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Uno y uno, dos

Uno y uno, dos

Mi nombre es Zeybi, tengo 34 años, estoy casada desde hace 6 y trabajo en mi propia empresa como gerente.

He escrito este relato para contar algo que me ocurrió hace algunas semanas y que me dejó un recuerdo imborrable.

Físicamente, diré que soy más bien alta (1.75 m), peso 52 kg, pelo negro, ojos verdes, tengo bastante pecho, el culo redondito y los muslos bien formados.

Dicen que estoy de muy buen ver, debo admitir que en más de una ocasión he sido víctima de piropos de todo tipo, unos elogiando mis encantos y otros algo groseros, tanto por parte de jóvenes como por hombres de mediana edad, además, en alguna ocasión he visto como me han repasado descaradamente con la mirada de arriba abajo.

En el terreno sentimental me encuentro muy bien con mi pareja, nos queremos, nos respetamos y nos entendemos bastante bien en la cama, aunque, desde hace algún tiempo, conocí a un tipo llamado Fabio, un cliente con el que estoy teniendo una aventura.

En realidad, el tipo aquel esta buenazo, me vuelve loca en la cama y tiene una portentosa verga de casi 24 o 25 centímetros. Hace poco escribí un relato hablando sobre mi relación con el, aunque deja algunos cabos sueltos.

En realidad nos vemos con menos frecuencia debido a que ambos tenemos mucho demasiado trabajo, pero siempre hay tiempo para encontrarnos de vez en cuando.

Aparte de eso, le era fiel a mi marido y no le tomaba mucha importancia a la relación con mi amante sino en el plano sexual. No pensaba en acostarme con otros tipos o algo por el estilo, pero me sucedió algo verdaderamente caliente.

Además de trabajar, dos días por semana voy a una academia donde imparten clases de francés y a la que asisten entre otras personas dos chicos de poco más de 24 años llamados Gianluca y Milán; desde hace algún tiempo venía observando que cada vez que entraba en clase me miraban y luego hacían algún comentario entre ellos acerca de mí.

Al principio la situación me resultaba algo incómoda y violenta al sentirme observada y procuraba pasar desapercibida, pero debo reconocer que pasadas unas semanas y no se si fue por las continuas miradas que me lanzaban aquellos jóvenes unidas a la prolongada ausencia de mi amante (hace un par de semanas no lo veía y sentía la necesidad de tener dentro su enorme verga partiéndome en dos) , comenzó a picarme la curiosidad y a despertarse dentro de mí la coquetería que toda mujer lleva dentro cambiando mi actitud ante aquellos chicos, respondiendo a sus miradas con una picarona sonrisa, reuniéndome con ellos durante los descansos y a vestirme incluso de forma más provocadora , atrevida y juvenil para asistir a clase, con pantalones ajustados, camisetas ceñidas que resaltaban el tamaño de mi pecho o con cortas faldas con las que mostraba gran parte de mis piernas, incluso alguna vez olvidé ponerme sujetador, cosa que no tardaban mucho tiempo en adivinar; comenzaba a gustarme este juego, el hecho de atraer y gustar a otros hombres además de mí marido, ya que como mujer necesitaba confirmar que era joven y atractiva, pero sin ninguna otra intención hasta ahora por parte mía.

Una vez finalizado el primer trimestre y con motivo de celebrar las vacaciones de navidad se acordó el ir a cenar a un pizzería de la ciudad. Para la ocasión me vestí con una camisa blanca un poco transparente, una falda de licra gris bastante corta y ceñida, unos pantys oscuros con una apertura central, unos elegantes zapatos negros con algo de tacón y un pequeño sujetador negro, tipo wonderbra, que me juntaba las tetas y me las levantaba y como no las tengo pequeñas, la cuestión es que así estaba rompedora.

Cuando llegué al restaurante casi todos los compañeros ocupaban sus asientos pero al final de la mesa vi como Gianluca me llamaba para indicarme que me sentara frente a Milan.

