Capítulo 1
Aventuras por el mundo
CHARLINES
Fatma
El sol empezaba a despuntar sobre las torres de la excelsa catedral. Estambul despertaba con el traqueteo de los autos y el ruido de la gran ciudad. Fatma ese día había madrugado, se duchó, se rasuró con cuidado y después se secó recorriendo cada centímetro de su cuerpo con el suave algodón de la toalla. Buscó en el cajón de la cómoda su conjunto exclusivo de raso negro. Este, se ceñía a su cuerpo como una segunda piel, ensalzando sus turgentes pechos, que, aunque no eran excesivamente grandes, si lucían un impresionante par de pezones y una turgencia de adolescente. Se colocó los aretes que atravesaban sus pezones y un escalofrió recorrió su cuerpo. Tiró de ellos dejando escapar un gemido placentero.
Ese día tenía una entrevista de trabajo, trabajaría sin duda, para esa gran compañía que se había asentado hacia poco en la capital. Estaba dispuesta a todo.
Entre las ropas de su armario, escogió una blusa blanca de seda, casi transparente que realzaba la calidad y el color de su sujetador. Dos botones desabrochados, dejaban ver un principio de canalillo espectacular, que seguro atraería la mirada de su interlocutor. Para la parte de abajo una falda de tubo, pegada al extremo a su cuerpo, le marcaba un culo perfecto. Esta se abría por un lateral para facilitar su apertura.
Se recogió el pelo en una coleta, resaltando así su cuello y su bella cara. Se pintó suave sin estridencias. Tras recoger del perchero su gabardina, salió a la fresca mañana de Estambul.
Cuando llegó a los edificios de la empresa, otras cinco candidatas ya esperaban su turno. Fatma se quedó para la última, cosa que no le gustaba nada, el entrevistador ya estaría cansado.
Fue analizando a las candidatas una a una descartando a tres de ellas, pues, aunque no sabía sus currículos, estaba segura de poder con ellas en cuerpo y conocimientos. De las otras dos, tenía más dudas, ambas eran muy bellas y portaban un escultural cuerpo. Sobre las doce de la mañana, ya solamente quedaban ella y una explosiva rubia de grandes, grandísimos pechos, que, dependiendo de sus conocimientos, tenía todas las papeletas para obtener el puesto.
Fatma vio salir al entrevistador y rauda se dirigió a la máquina del café. Justo antes que el pasara inclinó su cuerpo, mostrando su impresionante culo y buena parte de su pecho, que un tercer botón ya suelto, deja a la vista. El hombre se acercó a la máquina del café y no pudo menos que reprimir su primera intención, que fue azotar ese impresionante culo. Fatma se levantó muy lentamente, rozando sus pechos en el pecho del hombre.
- Huy perdone, no le había visto.
- No se preocupe señorita.
El hombre la miró con intensidad, mientras ella bamboleando su culo se dirigía a los asientos de la sala de espera.
La rubia pasó sobre las doce y cuarto y tardó más de media hora en salir. Al salir sus duros pezones se marcaban en su finísima blusa. Fatma pensó que tendría que ser agresiva e ir a por todas, ese trabajo no se le podía escapar.
- Señorita Fatma Yılmaz, puede pasar.
Fatma entró marcando con fuerza el sonido de sus tacones. Se acercó a la mesa, pero no se sentó.
- Siéntese por favor.
Fatma observó que la silla estaba de forma deliberada, alejada de la mesa, para dejar ver las piernas de quien se sentara en ella. Fatma aprovecho la circunstancia, dejando al sentarse que su falda subiera casi al borde de sus muslos. Por milímetros no dejaba ver su ropa interior. Tras más de media hora de examen exhaustivo del curriculum de Fatma, el entrevistador le propuso tomar algo.
- ¿Desea usted un café, un agua, cualquier cosa?
- Un agua estaría bien gracias.
- Siéntese en ese sofá que estará más cómoda.
Fatma se sentó y con toda la intención del mundo, dejo ver el final de sus muslos, protegidos por la diminuta tanga de raso negro. Esto no pasó desapercibido a los ojos del hombre que ya empezaba a notar tensión entre sus piernas.
- ¿Quiere vaso para el agua?
- No gracias, así está bien.
