Capítulo 3
- El adiestramiento de Mónica I
- El adiestramiento de Mónica II
- El adiestramiento de Mónica III
El adiestramiento de Mónica III
Capítulo 3.- Siguiendo siendo entrenada
Viendo a la Dom sentada en el borde de un sillón reclinable, Mónica se detiene y se para a su lado.
– ¡Siéntate!… ¡Aquí!», le dice la Dom, palmeando el asiento junto a ella.
– “Sí, Ama”, responde Mónica, bajando los ojos, sentándose, también en el borde del sillón reclinable y volviéndose hacia ella.
– “Cuando viniste aquí hace un par de meses, pasaste una semana completa siendo entrenada», comienza a explicarle la Dom.
– “Sí, Ama”, murmura Mónica asintiendo con la cabeza y mirando hacia abajo.
– “Tu entrenamiento fue intenso, fue duro… A veces estoy segura de que pensaste que era severo… ¿Correcto?”, le pregunta la Dom mirando a Mónica a los ojos.
– “Sí, Ama… Sí lo fue”, responde Mónica, volviendo a mirar hacia abajo.
– “Cuando recibí la llamada de tu Ama, al principio me sorprendió… Entonces, un poco intrigada, le pregunté y ella querría que probaras ser una Dom”, le dijo mientras le colocaba su mano derecha sobre la rodilla izquierda de Mónica.
– “¿Sabes por qué lo hace?… Porque tú lo que quieres es ser sumisa, no?”, le pregunta la Dom, mirándola de nuevo directamente a esos grandes ojos marrones.
– “¡Sí, Ama!… Yo quiero seguir siendo sumisa”, responde Mónica.
– “Pero tienes que aprender a ser Dom porque tu Ama quiere traer a tu hermana, contigo… ¿Lo sabes, no?”
– “¡Sí, Ama!”, asiente Mónica y vuelve a bajar los ojos.
Echándose hacia atrás, sonriendo, la Dom comienza a preguntar:
– “¿Para ser una sumisa?
– “Sí, Ama… Ella también va a ser una sumisa”, responde Mónica.
– ¿Y tú? – pregunta la Dom.
– “Mi Ama también querrá que la entrene, y supongo que me hará hacer cosas con ella”, le dijo Mónica.
– “Está bien… Sólo quería asegurarme… Eso es también más o menos lo que pienso!”, le dice la Dom., sonriendo.
Un momento de silencio y la Dom., vuelve a palmear la rodilla de Mónica.
– “Bueno, entonces tenemos que ponernos manos a la obra, ¿no es así?”
– “Sí, Ama… ¡Sí!”, asiente Mónica con excitación.
– “Está bien… Escucha con atención… Como te dije, inicialmente pensaste que era severa contigo, pero déjame preguntarte algo.”
– “Claro, Ama”, responde Mónica.
– “Con todo el castigo que soportaste, ¿recibiste algún daño real y permanente?… Me refiero a cualquier cosa que te haya dejado una cicatriz, te haya desfigurado de alguna manera… ¿Algo que haya tardado más de tres o cuatro días en sanar?”, le preguntó la Dom.
– “No, Ama… Todo mejoró en esos días”, respondió Mónica.
Inclinándose hacia Mónica, una vez más mirándola a los ojos, agregó:
– “De eso se trata esta charla… Ahora escúchame… Cuando crucemos el pasillo, vas a usar esa fusta con Amy.”
– “¡Sí, Ama!… ¡Sí!”, respondió Mónica.
– “Conozco tus sentimientos hacia ella después de tanto castigo que te dió… ¡No quiero ningún daño severo!… ¡¿Entendido?!”
– ”Sí, Ama!… Haré lo que me ha dicho… ¡Lo prometo!”
De pie, girándose, la Dom sonríe y le dice:
– “Por cierto, estarás conmigo todo el fin de semana, pero esta noche es tu turno de usar el látigo.”
– “Sí… Sí, Ama”, asiente Mónica.
– “Bueno, sólo para avisarle… Tu Ama me dejó una lista de algunos de sus deseos desde la última vez que nos vimos… Mañana, y tal vez al día siguiente, recibirás un curso de actualización de mi parte… Una de las sesiones será la más inusual, ¿entiendes?”
Con el rostro enrojecido y los ojos bajos, Mónica murmura suavemente:
– “¡Sí, Ama!… Mi Ama me hizo saber que esta noche o mañana iba a ser castigada.”
– “¡¿De verdad?!… Bien, pero apuesto a que no tienes ni la más remota idea de lo que quiere que te haga… Apuesto a que viste los discos de tu entrenamiento grabado, ¿no es así?
