Breve historia del condón

El uso de fundas para el pene fabricadas con diversidad de materiales tales como lienzo, calabaza, cuero, seda, papel aceitado, vejiga de pez o carey, ha sido conocido en numerosas sociedades desde la antigüedad más remota y fundamentalmente con el propósito de protegerse del contagio de enfermedades venérea y el de evitar la fecundación, más que por prácticas mágicas o decorativas.

No existe consenso sobre de donde se deriva el nombre de condón. Algunos dicen que el Rey Carlos I encargó a un tal Dr. Condom o Cundum o quizá Quondam, la fabricación de fundas elaboradas con tejido animal, probablemente de tripa de oveja, como método anticonceptivo y para evitar enfermedades transmitidas por las prostitutas que solía frecuentar. Es más probable que la palabra se derive del latín «condón» que significa «receptáculo».

El uso del condón hace 3000 años

La más antigua ilustración que se conoce del condón data de hace más de tres mil años y se encontró en Egipto. Se sabe que alrededor del año 1000 AC los egipcios usaban en el pene una funda de lienzo para protegerse de las enfermedades.

El uso del condón en la Europa antigua

La evidencia más temprana del uso del condón en Europa se encontró en las pinturas rupestres descubiertas en unas cuevas en Combarelles, Francia y que datan de los años 100 a 200 AC.

En el siglo dieciséis se publicó en Italia la primera descripción escrita y los ensayos concernientes al uso del condón como profiláctico. Su autor, el cirujano italiano Gabrielle Fallopius (1523-1562), dijo en su obra titulada «De morbo gallico » ( La Enfermedad Francesa) haber inventado un condón de lienzo y su uso experimentado por 1.100 hombres, ninguno de los cuales fue infectado con la Sífilis. Inicialmente su uso se orientó en esa época hacia la prevención de enfermedades y solamente años después se reconoció su utilidad en la prevención de la preñez. Este condón era una funda corta para cubrir solamente el glande. Más tarde, Hércules Saxonia describió el uso de una funda de lienzo más larga y embebida previamente en una preparación herbal o química, que cubría el pene por completo. Nos encontramos quizá con el primer intento de crear un espermicida para los condones.

En el siglo diecisiete se encontraron cinco fragmentos de unos condones en el Castillo de Dudley, cerca a Birmingham, Inglaterra. Fueron hechos en la década de 1640 probablemente de tripa de pescado o en todo caso de tejido animal. Se presume que los soldados de los ejércitos de Cromwell y del rey Carlos I, los usaron durante la guerra civil (1642-1646) para prevenir las enfermedades de transmisión sexual. Los llamaban las «gorras inglesas».

En el siglo dieciocho encontramos algunas alusiones literarias al condón, siendo las más notorias las encontradas en las memorias del aventurero italiano Casanova (1725-1743) y en el diario de James Boswell, donde se refieren al condón como «la armadura» o «el implemento de seguridad» para protegerse de las enfermedades venéreas. Sin embargo, Madame de Sevigné (1626-1696), escribió que su uso era más bien como contraceptivo y anotaba que era ante todo «una armadura contra el placer» y que su seguridad contra las enfermedades era la misma que podía dar «una tela de araña». En ese siglo los condones se hacían del intestino ciego de la oveja, se cortaban, se maceraban en una solución salina, se colocaban al vapor, se soplaban, se secaban bien y se empacaban. Su fabricación era dispendiosa, se hacía por encargo, era costosa y por lo tanto solo al alcance de las personas adineradas, que tenían la mala costumbre de lavarlos y seguirlos usando.

En 1861 apareció en los Estados Unidos la primera propaganda sobre condones. El anunció se publicó en el New York Times promocionando los «Condones Franceses del Dr. Power». Sin embargo, en 1873 el congresista Anthony Comstock obtuvo la aprobación de una ley que consideraba ilegal cualquier publicidad que incentivara el control natal y autorizaba al servicio postal para que confiscara los condones que se vendían y distribuían por correo.

