Había empezado de a poquito, sosteniendo el miembro entre las manos y recorriéndolo íntegramente con su lengua húmeda mientras seguía lamiéndolo un rato lentamente hacia arriba hasta llegar al glande, metiéndola en el agujerito de la punta y luego volviendo a la base hasta llegar a mis testículos.
Al comienzo me habló muy poco de su separación pero después fue soltando la lengua y me confesó que no había sido muy feliz en su matrimonio porque su esposa muy lejos estaba de saber lo que era la fidelidad y lo había engañado en numerosas oportunidades hasta que él no había tolerado más la situación y se habían separado.
Que es el placer y como se obtiene no siempre por contacto humano si no con una maquina muy especial interactiva.
Ella bruscamente la alzó y me dio la gran sorpresa. Su tanga estaba a un lado mostrando totalmente su húmeda cuevita con sus labios grandes y rosados. Alcancé a tocarle excitado su conchita y estaba húmeda, empapada, casi goteando.
Siento como entre empujones trata de con su mano retirar la mía la cual muevo ante su presión pero no la saco, siento como recorro su interior y llego a su nalga la aprieto, de ahí recorro hasta su raya y me hundo en ella su mano alcanza de nuevo la mía y con tímida voz me pide la retire.
Te lo voy a dejar tan abierto que vas a sentir el aire entrando por tus tripas, como nadie te lo ha hecho". Me abrió las piernas y me subió las nalgas. Yo le decía que no, que nunca lo había hecho.
Leonora intercambiaba su lengua por sus dedos y volvía a la carga con su lengua. Laura parecía trepada en un toro eléctrico, sin despegar la lengua del cuerpo de su madre logro cambiarse de postura, ahora su vagina chocaba directamente sobre el ano de Laura.
Su voz suave y melodiosa le preguntaba si se podía sentar a su lado, ella sin ser saber porqué contestó afirmativamente y al momento era consciente de que lo había dicho sin pensar, de forma automática, como sino fuera ella quien hubiera hablado. Sus pensamientos, la sorpresa y el agradable aspecto de él, la habían abstraído de la realidad y se notó como flotando en un sueño.
Entraron en el reservado a parejas y, nerviosos, se despojaron de sus ropas en el minúsculo vestuario mixto, sin querer mirarse a los ojos, dándose la espalda con una mezcla de pudor y de inocencia perdida. La misma que perdieron y no recuperarían nunca, y meno esa noche, cuando la sangre empezaba lentamente a hervir.
Yo mirando cara a la pared, desnudo de cintura para arriba y el slip y pantalón a la altura de los tobillos, con la polla tiesa a reventar, me agachaba e intentaba subirme el slip y pantalón a la vez que arrimaba la puerta para no ser visto.