El hombre ofreció la botella a Fatma, que mirándole fijamente a los ojos se acercó la botella a los labios. Bebió lento, dejando que una gota discurriera entre sus labios. Raudo el entrevistador, pasó su dedo pulgar entre los labios de Fatma para recoger esa gota y llevarla a su boca. Fatma exhaló un gemido casi imperceptible, abriendo sus ojos desmesuradamente. El fino sujetador de raso negro marcó con descaro los gruesos y largos pezones de Fatma. La vista del entrevistador se clavó en los pechos, ahora agitados de Fatma, dejando ver ahora si una gran dureza entre sus piernas.
La mano del entrevistador recorrió el cuerpo de Fatma, su cuello, sus hombros, su cadera, sus piernas. Se introdujo entre estas, separándolas y acariciando el interior de sus muslos, para ascender de nuevo hasta sus pechos donde se recreó acariciándolos sobre el sujetador.
Lentamente fue desabrochando botones hasta poder sacar la camisa, dejando a Fatma, temblorosa y en ropa interior. Descubrió sus pechos lentamente, tirando del aro que atravesaba su pezón con suavidad. Bajó su boca e introdujo el pezón en ella, chupando cual neonato. Fatma se retorcía de excitación y de placer.
La cremallera de la falda de Fatma fue soltada de esta, dejando sus húmedas braguitas a la vista del entrevistador. Este bajó raudo hasta la unión de sus piernas y haciendo las braguitas a un lado, insertó su lengua en el húmedo coño de Fatma. Esta gimió llevando sus manos a la nuca del hombre para atraerlo hacia su sexo. El hombre volvió a subir lamiendo cada centímetro del cuerpo de Fatma, hasta llegar a su boca, la cual besó con pasión.
- Te voy a volver loca.
Dicho esto, volvió a bajar buscando ahora su clítoris y tras encontrarlo introdujo dos de sus dedos dentro de la húmeda cueva. El gemido de Fatma ahora fue potente. Esta, alzó sus caderas buscando la boca del hombre y lo apretó entre sus piernas.
La incansable lengua del hombre estaba volviendo loca a Fatma que se retorcía intentando clavarse los dedos, en el fondo de su sexo. El grito de Fatma anunciaba su órgasmo, el hombre se separó de ella, deslizó sus bragas hasta sacarlas por sus pies y procedió a desnudar su cuerpo. Una vez desnudo, acercó sus dedos a la boca de Fatma.
- Mójalos, chúpalos, saboréate.
Fatma obediente, los dejó bien mojados y saboreó con placer los jugos que su cuerpo había dejado en ellos. El hombre acercó sus dedos al sexo de Fatma, los pasó por él y acercó la cabeza de su polla a la entrada de la cueva de Fatma. Entró en ella lento, muy lento, desesperadamente lento. Esa gruesa polla iba abriendo cada centímetro de las carnes de Fatma, esta gemía y alzaba su cuerpo para recibir la totalidad de ese miembro, que ahora ocupaba por entero su sexo. El hombre empezó un suave va y ven que volvía loca a Fatma, esta no paraba de gemir y de pedir más.
Fatma notaba como el calor subía por su columna explotando en su cerebro, se asió con fuerza al hombre mientras le regalaba su orgasmo. Pero ella quería más, lo quería todo, quería ese puesto y no estaba dispuesta a perderlo.
- Por el culo, dámela por el culo, párteme en dos, destrózame.
El hombre la miró asombrado, la puso en cuatro sobre el sofá y escupiendo en su culo, le clavó la polla despacio, con generosidad y sin pausa. Fatma gimió, y pego su pecho al respaldo del sofá.
- Dame fuerte, dame muy fuerte y lléname, déjame el culo lleno.
El entrevistador, se sujetó con fuerza a sus caderas y le clavó el resto de la polla. La sujetó con fuerza por los codos y le dio fuerte, con todas sus fuerzas. Tras pocos minutos gritó el hombre.
- Toma, toma puta, calentito te lo dejo, toma, joder, toma.
- Si, dámelo, dámelo todo, lléname el culo, si joder, si, si, cabrón…
El hombre cayó sobre la espalda de Fatma, aun dentro de ella.
- Señorita, el puesto es suyo, mañana la quiero aquí a las ocho en punto.
Una sonrisa apareció en la boca de Fatma que apretó instintivamente su culo contra la polla del hombre.