Esto me ocurrió hace unos 8 años, yo tenía 25 años y terminaba mis estudios en la universidad, cursaba Económicas y lógicamente realizamos un viaje de fin de curso, el destino: un crucero por el Mediterráneo, con salida y regreso en Barcelona. Visitábamos ciudades como Roma, Mallorca, Túnez y el viaje duraba 2 semanas.

Al llegar al puerto y para embarcar nos fuimos distribuyendo por los camarotes en grupo de 3 personas, los chicos con los chicos y las chicas con las chicas.

Ninguno de mis compañeros o compañeras conocían mi tendencia sexual; incluso tuve que parar los pies a algún chico por que se quería insinuar durante los 7 años que permanecí en la Universidad.

Durante la primera semana de viaje todo concurría con absoluta normalidad, a pesar de compartir camarote con 2 chicas más, en ningún momento tuve ningún roce de convivencia con mis compañeras Rebeca e Irene.

Es más, nos sirvió para conocernos mejor, ya que la relación con mis amigos de estudios en mi caso era estrictamente eso relación profesional.

Al empezar la segunda semana de crucero, la travesía partía de Roma hacia Túnez, teníamos que estar 2 días en el barco, lo cual no permitía realizar excursiones y teníamos que hacer vida dentro de él.

El camarote no era espacioso, pero si con todas las comodidades que éste permite. He de decir que, por mi forma tímida de ser, jamás he llevado la iniciativa en ningún caso, es decir, siempre me he dejado seducir por otra mujer.

Con esta situación de lugar, la segunda mañana que estábamos de travesía entre Roma y Túnez, después de desayunar, Rebeca y yo volvimos al camarote para ducharnos y arreglarnos para subir a la piscina. Irene ya se había arreglado antes de desayunar y estaba en cubierta con más gente.

Nos duchamos por separado, Rebeca fue la primera y después fui yo. Una vez aseada y al salir del cuarto de baño, Rebeca me preguntó si quería que me pusiera la crema protectora solar por la espalda, a lo que yo asentí.

Me estiré en la cama boca abajo totalmente desnuda, ya que me quité la toalla que llevaba puesta al salir de la ducha. Ella llevaba puesto un bañador enterizo, y se colocó encima mío para untar la crema por mi espalda con mayor comodidad. Jamás, os lo juro, jamás pensé lo que ocurriría después.

Escancio la crema fría por mi espalda, y empezó a restregarla por ella con sus dos manos.

El movimiento de sus manos era lento, relajante y muy sensual. Empezó por el cuello y bajaba hasta la rabadilla, y con la punta de sus dedos llegaba hasta el inicio de mis senos que estaban apretados al colchón.

Se entretuvo un buen rato por mis hombros, lo cual me agradaba enormemente y cerré los ojos para notar sus masajes en mi espalda. En un momento dado se inclinó hacia mí y me beso suavemente el cuello.

No le di mayor importancia, ya que fue muy fugaz. Posteriormente me comentó que como ya estaba una posición, si quería me podría poner la crema por las piernas a lo que yo le dije que adelante, que ningún problema.

Noté sus húmedas manos por mis piernas, realmente lo estaba realizando con maestría, desde los talones hasta la parte trasera de las pantorrillas.

Pero mi mayor sorpresa es cuando empezó a acariciar mis nalgas desnudas. ¡Madre mía que hacía por ahí si no me da el sol! Giré mi cabeza y vi su cara con una media sonrisa lasciva.

Me volteó completamente y se acercó a mi boca, sin mediar palabra me empezó a besar bravamente a lo cual yo me sometí sin oponer la menor resistencia.

Bajo su boca lentamente hasta mis senos, mis pezones se habían puesto erectos y duros, empezó a succionar uno de mis pezones lentamente mientras que con la otra mano jugueteaba con el otro pezón.

Me quedé inmóvil mientras ella estaba enfrascada con mis senos, noté una calentura por todo mi cuerpo. Realmente no era su primera vez con una mujer, empecé a sentir mis flujos vaginales que empezaban a empapar mi sexo.

Dejó de besar mi pezón e iba bajando lentamente besándome mi cuerpo hasta mi sexo, el cual ya se encontraba totalmente empapado. Noté su lengua en mi clítoris, suavemente lo iba acariciando con su rasposa lengua. Su otra mano dejó mi pezón e introdujo lentamente un dedo por mi cavidad vaginal.

Mis manos se sujetaban a su cabellera mientras ella no paraba de succionar mi clítoris. Después de introducir un dedo, prosiguió introduciendo suavemente los cuatro dedos restantes.

Yo me sentía arder, estaba a punto de gritar ya que estaba a punto de llegar al orgasmo y no quería que ese momento finalizase. No habían transcurrido ni cinco minutos y note como descargaba mis flujos en su boca.

«¿Te ha gustado Marta? ¿has disfrutado? – Me preguntó esperando una respuesta satisfactoria por mi parte.

«Por supuesto Rebeca, ha sido uno de los mejores que he tenido. ¿Pero por qué lo has hecho? ¿No tenías miedo a una repulsa? – le contesté.

«Estos dos últimos años te he estado observando, y me he fijado en que jamás has tenido ninguna relación con ningún chico. Es más nunca has venido acompañada por ninguno de ellos y nunca comentas relaciones con tíos. Yo soy bisexual y siempre me has atraído, y la verdad la ocasión de hoy no quería perderla.»

Toda esta explicación me sirvió para acercarme a ella y besarla en la boca, ahora era yo quien quería satisfacerla sexualmente. Mientras la besaba, empecé a bajarle los tirantes del bañador.

