Los novios de mamá
Lo que contaré es algo que puede estar en controversia con mucha gente, verán tuve algo llamado pubertad precoz, lo que significa que me empecé a desarrollar a una temprana edad, tuve cambios físicos y emocionales cuando todavía era una niña y mi madre era muy desapegada en sus deberes de madre como para responder a las preguntas que tenía sobre esos temas.
A una edad temprana (la cual no diré para no entrar más en controversia) empecé a tener curiosidad por mi sexualidad, también debido a que mi madre era muy abierta en el sexo por decirlo de una manera bonita ya que siempre llevaba a sus parejas sexuales a casa y tenía sexo con ellos sin ningún tipo de tabú.
Jugaba con mis tetitas que empezaron a crecer o con mi vagina que tenía algo raro pero que me daba escalofríos cuando lo tocaba (más tarde comprendí que era mi clítoris).
Y es así como comienza mi relato.
Mi madre tenía muchas parejas pero había un hombre constante en su vida, se llamaba Matías, tenía creo que 45 o era más grande, no estoy segura, pero era uno de los hombres regulares de mamá, era un tipo delgado y a mí edad todos eran grandes pero él era lo suficiente fuerte como para cargarme y darme vueltas o para llevarme de caballito.
Con Matías me llevaba muy bien, era muy agradable y como no pasaba mucho tiempo para volver a verlo lo empecé a ver como un amigo, a esa edad no recuerdo haber tenido un amigo mayor y con mamá era difícil conversar así que Matías era un buen amigo.
Varias veces vi como mamá y Matías tenían relaciones, sentía mucha curiosidad por los sonidos que hacían o porque mamá siempre gritaba por más, la segunda vez que los espié empecé a sentir cosquillas en mi panza y a la cuarta empecé a sentir cosas en mi vagina, me asusté porque no sabía que me pasaba así que empecé a espiar más a mamá no solo con Matías sino con la mayoría de los hombres que llevaba a casa.
Un día desperté y me preparé para ir a la escuela, sabía que mamá se levantaba tarde así que ya era normal para mí hacer todo por mi misma.
Cuando ya estaba vestida con mi uniforme salí a desayunar y me sorprendí al ver a Matías tomando café, por lo general se quedaba dormido con mamá.
—Mati— saludé con entusiasmo saltando y colgandome en su cuello lo que lo hizo reír pero correspondiendo a mi abrazo tomándome en brazos y dando una vuelta como saludo.
—Buenos días niña ¿Lista para la escuela?— preguntó mientras me separaba de él.
—Todavía, tengo que desayunar.
Me ayudó a preparar mi desayuno y luego se ofreció a llevarme a la escuela.
Cuando me subí al auto pude oler a su colonia por todo el espacio, olía rico a hombre.
—Te he mencionado lo guapa que te ves con tu uniforme— dijo a lo que solté una risita.
—No tienes que decir mentiras Mati.
—No lo hago, eres una niña muy guapa— replicó a lo que solo apreté mi mochila contra mi pecho.
Cómo vió que no dije nada volvió para mirarme y con voz baja preguntó.
—¿Qué pasa nena?¿Hay alguien molestándote acaso?
Me sentí incómoda por su pregunta pero solo asentí.
—Sabes que puedes confiar en mi, soy tu amigo—dijo poniendo su mano en mi muslo y dándole un suave apretón.
—Es solo que unas niñas me molestan porque mis bubis están creciendo y soy la única del salón que ya usa brasier— me daba mucha pena decírselo pero se sentía bien confesarlo.
—Ey, no dejes que te afecten, solo te tienen envidia porque tú te estás poniendo muy guapa y ellas no.
—No sé si solo es por eso, creen que soy rara y a veces creo que tienen razón.
—¿Por qué dices eso? Ser diferente no es malo corazón.
En un semáforo en rojo el auto se detuvo y me tomó de una de mis manos.
—Dime ¿Por qué dicen que eres rara?— preguntó.
Sentía ganas de llorar recordando el porqué esas niñas decían malos comentarios de mi.
—Fue porque una vez dije….—me daba mucha pena decirlo pero sentía que era con la única persona que en ese momento podía hablar y tal vez no me juzgaría.—Prometes no burlarte de mi.
—Lo prometo corazón.
Di una fuerte exhalación para darme fuerzas y confesar mi secreto.
—Fue porque una vez les dije que había visto a mamá estando con un hombre y había sentido cosquillas en mi parte de chica.
