Me gustaría saber ¿porque no hay una sección de sexo con maduros? Si la hay de sexo con maduras, ¿porque no de ellos? Me extraña que ninguna de las mujeres que ha practicado sexo con maduros, no se haya quejado.
Bueno después de desahogar mi inconformismo sobre este tema, me presentaré, me llamo Magda, tengo 26 años, vivo en la capital de España, comparto piso con dos chicas más, Carmen un año mayor que yo y Rocío, la peque de la casa, dos años menor que yo.
Nos conocimos gracias a un tablero de anuncios, en el cual puse uno de estos, buscando chicas para compartir piso, ya que, mi economía no me da como para poder mantener un piso, sola, en Madrid.
Las tres trabajamos, sólo Rocío trabaja y estudia a la vez, está haciendo clases de arte dramático, mientras que se lo compagina con su trabajo de dependienta, con horario intensivo de mañanas en MNG. Carmen trabaja en una agencia de viajes, con lo cual tenemos la suerte de que siempre nos hace buenos precios para poder viajar.
Y yo, que ya me iba por las parras, yo trabajo en dos sitios, durante el día me dedico a vender » lencería fina de mujer» en una tienda pija del centro de Madrid, me hace gracia este trabajo, aparte de que te regalen la ropa íntima, que es algo genial, hay gente para todo, es decir, te encuentras con todo tipo de gente, desde la niña pija de papa, acompañada por el chofer, que será el que le dé el visto bueno a su ropa interior, hasta la señora de cincuenta y tantos, tope de fantástica, con cuerpo de barbie cirugía plástica, que te pide el más plus de los conjuntos o bodys de la tienda, cuando por mi cabeza no pasa otra cosa que decir:
Por favor señora,
Este conjunto no es de su talla, es dos tallas más pequeño, y por mucha barbie cirugía plástica, ¡usted AQUÍ NO ENTRA!
Aún y teniendo la talla suya, el color no le favorece con la tez de su piel, algo pálida y sin brillo, normal en su edad.
¿No cree que es algo salvaje para su edad?
Pero después de todo eso, pienso que si la mujer se siente realiza con ese conjunto, joder no seré yo quien le rompa su ilusión.
Aparte de eso, también trabajo en una línea 906, no pongan esas caras, es el trabajo más normal de mundo, divertido y muy bien pagado, ¿qué más se puede pedir?
Pero a lo que iba, mi intención es explicar os mi relación sexual con un maduro, sí, con un maduro, siempre me han gustado los chicos mayores que yo, pero sólo un par de años, hasta que llegó aquel hombre a la tienda de lencería.
Tenía unos cuarenta y pico de años, alto, delgado pero fuerte, el cabello algo canoso por las patillas, lo cual le daba un atractivo irresistible, elegante, con unos ojos grandes negros, de pestañas largas y una sonrisa encantadora.
Normalmente no suelen venir muchos hombres, aunque tengo que decir que ellos tienen mejor gusto que ellas, es más, ellos son más sinceros a la hora de pedir lo que quieren, y para lo que lo quieren, cosa que ellas se muestran más ariscas y recelosas.
Total, que, si proponérmelo me vi atendiendo a aquel hombre, su voz era muy atractiva, varonil pero sensual, me gustó mucho, es de esas voces que no puedes olvidar y que reconocerías en cualquier lugar.
Mientras le mostraba los bodys que me había pedido, sentí como su mirada se clavaba en mi trasero, tengo que decir que estoy orgullosa de él, no estoy muy delgada, pero no pierdo mis curvas, mido 1.76, con unos pechos no muy grandes, pero sí bien puestos, unos labios carnosos, unos ojos color miel, y un pelo largo liso color castaño claro, aunque lo que más llama la atención de mí, son mis posaderas, las cuales son anchas respecto a mi silueta, pero muy llamativas para ellos, según parece.
Me giré como si no hubiera sentido esa mirada y le mostré otro body más, se lo quedo mirando, me miró, y por un momento pensé que me iba a pedir que me lo probará para ver como quedaba puesto, cosa que me excito y ruborizo, con lo cual aparte la vista de su mirada, y una sonrisa de dibujo en su cara.
