Nunca pude entender el motivo por el cual mis padres se separaron unos días después de mi cumpleaños número 10, aún recuerdo esa fiesta de celebración. Toda la familia reunida, bebidas y postales por toneladas incluso hasta un show de magia hubo durante la celebración, es uno de los pocos recuerdos alegres que tengo, pero al dia siguiente ya había un ambiente extraño, lo primero que llamaba mi atención es que todos mis abuelos no se habían ido a pesar que no les gustaba la ciudad por ser muy fría, también había mucha conversación en la cocina entre mis padres y los abuelos, yo aprovechaba de jugar con la consola que me habían regalado.

Hasta que un día desobedeciendo no me fui a dormir a las 10 sino que continúe jugando pero en silencio, los juegos eran muy difíciles y no había guardado por lo que perder o apagar significaba empezar todo desde cero. La voz de mi padre se escuchaba desde lejos y le continuó un fuerte sonido de golpe, unos segundos después la puerta principal se cerró fuertemente. Mi curiosidad me ganó y abrí mi puerta cuando asome mi cabeza mi abuela materna ya estaba a mi lado y me acompañó hasta mi cama, me comenzó a contar historias sobre animales que en esos años me encantaban hasta que el sueño me venció y me quedé dormido.

Aún recuerdo ese dia, como cada dia espere a que mi madre entrara por la puerta para saludar y elegir mi ropa pero por más que espere nunca llegó y no me quedó de otra que yo ponerme lo que pensaba que debería, fui al baño y como pude lave mi cara y manos sin entender por qué nadie se preocupaba por mí, cuando salí de mi habitación a lo lejos escuche gente desayunando cuando llegue lágrimas ya caían por mis ojos, mis abuelos al ver esto me tomaron en brazo y me ofrecieron muchas cosas para calmarme pero solo quería ver a mamá, fue en ese momento cuando las palabras más crueles que he escuchado llegaron a mis oídos.

—  Mi niño, tu mamá se fue de viaje por unos días

— Marta dile la verdad, es más cruel ilusionarse con una mentira y que después nos guarde rencor… Mira martincito. Tu mamá cruzó la frontera para ganar dinero no sabemos cuándo volverá por eso estamos decidiendo con quien te quedaras

— y papá?

Sin asimilar lo que había escuchado por parte de mi abuelo solo pude preguntar por mi padre, no entendía nada de cruzar la frontera solo entendí que mamá había viajado sin mi.

— Tu papá anda con tu tío, debería volver más tarde

Y así sin saber comenzó mi nueva vida, papá desapareció sin dejar rastro y mamá llamaba una vez a la semana luego una cada dos semanas luego una llamada cada unos meses hasta que cuando cumpli 15 ya no sabía nada de ella. Fue justo en esa fiesta de cumpleaños la cual me negué a celebrar pero de igual forma mi abuela me obligó cuando me di cuenta que la vida no es justa. Mis abuelos paternos que me visitaban una vez a la semana fueron víctimas de un conductor imprudente y un choque se los llevó muy lejos, con eso toda esperanza de tener felicidad se fue o eso creía.

Hoy tengo 30 años, soltero sin hijos ni preocupaciones. Trabajo en un pequeño almacén que me da lo justo para vivir pero no me quejo, mi vida es tranquila. He conocido varias mujeres y con muchas hubo algún tipo de conexión o relación efímera pero siempre se alejan porque no busco un compromiso serio.

— Dime Martin, ¿qué pasó con la chica que te vino a buscar el otro día? Era muy guapa

— No lo se, no le respondí sus mensajes unos días y ya no volvió a insistir

— Pero niño… Si sigues asi te quedaras solo toda tu vida

— No le veo un problema a eso

La señora Inés es la dueña del almacén, redondea los 50 años pero su condición física humillaria a algunas veinteañeras que conozco, está casada y tiene un pequeño de 12 años, desde que fue madre su figura se deterioró dejándole unos muslos grandes y un poco de barriga pero lo que más le acompleja son las dos grandes masas de grasas que le cuelgan, sus enormes pechos son dignos de elogiar, incluso para los amantes de los pechos grandes facilmente podrian ser objetivo de adoración.

