Al aire libre I

Iniciaba un largo fin de semana, apenas era la mañana del sábado y, por las festividades, no tenía que regresar a la oficina hasta el martes siguiente. Por el exceso de trabajo durante la semana, no tuve tiempo de llamar a mis amigos para planear algo divertido, así que me encontraba sin nada que hacer, sonreí mientras apartaba las sábanas y me incorporaba de la cama. Apenas las 8 de la mañana, ¡Qué pereza!

Busqué entre mi armario algo de ropa limpia, elegí unos pantalones de mezclilla y una blusa de algodón blanca, de botonadura al frente, como ropa interior un coordinado blanco, de encaje.

Me encaminé al baño y dejé deslizar mi negligé negro suavemente por mis piernas, una vez desnuda, me miré al espejo, era delgada, cintura breve, caderas anchas, busto firme, mi cabello castaño caía revuelto sobre mis hombros. Me agradó lo que vi. Así que abrí la ducha y me metí bajo el agua. Estaba tibia, deliciosa, dejé que los chorros recorrieran mi piel, me estiré con pereza disfrutando el agua. Tomé el shampoo para cuerpo y lo empecé a frotar sobre mi piel haciendo espuma, el olor a flores me agradaba, di suaves masajes en mi cuello, mi vientre y mis senos, la sensación era deliciosa, me entró el morbo y seguí acariciándome haciendo suaves círculos sobre mis pezones, me puse a mil… bajé mi mano hacia mi intimidad y empecé a acariciar suavemente mi clítoris, pronto estaba húmeda y no precisamente por el agua. Recargué mi espalda sobre los fríos azulejos y seguí mimándome bajo los chorros de agua. Estaba excitadísima, provocándome yo misma un placer encantador.

Pronto metí uno, dos dedos dentro de mí, mientras que con la otra mano seguía acariciando mi propio clítoris cada vez con más frenesí. Mis dedos entraban y salían más rápido. Cerré mis ojos y me entregué al placer.. Pronto alcancé un orgasmo estupendo. Terminé de ducharme y con una sonrisa en los labios salí de la ducha envuelta en una toalla y dejando la ropa en el baño.

Me volví a recostar en la cama dejando escapar un suspiro ¡qué buena forma de empezar el día! Permanecí un rato más en la cama relajada y feliz, cuando el hambre me hizo levantarme, de nuevo me dirigí al baño, tomé mi ropa y me vestí. En la cocina me preparé una taza de café y me serví un plato de cereal con leche. El teléfono sonó, era una amiga.

– ¡¡¡Hola Bibi!!! – me saludó con voz alegre – ¿qué vamos a hacer este fin de semana? – – – No lo sé Lucy- respondí – en realidad no he hecho planes.

– – – Pues te recuerdo que tenemos una invitación para pasar un fin de semana en la propiedad de Mauro ¿lo olvidaste?

– – – ¿Cual Mauro? – pregunté extrañada.

– – – ¡El amigo de Julio! aquél que tiene un rancho o finca o qué sé yo en las afueras de la ciudad ¿te animas?

– – El plan pintaba interesante, la ciudad a veces resultaba agobiadora con tanto tráfico, y un poco de aire libre en agradable compañía no sonaba nada mal.

– – – ¿Y el tal Mauro está de acuerdo que sea este fin de semana? ¿Cuántos iríamos?

– – -¡Claro que está de acuerdo! de hecho insistió mucho que se te invitara, ya casi estamos todos, somos Josep, tú yo y quizá otra pareja. ¿Te parece si pasamos por ti en más o menos media hora? No queremos salir muy tarde…

– – Colgué el teléfono, me dirigí a empacar mientras trataba de recordar a Mauro, Julio era novio de Lucy, ambos buenos amigos míos, y Mauro era amigo de Julio, me lo había presentado hace un par de semanas en un bar al que habíamos acudido los tres, Era guapo, simpático y divertido. Esa vez me llenó de halagos, pero no lo volví a ver, y por alguna razón no le di mi teléfono. Metí en una bolsa de viaje un par de mudas de ropa, un abrigo y artículos de uso personal. – – Al poco tiempo tocaron la puerta, era Mauro, bajé la vista y vi en el auto a Lucy y Julio saludarme con la mano. – – – Hola guapísima, qué bueno que decidiste acompañarnos- dijo Mauro besándome en ambas mejillas.

– – Tomó la bolsa de viaje de mis manos y la guardó en la cajuela del auto. Me senté en el asiento del copiloto pues Lucy y Julio iban en los asientos de atrás.

– – -¡Hola amigos! – saludé con una sonrisa.

– – El auto arrancó e iniciamos el viaje entre bromas, risas y conversación ligera, nos detuvimos en un supermercado a comprar provisiones y continuamos nuestro camino.

– – Luego de hora y media de viaje llegamos a nuestro destino. Era una especie de finca pequeña, un poco alejada del camino principal. Una casa de un solo piso, rodeada de árboles florales y frutales, verde pasto alrededor, y unos metros más atrás se veía un bosquecillo. – – – Aquí es – Dijo Mauro – El terreno es bastante grande se usa para sembrar vegetales, mi padre es agricultor, recién pasó la cosecha así que estaremos solos, atrás del bosque pasa un arroyuelo por si les apetece nadar. Mientras nos explicaba todo esto, íbamos sacando las cosas del auto, Lucy y yo cargamos con las bolsas de ropa y los chicos se encargaron de bajar las hieleras y otras cosas más pesadas.