Durante la cena todos estuvimos comentando anécdotas del curso, ocupaciones, aficiones, etc., en un ambiente distendido y desenfadado a la vez que mis dos compañeros se mostraban muy amables y caballerosos hacia mí, me llenaban continuamente la copa con vino y notaba como me miraban de una manera especial, pero fue poco antes de los postres cuando noté como por debajo del mantel la rodilla de Milán rozaba la mía; al principio creí que no se había dado cuenta y la aparté discretamente pero volvió a insistir a la vez que Milan tocó con su pie el mío bajo la mesa. Estaba nerviosa y no podía evitarlo.

Con asombro comprobé que el muy descarado se había descalzado. Su dedo gordo comenzó a tocarme despacio, desde mis pies hasta la rodilla, luego bajaba de nuevo, así una y otra vez, pero cuando intentó subir más arriba, cerré las rodillas.

Con toda la cara, al notarlo, él presionó.

No sé si fue el morbo de sentirme acariciada bajo la mesa, el hecho de que nadie se enteraba de nada o la imposibilidad de montar un número cambiándome de asiento, lo que hizo que muy despacio separase las rodillas.

El iba despacio, rozándome los muslos hasta que llegó a mi entrepierna y tocó con aquel dedo la tela de mis bragas; la impresión fue tremenda. Lo más morboso de todo aquel sobeo tan íntimo y directo que me estaban dando es que aquellos dos chicos seguían hablando como si nada.

Ahora yo estaba tan abierta de piernas como la falda lo permitía y en menos de un minuto mi coño empezó a humedecerse, no me atrevía a mirar a ninguno de los dos, pero sentía tanto gusto con todo aquello que abría y cerraba las piernas muy despacio.

Así, durante los postres, me estuvo tocando aquel sinvergüenza aunque, a decir verdad, yo también era una descarada ya que no hice nada para apartarme, sino que continué espatarrada. Aprovechando que llegaba el camarero con la cuenta y mis compañeros decidían a donde iríamos después de cenar, me disculpé, me levanté y me fui al servicio.

Me metí en uno de los lavabos, pasé el pestillo y levantándome la falda hasta la cintura, me bajé las bragas. Mi mano fue directa a mí coño, estaba gordo y muy mojado, procuré tranquilizarme, me limpié con un papel, me arreglé la ropa, me refresqué las manos y salí de nuevo.

Al dirigirme hacia la mesa vi no quedaba nadie y que mis compañeros y la profesora abandonaban el local, mientras que Gianluca y Milan me esperaban en la barra. – Hemos acordado en ir al cine a ver una película en versión original, por lo del idioma, ya sabes y luego ir a una discoteca, si es que todavía estamos animados; los demás han marchado ya hacía allí pero nos hemos quedado para acompañarte, dijo Gianluca.

Me pareció bien, así que cojimos el coche y marchamos hacia allí. Gianluca conducía, Milán se sentó a su lado y yo me senté en la parte posterior del vehículo ya que me encontraba algo aturdida, no sé si por el vino o por el sofoco.

Tardaríamos un poco en llegar al recinto, ya que se encontraba a las afueras de la ciudad y aproveché el trayecto para cerrar los ojos e intentar tranquilizarme de la bochornosa situación en la que me encontré.

Transcurridos unos minutos note como el coche entraba a la zona de aparcamientos de un hotel en una zona residencial de la ciudad. Todo aquello era muy sospechoso y yo me encontraba algo nerviosa dada la situación y no tardé en comprobar que todo había sido un montaje premeditado en el que yo me encontraba inmersa.

-¿Dónde me han traído? ¿No habían quedado con los demás? – Ha habido… un pequeño cambio de planes. – ¿Cambio de planes…? – Sí, ahora te lo explicaremos con más tranquilidad.

– Tanto Gianluca como Milán salieron del coche y abriendo cada uno una puerta pasaron a la parte posterior del vehículo donde me encontraba yo.

