Yo: todo comenzó hace siete años, mi sobrina Sonia (así le voy a llamar) vino de visita a mi casa, ella afirma que yo le gustaba desde que era niña…

Sonia: sí, tú me gustabas desde que tenía unos 12. Incluso cuando estaba en la secundaria, comencé a tener fantasías contigo, pero tuve que esperarme hasta los 22 años para cogerte.

Yo: cuando te vi, no te reconocí, porque llevabas una minifalda muy corta que dejaba ver tus piernas y si te agachabas un poco se veían tus nalgas…

Sonia: antes de esa ocasión, ya había ido con minifalda a tu casa.

Yo: pero esa era una putifalda.

Sonia: es que la noche anterior había ido a una fiesta y me había pasado la noche con mi ex, y me vestí de acuerdo a la ocasión.

Yo: lo cual agradezco, porque como ibas todavía en vivo, estabas más desinhibida.

Sonia: sí todavía iba algo peda, pero no iba sucia porque me había bañado antes de salir de la casa de mi ex; incluso cuando me encontré a mi primo me dijo que olía muy bien.

Yo: lo que creo es que esa vez te fuiste a coger con Héctor (así le voy a llamar a mi hijo).

Sonia: no, ese día no había cogido con Héctor, sí he cogido con él, pero esa historia la contaré en otra ocasión. Cuando llegué a tu casa, mi tía me invitó a desayunar, por lo que le ayudé a preparar el desayuno.

Yo: no te reconocí porque estabas de espalda y sólo vi tus piernas y tus nalgas redonditas… te veías muy rica. Como me fui a sentar sólo veía como pasabas de un lado a otro.

Sonia: sabía que me estabas viendo por eso me agachaba intencionalmente, para dejarte ver un poco más…

Yo: noté que algo estaba pasando cuando te agachaste a recoger algo frente a mí, abriendo un poco tus piernas, dejando ver tu tanga -en ese momento no sabía que era tanga, lo averigüé más tarde-.

Sonia: como te dije iba vestida para la ocasión.

Yo: después, cuando estábamos todos sentados en la mesa para desayunar, tú te sentaste frente a mí. No creí que eso fuera casualidad, y más con lo que había visto, por lo que saqué mi celular y discretamente lo baje para tomar un video de lo que estaba pasando bajo la mesa…

Sonia: tal vez pensaste que no vi que habías bajado tu mano con tu celular bajo la mesa ¿por qué crees que viste lo que viste?

Yo: en efecto, pude grabar una tanga color azul, y la pude ver, porque tus piernas estaban abiertas. Recuerdo que platicabas con mi esposa y mi hijo, pero discretamente me volteabas a ver. Por lo que volví a bajar mi celular a grabar, y en esta ocasión abrías y cerrabas las piernas. Eso lo entendí como una invitación.

Sonia: también Héctor bajó su celular, pero a él ya le había dejado cargarme cuando me abrazó, tocando mis tetas y mi trasero “accidentalmente”.

Yo: ¿anduviste cogiendo con los dos al mismo tiempo?

Sonia: no ¿acaso hicimos algún trío? ya te dije que ese tema será para otra historia ¿estás celoso?

Yo: sólo curiosidad… pero retomando, todo me indicaba que Sonia andaba bien con ganas de coger. Para mi buena suerte mi esposa me dijo que saldría con su hermana pero que necesitaba que Héctor la llevara porque iba a cargar unas cosas, mientras que yo atendiera a mi hija que se también se había ido de fiesta como Sonia.

Sonia: en este momento estoy muy caliente, tal vez igual que ese día, por eso dije que me quedaría un rato en la habitación con mi prima, subí y la pude ver dormida profundamente, por lo que me esperé un rato mientras me preparaba y después baje.

Yo: Terminamos el desayuno, me dirigí al estudio, cuando escucho que sale un coche, dije mi esposa se fue y Sonia dijo que se quedaría un rato con mi hija; de repente entra Sonia al estudio…

Sonia: para esto yo ya me había quitado mi sostén y mi chamarra, y solamente traía mi playera blanca que dejaba ver mis pezones que estaban bien duros, pude ver que no apartabas la vista de mis tetas y te pregunté ¿qué haces?

Yo: te dije, acércate a ver…

Sonia: me puse del lado izquierdo del sillón donde estabas sentado para ver la pantalla de tu monitor, me incliné hacia delante recargando una mano sobre el escritorio y con la otra mano abrazando tu hombro derecho, aprovechando para recargar mis tetas en tu hombro izquierdo, para que sintieras mi pezón y sacando mi trasero.