– “Sí… Sí, Ama”, responde Mónica, mirando hacia el estante.
– “Bueno, tengo grabadas todas las sesiones que he tenido contigo y habrá más, a partir de mañana.”
La Dom sonríe mientras camina hacia la puerta y le dice:
– “De todos modos, vamos a conocer a tu audiencia… La mayoría de los miembros importantes asistirán esta noche… Ahora, vamos a darle a Amy lo que le corresponde.”
Siguiendo a la Dom a través del pasillo, con el corazón latiendo en su pecho, Mónica entra en el salón… Nota los ojos enfocándole a ella, lejos del podio en el centro de la habitación donde se exhibe a la rubia.
Haciéndose a un lado, la audiencia comienza a murmurar, admirando la increíble figura erótica de Mónica, mientras la Dom., la conduce al centro del salón.
Deteniéndose frente al podio, la Dom asiente mientras se vuelve hacia Mónica y le dice:
– “Bueno… Adelante… Échale un vistazo… ¡Inspecciónala!”
– “¡Sí, Ama!”, responde Mónica, con un tono de presunción en su voz, tratando de ignorar la charla de la Dom., segura de que puede manejar lo que sea y manejarlo bien.
Ahora excitada por las miradas favorables y los comentarios murmurados en todo el grupo, sube al podio y mira más de cerca a la rubia, pero al mismo tiempo, dejando que la audiencia la vea mejor.
Lentamente, dando vueltas por el podio y la fusta golpeando sobre la palma de su mano abierta, inmediatamente se da cuenta de que la esclavitud de la rubia se exhibe ahora ante ella, de puntillas, temblando, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, sus muñecas atadas juntas, detrás de su cuello, conectadas a una cuerda que se baja desde el techo.
Mónica mira hacia el rostro enrojecido y los ojos llenos de lágrimas mirando al frente, hacia las puertas.
Luego mira hacia sus pechos y advierte las ronchas violáceas que rodean sus pechos desnudos, empujados hacia afuera, amoratados y magullados… El resto de su cuerpo está temblando, completamente desnudo y listo para su turno con el látigo.
– “Bueno, Mónica… Creo que nuestros invitados están listos para ver… ¿Le preguntaste a nuestra esclava si lo está?”, le dice la Dom rompiendo el silencio que había.
Volviendo la cabeza, mirando a la Dom, Mónica sonríe y asiente:
– ¡Sí, Ama, está lista para que empiece con ella.”
Volviendo la cabeza hacia atrás, mirando hacia los ojos de la rubia, Mónica, alzando la voz, tratando de sonar autoritaria, suelta:
– “¡¿Lista para ser azotada, esclava?!”
– “¡Oooh!… ¡Sí… Sí, Ama… Si lo desea.”
La voz temblorosa de la rubia, responde obedientemente en positivo, sabiendo que ella también lo ha hecho… Las lágrimas brotan de sus ojos.
Mónica escucha las palabras, emocionada, con el corazón latiendo con fuerza, sintiendo un apuro, mira hacia la Dom.
– “¡Está bien!… Comienza con media docena en su culo… luego un par en cada uno de sus pezones, y completa la docena con un par de fustazos entre sus piernas”, ordena la Dom dirigiendo el castigo entre su par de sumisas, haciendo una de ellas de Dominatrix.
– “¡Sí, Ama!”, responde Mónica con entusiasmo, dando un paso mirando fijamente a los ojos suplicantes de la rubia, recordando su entusiasmo cuando se invirtió el papel hace unas semanas.
La audiencia forma un semicírculo alrededor del podio para no perderse detalles mientras la Dom va hacia la parte trasera del podio, asintiendo… Le dice:
– “Dale la vuelta, Mónica… Deja que todos la vean bien.”
– “¡Sí, Ama!… Date la vuelta, esclava y saca el culo… Muéstrales a todos el culo que va a ser azotado”, le dice con voz autoritaria, dando esa orden.
– “¡Sí… sí Ama!”, responde la rubia nerviosa, girando y empujando sus nalgas temblorosas hacia afuera y cerrando los ojos.
Al escuchar que Amy la llama ‘Ama‘, Mónica no puede reprimir una sonrisa sádica, disfrutando de cada momento… La fusta subiendo lentamente para comenzar a golpear.
‘Swish’… ‘¡Thwack!’… ‘Swish’… ‘¡Thwack!… ‘Swish’… ‘¡Thwack!