-Mira,…que te parece si continuamos con lo de antes… -¿Lo de antes…? …¿que queréis decir…?- Vamos…, no te hagas ahora la estrecha que lo sabes muy bien… – Creo que ha habido un malentendido…, dije con voz temblona y asustada. -¿Un malentendido…?, pues mejor será lo aclaremos cuanto antes porque llevas unas cuantas semanas calentándonos la polla sabes…

Ambos se acercaron hacia mí y sin darme opción, comenzaron a besarme por las mejillas, por las orejas y finalmente por el cuello y a acariciarme suavemente por encima de la ropa. Milan no tardó en aprovechar la oscuridad de aquel solitario lugar para colocar su mano sobre mi muslo, iniciando una lenta y suave caricia hacia arriba mientras Milán me separaba suavemente la otra pierna haciéndome lo mismo. Intenté convencerles para que lo dejasen, pero estaban demasiado excitados como para venirse a razones y es que la situación no era para menos.

Cerré mis ojos mientras me dejaba acariciar por aquel par de chicos que me habían calentado tanto durante la cena. Cuando quise darme cuenta me encontraba ya con la camisa desabrochada y abierta, quedando a la vista un minúsculo sujetador negro del que asomaban la mayor parte de mis pechos y la falda remangada hasta más de la mitad, mostrando casi la totalidad de mis muslos.

-Joder…, como viene vestida nuestra amiguita esta noche…. – Por favor…, déjenme…, esto es una locura…,ustedes son muy jóvenes…, yo soy una mujer casada… -¿Casada?…, ya sabe tú marido el modelito que te ponías esta noche para salir a cenar con los amigos?… – No…, no lo sabe…, por favor…, será mejor que lo dejemos…, si se enterase mí marido…, él…, él… – El no se va a enterar de nada de lo que pase esta noche, al menos por nuestra parte y por la tuya creo que tampoco te interesa, así que no te preocupes y relájate… – Yo…, yo no debería…, yo…, yo… -¿Tú..?, tú lo único que quieres ahora es que te den una buena polla..¿verdad?

Durante unos segundos dudé, pero luego asentí y nos fuimos a una suite.

Nada más llegar instintivamente mis manos fueron resbalando sobre los muslos de aquellos jóvenes, y una vez allí no tardé en encontrar unos enormes y alargados bultos que palpitaban bajo la cremallera de cada uno de los pantalones.

No podía creerme lo que estaba haciendo me encontraba con la falda remangada hasta las ingles y con mis tetas casi al aire dejándome acariciar y con el deseo de ver y amasar la polla a aquellos dos perversos jóvenes a los que prácticamente ni conocía; así que sin perder un instante más, bajé la cremallera a uno, luego desabroché los botones del tejano al otro y me apresuré en sacar y ver cómo eran en realidad aquellas dos pollas que, debo reconocer que en más de una ocasión me había querido imaginar cómo serían.

Ahora las tenía en mis manos a mí entera disposición; Gianluca la tenía muy gorda y carnosa, aunque algo flácida todavía, mientras que Milán la tenía más larga, dura y muy mojada ambas buenísimas y con unos gordos testículos en la base. Mientras tanto, ellos tampoco perdieron el tiempo en acabar de dejarme solo en bragas.

-Joder, que buena que está- -…Ustedes tampoco están…nada mal, dije

Mientras alternaba las miradas a cada uno de los miembros de aquellos muchachos; era la primera vez que veía y tocaba una polla distinta a la de mi marido y debía contenerme para no apretar en exceso aquellas dos pollas mojadas que resbalaban de mis manos.