Después de dudar entre unos y otros, opto por mí preferido, se trata de un body de encajes y transparencias de color blanco, para las que tenemos poco pecho, al tener los encajes en las copas nos lo realza más, dando una visión óptica de más cantidad, en cambio sus transparencias en los laterales, reduce las caderas, haciendo una figura más esbelta y equilibrada.
Pasaron varias semanas y aquel atractivo hombre no volvió a pasar por la tienda, hasta que una tarde, colocando unas cajas en la estantería sentí como aquella voz pronunciaba mi nombre a mis espaldas, me giré algo nerviosa, y con tan mala pata que perdí el equilibrio y fui a caer encima de él.
Mis mejillas ardían, sentía un calor inmenso por todo mi cuerpo, ¿cómo podía ser tan patosa? Lo miré y bajé mi mirada, me sentí avergonzada, pero él con su dedo índice me cogió por la barbilla y mirándome a los ojos, me dijo:
Que hubiera pasado si no estoy yo aquí, no tengas vergüenza, para algo me tienen que servir mis horas en el gimnasio, ¿y qué mejor forma que está?
Y soltando una carcajada me separé de él, tenía una sonrisa preciosa, me sentía muy atraída por él, nunca hubiera imaginado que un hombre con tanta diferencia a la mía, despertara en mí el deseo.
Después de meditar en sus gustos y elegir entre las prendas, se quedó con un conjunto de color rosa pálido, decorado con unas pequeñas rosas un tono más subido, que en una piel morena quedarían de ole, con unas mini braguitas con el borde de encaje al mismo tono de las rosas, y de una tela casi sedosa.
Era un conjunto muy fino, juvenil, pensé que sería para su hija, pero más tarde descubriría para quien era toda aquella ropa íntima que compraba.
Me pago con visa, así que ahora ya sabría cuál era el nombre de aquel atractivo hombre, su nombre era Nicolás, al devolverle su visa le dije
Muchas gracias por su compra Sr. Nicolás- a lo que él me contestó- Por favor mejor Nico y sin el Sr.
Aquella tarde me fui contenta a casa, me duche, cene y me arregle para ir a mí otro trabajo, estaba a dos manzanas de mi calle, así que me fui dando un paseo, mientras caminaba recordaba sus gestos, su sonrisa, el eco de su voz, y sin darme cuenta ya llevaba mis mini braguitas con el borde de encaje al mismo tono que las rosas de mis sostenes, húmedas, sí, lo habéis adivinado, yo también tenía un conjunto igual que el que él había comprado pero en color violeta, no me di cuenta al ponérmelo, ya que, estaba embelesada recordándolo, pero una vez me mire en el espejo, me gusto, así que ¿ por qué me lo iba a quitar?
La noche estaba tranquila, casi siempre llamaban los mismos, y ya tenían elegidas a sus voces, por suerte mi asiduo no llamo, y podía seguir fantaseando con Nico, pero pronto termino aquella fantasía, el ring de entrada de llamada me devolvió a la realidad.
Hola cariño
Hola Dafne- ese era mi nombre en aquel trabajo.
¿Cómo estás esta noche mi vida? ¿Quieres que juguemos a algo en especial cariño?
Sí desearía que te dejarás llevar, que no me trates como a uno más de tus asiduos, es más tengo un regalo para ti, yo no quiero que te desnudes, sólo quiero que te pongas esta prenda.
Me quede algo desconcertada, normalmente los hombres que llaman o están faltos de cariño, o bajos de autoestima… Pero él no, así que me centre más en la conversación, contestándole:
Sí, ¿y qué es?
Es un conjunto de ropa interior- me hizo gracia este detalle, que casualidad, ¿no?
¿Y cómo es? ¿Quieres que me vaya desnudando mientras me cuentas como es?
Sí, por favor, así será más rápido- Ok, cari- Verás es un conjunto de mini braguita y sujetador de color rosa pálido, con unas rosas dibujadas a un tono más subido…
Mi cara parecía un puzle, no podía ser, demasiada coincidencia, ¿era él? ¿Cómo no había conocido su voz? No, no podía ser él. Continué oyendo su descripción, y sí, no había duda, era su voz, dios mío, nunca me lo hubiera imaginado y pensando eso dije
¿Nico?
