura los senos de Dona.

  • Oliver, que empiece el espectáculo, quítale la mordaza a esta pelirroja.

Oliver se acercó a la pelirroja y le quitó la mordaza.

  • Hijo de puta, te vas a arrepentir.

Fue a la jaula de Claudio y lo sacó. Dona habló desde su butacón.

  • Mi niño, fóllate la boquita de tu hermana, a ti no te morderá la polla.

Oliver se acercó a su hermana, acercó la polla a su boca, pero esta no la abría.

Dona con el látigo de doma azotó con fuerza a la pelirroja, se paró y vio que seguía igual. Así hizo hasta que, a los sesenta latigazos, con su culo en carne viva, la pelirroja abrió la boca. Claudio dio un paso al frente y su ya tiesa polla entró en la boca de su hermana traspasando su garganta. La sacó y la volvió a meter, mientras la pelirroja le abrazaba con sus labios. Las lágrimas rodaban sin parar por la cara de la pelirroja. Claudio estaba exultante, esa puta de su hermana siempre le había tenido dominado, ahora era su momento. Después de diez minutos, Claudio sujetó la cabeza de la pelirroja y empezó a follarla con saña, con rabia. Entraba hasta su garganta y se quedaba ahí unos segundos, salía y se la volvía a fóllar, paraba y volvía a follarla. La pelirroja tosía y daba arcadas, sus babas cubrían sus pechos, el aire le faltaba y para colmo estaba excitada. Claudio sujetó con fuerza su cabeza y descargó en su esófago. Las arcadas de la pelirroja aumentaron y no pudo aguantar el vómito. Este cayó delante de ella.

  • Hijo de puta, casi me ahogas.

Tanto Dona como Claudio tenían la polla bien dura. Dona guió a Claudio hasta la parte posterior de su hermana, apuntó su capullo al culito de Claudio y la polla de este al culo de su hermana. Se sujetó con fuerza de las caderas de Emi y de un fuerte empujón, “se enterró dentro de los dos”. Dona bombeaba lento metiendo y sacando su polla del culito de Claudio, que a su vez entraba dentro de su hermana con gran fuerza. Le excitaba saber que le hacía daño, que no era un placer para ella. A su vez disfrutaba de la penetración de Dona que lo hacía suave y dulce.

  • Me dejas darte por el culo mientras te follas a mi hermana.
  • Solo si te corres en su boca otra vez.
  • Eso está hecho.

Dona se salió del culito de Claudio y de una se enterró en el culo de la pelirroja. Claudio con paciencia y lentitud se fue entrando en el culo de Dona. Está le daba con mucha fuerza a la pelirroja marcando así también el ritmo de Claudio, este ya al borde del orgasmo se salió de Dona, se puso delante de su hermana y le traspasó la garganta. Después de cuatro empujones se corrió dentro de la boca de su hermana, mientras besaba con dulzura a Dona.

Dona descargó dentro del culo de la pelirroja.

Continúa la serie