– …Y que par de tetas…, dijo el otro mientras contemplaba el espectáculo. – …Seguro que tu marido no te echa un buen polvo desde hace tiempo, pero esta noche te vamos a dar ración doble de verga, no te mereces menos…

Gianluca me separó las piernas y comenzó por apartar mí braga con dos dedos y con gran maestría comenzó a darme una suave caricia en mí clítoris cosa que hizo que lanzara un pequeño suspiro y quedase mi boca entreabierta, lo que aprovechó para pegar sus labios a los míos y entregarme su lengua que acogí con sumo gusto mientras que Milán comenzó a acariciarme suavemente los pechos haciendo que mis pezones reaccionaran y se pusieran duros mientras me decía al oído:

-¿Ya sabe tu marido lo puta y calientapollas que eres cuando vienes a clase…? -¿Qué diría si viese a su mujercita dejándose meter mano en un coche por dos tipos como una zorra…?

Aquellas palabras, al contrario de lo que hubiese podido pensar semanas atrás, en vez de ofenderme, me excitaron aún más, haciendo que acelerase el ritmo de la paja que les estaba propinando, entonces Gianluca comenzó a introducir dos de sus dedos en mi encharcado y abierto coño, iniciando una follada con su mano mientras simultáneamente con la otra estimulaba mi clítoris, dándome placer por todas partes; me tenían muy caliente y sólo pude abrir la boca para decirles:

– Son unos cabrones…!!, me están matando de gusto…!!, me tienen muy mojada…!!, metanme sus vergas y follenme de una vez, como sigan así me voy a correr !!..aahhh…!!

Así, espatarrada, dejándome sobar y chupar los pezones por uno, metiéndome mano en el coño el otro y una verga en cada mano me corrí por primera vez sin poderlo evitar, retorciéndome de gusto como una puta. La situación no era para menos, pero me encontraba muy excitada y no podía parar.

Me giré entonces hacia Gianluca, vi su gorda y mojada verga, y sin pensármelo dos veces me amorré comenzándola a engullir con auténtico desenfreno, me apetecía metérmela en la boca y lamerla, chuparla a fondo, no sé si era por el morbo de tener una polla tan enorme a mí disposición, o por el hecho de encontrarme en aquel lugar, dejándome meter mano por aquellos dos jóvenes y sin que mi marido se enterase de nada, el caso es que yo acabé derrotada ante tal situación, entregándome al placer, al sexo!!.

Mientras, con el culo ofrecido a Milán, éste no tardó en darme lo que tanto necesitaba; puso su verga a la entrada de mi mojado coño y empujando suavemente la metió hasta el fondo, provocando que yo lanzase un quejido de placer, después comenzó a embestir suavemente, luego aceleró, entrándola y sacándola al completo, acompañando al ritmo de la mamada que le estaba propinando a Gianluca:

– Ah…, que bien la chupas…, que gusto…, como sigas así me voy a correr…, ah…si…, tómala toda… !!.

Gianluca descargó toda su leche dentro de mí, fue como una explosión que acabó por llenarme toda la boca y mientras yo me apresuraba en sorber y tragar todo aquello, Milán comenzó a bombear acelerando y profundizando aquel mete y saca tan bueno que me estaba dando:

-¡Yo también me corro ya…!, ¡Toma…ah…! – Sí, sigue… que yo también me voy ya..¡ah…! Y así, con el chapoteo de mí coño con la verga de Milán entrando y saliendo de él y con la polla de Gianluca en mí boca nos corrimos los tres. Me incorporé tras unos instantes después de relamer y limpiar la polla a Gianluca y entonces Milán me dijo:

-¡Chúpame ahora a mi la verga!..¿Te apetece?

Sin contestar y cegada por mi calentura me amorré y así, agarrándola con una mano comencé de nuevo a meneársela y a chuparla y ésta no tardó mucho en reaccionar, volviendo a ponerse dura y con una erección enorme, teniendo que dejar tres o cuatro dedos de polla fuera de mí boca ya que casi me daban arcadas al intentar tragarla entera. Mientras Gianluca colocó su verga en la entrada de mí culo y comenzó a presionar.

Uff…emití un leve gemido -¿Qué pasa?.¿No estás acostumbrada a que te la metan por aquí…?o…¿es que ésta verga es más gorda que la de tú marido…? -¡¡..Aahhh…!!, …las dos cosas…. – Pues ésta noche te la voy a meter por éste culito de zorra que tienes, verás como te gusta….