– – Cuando entramos en la casa y descorrieron las cortinas, pude apreciar al detalle todo. Era pequeña, algo rústica pero cómoda. El mobiliario era austero, pero de buen gusto: una sala-comedor, una cocinita, 2 recámaras y un baño. En ambas recámaras sólo había una cama matrimonial, así que resultaba obvio que Lucy y yo ocuparíamos una y los hombres ocuparían la otra. Nos instalamos y nos reunimos de nuevo en la sala, mientras conversábamos Lucy y Julio no dejaban de intercambiar besos y caricias, así que Mauro me dijo que si quería ver el arroyuelo. «Total, -comentó- al parecer nuestros amigos quieren estar solos».

– – Entre risas de todos Mauro y yo salimos y caminamos por un pequeño sendero que corría entre los árboles Cuando llegamos al arroyo me sorprendí, era un paisaje bellísimo, el sol se filtraba entre las copas de los árboles, el pasto se veía suave y mullido, el agua cristalina y fresca. ¡Cómo se apetecía un baño! hacía mucho calor. – – -¿Por qué no nadamos un rato, Bibi?-dijo Mauro adivinándome el pensamiento

– – -No traje el bañador, no sabía que se podía nadar aquí

– – -No importa, podemos hacerlo en ropa interior, total, sería como si usaras bikini ¿no?

– – Después de dudarlo un instante accedí y empecé a quitarme la ropa mientras Mauro hacía lo propio. una vez lista me metí al agua con cuidado explorando el terreno, cuando comprobé que la parte más profunda sólo me llegaba hasta la cintura me relajé y empecé a nadar Pronto sentí a Mauro junto a mí.

– – -¡Vaya que eres una belleza! Me dijo. – – Yo sólo reí y le lancé agua con la mano, él devolvió el golpe de agua y empezamos a reír y jugar salpicándonos. De pronto, entre el juego me sentí rodeada en sus brazos

– – -¡Hey espera no hagas trampa! – dije riendo mientras intentaba separarme.

– – -Estás buenísima Bibi, me tienes muy excitado.

– – Eso me turbó un poco, mi pequeña sesión en la ducha no me había dejado del todo satisfecha y el ver a mis amigos acariciándose también me había excitado un poco. Miré a Mauro, él tenía los ojos clavados en mi pecho, al mirar en la misma dirección me di cuenta que el agua había hecho prácticamente transparente mi ropa interior dejando ver a la perfección mis pezones erectos.

– – De pronto me acercó a él y me empezó a besar; su lengua jugueteaba entre la mía, sus manos me estrujaban la espalda y bajaban hasta mi trasero pegándome a él. Pude sentir su erección. Me puse a mil y correspondí a su beso. Enredé mis brazos en su cuello y me entregué con entusiasmo al placer. – – Pronto sus manos descubrieron mis senos, y quitando mi brassier y arrojándolo hacia el pasto, me empezó a acariciar con su boca uno y otro pecho. Yo estaba excitadísima. Mis manos recorrían su espalda y sus glúteos.

– – En medio de la pasión ambos caímos al agua, y en el fondo nos seguimos besando y acariciando. Salimos de nuevo a tomar aire, sus manos parecían ventosas adheridas a mi piel, recorriendo todos mis rincones. Me jaló hacia la orilla del riachuelo y me recostó sobre nuestra ropa, en el pasto, se inclinó sobre mí y recorrió mi vientre con un camino de besos hasta mi intimidad, yo dejé escapar un suspiro de placer, mis dedos se enredaban en su cabello, pronto sentí su boca entre mis piernas, besando, acariciando, libando, mordisqueando, ¡AHHH QUÉ DELICIA! introdujo suavemente un dedo sin dejar de acariciarme con su boca, moviéndolo hábilmente, mis gemidos deben haberse escuchado varios kilómetros a la redonda porque me hizo alcanzar un orgasmo tremendo.

– – Él se tumbó boca arriba sobre el pasto, y con gesto invitante me indicó colocarme sobre él. Lo hice e introduje suavemente su pene dentro de mí y me dejé caer de golpe sintiéndolo llenarme plenamente. Levanté un poco las caderas dejando sólo la punta de su miembro dentro de mí y empecé a moverlas en pequeños círculos… luego me volví a dejar caer de golpe repitiendo esa rutina varias veces. Mauro soltaba gemidos de placer mientras se aferraba a mis caderas. Empezamos a intensificar nuestros movimientos, nuestros cuerpos se acoplaron a la perfección, yo cabalgaba frenética sobre él; a punto de llegar al clímax, pero detuve mis movimientos y volví al inicio, a mover mis caderas sólo sobre la punta de su miembro y dejarme caer de golpe. – – De nuevo intensificamos nuestros movimientos, el clímax se acercaba, me incliné hacia él besándolo en los labios, nuestras lenguas jugueteaban, sus manos se aferraban a mis senos, a mis caderas y a mi vientre. Sentí escalofríos recorrer mi espalda, pronto alcancé un orgasmo intenso, él lo hizo casi al mismo tiempo. Grité al llegar a la cumbre de placer, me desplomé sobre su pecho mientras nuestras respiraciones se normalizaban…

– – ¡¡¡Vaya fin de semana que me esperaba!!! y éste era sólo el comienzo…