Esto fue como si estuviera fumigando, olor puro y concentrado de pie en mi cara, cada ves que frotaba entre sus dedos...
No soy un profesor de escuela, tengo otra profesión pero que ardientemente placentero es ser un maestro del sexo.
Me pongo en la tarea, y pasaron varios minutos, no los escuchaba ni conversar entre ello, así que decido subir a la habitación y o sorpresa los encuentro a los dos totalmente desnudos y en un flor de 69.
Una alberca de aproximadamente 12 metros de largo, por unos 8 de ancho almacenaba por lo menos una docena de personas, en su mayoría chicas entre 16 y 19 años.
Fué durante nuestro décimo aniversario y le regalé dos noches que no se nos van a olvidar nunca. Y todo esto fué con el apoyo de un americano llamado Allan que me ayudo a complacer a mi mujer.
No había nadie en la casa así que comencé a ver películas porno. Este día está grabado en mi mente acto por acto por lo que más tarde les contaré.
En esta ocasión les contare lo que me ocurrió un día en un bar de tantos que hay en el la ciudad de México donde conocí a Carolina, una chica muy sensual, ella es de mediana estatura, morena, cabello largo lacio, delgada, piernas torneadas y senos medianos pero firmes y redondos. Además también les mando mi foto y la de Carolina.
La primera vez que la vi, ella estaba entrando a la casa donde trabajaba, y pude ver aquellos fantásticos diminutos pies que lucían unas bellísimas sandalias rojas que se amoldaban perfectamente a la formas de sus graciosos pies.
Lo último que recordaba de anoche era que una joven y hermosa mujer, delgada, de estatura mediana, blanca, de ojos y cabellos negros, se me había acercado en el bar y me brindó una bebida.
“El relato trata de cómo las circunstancias pueden presentarse sin premeditación, haciendo posible el descubrimiento de la oculta identidad sexual de una de las protagonistas”.