Inclinándose hacia el podio, con sus pechos sobresaliendo del sujetador apretado, Mónica golpea las nalgas redondeadas y cada fustazo se hunde en el suave y tembloroso tejido, dejando rápidamente, finas ronchas rojas en cada nalga.
‘¡Agghhhh!… ¡Oooggh!…¡Oooohhhh!… ¡Agghhhh!
Cada grito secuencial agonizante es seguido por una fuerte y ronca respiración mientras la rubia mueve sus caderas, tuerce su cuello y entrecierra los ojos con fuerza para intentar bloquear el dolor.
– “¡Calma, Mónica!… ¡Relájate!… Ya son cuatro!, interviene la Dom regañándole mientras levanta la mano, bloqueando el siguiente latigazo.
– “¡Sí, señora!… ¡Lo siento, señora!… ¡Voy a reducir la velocidad!” responde Mónica excitada, con el corazón acelerado, escuchando algunos comentarios favorables detrás de ella, del grupo de gente que está viendo y disfrutando la sesión de castigo a la mujer rubia.
– “Ahora, dale dos latigazos más… Uno en la parte baja de la espalda, en la grieta misma de su culo… Tal vez marcando en su piel otra ‘X’ sea suficiente!”, señala la Dom con el dedo índice, tocando la carne reluciente.
– “Sí, señora”, respondió Mónica.
– Dale otro latigazo y crúzalo para que le marques una X.”
‘¡Swish… Thwack!’
Prácticamente sin dudarlo Mónica, golpea con la fusta de derecha a izquierda… La punta cruza el lado derecho de la espalda arqueada de la rubia… El resto del cuero marca sobre su nalga izquierda.
– “¡Aaaggh!”, se escucha un gruñido de la rubia que mueve la cabeza hacia abajo, a lo largo de su esternón, entre sus pechos que se balancean mucho… Un dolor muy agudo en su espalda desnuda mientras la fusta deja más un estrecho hematoma que un verdugón.
‘Swish… Thwack!’
– “Aaaggghhh!”
Un latigazo de revés, otro chillido, y la X se completa sobre la piel de la rubia, tal y como deseaba la Dom.
Dando un paso atrás, bajando la fusta que lleva en una mano, Mónica ajusta con aire de suficiencia la parte superior de su sostén donde reposan sus pechos desbordados, con las areolas parcialmente expuestas, y tira la tanga hacia abajo cubriendo, en parte, su raja.
Mónica mirando hacia la Dom y hacia algunos de los miembros de la audiencia, da un paso atrás hacia el culo de la rubia.
– “¡Date la vuelta, esclava!… Deja que me vean azotarte tus tetas.”
Sonriendo Mónica, golpea con la fusta la parte final de la columna vertebral de la rubia que comienza a girar lentamente para ponerse de cara a la audiencia.
– “¡Más rápido!”, ordena Mónica, dando golpecitos con la punta de la fusta en la nalga izquierda de la rubia que, con la cabeza aún gacha mirando fijamente al suelo y los pechos balanceándose de lado a lado, mueve su cuerpo que tiembla pensando en el sufrimiento que le espera.
Colocándose a la derecha del podio, Mónica vuelve a mirar hacia la Dom… Obtiene el asentimiento afirmativo y da con la fusta un fuerte golpe en el pecho izquierdo de la rubia.
‘¡Swish… Thwack!’
– “¡Gaaaagggg!”, grita la rubia, girando su cuerpo y sacudiendo la cabeza hacia atrás… Su pecho izquierdo se mueve hacia su axila, rebota y golpea contra su pecho derecho.
Mónica, extendiendo la mano, desliza la punta de la fusta debajo de la carne de pecho golpeado… Lo levanta hacia arriba, mostrando a todos los presentes el verdugón rojo brillante que ya se marca en el pecho izquierdo atravesando la aureola mamaria.
Dejando caer el pecho, agita el buche.
‘¡Swish… Thwack!’
– “Aaaaaggghh!”, grita la rubia de nuevo cuando recibe un golpe en el mismo pecho, pero aplicado desde el otro extremo… De nuevo aparece un verdugón instantáneo, una nueva X en su carne torturada del pecho izquierdo.
Temblando, doblando las rodillas, los brazos cruzados, estirada por la cuerda que cuelga del techo, la barbilla de la rubia raspa su esternón, entre sus pechos temblorosos mientras jadea para respirar.
El público, bastante reticente, mira la escena de una bella sumisa azotando a la otra, una desnuda, la otra prácticamente desnuda.
Al dar la vuelta al podio, cada latigazo le trae recuerdos a Mónica mientras recuerda el entusiasmo de la rubia cuando era ella la que la azotaba y marcaba su cuerpo con verdugones… Ahora los papeles se han invertido.