Lo solté rápido de las manos y las apreté con mi falda bajando la cabeza y cerrando los ojos no queriendo ver su reacción.
Sentí el coche ponerse en marcha pero seguía sin abrir los ojos hasta que el auto volvió a detenerse.
Sentí su mano acariciando mi muslo lo que hizo que abriera los ojos, vi todo borroso porque estaba llorando así que solté mis manos y me limpié las lágrimas.
—Alguna vez me has visto a mi y a tu madre, ya sabes, haciendo eso— preguntó sin dejar de acariciar mi muslo por lo que solo asentí.
—¿Y sentiste esas cosquillas?—Volví a asentir con la cabeza— ¿Y sabes lo que son esas cosquillas?—preguntó pero está vez negué— ¿Porqué no le has preguntado a tu mamá de esto?
—Porque mamá siempre está ocupada y ella solo se burlaría—dije.
—¿Quieres venir a mi casa para que te explique lo que sientes?
—¿Y que pasa con la escuela?
—No pasará nada si faltas un día, además será educativo para ti.
En ese momento no sabía lo que estaba aceptando pero tendría respuestas y fue suficiente para decirle que sí.
Me llevo a su departamento y hacia un rato que había dejado de llorar ahora estaba emocionada aunque un tanto nerviosa de saber que eran las cosquillas.
No sabía que hacer así que lo seguí a la sala donde se sentó y me señaló para que me sentara a su lado.
Me senté a su lado con los nervios aumentando.
—Dime corazón, sientes esas cosquillas solo cuando ves a tu mamá con algún hombre?—Preguntó a lo que asentí jugando con mis manos.
—Mira no solo se sienten cosquillas cuando observas, también lo puedes sentir cuando alguien te toca.
—¿En serio?—pregunté sorprendida.
—Claro que sí, ¿Quieres que te enseñe?
No tuvo que terminar de preguntar porque ya estaba asintiendo muchas veces con emoción.
—Para eso tienes que prometer que no le dirás a nadie que yo te enseñé, si?
—Lo prometo Mati.
—Que buena chica—dijo acariciando mi cabeza—primero quítate los zapatos y sube a mi regazo.
Obedecí su orden y me puse a horcajadas suyo.
—Para esto tendremos que hacerlo en mi habitación, así como cuando tú mamá lo hace, está bien?
—Si Mati—respondí y me aferré a él cuando me llevo cargando a su cuarto.
Cuando llegamos me dejó con suavidad en su cama.
—¿Recuerdas como estábamos tu mamá y yo cuando sentiste las cosquillas?
—Si, estaban desnudos— sonrió con mi respuesta.
—Entonces me quitaré la ropa primero para que te vaya enseñando, si corazón?
—Si—dije y vi como se quitaba la playera y su pantalón pero se quedó en bóxer.
—Ahora es tu turno—dijo sentándose a mi lado.
Me levanté y me agarró de la mano colocándome delante suyo. Me ayudó a quitarme la blusa de mi uniforme y me bajó el cierre de mi falda. Tenía un poco de pena por desnudarme delante suyo pero acariciaba mi cuerpo lo que me tranquilizaba.
Cuando me desabrochó el brasier y sentí como se resbalaba lo agarré sin querer soltarlo.
—Me da mucha pena Mati— le dije cerrando los ojos.
—Tranquila corazón, te haré sentir muchas cosquillas, lo prometo.
Con esa promesa lo solté, pasó sus manos por los costados hasta llegar a mis bragas y con cuidado las bajó.
Sentía mi cara roja por la vergüenza pero con su promesa latente no me cubrí.
Ya podía sentir las cosquillas pero muy suaves. Cuando estuve desnuda acercó su cara hacia mis pezones que estaban en picos. Les dio un beso en las puntas y se separó.
—Eres demasiado hermosa corazón, siéntate.
Me hizo sentarme otra vez a horcajadas, aunque esta vez como estaba desnuda podía sentir el calor de su cuerpo, Mati me tomó de los muslos y me hizo sentarme completamente encima lo que me hizo sentir su boxer y algo duro.
—Para empezar a sentir cosquillas se empieza por besos, así que cierra tus ojos.
Los cerré de inmediato pero los abrí cuando sentí sus labios en los míos, solo había besado de pico a dos compañeros de mi clase pero esto no era ni de cerca a lo que sentí.
Cuando Mati empezó a mover sus labios imite sus movimientos, luego me pidió que sacara la lengua para que pudiera meter la suya y aunque fue raro hacia que sintiera muchas cosquillas aunque ahora no solo en mi panza sino en mi vagina lo que hacía que me moviera encima suyo para que se sintiera mejor. Sus manos acariciaban mis nalgas y mis tetas lo que me hacían sentir más cosquillas en mi vagina.
