Fue en mi reciente viaje a la playa que la conocí, su nombre era Natalya.

Ella era animadora en un stand de una conocida marca de vinos, coincidimos en la misma playa, pues en cada playa había un grupo de animadores.

Yo la miraba fascinada, la veía como su cuerpo se movía al ritmo de una alegre canción, como mostraba los juegos y concursos que preparaban para amenizar la estancia de los bañistas; algunos de ellos muy subidos de tono, lo cual hacía que mi temperatura creciera aún más.

Yo asistía a ver sus presentaciones durante casi todos los días que estuvimos en esa playa.

Notaba como su cara se dirigía a mi lugar, ya que como las dos portábamos gafas oscuras era difícil saber hacia dónde se dirigía la mirada, pero no así la atención.

Me daba yo cuenta de que no le era indiferente, desde luego a mi ella me interesaba bastante.

Sucedió que, coincidimos una vez más en un lugar, ahora era los baños públicos, no esas regaderas que solo sirven para quitarse la sal, sino aquellos en donde están los vestidores y demás.

Yo acudía a la zona de las regaderas sólo para ver que estaban un tanto ocupadas casi todas, por lo mismo también en cuanto se desocupaba una al instante era ocupada nuevamente.

Buscando con la mirada alguna que pudiera hacer uso yo, me encontré con una muy grata visión.

Casi frente a mis ojos estaba una chica con su cabello mojado y su cuerpo escurriendo de agua, esa figura era ya muy identificada por mí, se trataba de mi amor de la playa, Natalya.

Sus manos enjuagaban su cuerpo, pasaban una y otra vez sobre de sus ricos senos, los cuales se les notaban los pezones ya un tanto levantados, sus piernas firmes y torneadas y un par de nalgas que eran el complemento ideal de ese cuerpo tan erótico y sensual.

Hay veces en que la fortuna nos sonríe y en esta ocasión lo había hecho conmigo, en la regadera contigua la chica que había hecho uso de ella se estaba secando ya, por lo que, me decidí a aventajarme un poco por ocuparla.

Abrí la llave para dejar caer el fresco líquido sobre mi desnudo cuerpo, haciendo gala de toda mi sensualidad realicé un espectáculo digno del mejor bar erótico, pasaba mis manos por todo mi cuerpo una y otra vez, para detenerme un poco más en mis firmes y redondos senos, los míos eran un poco más grandes que los de Natalya, los de ella eran pequeños pero con esa forma que enloquecen a cualquiera.

Me detenía a sopesar mis senos levantándolos un poco como si fuera a lamer mis propios pezones que ya estaban levantados al máximo, tiraba un poco de ellos, mis dedos se metían entre mis piernas como si tratara de sacar un poco de arena que se hubiese colado por debajo de mi bikini, y luego pasaba mis manos por mis nalgas en suaves círculos; todo esto estando de lado hacia Natalya, como si no notara la presencia de ella, como si estuviera en completa soledad.

Podía notar por el rabillo de mis ojos como Natalya no perdía detalle de todo lo que yo hacía, ella sin darse cuenta comenzó un ligero movimiento de sus dedos por entre sus piernas, yo seguía ensimismada en todas estas caricias a la vez que me lavaba todo mi cuerpo, en un momento yo me incliné para recoger la botella de shampoo, dándole un tremendo vistazo de lo que mis piernas ocultaban entre ellas, cuando estaba yo así levanté la vista para mirarla directamente, ella se sorprendió un poco al notar mi mirada cargada de deseo, asimismo, ella también se dio cuenta de todo el plan que yo tramaba.

Con ello logré que ella también me diera todo un show candente. Era por demás ocultar nuestra atracción, de mi garganta escapó un leve gemido que nos hizo volver a la realidad, no podíamos tener nada enfrente de tantas personas.

Casi corrimos hacia uno de los cubículos de los sanitarios, con nuestras ropas a medio poner, mal abrochadas y las dos sin nada de ropa interior. Primero entro Natalya, por lo que yo me dispuse a asegurar la puerta y así no ser molestadas, dándole la espalda a mi sensual cómplice ella me sorprendió metiendo sus brazos bajo los míos para que sus manos se colaran por debajo de mi mal anudada blusa, mis pezones se endurecieron aún más con el contacto caliente de sus dedos, sus caderas se presionaban sobre de mi trasero, como si quisiera penetrarme, sus labios se hundían sobre mi cuello, lo lamía y lo besaba a la par de sus dedos que jalaban mis sensibles pezones.

Mis manos se hicieron hacia atrás para llegar hasta sus redondas nalgas, si quizás le faltara busto, había sido congraciada con mayor trasero, era muy rico estar pasando mis dedos sobre esa superficie redonda y suave. Mis dedos levantaron su minifalda para alcanzar cada uno de sus redondos cachetes posteriores, tomaba cada uno con mis manos y los separaba.

Sus dedos en mis senos me tenían enloquecida, de entre mis piernas salían goterones de mis jugos, sentía como corrían por mis piernas. Natalya me volteó para que nuestras bocas chocaran en un salvaje beso, nuestras lenguas jugaban entre sí como si se conocieran de años, ahora mis manos le devolvían las caricias que me había dado, mis manos se llenaban con sus pechos, los apretaba hasta que casi querían explotar entre mis dedos. Ahora ella tenía sus manos en mi entrepierna, jugando con mis jugos que salían cada vez más de mi caliente vulva, sus dedos abrían mis labios para que otro más recorriera la apretada rajita de mi vagina.