Con ese pensamiento en mente, mirando hacia el cuerpo sudoroso y retorcido de la rubia, la fusta que lleva en su mano Mónica se mueve hacia adelante y hacia atrás una y otra vez.
‘¡Swish… Thwack!’
‘¡Swish… Thwack!’
– “¡Aggghhhhhh… Aggghhhhhh!”
Un par de gritos angustiosos coinciden con el rápido revés sobre el cuerpo desnudo de la rubia… En su pecho derecho la fusta ha dejando otra roja X, que barca areola derecha, pezón, los bordes de la carne de su teta derecha.
Dando un paso hacia un lado, Mónica permite que la audiencia tenga una visión clara de su obra… El cuerpo torturado de la rubia llorona se sacudía, se retorcía marcada por verdugones entrecruzados con ronchas rojas… La había marcado dos X… Una en cada teta.
Mirando hacia el Dom, Mónica pregunta:
– “¿Podemos inclinarla, Señora?… ¿Abrirle mucho sus piernas?2
Mirando hacia atrás, asintiendo con la cabeza y apenas sonriendo, la Dom se sube al podio, desata la cuerda que cuelga del techo, fuerza la cabeza de la sorprendida rubia hacia abajo agarrándola con fuerza por la parte de atrás de su cuello… Y sigue.
Girándola en el podio, la Dom se enfrenta a la audiencia… Desliza la cabeza de la rubia hacia abajo hasta que la parte superior de sus codos raspa el piso… Empujando sus rodillas contra la parte posterior de la cabeza de la rubia, agarra la parte posterior de los muslos de la rubia y obliga a los pies a separarse, las nalgas hacia la multitud y su clítoris sobresaliendo de su raja completamente expuesta.
– “¿Te gusta así?”, le dice la Dom, mientras Mónica asiente con la cabeza, obviamente sorprendida, y le dice:
– “¡Sí, señora!… ¡Perfecto!”
– “¡Adelante!… ¡Golpéala donde te apetezca… ¡Tú eliges!”, dice la Dom con voz por encima de los murmullos de la atenta multitud.
Colocándose justo a la izquierda de los muslos abiertos, Mónica levanta la fusta hacia atrás y la lanza hacia abajo, directamente en línea con el pliegue de las nalgas de la rubia.
‘¡Swish… Thwack!’
– “¡Aaaggghhh!”, chilla la rubia, mientras se balancea de dolor yendo de puntillas… Un verdugón rojo brillante se eleva instantáneamente desde la parte baja de su espalda, desapareciendo en la carne que separa sus húmedos orificios.
Sosteniéndose fuertemente, la Dom puede ver la contracción de los músculos de la rubia en los muslos, en sus manos, brazos y los temblorosos músculos de los hombros presionando sus piernas.
– “Un latigazo más, Mónica… Dalo tan fuerte como quieras y donde quieras… Personalmente, te sugiero en el clítoris… ¡Adelante!”, ordena la Dom mientras la rubia se agarra con más fuerza esperando recibir el duro latigazo.
– “Sí, Ama”, sonríe maliciosamente Mónica, tomándose un momento para mirar las pupilas dilatadas y en blanco de los ojos vidriosos de la rubia.
Inclinándose más cerca, entre las piernas arqueadas y temblorosas de la rubia, Mónica presiona su rostro junto a su oído y en voz baja, le susurra:
– “He estado guardando este latigazo desde que golpeaste mis pechos en carne viva… Este te va a partir el clítoris, perra!”
Con los ojos cerrados, Mónica sonríe mientras desliza lentamente su dedo índice suavemente entre las nalgas abiertas de la rubia, rodea el clítoris tembloroso y le da un movimiento rápido.
– “¿Lista? », le pregunta, agarrando la fusta con firmeza en su puño izquierdo, echándose hacia atrás.
– “¡Si, Ama!”, le responde la rubia.
Flexionando, inclina la punta de la fusta hacia atrás con la otra mano, hasta lo más posible, espera un momento y golpea.
‘¡Swisssshhh!… ¡Thwaaacckk!’
– “¡Aaaaaaggggghhh!… ¡Aaaaaagggghhh!… ¡Aaaaaggggggghh!”, grita la rubia, retorciéndose y sufriendo espasmos por todo el cuerpo.
Entre el público surgen jadeos notables, en su mayoría de mujeres, que se mezclan con los chillidos animales de la rubia.