Yo: cuando pasó todo eso, aproveché para poner el video donde estabas abriendo y cerrando las piernas, comencé a acariciar tu pierna subiendo lentamente a tus nalgas, por debajo de tu putifalda…

Sonia: estaba viendo el video, y en eso siento tu mano, me hice hacia delante intuyendo que querías mi trasero…

Yo: metí mis dedos abriéndome paso entre tus nalgas y tu tanga, llegando hasta tu clítoris para masajearlo…

Sonia: disfruté un momento ese masaje, pero no tardé en desabrocharte el pantalón, para empezar a mamar esa verga a la que le traía ganas…

Yo: no podía creer que mi sobrina la más buena, me estaba dando una mamada, la dejé que hiciera su chamba, pues quien soy yo para interrumpir. Sonia ya sabía a lo que iba, cuando entró al estudio estaba con el cabello recogido, muy bien amarrado para que no estorbara. Después (no sé cuánto tiempo pasó) te tomé del cabello, te levanté para llevarte al sillón más grande, te acosté boca arriba, te abrí de patas, sólo para ver que la tanga azul que llevaba era de hilo y que se podía meter muy bien entre tus labios, no me importó y te la quité para poder lamer ese clítoris que gritaba ¡cómeme!

Mientras me comía tu clítoris, empecé a acariciar esos pezones duros por debajo de tu playera… ¡Quítatela playera! – te dije – y tú te quitaste la playera…

Sonia: sólo podía decirte más, más, más… y restregaba tu cabeza a mi vagina…

Yo: después me encimé en ti, para meter mi verga en tu panocha… estaba muy húmeda… y a meter y sacar… cuando vi tus pezones, me dije que delicia y a comer pezón. Sólo recuerdo que gemías, hasta que te veniste.

Sonia: sí, que rico…

Yo: luego cambiamos de posición, me senté en el sillón tu te abriste, poniendo tus rodillas a lado de mis caderas y te sentaste de frente a mí, acomodaste mi verga en tu panocha y me dijiste…

Sonia: ¿te gusto?

Yo: te dije ¡claro!

Sonia: porque tú me fascinas…

Yo: acabaste de decir eso y comenzaste a darte tus sentones en mi verga, mientras yo seguía comiendo tus pezones y con mis manos te abrí las nalgas y te metí mis dedos en tu ano, ayudándote a darte tus sentones. En eso me dijiste…

Sonia: también quiero que me des por la cola…

Yo: por supuesto – te dije –, pero primero voy a llenar tu panocha de leche. En eso continuaste dándote sentones, gimiendo y gimiendo, yo apretando tus nalgas perfectas, metiendo y sacando mis dedos de tu ano.

Podía sentir como tu cuerpo disfrutaba de mi verga en tu panocha, como te enloquecías de placer al meter y sacar mi verga, y esperé a que vinieras por segunda ocasión.

Ahora sí te va mi leche – te dije –.

Sonia: recuerdo que me vine sobre ti y casi enseguida sentí como disparabas y me llenabas con tu leche.

Yo: después de venirme dentro de tu panocha, dejé de comerme tus pezones, ¡haz tu chamba! – te dije –.Sin decir ni una sola palabra más, te desmontaste, te acostaste de lado y comenzaste a comer mi verga, en lo que hacías eso, yo masajeaba y apretaba tus nalgas, para después meter mis dedos en tu panocha.

Sonia: que rica verga estaba comiendo.

Yo: continuaste haciendo eso hasta que otra vez me puse firme.

Sonia: y te dije que podía hacer eso todos los días.

Yo: tú solita te pusiste en cuatro, comencé a abrir tus nalgas para meter mi verga en tu ano, no me costó mucho trabajo…

Sonia: pues ya había practicado un día antes…

Yo: y te comencé a dar unas nalgadas al mismo tiempo que te metía y sacaba mi verga; cuando veía que una se estaba poniendo roja, le daba de nalgadas a la otra y así, hasta que las dos estaban rojas y ya era indistinto a cuál darle nalgada.

Después de un rato, nos cambiamos a una silla para que ahora te dieras tus sentones sobre mi verga, penetrando tu cola; mientras aprovechaba para que con una mano apretaba tus chichis y con la otra te metía los dedos a tu panocha.

No se cuánto tiempo estuvimos así, paramos hasta que me vine adentro de tu cola.

Sonia: me acuerdo que cuando terminaste, me quedé sentada un rato y te dije, quiero seguir cogiendo más días, quiero ser tu puta.

Yo: a lo que te respondí, claro… desde que entraste el día de hoy a mi casa ya eres mi puta, por eso ahora cada vez que vengas conmigo, no debes de traer ni calzón ni brasier, no quiero que los vayas a olvidar por aquí.

Sonia: no te preocupes – te dije – en tu casa ni en la mía dejaré rastros del sexo que tengamos.

Continuará…

Y así fue como todo comenzó, les traeremos otro relato, espero lo hayan disfrutado.

Nota: en lo que estaba escribiendo el relato, Sonia se puso a hacer su chamba tuve que interrumpir la redacción porque no me podía concentrar.