Tengo 35 años, soy muy activo, me encanta el sexo, y soy muy abierto a todo tipo de relaciones, y de a poco estoy tratando que mi esposa sea como yo.
Ella es una mujer de 27 años, delgada, de 1.75 mts., cabello largo oscuro, cutis blanco, ojos marrones, muy llamativa, con pechos no muy grandes pero bien parados, y con una cola que se destaca de su anatomía, por la calle he observado como la miran al pasar, cosa que a mí me encanta que los hombres la deseen y ser yo quien la posee.
Desde hace un tiempo que cada vez que hacemos el amor, le digo obscenidades, algo que a ella la excita de sobremanera, le encanta que le diga que los hombres la miran y la desean, pero jamás logré que quiera incorporar algún hombre a nuestra cama.
Pero un día le conté una fantasía que tenía, se trataba de una mujer masturbándola, le dije que como era una mujer sabría perfectamente donde tocarla, ella se calentó mucho con mi relato, eso hizo que tomara la determinación de transformar mi fantasía en realidad.
Entre en una sala de chat de lesbianas, hasta que después de mucho buscar encontré una bisexual cerca de nuestra ciudad que le gustó mi plan.
Primero nos citamos en una confitería los dos, me pareció una chica muy agradable, tenía 31 años, soltera, pelo castaño claro con rulos, ojos marrones, muy buen cuerpo, profesora de gimnasia, unas tetas hermosas, y un culo bastante agradable, me contó que había formado varias veces tríos, y se mostró intrigada en mi idea.
El tema era que ella debía fingir ser una compañera de secundaria mía, que nos habíamos re encontrado, y vendría a cenar a casa, luego de unos tragos veríamos que sucedía.
Le conté a mi señora que ella vendría a comer el viernes por la noche, a lo que ella aceptó gustosa.
Compré un vino fino para la ocasión, cenamos los tres, con charla agradable, cuando nuestra amiga fue al baño, mi señora me comentó que era muy simpática y que le había caído bárbaro, le dije que ella había hecho el mismo comentario por ella, todo se fue dando de a poco.
Después de cenar seguimos con mas tragos, abrimos un champán, ya mi mujer estaba muy alegre, y nuestra amiga entendió la situación perfectamente, se acomodaron en el sillón, las dos mujeres, nuestra amiga comenzó a masajear el cuello de mi señora, ella estaba encantada con sus manos, luego se recostó en el sillón, y le comenzó a masajear los pies, con la excusa que ahí es el lugar donde se relaja todo el cuerpo en un masaje, siguió masajeando las piernas de mi esposa, la cual entrecerraba los ojos disfrutando de las manos de nuestra invitada, yo observaba con un terrible bulto en mi entrepierna, siguió subiendo las manos por las piernas de mi esposa, hasta meter una mano por debajo de su pollera, mi mujer abrió los ojos y cerró las piernas, nuestra amiga le dijo que se quedara quieta y disfrutara, mi esposa volvió a aflojar las piernas y dejo que la mano de nuestra amiga explorara su cueva, comenzó a masturbarla con una mano, con la otra le apretaba los senos, yo saque mi pija y empecé a masturbarme, nuestra chica invitada se arrodilló entre sus piernas y le sacó la bombacha, me la dio a mi y me dijo que comprobara lo mojada de la tela, yo la toque la olí, me volví loco, ella se agachó entre las piernas de mi mujer y hundió su cara en ella, comenzó a lamerla, mi esposa se retorcía de placer.
Se pararon se sacaron la ropa, ver dos mujeres tan hermosas desnudas frente a mí me hizo dar un salto al corazón, se acomodaron en el suelo sobre la alfombra haciendo un 69, no podía creer ver a mi esposa lamiendo una concha de una mujer, y que ella sea chupada como estaba siéndolo, ambas se metieron los dedos en sus interiores.
Al cabo de un rato en esa posición nuestra amiga saca un juguete que llevaba en la cartera, algo así como un pene largo con dos cabezas, se sentaron enfrentadas, ella se colocó un extremo y la otra punta se la introdujo a mi mujer, comenzaron a moverse a un ritmo frenético, y no tardaron en acabar casi juntas.
Cuando recobraron fuerzas notaron que mi pene se encontraba bien alto apuntando al techo, se miraron entre ellas se acercaron gateando, y se turnaron dándome una mamada como pocas veces me dieron, haciendo que bañara a ambas todo el rostro.