Se hizo el silencio entre los dos, yo esperando una respuesta, y él supongo que sorprendido y acto seguido oí el tututututu del teléfono. Sí era él, aquello confirmaba mi duda, ¿pero porque llamaba a una línea 906?
Pasaron los días, las semanas, hasta los meses y él no volvió por la tienda, supongo que el también acabo por saber quién era yo, y a que me dedicaba por las noches.
Pero cuando ya lo tenía casi olvidado, entró por la puerta de la tienda, mi reacción fue ir hacía el almacén con la excusa de buscar algo, pero me pilló por el camino.
Hola Magda, ¿cómo estás? ¿Cuánto tiempo, ¿verdad?
Hola Sr. Nico, sí, mucho.
Y diciéndome esto me alargo un papel y salió por la puerta, la nota decía así:
» Hola Dafne, después de investigar y seguir tu pista, tras aquel día, te he encontrado, te espero a la salida»
Me temblaba todo el cuerpo, no sabía que quería de mí, ni que pensaba hacer, por un momento pensé en irme por la trastienda, y dicho y hecho, cuando llego la hora de plegar, me dirigí hasta la trastienda, cogí mis cosas y abrí la puerta, me quedé en blanco, estaba allí, esperando, y mirándome a los ojos me dijo
Sabía que intentarías huir de mí.
¿Que quiere?
Y diciéndole esto se abalanzo hacía mi cogiéndome del rostro y acercando sus labios a los míos, sentí miedo, pero al notar sus labios en los míos, un escalofrío se paseó por mi cuerpo, realmente lo deseaba, había fantaseado más de una vez con este momento, mientras pensaba esto, sus manos se posaron en mis hombros, quitando el abrigo que los cubría y dejándolo caer en el suelo, mis manos rodearon su cuello, acercando más a mi aquella boca que tanto había deseado, humedeciéndola con mi lengua, succionando su forma hacía mí, y buscando su lengua con la mía, para entrelazarlas.
Deseaba ser suya, sentir sus manos en todo mi cuerpo, así que empecé a rozarme contra él, sintiendo su virilidad entre mis muslos, mientras que con una de sus manos me desabrochaba la camisa, para dejar ver mi conjunto de ropa interior de color burdeos de una tela transparente que dejaba ver mi excitación al completo, marcando en ellos, mis pezones, duros, atrevidos, deseando ser engullidos por aquellos labios, anhelando ser mordisqueados, lamidos…
Estaba muy mojada, mi tanga transparente había sido echado hacía un lado por los habilidosos dedos de Nico, y mi cuerpo temblaba de placer, estaba a punto de llegar al orgasmo, cuando su boca bajo por mi vientre y sus manos me subieron la falda, para colocarse entre mis piernas, subiéndome un muslo hasta sus hombros para separarlas e introducirse entre ellas buscando mi sexo rasurado, mojado y ardiente por la excitación.
Jugo con mi clítoris hasta dejarme completamente extasiada, pero mi cuerpo quería más, me miro desafiante, a la vez que me levantaba del suelo para sentarme encima de uno de los mostradores, y acercase a mí con su sexo duro para atravesar todos mis pliegues y hacerme gemir de placer, a la vez que mis piernas rodearon su cintura y mis uñas se clavaron en su espalda, sintiendo su jadeo en mi oído y su respiración en mi cuello, su movimiento era firme, seguro, buscando el máximo placer en cada uno de ellos, creí morir de placer en cada uno de ellos, hasta que mi cuerpo cayo rendido sobre el mostrador y su cuerpo se arqueo hacía el mío, corriéndose en mi interior, aferrándose a mi cintura, dejando el cristal del mostrador empañado por el sudor de ambos.
Después de esa tarde, hemos tenido muchas más, incluso estando en mi otro trabajo, me ha llamado y menos intercambiado nuestras fantasías, para después llevarlas juntos a la práctica en casa.