Al quitárselos aparecieron ante mis dos senos magníficos, rápidamente le quité la ropa y observé su cuerpo totalmente moreno y escultural que tenía.

Bajé mis manos a su sexo y la acaricié pausadamente. Estábamos sentadas encima de la cama, una enfrente de la otra, ella me miraba con deseo mientras mis manos acariciaban su clítoris.

Noté su sexo mojado, estaba caliente por todo lo que me había hecho y también por mis caricias. Abrimos nuestras piernas y nos colocamos nuestros sexos juntos uno enfrente del otro.

Nos lo empezamos a restregar y nos acariciábamos los senos, estábamos en plena excitación y no nos percatamos que al camarote había entrado Irene.

Nos dimos cuenta de ello cuando note por mi espalda las manos de ella que me empezaba a dar pequeños mordiscos por el cuello. Se había quitado el bikini y me empezó a acariciar mis senos.

Yo no entendía nada, como era posible que mis dos compañeras de camarote me estuviesen seduciendo de aquella manera. Rebeca y yo nos separamos e Irene me cogió y se colocó conmigo en posición de 69.

Nos estuvimos besando, succionando y acariciando el clítoris sin parar.

Irene estaba estirada en la cama y yo encima de ella, lo cual dejaba mi trasero al aire, eso fue aprovechado por Rebeca para empezar a darme besos en las nalgas, que a su vez fue separando para ir encontrando su boca en mi ano el cual también empezó a besar y poco a poco iba dilatándose.

Los flujos vaginales de Irene y míos estaban en nuestras caras, nuestro grado de excitación estaba al máximo y de repente empecé a notar un ligero cosquilleo por el inicio de mi trasero.

Era Rebeca la cual me estaba acariciando con un dedo el contorno del ano totalmente dilatado, de repente noté que no se limitaba a acariciarlo, sino que ya estaba introduciendo y sacando 2 dedos a la vez del orificio y cada vez a mayor velocidad.

Esta era la primera vez que alguien me introducía algo por mi ano. Estaba totalmente excitada; gritaba y gemía de placer.

Al poco rato ya me había vuelto a venir el segundo orgasmo, y me quede rendida encima de la cama mientras mis compañeras se dedicaban a masturbarse mutuamente.

Una vez rendidas las tres y ya más descansadas, me comentaron que el sorteo de camarotes había sido amañado por ellas, ya que querían seducirme porque sospechaban mi tendencia sexual; la cual acertaron.

Al llegar a Túnez, y de visita a la ciudad Rebeca consiguió comprar, y todavía no sé muy bien donde, unos consoladores y unas bolas chinas las cuales nos acompañaron durante el viaje de regreso a Barcelona.

Una vez de regreso al barco, y rumbo a Mallorca con 2 días de travesía por delante, Rebeca tuvo una idea, seducir a una chica tailandesa del servicio de camarotes.

No teníamos ni idea de su conducta sexual, pero la chica era realmente bella; no muy alta con la piel rojiza oscura y unos pechos pequeños, pero un cuerpo totalmente estilizado.

No teníamos nada planeado, es más yo intenté disuadirlas de la idea, pero Rebeca estaba decidida a intentarlo. A la mañana siguiente, después de desayunar y arreglarnos para ir a la piscina, llamó a la puerta del camarote Kim Su; la cual solicitaba permiso para entrar a limpiar. Nosotras le dijimos que podía acceder al interior.

Dejó como siempre la puerta abierta, ya que en los pasillos llevaba los utensilios de limpieza. Una vez en el interior, Rebeca no perdió el tiempo en cerrar el camarote, y acercarse a ella bajo la atenta mirada de Irene y mía.

«¿Pasa algo?» – preguntó con voz temerosa Kim.

«No, nada. ¿por qué? – contestó Rebeca mientras se acercaba a ella.

«¿Por qué han cerrado la puerta?» – inquirió temblando.

«Te deseamos, y queremos que pases un buen rato con nosotras» – replicó Rebeca, la cual se abalanzó sobre ella besándole furtivamente en los labios.

Kim empezó a forcejear con ella, dando muestras de no tener ningún tipo de interés en participar en nuestros juegos. Irene fue rápidamente a sujetarla por los brazos y dejarla inmovilizada.

Yo mientras tanto, yo permanecía inmóvil observando la escena sin poder reaccionar.

Rebeca empezó a desabotonar y a quitarle la bata de trabajo que Kim llevaba, dejando a la luz su cuerpo y su ropa interior.

Mientras Irene la sujetaba, Rebeca le quitó el sujetador y empezó a besarle los pechos.

Kim empezó a relajarse al notar la boca de Rebeca en sus pezones y se recostaba en el cuerpo de Irene.

Ahí es cuando me di cuenta que se nos estaba entregando y quería que la tomásemos.

Irene la soltó y Kim se abrazó a Rebeca y empezó a besarla. En un visto y no visto nos desnudamos completamente las cuatro, y empezamos una orgía utilizando todos los artilugios que el día anterior había adquirido Rebeca.

Una vez exhaustas, Kim nos comentó que jamás había estado con otra mujer, aunque reconoció que alguna vez se había masturbado pensando en ello; asimismo le sorprendió nuestra reacción con ella, a lo cual le aseguramos que si hubiésemos visto que seguía su desaprobación hubiéramos parado.

Al día siguiente Kim nos enseñó muchos masajes eróticos que se practican en su país, y que a día de hoy practico con mis amigas.