Los dos desconocidos

Mi relato se inicia cuando tuve 19 años recién cumplidos y debido a una crianza muy controlada no tenia ninguna experiencia sexual.

Debido a que mi padre era muy celoso con mi madre y también conmigo, difícilmente podía ir a una fiesta o a reunirme en casa de mis amigas para quedarme a dormir.

Desde hace años que empecé a desarrollar mi cuerpo y mi padre me decía que me vistiera con ropas holgadas como acostumbraba hacerla vestir a mi madre.

A pesar de las prendas que usaba se denotaban mis formas a través de ellas y a veces cuando me quedaba sola en casa me desnudaba y observaba ante un espejo los cambios que había tenido mi cuerpo a través de los años.

Ante el espejo de cuerpo entero podía ver mi cabello castaño caer a la altura de mis hombros y mis pechos erguidos los cuales agarrándolos con mis manos difícilmente podían abarcar todo su tamaño.

Mis pezones y la aureola que los recubría eran grandes y rosados, mi cintura era delgada y mis caderas mostraban el cuerpo de una mujer desarrollada.

Mis piernas eran torneadas aunque nunca podía mostrarlas cuando estaba en la calle.

Mis amigas me contaban las experiencias que habían tenido con los chicos del colegio y a mi solo me quedaba imaginarme como sería.

En ocasiones me había metido el dedo en mi chochito mientras acariciaba mis senos y las cosquillas que sentía habían hecho que en una ocasión meta mi dedo mas de la cuenta y había sentido dolor, por lo que suponía que ya no era virgen.

Todo lo que sabia del sexo era por lo que había leído y a través de los relatos de mis amigas y ansiaba sentir la piel de un hombre juntarse con la mía y en ocasiones imaginaba que estaba en medio de dos de ellos.

Mis pensamientos a veces me asustaban ya que me preguntaba si no sería una descarriada como muchas veces oía decir a mi padre sobre algunas mujeres que veíamos en la calle.

Dio la casualidad que mis padres tuvieron que viajar a la capital del país por dos días y yo debía quedarme al cuidado de la casa ya que era hija única y así fue como me encontré de pronto sola en mi casa.

Nuestra casa se encontraba en el camino que llevaba a la ciudad y mis vecinos vivían algo alejado de nosotros, de tal modo que cuando tenia que ir al centro de mi ciudad, debía hacerlo en bicicleta.

Ese día me levanté como siempre e hice las labores en mi casa y ya en la tarde mientras lavaba los platos vi por mi ventana que un coche estaba detenido en el camino y había un hombre que había salido del coche para revisar el motor, mientras el otro se quedaba dentro del auto.

Ambos tendrían alrededor de 30 años y en un momento vi que ambos se acercaron a tocar mi puerta. Salí a recibirlos y parece que se sorprendieron al verme y me dijeron si podía indicarles donde había un taller ya que el auto se les había averiado.

Les dije que como era domingo todo estaba cerrado y no atenderían hasta el lunes.

Me dijeron si les podría indicar donde había un hotel y si podían dejar el coche en mi casa. Se notaba que eran de otra ciudad por la manera como hablaban y les dije que por esta zona no había hoteles.

Me ofrecieron pagarme si es que les permitía quedarse en mi casa y para que les diera alimentación también.

Acepté su propuesta y se acomodaron en la casa mientras les preparé algo de beber y notaba que en voz baja se decían algo que no alcancé a escuchar.

Estuvimos conversando y me hablaban de lugares que habían conocido en sus viajes y que yo no me imaginaba ni por asomo.

El más joven me hacia bromas que yo no entendía y el otro solo se reía de sus ocurrencias, por ejemplo me preguntó si sabia preparar postres y yo toda inocente les decía que si, que conocía muchos, y nuevamente el más joven que se llamaba Iván me preguntó si sabia hacer yogurt de cabezón y yo nunca había escuchado ese postre, luego me dijo si conocía la leche de mípalo y ambos se reían mientras yo me sonreía sin saber de que hablaban.

Entrada la noche el mayor fue a su auto y trajo una botella de licor y me preguntó si no me molestaba que tomaran y le dije que no.

Entonces les alcancé unas copas y me dijeron que tomara con ellos.

Yo no estaba acostumbrada al alcohol pero seria una buena ocasión para experimentar, así que tomé con ellos.

Iván se puso alegre rápidamente y mientras ellos estaban sentados yo me paré para que me sirvan mas y quedé de espaldas a Iván y noté como con su mano levantó un poco mi falda para ver mis braguitas.

No le dije nada ya que imagine que era algo juguetón y por el alcohol hacia eso.

Ese día aprovechando la ausencia de mis padres me había puesto unas braguitas pequeñas que me había comprado a escondidas y estaba sin sujetador, por lo que al moverme seguramente se contoneaban mis pechos.

Pasaron las horas y llegó la noche, así que les dije que me iba a retirar a dormir y que ellos podrían acomodarse en la sala.

Como siempre acostumbraba a bañarme en las noches, me quité la ropa y me metí a bañarme.

Estaba un poco mareada del licor ingerido así que pensé que una ducha podría quitarme el sopor.

Mientras me bañaba sentí un ruido cercano a mi cuarto y como la puerta de la ducha estaba abierta la cerré. Me sequé el cuerpo y me senté en mi cama mientras podía escuchar voces y risas desde mi habitación.

Mientras estaba sentada en mi cama me puse a divagar nuevamente en mis fantasías sexuales y en eso se abrió mi puerta y vi a Iván en la entrada y me dijo disculpa, buscaba el baño.

No dije nada y no atiné a cubrir mis pechos por la sorpresa.