Ese día debido al inventario pre fin de año llegue más tarde a mi casa, es la misma casa que he vivido toda mi vida, es lo único que me une a mis abandónicos padres pero también es donde fui criado por mis abuelos, la oscuridad del living es la misma de siempre al recibirme, paso directamente hacia la cocina y prendo la luz, este silencio es mi vida y ya estoy acostumbrado a este ritmo lento y constante.

Mientras abría una lata de cerveza caminaba por el living y comedor de la casa, el desorden era abundante todo tirado, muchas cajas vacías, cajas de pizza en la entrada era tal desorden que incluso wally ocuparía este lugar para esconderse. Al prender la luz de mi habitación el desorden era peor solo el lugar que ocupaba para dormir se mantenía despejado, dejé la lata a un lado, agarre 2 de cada prenda de vestir y las tiré a la lavadora.

Mientras esperaba la ropa prendí el televisor y me puse a ver programas sobre antigüedades que era mi favorito, como cuál viejo me dormí a los pocos minutos de sentarme solo me despertó el sonido de la lavadora avisando que terminó el proceso, cuando termine de tender la ropa un mensaje me sorprende debido a la hora, era la señora Inés que me pedía ayuda urgente en el almacén.

Cuando el reloj estaba por marcar las 2 de la mañana, llegue al almacén para toparme muchas cajas apiladas en la calle, sin darme tiempo para sorprenderme veo una silueta cargando con mucho esfuerzo una caja en la entrada, corrí para quitarle la caja antes que se cayera dándome cuenta del peso de esta.

— ¡Jefa! Esto es muy pesado para usted… sueltelo

— Martin que bueno que pudiste venir, los tipos del pedido de fin de año vinieron y entregaron todo a esta hora, dicen que yo no descarté la opción de entrega nocturna por lo que dieron por hecho que podíamos recibir a cualquier hora

— Entiendo ¿Y su esposo no la ayuda ?

— El toma pastillas para dormir y ni siquiera un tanque de guerra sería capaz de despertarlo

— Bueno, comenzare a mover las cajas a la bodega

— No pongas esa cara, ya estamos acostumbrados a su inutilidad… Intentaré ayudarte en lo que pueda

— No se esfuerce demasiado… Pero antes quédese quieta

— Otra vez esto que vergüenza

Acercándome a ella me arrodillo lentamente y luego le amarro los cordones de las zapatillas, esto es algo natural ya en nuestro dia a dia. Debido al tamaño de sus pechos ella no logra ver directamente sus pies por lo que muchas veces debo hacer este acto que no me desagrada en lo más mínimo. Con los años la interacción con esta mujer se convirtió en lo más cercano a una familia de lo que tengo.

Eran aproximadamente unas 40 cajas con todo tipo de productos, comencé por las más pesadas las cuales eran las gaseosas, por cada 5 o 6 viajes Inés movía una caja liviana pero eso aligeraba un poco mi carga y así sin darme cuenta ya habíamos llevado todo adentro.

— Siempre me siento mal por pedirte estos favores de improviso, dejemos esto así por ahora, mañana puedes llegar al mediodía si quieres

— No se preocupe, es lo minimo que puedo hacer

Despidiendonos brevemente me fui a mi casa que quedaba a unos 20 minutos caminando, con el trabajo terminado el sueño se estaba apoderando de mí debido al cansancio, llegando a casa y un breve paso por la ducha a las 4 de la mañana ya estaba sumergido en el mundo de los sueños.

Prefiriendo sacrificar el tiempo del desayuno para poder estar en la cama un poco más, salí con el tiempo justo rumbo al trabajo. Los años pasan y mi cuerpo hace notar que el cansancio físico no era tan grande como la falta de horas de sueño que estaba experimentando en estos momentos.

Al llegar al almacén me recibe la misma vista de todos los días, una mujer amable muy guapa con dos enormes tetas esperando detrás del mostrador.

— Buenas tardes querido, me pararía para saludarte pero me duele mucho la espalda.