Su vulva palpita sin cesar… Su hendidura se expande y se contrae sin parar… Su clítoris esta hinchado y rezuma sangre que cae por la parte interna de los muslos empapados en sudor.
– “¡Ayúdame, Mónica!”, ordena la Dom con calma.
Mónica, deja caer la fusta, saltando rápidamente al escenario y agarrando el brazo derecho de la rubia, ayudándola a soportar su peso flácido mientras la Dom se coloca a la izquierda de la rubia.
Apenas consciente, las lágrimas de la rubia caen por sus mejillas… Su cabeza cuelga sobre su esternón mientras la ayudan a bajar del podio donde ha sido torturada.
Mirando a través del pecho de Mónica, la Dom sonríe:
– “¿Sabes que tu pecho está colgando fuera del sujetador?”
Al mirar hacia abajo, Mónica se da cuenta de que su pecho derecho está completamente expuesto, moviéndose libremente, con el pezón duro, hinchado… El sostén esta retorcido, debajo de su pecho libre.
Al captar algunas expresiones entre la multitud, siente que la tanga también sube entre su raja, dejando al descubierto sus nalgas y más… Parece que la mayoría de las miradas están hacia ella mientras llevan a la rubia hacia las puertas dobles.
Mirando hacia la Dom, sonriendo tímidamente, Mónica responde:
– “¡Y qué, si les agrada!”
Después de tomar su ducha, envolver su cabello en un moño apretado, Mónica se apresura, masajeando una capa uniforme de aceite corporal sobre su carne desnuda y húmeda… Los pensamientos de su próxima sesión con la Dom llenan su mente, ya que puede sentir la agitación en lo más profundo de la boca del estómago.
Los recuerdos de sus primeras sesiones de entrenamiento la dejan con emociones encontradas de anticipación y una sensación de inquietud.
Arqueando la espalda, mirando hacia abajo a través de su pecho, ella gotea aceite sobre sus pechos extendidos, fundiéndose, acariciando la loción perfumada en sus globos firmes del tamaño de un melón.
Al escuchar pasos que se acercan desde el pasillo, se pone nerviosa al darse cuenta de que es hora… Alisando las palmas de sus manos por última vez hacia adelante y hacia atrás, rápidamente hacia abajo a través de sus relucientes muslos, nalgas, mira hacia la puerta mientras se abre.
– “¿Lista?… ¡Asume tu posición!”, le dice la Dom con voz tranquila pero severa.
Mónica obedece de inmediato… Separa rápidamente sus pies mientras cruza los brazos detrás de la cabeza, entrelazando los dedos detrás del cuello mientras empuja sus pechos balanceantes hacia fuera.
Mirando al frente después de mirar fugazmente hacia las manos de la Dom, su corazón da un vuelco porque no puede evitar ver que lleva una vara de bambú… Intensos recuerdos de su entrenamiento inicial pasan por su mente recordando las dolorosas palizas que ha recibido.
Lentamente, la Dom, da vueltas alrededor de ella, tocando y acariciando la carne desnuda de Mónica con su mano libre.
La Dom permanece en silencio, admirando el cuerpo increíblemente erótico que brilla frente a ella, bañado en aceite corporal.
Deslizando suavemente la vara de bambú a través del abdomen tembloroso de Mónica, baja hasta su muslo y subiendo buscando la protuberancia de su clítoris expuesto.
Golpeando suavemente, una, dos y tres veces, observa la ondulación del estómago de Mónica con cada golpe, mientras aprecia el seductor sonido de sus suaves gemidos.
Mordiéndose el labio y gimiendo suavemente, Mónica continúa mirando al frente… La sensación de náuseas en la boca de su estómago se extiende con cada toque cuando siente que la caña de bambú se desliza a través de sus labios vaginales, golpeando su clítoris.
– “Te dije que tu Ama me avisó de algunas de tus indiscreciones, Mónica… También te dije que quiere que te discipline… Y luego, después de eso, te enfrentarás a un par de modificaciones quel también quiere que se te hagan!… ¿Entendido?”, le dijo la Dom hablándole suavemente mientras gira juguetonamente sus dedos alrededor del pezón desnudo de Mónica con su mano libre.
– “¿Qué,.. qué?… ¿Qué modificaciones?, señora”, pregunta tartamudeando Mónica.
La advertencia de la Dom., de la noche pasada resuena en sus pensamientos…. Ella gime, todavía mirando al frente, haciendo todo lo posible por permanecer inmóvil, pero sintiendo ese malestar creciente en la boca del estómago.
