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Lesbiana reprimida

Lesbiana reprimida

Estoy en este momento en lo que acá en Buenos Aires se llama un locutorio, que es un lugar público para acceder a internet leyendo relatos eróticos, que son casi una adicción sobre todo los que son de lesbianas.

Siempre supuse que algo distinto me pasaba en temas de sexo, porque desde los 17 años que tengo relaciones con los hombres y nunca pude sentir lo que mis amigas dicen que es estar en la gloria.

Hace un ratito se sentó al lado mío una mujer que es la típica con las cuales los hombres se dan vuelta para mirarla.

Muy linda de cara, con un pelo lacio y rubio muy largo y facciones de nena.

Cuando se sentó pude ver que llevaba una pollerita muy corta que dejan ver unas piernas largas que parecen muy suaves.

De costado se puede ver que sus pechos son asombrosamente grandes a pesar del cuerpo moldeado que tiene.

Me decidí a escribirles porque, espiando su computadora pude ver que entró a la página de fotos de lesbianas y parece estar gozando mucho con lo que ve.

Mi cabeza está funcionando a mil, no sé si decirle algo ó no, pero me imagino cosas que quiero compartir con ustedes.

Imagino que en lugar de toda esta gente que entra y que sale, sólo estamos en el lugar ella y yo y que el viejito que atiende se quedó dormido.

Le pregunto si le gustan los relatos de lesbianas, me dice que sí y se me acerca para ver qué relato estoy leyendo.

Su cara queda muy cerca de la mía y ante el primer intercambio de miradas posa sus labios sobre los míos de una manera muy dulce.

Sus labios me llenan de besos la boca y de a poco la voy abriendo porque su lengua me pide permiso.

La siento recorrer toda mi boca, y yo también muevo la mía para pasar de la dulzura del beso a la pasión de las lenguas que van y vienen.

Me pasa la lengua por toda mi cara hasta que llega al cuello donde vuelve a besarme suavemente.

Uno, dos, cinco, diez besos me ponen a mil, hasta que baja por mi camisa que ella misma desabrocha.

Mis pechos, encerrados en el corpiño quedan a su merced, y me los acaricia con una suavidad sorprendente.

La parte posterior de mis pechos comienza a ser besada con maestría, nunca me había pasado pero ya quería acabar.

Sus besos son ahora más fuertes y de un tirón me arranca el corpiño para ahora sí tenerlos todos para ella.

Su lengua va y viene de una teta a la otra, de un pezón al otro y mis jadeos son cada vez mas fuertes.

En uno de sus lenguetazos, llega hasta mi boca y sus pechos inundan mi cara. Tiene una remera muy blanca que se la saco a los tirones y su corpiño estaba a punto de explotar así que se salió apenas tiré de el. Esos pechos. Que locura. Mi boca no sabía como empezar.

Y comencé con sus pezones. Un beso a uno y otro al otro. Así hasta que me pidió que por favor me los meta en la boca. Así lo hice, pero sus tetas eran tan grandes que no me entraban. Pero chupé igual .Chupé hasta que la escuché gritar que por favor pare que estaba por acabar.

Se acomodó mejor encima mío y comenzó a pasarme sus pechos por los míos.

No lo podía creer.

Se movía lentamente y cada vez que nuestros pezones chocaban sentía un pequeño orgasmo que me partía la cabeza.

Después se movía más rápido y sentada sobre mí con su cola golpeaba mi concha.

Jadéabamos las dos desesperadamente y me dí cuenta que íbamos a llegar rápidamente a un orgasmo cómo no había tenido nunca en mi vida.

Cuanta imaginación porque en realidad todavía nada de esto pasó.

Quizas si la encaro todo esto se transforma en realidad. Pero no sé ni que decirle.

Hace rato que se que algo me pasa pero no le hago frente a la situación.

Me mojo toda leyendo los relatos de lesbianismo.

¿Qué te ha parecido el relato?


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