— No se preocupe jefa, iré a ponerme el uniforme

— Yo igual estaba esperando que llegaras para que ayudaras con algo

Con un leve quejido de dolor se puso de pie y ambos fuimos hacia la bodega, en el pequeño espacio donde ocupaba para cambiar mi ropa estábamos los dos equipándonos, yo la ayudaba a abrochar su delantal de trabajo pero debido al volumen de materiales que había llegado estábamos más apretados de lo normal haciendo que su trasero se apegaba a mi.

— Muchas gracias, siempre me cuesta abrochar esto y hoy con este dolor necesito más ayuda de lo normal

— Por supuesto, para eso estoy

— No se que haria sin ti

Aquel día la señora Inés atendió sentada toda la tarde mientras yo me movía entre ordenar la bodega y ayudarla cuando había muchos clientes. Cuando el reloj indicó que eran las 6 de la tarde yo me disponía a marcharme, esperando que mi reemplazo llegará, pero como de costumbre otra vez no llegaba a tiempo.

— Siempre llega tarde no se realmente por que sigo confiando en él

— Al menos bajó el ritmo de gente

— Si quieres te puedes ir yo esperaré a mi esposo

— Está bien, iré a cerrar la puerta trasera

Cuando me disponía a ir a cerrar la bodega, la alarma de incendio se activa y con eso los aspersores comenzaron a rociar agua a grandes cantidades, de inmediato me devolví y tome de la mano a Inés quien estaba en estado de shock, en poco tiempo llegamos a la calle y vimos como vecinos comenzaban a llegar, con la adrenalina me impuse para entrar nuevamente pero Inés recuperando la compostura me detuvo, pasaron unos segundo cuando vemos por el costado al esposo con una actitud confrontacional dirigirse a donde estábamos.

— Al apagar mi cigarro se encendieron por equivocación unos papeles y tu sistema hizo todo este show ¿Eres estupida? Todo esto y con la manguera logre apagar el fuego

— ¿Qué?

— Te dije que esas cosas son solo desperdicio y que estupidas como tu son engañadas para perder dinero

Nadie podía creer lo que oía de boca de ese tipo, la gente seguía acercándose y cada vez los susurros pasaban a ser ruido. Ines sintiendo el peso de todo se desmorona en el piso tapando su rostro con ambas manos, yo estaba realmente impactado por todo, se sentía irreal, y fue todo para peor al llegar vehículos de emergencia.

La policía se llevó al estupido a declarar por el amago de incendio, fue entonces cuando el frío se hizo presente, después de todo lo ocurrido recién nos dimos cuenta de que nuestra ropa estaba mojada, yo le ofrecí acompañar pero Inés no quería volver a su casa por lo que con un poco de vacile fuiste hasta la mía.

— No te asustes por el desorden, puede parecer pero no está sucio

— Soy yo la que interrumpe así que descuida.

Como pude junté todo el desorden en la pieza abandonada para que no pareciera tan horrible, Inés tomó una ducha y luego se puso ropa que le presté está demás decir que su figura a pesar de ser mayor era una estimulación constante. Mientras estábamos cenando mi mirada se dirigió hacia sus muslos expuestos debido a que solo llevaba una polera deportiva grande, y sus pechos hacen que se levantara más de lo normal.

— De verdad eres muy bueno conmigo, sin ti hace mucho me hubiese rendido

— ¿Por qué dices eso?

— Mi hija se fue a la universidad y ya no nos habla, mi esposo es un inutil quien me ve como fuente de dinero… Tú me ves como persona

Sentados en el sillón terminados de comer ella se sincera y me abraza, el roce de su cuerpo estimula mi cuerpo haciendo imposible evitar una erección, ella notando eso pega más sus pechos hacia mi cuerpo y apoya su cabeza en mi hombro.

— Eres el unico que me ve como mujer

Diciendo eso me dirige una mirada tierna y apasionada, luego se acerca y me besa tiernamente, al no recibir un rechazo por mi parte otra vez acerca sus labios a los míos. Su mano estaba acariciando mi pene mientras que la mía se posó en sus muslos, en un movimiento ella saca m pene y comienza con una caricia. Debido al tiempo y la sobreestimulación de la situación la corrida fue rápida y poco disfrutable.