– “No te preocupes por eso ahora, vendrá más tarde… De todos modos, es hora de tu disciplina… ¡Es hora de ejercitarte!”, responde la Dom mientras desliza la punta flexible de la caña de bambú hacia arriba, alrededor del tembloroso par de tetas que se elevan sobre el pecho desnudo de Mónica mientras agarra firmemente el pezón izquierdo entre la uña del índice y el pulgar.
– “Ven, sígueme”, le dice dándose la vuelta… La Dom sale al pasillo mientras tira de Mónica por el pezón.
– “Oooh”, la Dom oye el gemido de Mónica, un leve gemido cuando se acerca a las puertas dobles abiertas del salón.
Siguiendo a la Dom entra en el salón vacío… Mónica mira el podio en el centro de la habitación mientras la conduce hacia él.
Es el mismo podio, la misma cuerda que ataba a la rubia, cuelga por encima de él, pero esta vez hay también un banco de madera dividido en forma de V colocado en el centro del podio.
– “Sube al podio y siéntate colocando una pierna a cada lado de ese banco… Abre las piernas y mantén estas tetas empujadas hacia fuera con los pezones tiesos.”
Obedeciendo de inmediato, con los senos balanceándose, Mónica sube al podio… Girando y mirando hacia adelante con las manos todavía detrás de su cuello, los dedos firmemente cerrados, se sienta colocando una pierna en cada lado del banco dividido en forma de V.
Al colocarse así, expone completamente sus nalgas… Sus pechos tiemblan, empujando más hacia fuera… Arquea su torso hacia adelante mientras inclina los hombros hacia atrás… Mira al frente mientras sus muslos se estiran por encima de las tablas de madera del banco en V… Los pliegues de su vulva hinchada están completamente expuestos.
– “Átate esto a los ojos, perra, y luego agarra la cuerda que está sobre ti con ambas manos», le ordena la Dom mientras le entrega un pañuelo de seda negro.
– “Sí, señora” responde Mónica, cogiendo el pañuelo de seda negro que le da la Dom mientras mira hacia la cuerda que se balancea suavemente sobre su cabeza.
Cubriéndose los ojos, ata rápidamente el pañuelo de seda negro detrás de su cuello, y estira su brazo izquierdo hacia arriba, buscando la cuerda y agarrándola firmemente, arqueando la espalda… Luego estira el otro brazo hacia arriba, agarrando el extremo de la cuerda con ambas manos.
– “Sujeta la cuerda con fuerza, Mónica… No la suelte», le ordena la Dom mientras camina directamente frente al podio y una vez allí, desliza lentamente la punta de la caña de bambú a través de la curva exterior del pecho derecho de Mónica.
La Dom golpea suavemente el globo firme y simétrico, observando el rastro del aceite corporal en forma de gotas que corre a través de la carne temblorosa de Mónica.
– “Bueno, Mónica, anoche probaste ser una Dominatrix, ¿no?», pregunta la Dom en voz baja mientras mira hacia abajo, fascinada con el cuerpo estirado de Mónica sujetando la cuerda.
– “Sí, Ama”, responde Mónica, sin dejar de mirar fijamente al frente, con la venda en los ojos… Ella tan sólo ve una tenue luz y la silueta nebulosa de la Dom, a través del material oscuro.
Agarrando la cuerda con más fuerza, siente que la caña de bambú presiona su pecho… Retorciéndose, se prepara mentalmente esperando, nerviosa, que la caña de bambú golpee sus pechos.
– “Ahora es tu turno de volver a ser sumisa … El mío, ser tu Dom y hacer lo que me plazca, ¿verdad?», le dice la Dom mientras le pellizca suavemente el pezón izquierdo de Mónica.
– “Sí, Ama… Soy tu sumisa y puedes hacer lo que quieras de mí”, le responde de inmediato Mónica arqueándose, sintiendo un hormigueo en el pezón izquierdo.
– “Quizá sólo quiera castigar estas tetas y dejar unas bonitas marcas decorativas en ellas… Ya veremos que hago”, agrega la Dom mientras sigue pellizcándole el pezón izquierdo.
Con el pecho palpitante, Mónica siente que la punta de la caña de bambú ahora golpea un poco más fuerte en el hinchado pezón derecho… Luego un poco más fuerte hacia su pezón izquierdo.
Mónica siente golpes suaves en los pezones que, sin embargo, le duelen al pegarle con la caña de bambú.
– “¡Oohh!… ¡Oohh!… ¡Oohh!”, emite gemidos suaves que se escapa de sus labios entreabiertos.
La cuerda está tensa sujetada por sus manos, mientras su pecho se contrae y sus tetas se balancean.