Los condones de caucho

Los condones de caucho se produjeron en masa después de 1844, cuando Charles Goodyear patentó la vulcanización del caucho. En las décadas de 1940 y 1950 se volvieron no reusables para algunos, pero muchos otros, como antaño, los lavaban, los lubricaban con ungüento de petróleo y lo guardaban en pequeñas cajas de madera que mantenían en su mesa de noche.

Las Fuerzas Expedicionarias Americanas, como denominaban a las tropas americanas que participaron en la Primera Guerra Mundial, fueron las únicas fuerzas armadas en Europa que durante la guerra se les prohibió el uso de condones y por consiguiente fueron las tropas que presentaron la más alta tasa de enfermedades venéreas. Para el entonces Secretario de la Armada de los Estados Unidos, el uso de condones era inmoral y anticristiano. Fue su asistente, el posteriormente Presidente Franklin Delano Roosevelt, quien ordenó la distribución entre la tropa de paquetes profilácticos que incluían ungüentos antisépticos y condones.

La producción masiva de condones de látex no comenzó en forma hasta la década de 1930. En 1935 la producción diaria de condones en los Estados Unidos fue de millón y medio. La tecnología para su fabricación continuo mejorando: la fabricación del látex se simplificó, la producción de condones se automatizó y el producto se hizo más barato, elástico, delgado y seguro. Lo paradójico y aberrante de esta época, era que los médicos estaban autorizados a recetar condones a los hombres para que previnieran el contagio de sífilis y gonorrea, pero no podían recetarlo a las mujeres como método para evitar la maternidad no deseada. Todavía se creía que el condón representaba un intento inmoral para interferir con las leyes de Dios y de la naturaleza. El condón se asociaba con el libertinaje.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los líderes militares tuvieron una actitud más realista acerca de los condones. Eran conscientes de que si no prevenían las enfermedades venéreas, los costos de salud pública iban a aumentar dramáticamente y las enfermedades a extenderse en el país cuando regresaran los combatientes. Hicieron entonces campañas publicitarias agresivas que incluyeron películas educativas y lemas como » No se olvide! Póngaselo primero antes de meterlo»

La Revolución sexual de la década de 1960

La revolución sexual de los años 60´s puso en decadencia el uso del condón. Las mujeres «buenas» comenzaron a tener abiertamente compañeros sexuales, los hombres frecuentaron menos a las prostitutas, la sífilis y la gonorrea, que eran las enfermedades venéreas prevalecientes, se trataban fácilmente con antibióticos, aparecieron la píldora anticonceptiva y los dispositivos intrauterinos como métodos anticonceptivos nunca antes vistos.

El resurgimiento del condón

Cuando el HIV hizo su aparición en la década de 1980, fue claro al menos para las autoridades sanitarias de los países desarrollados, que había que promover ampliamente el uso del condón y del sexo seguro para evitar la propagación del Sida, una epidemia de posibles dimensiones apocalípticas. Se han realizado muchas campañas pero los resultados no son muy elocuentes. En la actualidad, el veinticinco por ciento de los infectados por HIV en los Estados Unidos, son adolescentes y la tasa de crecimiento es mayor en mujeres adolescentes. Sin embargo en muchas escuelas públicas aún se oponen a la distribución de condones entre los estudiantes.

En la década de 1990 se introdujeron en el mercado numerosos y diferentes tipos de condones. Por primera vez se vendieron condones de poliuretano. En 1993 la producción anual de condones era de 8.5 billones. Hoy en día en supermercados, droguerías, máquinas dispensadoras, bares, farmacias y en muchos lugares públicos se expenden toda clase de condones: lubricados, con espermicida, muy sensibles, sensibles, delgados, muy delgados, extra-resistentes, de colores, rugosos, con múltiples aletas, con sabores a menta, vainilla, piña colada, para mujeres y para sexo oral, cortos, largos, gruesos. Su publicidad enfatiza en el placer y en la seguridad.