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Un gato y dos tequilas I

Sin dejar de enjabonarlo, me acerqué a él y le empecé a morder el cuello, lo pegué a mí y ahí pude ver su pija, que hasta entonces había pasado desapercibida por mi. Era hermosa, llena de venas y bien gorda, de unos 16 cm.

Un gato y dos tequilas II

Su boca se fue abriendo lentamente, hasta que nuestras lenguas se encontraron y comenzó a besarme él. Lo hacía muy bien. El sabor de su saliva se mezclaba con el del alcohol y a mi me enloquecía. Además, mi orto estaba ya que patinaba de tanta saliva que Karlitos me había dejado.