– “¿Qué te pasa, esclava?… ¿Dijiste algo?”, le regaña la Dom con voz severa, pero con una sonrisa en su rostro, protegida de los ojos enmascarados de Mónica.
Sintiendo sólo una pizca de alivio de que sus pechos no fueron azotados, pero tiemblan cuando siente la punta de la fusta hundiéndose en su ombligo… Mónica gime y responde:
– “¡Nada Señora… Lo siento… No dije nada!”
– “Creí escuchar que algo salió de entre esos deliciosos labios”, le, dice la Dom mientras continúa arrastrando la caña de bambú hacia abajo.
Con los ojos entrecerrados bajo el pañuelo, Mónica gira la cabeza, mientras siente que el bambú se desliza por su montículo púbico hacia abajo entre los pliegues hinchados de sus labios vaginales abiertos.
Recuerda sus pasadas sesiones de disciplina mientras su clítoris es presionado por la punta rígida de la caña de bambú flexible.
La Dom se divierte continuando la manipulación lenta y suave con la punta de la caña de bambú mientras también disfruta el momento, reviviendo los recuerdos del entrenamiento anterior de Mónica, sus sesiones de disciplina de hace unas semanas.
Observa atentamente el cuerpo desnudo de Mónica temblando y reluciente, mientras se extiende frente a ella mostrándole sus areolas y pezones rígidos, en sus pechos del tamaño de un melón.
Mirando hacia abajo, inclinándose, la Dom extiende la mano y desliza la yema del dedo por el borde del ano de Mónica, pellizcando la tierna carne que separa los dos agujeros, coño y ano, fruncidos entre sus temblorosas nalgas.
Vacilando por un breve momento, separa los pliegues de los labios vaginales hinchados y desliza suavemente la punta de la caña de bambú contra el clítoris que sobresale, meneándolo en la hendidura húmeda y estirada.
Dejando que el bambú presione contra la protuberancia hinchada, lo acaricia suavemente un poco más profundo, deslizándolo hacia afuera y luego hacia adentro… Con cada cuidadoso empuje, mira hacia arriba, acaricia los globos temblorosos de Mónica, pellizca los pezones y los ve moverse reflexivamente.
– “¡Ooomph!… ¡Aaahhh!… ¡Ooohhh!”, gime Mónica.
Cada movimiento, cada golpe más profundo, combinado con la manipulación de sus pezones, generan gemidos mientras el clítoris sensible de Mónica se contrae entre el bambú y el vértice de su temblorosa abertura.
Mordiéndose el labio, entrelaza los dedos con más fuerza alrededor de la cuerda y arquea los hombros más hacia atrás mientras empuja sus pechos hacia adelante, hacia los dedos fugaces de la Dom.
Mónica se encuentra transformándose voluntariamente en su papel de sumisa mientras siente la tensión de su cuerpo desnudo rindiéndose a la anticipación, t.
Su vagina húmeda, siendo masajeada por la caña de bambú, se estremece poco a poco mientras espera el aguijón que sin duda llegará… Simultáneamente, sus pezones manipulados y endurecidos le envían escalofríos a través de su pecho.
La Dom. saca la caña de bambú de entre los muslos temblorosos de Mónica, notando el fluido reluciente en su punta, lo lleva hacia arriba y ordena con calma.
– “Chúpalo, puta.”
Mónica siente el roce del bambú en la mejilla, en la nariz, y separa los labios dejando que la punta del bambú reluciente se deslice por su boca temblorosa y presione sobre su lengua.
Chupando, lamiendo, se prueba a sí misma mientras desliza lentamente su boca hacia delante… La Dom recupera la belleza de la caña de bambú y lanza varios golpes al aire, de un lado a otro.
Satisfecho, la Dom mueve la caña de bambú hacia adelante y hacia atrás y se coloca detrás del podio, en el banco dividido.
La Dom mira hacia los tensos montículos redondeados de las nalgas de Mónica en el banco dividido… Coloca su mano libre sobre la parte baja de la espalda de Mónica y apunta la caña de bambú a las nalgas temblorosas de Mónica.
– “¡Agárrate fuerte a esa cuerda, perra!”, susurra la Dom.
Moviendo ligeramente, golpea sus nalgas.
‘¡Smack!… Thwack!’
Rayas rosadas aparecen horizontalmente a través de la piel bronceada de Mónica, unos centímetros por debajo de la parte baja de su espalda.
Dudando un momento, la Dom lanza otros dos golpes duros con la caña de bambú y de nuevo aparecen dos nuevas rayas rosadas en cada una de sus temblorosas nalgas.
