Mi iniciación en la infidelidad
Había yo iniciado mi trabajo como consultor hace algún tiempo y la rutina me envolvía por todos lados.
Después de seis años de matrimonio, la vida sexual con mi esposa era bastante monótona y ella pocas ganas tenía de cambiar.
La verdad es que es bastante conservadora y las variaciones en la cama le gustan muy poco.
Estaba ya asesorando una compañía hotelera, cuando conocí a la gerente de alimentos y bebidas: una mujer ocho años menor que yo, con un cuerpo precioso, un culo espectacular y unos senos pequeños y bien torneados, rematados por unos pequeños pezones cafés.
Los días de trabajo se iban y alguna noche que se prolongó la jornada, me ofrecí a llevarla hasta su casa.
Estuvimos conversando en el carro por más de una hora y finalmente decidió despedirse.
Cuando se volteo para darme un beso en las mejillas, yo le tomé su cara y le di un tremendo beso en la boca el cual ella respondió con pasión.
Duramos un largo rato besándonos y acariciándonos, lo cual terminó por excitarnos mucho y los dos nos vinimos al tiempo, solo con caricias.
Yo llegue a mi casa a las dos de la mañana y estaba a mil.
Mi esposa se despertó, me saludó y continuó durmiendo, sin percatarse de mi empalmada y de lo mojado de mis boxers.
A la mañana siguiente salí como de costumbre y al llegar al hotel, mi nueva amiga me invitó a cenar a su casa esa noche.
Debo aclarar que ella vivía con una amiga en un apartamento.
Yo que nunca había sido infiel, no lo pensé dos veces y me invente una disculpa para llegar tarde a casa.
Esa noche al llegar, su amiga me saludó y se encerró en su cuarto; nosotros nos quedamos conversando en la sala.
De repente, nos empezamos a besar y nuevamente la lujuria nos envolvió.
Yo la acariciaba y después de pensarlo mucho (la conciencia hacia su trabajo), le baje su tanga y empecé a besar su entrepierna.
Poco a poco fui ascendiendo hasta llegar a su clítoris el cual bese y bese hasta que sentí como tenía su primer orgasmo.
Mi compañera nunca había llegado oralmente y se estremeció soltando cantidades de líquido.
No hay nada que más me excite que un buen oral y esa noche esa mujer descubrió que podía tener múltiples orgasmos de esa manera.
Al volver en sí, decidió devolverme el favor y me bajó los pantalones para iniciar una mamada como nunca había recibido.
Mi pene estaba a más no poder y ella empezó a besarlo y lamerlo bajando hasta los huevos y volviendo a subir, hasta que finalmente se lo comió todo y empezó un sube y baja que hizo que no demorara en venirme en su boca.
Ella nunca había recibido el semen así es que inicialmente no supo que hacer hasta que lo tragó por completo y le gustó tanto que se dedicó a recoger cada gota que aun escurría.
Después de una cena acompañada de caricias y de piernas inquietas, salí y al llegar a mi casa, mi esposa me pregunto lo de siempre y no hubo más comentarios.
Al día siguiente yo quería completar la faena así es que me inventé otra excusa para llegar tarde y nos fuimos al apartamento de mi nueva amiga.
Esta vez, su apartamento estaba solo y la pasión no se hizo esperar.
Ella me recibió con un vestido de falda muy corta y liviano.
Empezamos a besarnos y mis manos hicieron su parte en cada rincón de ese hermoso cuerpo.
Nos fuimos desnudando mutuamente y cuando estábamos totalmente desnudos la alce y la lleve hasta su cuarto.
Allí en su cama empecé a besarla de palmo a palmo y ella me propuso un sesenta y nueve que acepté gustoso. Nos besamos hasta un orgasmo simultáneo que se prolongó con caricias y besos.
Después de un rato ella tomó mi verga entre sus manos y esta empezó a crecer nuevamente: ella aprovechó y se sentó sobre esta y empezó a cabalgar cada vez con mayor intensidad.
En un momento dado ella se bajó y me pidió que la penetrara por el culo pues nunca lo había hecho.
Sin más súplicas, le empecé a besar su ano y le introduje uno por uno hasta tres dedos.
Ella gemía de placer y finalmente la penetré lentamente hasta que entró hasta el fondo.
Empecé a acariciarle su clítoris y sus senos hasta que empezó a aullar como nunca había visto.
Solo me pedía más y más velocidad y yo sentía como de su vagina salía cada vez más líquidos que aproveché a chupar de mis dedos.
Finalmente estallé en un orgasmo que me estremeció y la llené con mi semen que salía a borbotones.
Sorpresivamente mi erección no disminuyó (nunca antes me había pasado) y nuevamente cambiamos de posición para penetrarle su coñito muy despacio.
Ella no paraba de gemir y terminamos muy rápido.
Era su cuarto o quinto orgasmo de la noche y yo iba para el tercero. Fue como subir al cielo en segundos.
Finalmente después de unos minutos volvimos a empezar y le terminé besando cada rincón de su cuerpo, haciéndola llegar a un nuevo orgasmo que se prolongó gracias a que besé y mordí sus pezones con avidez.
Esta relación duró algo más de seis meses hasta que ella viajó a España.
Yo desde entonces he tenido otras dos aventuras que algún día les contaré.
Por lo pronto, estoy viviendo en El Salvador y quisiera tener contacto con parejas que quieran formar tríos.