El se me quedó viendo diciéndome que tenia una piel muy hermosa y yo solo lo miraba y pensaba que esta oportunidad no la tendría nuevamente, pero por mi inexperiencia no sabía que hacer.

Iván al ver que yo no me cubría se acercó a mi cama y me besó en la boca.

Pude sentir la humedad de los labios de un hombre en los míos y prácticamente me derretí. Eran tan suaves y varoniles que abrí mi boca dejando que su lengua paseara por el interior de mi boca.

Sin darme tiempo a seguir disfrutando, tomó con sus manos mis tetas las cuales pusieron duros mis pezones haciendo que estas se levantaran aún más.

Recorría con sus manos todo mi cuerpo y en un momento yo estaba echada boca arriba y él sacándose los pantalones y bajándose la truza para dejarme ver su verga.

Era la primera vez que veía la verga de un hombre tan cerca y me pareció maravillosa. Tomó mi mano y me hizo que la agarre, la presioné un poco sintiendo como latía haciendo que la cabeza se ponga colorada.

La acercó a mi cara y empecé a besarla y él me decía que me la meta en la boca.

Procedí a meterla haciéndola chocar contra el fondo de mi boca y más relajada la chupaba sintiendo un sabor extraño que invadía mi sentido del gusto.

Me quitó las braguitas y me abrió las piernas y sin pudor alguno y de la forma más natural le brindé la visión de mi coño, vedado hasta ahora para cualquier hombre.

Metió su lengua y lo chupaba jalando mis labios vaginales con los labios de su boca, haciéndome dar gemidos de placer, luego me chupaba la parte interior de mis piernas mientras con sus manos me amasaba las nalgas.

Me preparé porque suponía que vendría lo que durante mucho tiempo añoré, La penetración.

Efectivamente se puso encima de mí, abrió más mis piernas e introdujo la cabeza de su pene que me dolió un poco cuando entró, pero que luego empezó a correr libremente por mi canal.

Me encontraba con los ojos cerrados disfrutando de aquella arremetida, cuando al abrirlos vi que Xavier se encontraba en la puerta mirando como me hacían el amor.

Lo miré también pero no me inmute ya que no quería que mi amante se levantara e interrumpiera su faena. Xavier se quitaba lentamente la ropa hasta que quedó desnudo.

Pude ver que con una mano se agarraba el pene que a diferencia del de Iván, parecía una tranca por lo grande que lo tenía, su verga era curva y miraba hacia arriba y estaba coronada por una cabeza roja.

Xavier se acercó hacia nosotros y se puso a un costado de la cama con su pene apuntando hacia mi boca. Iván ni se inmuto de la presencia de su amigo, simplemente puso su cabeza a un lado de la mía permitiendo que Xavier me ponga su verga en la boca.

No podía creer lo que me estaba sucediendo y mientras por mi chucha recorría la verga de uno de ellos, con mi boca recibía la verga del otro.

Pensaba si éste no era un sueño del que no quería despertar, cuando Iván se incorporó y se puso al otro lado de mi cara y mientras se la seguía chupando a Xavier, Iván me hizo agarrarle la de él. Luego sus rostros se congestionaron y cada uno movía violentamente su pene hasta que la leche de los dos salió como chisguete y me impregnaron de un liquido blanco viscoso.

Las descargas de ambos me cayeron en la cara y en los labios y sentí ese sabor nuevamente, pero no solo de uno sino de ambos.

Luego que me limpié la boca, me pidieron que los masturbe así que ambos se echaron lado a lado y yo me puse en medio de ellos mientras con cada una de mis manos se las corría, logrando que sus vergas se pongan duras y paradas como en un principio.

Estando en esa posición sentí la imperiosa necesidad de chuparselas, así que alternadamente se la mamaba a uno y a otro haciéndoles soltar gemidos de gozo.

Luego Iván se levantó y me hizo que me pusiera encima de Xavier y este metió su verga por mi chucha mientras estaba tendida encima de el. Xavier me agarraba las nalgas trayéndome hacia él para que me entrara toda su verga, mientras que Iván me metía sus dedos por mi ano.

Siempre creí que la manera de hacer el amor era por delante, pero ellos se encargarían de demostrarme que no era así.

Cuando ya dos dedos ingresaban libremente por mi ano, Iván metió su verga por mi agujero posterior e instintivamente apreté, pero la tenía tan parada que mi ano no pudo resistir la acometida por detrás.

Con dificultad nos movíamos, pero yo podía sentir claramente ambas vergas moviéndose húmedas dentro de mí. Xavier que estaba debajo de mi, me besaba en la boca pasando su lengua por mi cara y chupando mis labios, mientras Iván metía su lengua por mi oreja y cuando volteaba a mirarlo también metía su lengua en mi boca.

Así estuvimos un rato hasta que sentí un torrente de leche inundándome la chucha y seguidamente el liquido caliente de Iván derramándose en mi ano.

Me preguntaba en ese momento como se puede prohibir a alguien disfrutar de este modo y a pesar de las prohibiciones de mi padre esa noche había sido la puta de estos dos desconocidos y había descubierto el significado de ser culeada.

Quedamos exhaustos esa noche y mientras nos quedábamos dormidos sentía como sus vergas recuperaban su humildad y se retiraban de mí, chorreando sus ultimas gotas.

Al día siguiente nos bañamos los tres acariciándonos y chupandonos cada parte de nuestros cuerpos.

Ellos se fueron y al día siguiente llegaron mis padres y cuando mi padre me preguntó que novedades hubo en su ausencia, le conté que había aprendido a hacer un par de postres nuevos.