Mis manos se bajaban por su espalda para llegar hasta su firme trasero, ahí abría yo sus redondas nalgas y mis dedos alcanzaban su apretado anillito y más abajo su caliente vulva. Esta chica era excitante, podía yo sentir como sus labios se sentían sin un solo vello sobre ellos, yo había visto como un triángulo coronaba su pubis, pero no había podido comprobar que estuviera con su vulva depilada.

Mis dedos jugaban una y otra vez con sus dos candentes agujeritos, se metían entre sus húmedos labios para salir a mojar su anito caliente, mis dedos se metían lo más profundo que podía desde mi posición; ahora mi dedo medio comenzaba a realizar círculos sobre ese apretado esfínter, hasta que logró traspasar esa apretada barrera. Natalya casi me cercena mi pezón al sentir como mi dedo se abría paso entre sus apretadas nalgas. Yo sentía tanto placer en mis pechos gracias a sus caricias orales el cual quería que ella sintiera también.

Yo quería sentir su cálida lengua sobre mi mojada vulva y mi erecto clit, así que, casi la tiré de espaldas para que cayera sobre la cercana taza. Yo coloqué una pierna por encima de ella, dejándola sobre el tanque de la taza, para dejar completamente expuesta mi vulva abierta húmeda y caliente, su lengua me dio una sensacional lamida sobre mis labios mojados, para comenzar a lamer toda mi vulva y el área cercana, de vez en cuando ella lamía y besaba mis muslos, impregnándolos de mis jugos, sus labios iban de chupetear y lamer mis labios a mi clit, estaba yo en el paraíso sintiendo como sus labios sorbían mi endurecido clit, este entraba y salía de su boca con gran fruición, mientras un travieso dedillo se colaba por entre mis nalgas, primero me masajeaba mi anito hasta que comenzaba a adentrarse entre el.

Con sus labios y su lengua sobre mi vulva y ese dedo arrancándome un sin fin de sensaciones, aunado a mis caricias que daba yo misma a mis pechos, comencé a sentir como explotaba en un candente orgasmo, mi cuerpo se tensaba por un momento para después dejar salir todo ese placer que me inundaba, mis músculos vaginales se contraían a la vez que una mayor cantidad de jugo salía de entre mis piernas, la vista se me nublaba por momentos, y mi orgasmo no llegaba a su fin, mi cuerpo se desmadejaba por completo a cada nueva sensación que experimentaba.

Con su boca aún pegada a mi entrepierna yo volví a la realidad mucho más excitada que antes, y con grandes ánimos de devolverle el favor a esta sexy chica.

Yo me incliné para alcanzar su entrepierna desprovista de vello, mi lengua trazaba círculos sobre sus muslos para hundirse entre sus labios mojados. Mi cara subía y bajaba, llegaba hasta sus pechos que yo mordisqueaba y regresaba hasta esos labios suaves y esponjados para continuar lamiéndolos.

Acercando mi boca hasta la suya mi lengua salió para adentrarse en su boca y así acariciar su lengua que tanto placer me había dado. Tomándola por sus brazos la levanté para colocarla contra la puerta del pequeño espacio en donde estábamos, la giré para que me diera la espalda, Natalya conocía muy bien mis planes, así que se inclinó levantando más su trasero, abrió sus piernas para luego comenzar a deslizar su minifalda por encima de sus redondas nalgas, era una visión perfecta la que yo tenía. Veía como a cada instante descubría una mayor porción de sus abiertos cachetes traseros.

Mi boca se hacía agua con este espectáculo, las yemas de mis dedos rozaban sus firmes y torneadas piernas en suaves roces, mis labios se paseaban por todas esas redondeces hasta que llego a pasar por la dulce rayita que las separaba, apretaba sus nalgas una contra la otra y dejaba mi lengua entre ellas, la cual deslizaba de arriba hacia abajo, luego dejaba que mi lengua hiciera un largo recorrido por entre estas.

Mi lengua pululaba sobre su vulva y su anillito, mis labios tomaban su clit para absorberlo tal como ella lo había hecho con el mío. Ahora mi lengua hacía suaves círculos en toda su entrepierna, se detenía en su perineo para darle un cúmulo de sensaciones, me encantaba como mis oídos se llenaban de sus gemidos.

Mi lengua hacía presión por hundirse entre los pliegues de su anito, hasta que logró traspasarlo, se metía y salía una y otra vez, de ahí volvía para introducirse en su ardiente vagina y darle el mismo tratamiento, mis dedos llegaban hasta sus colgantes pechos, los cuales al estar en esa posición se hacían más sensibles a mis caricias.

Con este juego doble de caricias sobre su vagina y su anillito su cuerpo comenzó a contonearse al encuentro de mis caricias, sus caderas se movían al encuentro de mi lengua, hasta que sin dejar de moverse ella comenzó a tener un sinnúmero de orgasmos, se seguían uno tras de otro, mi lengua chupaba sus jugos, los cuales se volvían más dulces a medida que Natalya se venía una y otra vez. Al estar en esa posición yo tenía libre campo de acción mi lengua pasaba por toda la superficie de sus nalgas y se metía entre sus dos calientes agujeritos.

Cuando ya estábamos más repuestas, nos colocamos bien nuestras ropas sin dejar de acariciarnos una y otra vez, nuestras bocas nos daban una muestra del sabor de nuestros propios sabores, así estuvimos un buen rato hasta que decidimos que era momento de salir de nuestro escondite.

Natalya me hizo prometerle que al día siguiente nos encontraríamos después de su rutina, me había dicho que me tendría una sorpresa preparada, no sabía si podría aguantar tal espera, quería pasarme todo el tiempo que me quedara en mis vacaciones con esta excitante chica.