‘¡Thwack!… ¡Thwack!’
– “¡Aaaggh!… ¡Aaaggh!”, grita Mónica.
Mónica se estremeció aferrándose firmemente a la cuerda y su cuerpo se retuerce… Sus pechos rebotan, balanceándose y sus nalgas lucen ya tres golpes de caña de bambú.
Al levantar la vista, la Dom ve las curvas redondeadas de los pechos de Mónica desde atrás, moviéndose… Sonriendo, le advierte:
– “¡Silencio!… ¡O recibirás uno en tu coño!… ¿Entendido?”
– “¡Sí, Ama!… ¡Sí!”, murmura.
Un par de verdugones rojos se marcan instantáneamente a través de sus temblorosas nalgas, mientras Mónica retuerce sus dedos con fuerza en la cuerda… Al mismo tiempo aparecen lágrimas en sus ojos.
La Dom. pasa una uña con firmeza por las nuevas ronchas, sin dejar de golpear ligeramente la punta del bastón de bambú en la nalga derecha.
‘¡Thwack!
– “¡Aagghh!“
Ella siente como el cuerpo de Mónica se estremece cuando el bastón de bambú golpea y deja una marca horizontal en el centro de sus redondeadas nalgas.
Los muslos de Mónica se retuercen sobre las tablas de madera de la tarima sobre la que se encuentra mientras sus manos también se retuercen en la cuerda, sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
El dolor punzante atraviesa sus nalgas temblorosas mientras se muerde el labio y entrecierra los ojos llenos de lágrimas.
El delgado bambú que silba, se flexiona y se hunde en su suave carne deja un verdugón violáceo, de nuevo un par de centímetros por debajo del verdugón anterior.
‘¡Thwack!… ¡Thwack!’
La Dom. con un rápido revés de la caña de bsmbú, le da un golpe de derecha y otro de izquierda, cinco centímetros más abajo, en ambas nalgas, marcando instantáneamente dos verdugones más.
– “¡Aaagghh!”
Mónica lanza otro chillido doloroso y sus caderas se levantan bruscamente mientras se retuerce… La cuerda se clava en sus dedos tensos, sus puños apretados… El dolor le pica y le quema el culo.
Apartando la caña de bambú, la Dom desliza la palma de su mano libre suavemente por los montículos redondeados de cada nalga… Siente el calor de las ronchas levantadas reluciendo bajo las gotas de sudor que resplandecen sobre la piel marcada.
Disfrutando de esta sesión de entrenamiento, la Dom. camina lentamente alrededor del podio, observando el cuerpo desnudo de Mónica temblar, sus pechos agitados, relucientes mientras su cabeza cuelga hacia adelante con la barbilla justo por encima del esternón.
Levantando la punta de la caña de bambú hacia arriba, debajo del pecho derecho de Mónica, lo levanta suavemente, lo baja, manipulando el globo firme y brillante.
– “¡Mírame!”, le ordena la Dom., sosteniendo la caña de bambú con firmeza, deslizando el pañuelo hacia abajo de los ojos de Mónica, mirando como ella levanta lentamente su rostro.
Las lágrimas caen de las mejillas de Mónica mientras se inclina hacia adelante, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, mientras tira nerviosamente de la cuerda… Su culo arde mientras mira patéticamente a la Dom.
– “Me encantaría golpear estas tetas también, pero no queremos que se estropeen antes de hacer las modificaciones que solicitó tu Ama”, le dice la Dom., mientras deja caer la caña de bambú en el podio, ahuecando ambos pechos con las palmas de sus manos, acariciando los globos mientras habla.
Los ojos de Mónica se abren mientras mueve lentamente la cabeza hacia adelante y hacia atrás… Ella se encoge cuando manipulan sus pechos, preguntándose cuáles serán esas temidas modificaciones.
– “¡Oh, no Ama, no!”, responde Mónica, suplicando al mismo tiempo.
– “Tu sesión de castigo ha terminado, al menos por ahora… Frotemos un poco de loción en esos bonitos verdugones”, le dice la Dom. mientras desliza lentamente sus dedos hacia abajo por la carne reluciente de Mónica, llegando a descansar entre sus muslos abiertos.
– “Si eres buena, te dejaré saber cuales son las instrucciones de tu Ama, e incluso podríamos posponerlas unos dos o tres días más, para que yo pueda seguir entrenándote, no crees.”
F I N ¿?
Si alguna lectora desea comentarme lo que le pareció este relato, tendré mucho gusto en responderle y mantener posible amistad… Mi correo es yanine35sum@hotmail.com