Así, agarrándome por la cintura, comenzó a presionar; primero con un golpe seco metió el glande en mis entrañas. El dolor no era terrible y después de tres o cuatro empujones más supuse que tenía toda su polla dentro de mí, confirmándomelo el golpeteo de su pelvis con mis nalgas.

Así, con toda su polla dentro, comenzó a encularme lentamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

No sabía cuánto iba a durar aquella enculada, pero que viendo que estaría sometida un buen rato por aquel joven y ante la imposibilidad de acabar con aquello, acabé por asumir la situación en la que me encontraba mientras iba mamando la deliciosa polla de su amigo, entrando y saliendo de mí boca al ritmo con el que la otra polla entraba y salía de mí culo; éste acabó acoplándose por fin a aquella enorme polla, todo se movía ahora con mucha más facilidad, incluso debo reconocer que cesaron mis esfuerzos y éstas se convirtieron en sollozos placenteros, gemidos, suspiros y en alguna que otra palabra grosera y sucia; quién me iba a decir a mí que aquella noche iba a acabar poniéndole los cuernos a mi marido teniendo una aventura con dos jóvenes y mucho menos dejarme coger por todos sitios como lo estaba haciendo, pero estaba sintiendo mucho placer con todo aquello y ahora era yo misma quien se movía para rozarme más y más, me sentía como una perra caliente.

– Mmmum…, mmmum… – Ahora no te quejas, eh!…. – Mmmum…, mmmum… – Sí, parece que le gusta… – Calla…, calla y sigue follándome, …así…, …así…, que gorda la tienes cabrón…, como me llenas…, asííí…, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhque buenoooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Entonces Milan, cogiéndome por la nuca me acompañó de nuevo hasta su verga

– Callate y sigue chupandomela… – Mmmum…, mmmum… – No aguanto más, me voy a correr como sigas retorciendo tu culo…ahh! – Ahh…, que bueno…, clávamela toda …, así…, que gorda la noto…,¡fóllame bien…!, así…, ahhh…, me corro…, …me corro…ahh!! – Yo también me corro, toma mi leche…. – …y la mía también…ahhhhhhhhhhhhhque buenooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Así, nos corrimos de nuevo los tres, descargando uno toda su leche en mí culo y el otro en mí boca, y así, tras lamer y saborear todo aquello, con mí culo inundado y el coño chorreando, incorporándome les ofrecí mí boca a los dos como muestra de satisfacción; después de relajarnos unos instantes, tomamos unos tragos y volvimos a la faena. Estuvimos tirando por horas e hicimos de todo.

En un momento, Gianluca me tenia alimentada con su caliente tranca y la calentura me tenia con los ojos cerrados. Por ese motivo no pude notar que Milan se encontraba delante mio hasta que sentí una segunda verga deslizándose en mis labios.

Algo así era lo que habías estado esperando desde hace tiempo.

Mamársela a la vez a dos machos jóvenes y atractivos. Era fantástico sentir dos trancas llenándome la boca.

Podía sentir la carne roja y dura de aquellas vergas golpeándome las mejillas y palpitando al contacto con mi lengua. Tenía la boca tan llena que la carne permanecía tensa como el coño de una virgen.

Lo hicimos en todas las posturas imaginables e incluso algunas que no había sido capaz de imaginar sino hasta aquel momento.

Lo que mas me gusto, sin embargo, fue un polvo en que ambos se turnaban para pegarme unas cuantas embestidas desde atrás, de manera que llegó el momento en que no sabía cual de ambas vergas se encontraba en mi agujero.

Cuando llegué a casa mi marido estaba durmiendo, me lavé ya que iba chorreando por todos sitios y con las bragas empapadas, luego me metí en la cama procurando dormir.

Milán y Gianluca se habían marchado con la promesa de volver a repetirlo.

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