— Me manchaste toda… Creo debo ir a bañarme otra vez, me puede ayudar con la espalda como siempre

Sin darme tiempo para asimilar fuimos tomados de la mano hasta el baño. Cuando pude reaccionar me di cuenta que mi jefa, la mujer que me acepto y me cuido estaba frente a mi desnuda, otra vez mi erección se hizo presente.

A pesar de su edad se conservaba estupendamente y la poca gordura de su estómago le daba un toque erotico, al entrar a la ducha ella se pone dando la espalda a lo que empiezo a enjabonar cuidadosamente, mis manos recorrían toda la extensión posible, empecé por el cuello, la espalda… me tomaba mi tiempo con los movimientos, hacía pequeños círculos sobre su piel, era suave y desprende un calor muy ameno. Para poder enjabonarla mejor, di un par de pasos hacia delante, hasta que mi pene rozó su culo, fue como una descarga, algo sutil, pero intenso. Al ver que no había respuesta por su parte, me acerqué un poco más, y ya estaba tocando su culo con mi pene, luego me acerqué un poco más, y bajando con una mano la la encajé entre sus glúteos. En esa posición comencé nuevamente a enjabonarla por la espalda, los hombros, pasé las manos hacia delante, y ya sin ningún rubor comencé a acariciar sus enormes pechos, los cuales reaccionaron endureciendo los pezones al paso de mis manos. La situación era maravillosa, por la sensación en sí, y por lo morbosa de la misma. Inés no decía nada, no hacía nada, con los ojos cerrados, simplemente disfrutaba de la situación.

Ella se dio vuelta quedando frente a frente, su mirada en mi pene con cara lasciva, se lo comía con la mirada, y yo deseaba que lo hiciera también con la boca. Despacio empezó un sube-baja, recorrió con su mano todo mi falo, llegaba a la punta, cubriéndolo con su mano, y bajaba la mano, descapullando y deslizándose sobre él hasta llegar a los huevos. Era delicioso con que calma y suavidad lo hacía. Yo aproveché lo absorta que estaba con su tarea para bajar una de las manos hasta su conchita. Estaba empapada, producto del agua y de su propia excitación. Ella colaboró abriendo ligeramente las piernas, y así tuve mejor acceso a su conchita.

Estaba caliente, muy caliente e internamente muy dilatado. Apenas me costó meter 2 dedos, los cuales salieron empapados, comencé un mete-saca al ritmo de su paja, pero con el pulgar comencé a acariciar el clítoris, algo que pareció gustarle, por los gemidos que se escapaban de su boca. Mientras con la otra mano seguía acariciando sus pechos de manera alterna.

— Cómeme las tetas, lamelas, muerdelas, haz lo que quieras con ellas, pero pon tu boca en ellas…

— Me las comeré todas

— Vamos a la cama…

Apenas llegamos a la cama, no nos importo que estuviéramos mojados apenas nos lanzamos al colchón, Sin pensarlo me abalancé sobre sus pezones y los lamí como un lactante, estaban duros, Ella estaba muy caliente, porque comenzó a gemir. A mí aún me quedaba batería en mi cuerpo, y quería alargar la situación lo máximo posible.

— Ven necesito sentirte, abrazame un poco… Quiero sentirme querida

Estando tan cerca el uno del otro, nos fundimos en un beso, nuestras lenguas se entrelazaron intentando conocer todos los rincones de la otra boca. Poco a poco nuestras manos comenzaron el mismo juego con el cuerpo ajeno. Inés me empujó hasta que quedé tumbado boca arriba, mientras seguíamos besándonos se colocó sobre mí a horcajadas. Con la mano agarró mi pene y se la puso en la entrada, en ese momento, mirándome a los ojos, como buscando mi afirmación. Yo le respondí con un acalorado beso, gesto que ella comprendió y poco a poco se fue penetrando, guiando con su mano mi hinchadisimo pene. Cuando ya había entrado más de la mitad, sacó la mano y las puso ambas en mis hombros, fue moviendo la cadera, en círculos, de manera lenta hasta que finalmente estuvo empalada.