—Las sientes corazón? —preguntó separándose de mi.
—Si Mati, siento muchas cosquillas— le respondí.
—Sé como se pueden sentir más ricas las cosquillas pero tienes que acostarte.
Lo hice de inmediato y él se puso encima mío, siguió metiendo su lengua en mi boca pero después empezó a bajar sus besos hacia mi cuello donde me dio pequeños mordiscos lo que me hacían hacer sonidos raros.
Bajó más hasta llegar a mi tetitas donde las lamió y cuando intenté apartarlo me sujeto de las manos y siguió y siguió hasta que mis pechos se pusieron rojos lo que lo hizo seguir con su camino hasta que llegó a mi vagina.
—Te mojas como una niña grande, mi corazón.
Sentí como uno de sus dedos pasó por mi raja lo que me hizo soltar un sonido fuerte.
—Mati se sienten muchas cosquillas ahí.
—Lo sé amor.
Cuando pasó su lengua por mi rajita sentí que vi estrellas, se sentia muy rico como su lengua se pasaba una y otra vez desde mi vagina hasta mi culo, podía sentir como metió un dedo en mi interior y aunque al principio fue raro solo tardó unos segundos porque luego seguí sintiendo muy rico y cuando su dedo se empezó a mover me gustó mucho.
Mi espalda se doblaba de placer y mis sonidos se hacían más intensos, hasta que empecé a sentir como si quisiera hacer pis.
—Mati para, necesito hacer pis.
—Se llama orgasmo corazón, tu hazte pis en mi cara.
Quería decirle que estaba mal pero siguió lamiendo y haciéndome sentir muy rico que no pude contenerme y me hice pis, Mati no separó su cara de mi y me lamió hasta que ya no sentí esa sensación de pis.
—Bueno mi amor ahora es tu turno de quitarme las cosquillas.
Se alejó de mí y abrió un cajón de dónde sacó un bote y lo que parecía un sobre de té.
Se quitó su bóxer y vi como su pene estaba parado y su punta brillaba. Se puso lo que había sacado del cajón y se acercó a mi con el bote en la mano.
—Te dolerá al principio pero te prometo que luego se sentirá bien, confías en mí verdad corazón?
—Si Mati, confío en ti.
Me abrió las piernas y se puso en medio de ellas, abrió el bote y me llegó olor como aceite de bebé, se puso un poco en la mano y me la untó en mi vagina y luego repitió pero lo puso en su pene.
Dejó el bote a un lado y se recostó encima mío.
—Si te duele mucho me dices, si?
Asentí sin poder hablar, sentir su cuerpo encima mío hacian que las cosquillas no pararan.
Sentí como metía ahora dos dedos y se sentía demasiado rico. Jugó por un rato con sus dedos en mi coñito mientras me decía que era una buena chica y luego sentí como su pene se pasaba por toda mi rajita.
—Estas lista mi niña.
No espero a que le contestara cuando sentí como algo más grande se metía en mí.
Dolió porque era grande, sentía como si me partiera, Mati se detuvo y me acarició mi rostro.
—Tranquila corazón, el dolor pasará y se sentirá rico.
Lloré un poco cuando siguió metiendo su pene pero cuando lo sacó me sentí vacía.
—Más Mati, por favor.
Él solo sonrió pero me la volvió a meter, esta vez me dolió pero no tanto como la primera vez y entre más la metía y la sacaba el dolor iba disminuyendo.
Se sentía tan rico y más cuando Mati me empezó a acariciar ese punto en mi vagina que me hacía sentir escalofríos y en un momento volví a sentir que me hacía pis.
No sé cuánto tiempo Mati estuvo sacando y metiendo su pene pero soltó un fuerte gemido y se detuvo.
—Corazón me acabas de dar el mejor orgasmo de toda la vida.
—¿Es serio Mati?
—Si mi niña, tu coñito es el más pequeño que me he follado en toda mi vida y el más húmedo.
Sonríe y lo abracé. Después de todo Mati había resuelto mi curiosidad por las cosquillas.
Esa no fue la única vez que fui al departamento de Mati, iba muchas veces saliendo de la escuela y cuando fui creciendo empecé a jugar con los otros novios de mamá y aquí en confianza cuando fuí a visitar a mi padre, le enseñé lo que habia aprendido pero eso se los contaré en otros relatos.