La sensación era maravillosa, mi jefa, una Diosa madura, caliente como un volcán sentada sobre mi, con mi pene metido hasta el fondo. Al principio el movimiento era suave, ella sentada sobre mi, erguida, mostrando todo su cuerpo. Aproveche la ocasión para comenzar a tocarla las tetas, eran maravillosas y enormes. Esa postura era fantástica, la penetración era profunda, su abultado clítoris estaba siempre en fricción, y mi visión era increíble, además de que tenía fácil acceso a sus tetas. El único mal es que el ritmo era más lento.

— Mi amor cambiemos de posición, mi espalda me está matando…

— Ponte abajo

— Gracias ahora sigue dándome cariño

Nos volvimos a fundir en un beso, y comencé a acelerar el ritmo. La penetración era menos profunda, pero mucho más rápida. Nuestras lenguas jugaban dentro de la boca del otro. Estábamos acostados de frente mientras mis manos agarraban su culo, no más bien lo apretaba, no quería parar el ritmo, solo quería acariciarla pero el placer era tanto que no podía evitar hundir mis dedos en ella. Su piel era suave y respondía erizando el vello al paso de mis manos, su cuerpo se retorcía con cada gesto de mis manos.

La tensión de nuestros cuerpos era máxima, el ritmo frenético y el sudor hacía brillar todo nuestro cuerpo. Era consciente de que mi orgasmo se acercaba. Con ambas manos separé los glúteos y con el dedo corazón comencé a hacer círculos en el ano. Estaba empapado, y no me costó meter la primera falange. Ella lo aceptó de buen gusto, pues gimió al notarlo. Para facilitar mi tarea bajó algo el ritmo, sin cambiar de posición, me follaba más lento pero más profundo. Mi mano continuaba trabajando su culo, y poco después introduce un segundo dedo. Ya entraban 2 dedos y 2 falanges, y con la penetración vaginal Inés estaba colmada. Yo notaba la presión de mi pene desde el otro orificio.

Bufidos, jadeos, gruñidos, era todo lo que éramos capaces de articular. Nuestros cuerpos sudorosos se juntaban, nuestras lenguas bailaban al son de las embestidas. Mi pene estaba apunto de disparar y así se lo hice saber.

— Inées, no aguanto más, me corro…

—Siii, correte, correte que yo también lo hago, correte dentro, adentroooooo

No pude aguantar más, me tensé y un espeso chorro de leche inundó el interior de ella, la cantidad de leche que notaba salir de mi pene era como si llevara toda una vida sin eyacular. Tenso como estaba, disfrutando de mi orgasmo, con los dedos en el culo de ella. No tardó en notar como me descargaba en su interior comenzando a correrse, un orgasmo muy intenso, su cuerpo temblando, la mandíbula desencajada y la cantidad de flujo manando de su conchita era muestra inequívoca de ello.

— Mierdaaaa! que bien!!! Dioooooos…. grité sin poder contenerme

— aaahh! aaaah! Que riiiiicoooo

La volví a besar mientras sacaba mis dedos de su culo, ella aún penetrada por mi pene, me devolvió encantada el beso. Poco a poco nos separamos y todos los flujos condensados en su interior comenzaron a resbalar por su pierna. Era una imagen preciosa, se la veía genial.

— Eso estuvo increíble, necesitaré un masaje en mi espalda

Una lucha interna entre lo moral y lo físico se debatía por dentro, a mi lado la mujer que me había dado razones para seguir intentando vivir, pero el miedo de otra vez ser abandonado era mayor. Al no tener respuestas a su comentario ella me abraza colocando mi cara entre sus pechos.

— Desde ahora me tendrás siempre que quieras… Es más, venderemos el almacén y nos iremos a vivir al campo… ¿Qué te parece?

Entonces me dí cuenta, al ver esa sonrisa. Después de tanto andar al fin encontré lo que buscaba, necesitaba una milf tetona que me hiciera creer en la vida otra vez.

Dándole un beso sentí como se caían años de sufrimiento, Aun tengo miedo de la vida y me aterra saber que ella me abandonara como todos, pero algo me dice cualquier problema que me esperará en el futuro no lo iba afrontar solo Inés estaría a mi lado.