Los amigos de mi esposa y las cosas que la hacen hacer.

Sin saber cómo ni cuándo, al igual que en otras ocasiones ya lo había hecho antes, ahí estaba yo a la mitad de la enorme tienda donde acostumbramos ir a hacer nuestras compras mi mujer, los niños y yo.

En realidad, es uno de los centros comerciales más grandes de nuestra ciudad, que en algún tiempo fue conocido como El Gran Bazar y en donde debido a su enorme extensión, algunos de los muchachos al servicio del establecimiento, usan patines para moverse con rapidez dentro de la tienda.

Sandra, mi esposa, y yo nos habíamos separado cuando ella fue hacia el área de cajeros automáticos, mientras que yo pasando por la sección de guardería, ante la insistencia de los niños por quedarse a ver en pantalla gigante una parte de los Monsters Inc. que aunque ya había comenzado y nosotros mismos tenerla en DVD en casa, les llamaba la atención para mirarla, por lo que acabé registrándolos con la señorita para que los cuidaran en tanto que yo iba a echar un vistazo a las herramientas, peces de acuario y discos compactos.

Entonces, me dirigí hacia los discos compactos, intentado mientras bobeaba, encontrar a mi mujer, pero sin ningún éxito.

Y tras unos minutos de buscar algún disco que me interesara comprar, opté por dirigirme hacia el área de herramientas para ver si descubría alguna novedad que hiciera más fácil todas esas tareas que siempre hacen falta en el hogar y que por extraña coincidencia, cuando la mujeres no salen temprano de casa a desayunar fuera los sábados o peor aún los domingos, a modo más bien de velado lamento que de una queja directa, vienen a su mente justo después de haberse sentado a la mesa y vernos comenzar a engullir el suculento alimento que ellas han preparado.

Haciéndome incluso creer que algo de maldad existe en sus cabezas cuando sin ellas darse cuenta, (al menos espero yo poder seguir suponiendo que esto ocurre por mera ingenuidad o desinformación y no en si por un mero y maligno afán de atormentarnos ) nos ocasionan uno de los sentimientos de angustia más grandes que puede hombre alguno afrontar ,al tener que abiertamente encarar nuestra a veces disimulada desidia y para una vez vencida por el inalienable deseo de cometer uno de los más codiciados placeres que el ser humano pueda tener y que comienza justo al momento en que habiendo dado justa cuenta de todo aquel cúmulo de objetos que pretendía ensuciar la superficie de nuestro plato, y teniéndolo que desaparecer dentro de nuestras fauces, ir a probar por fin ese delicioso sofá que iluminado por la tibia luz que se cuela por la ventana del cuarto de televisión, parece convertirlo en todo un santuario de la holgazanería.

Bueno, el caso es que después de la anterior licencia literaria, regreso al punto donde me quedé y que era precisamente el de encontrarme en aquel enorme centro comercial buscando a mi mujer mientras bobeaba con las herramientas, hasta que de pronto al dar vuelta en una de las cabeceras de los anaqueles, por fin encontré a Sandra, aunque debo de decir que no fue precisamente que de entrada me diera yo cuenta que era ella, si no que reconocí su contundente trasero que parecía estar próximo a reventar las costuras de la ajustada falda que llevaba puesta y que como si a ella no le bastara con que además de sumamente corta fuera suficiente, para colmo y regocijo de quienes pudieran pasar cerca, de tan ajustada que era su tela, las líneas de sus panties, resultaban completamente visibles para quien volteara a verla.

Allí estaba ella, parada frente a las herramientas, doblada por la cintura y sin casi flexionar las rodillas, para examinar en los anaqueles inferiores unos martillos y herramientas de uso pesado que parecía necesitar.

Justo a su lado, ¿en cuclillas se encontraba un jovencito con chaleco azul y un gran signo de interrogación en la espalda que acompañaba una leyenda que decía “Encontró lo que buscaba?., pregúnteme, yo puedo ayudarle».

Aunque por la posición en que él se encontraba, a los pies de mi mujer y recorriendo de arriba abajo toda la morfología expuesta de su cuerpo que ella le obsequiaba como regalo a la vista, comenzando por la punta de sus dedos que asomaban al frente de su altísimas zapatillas de tacón, continuando por la irregular superficie de sus tobillos y luego ir creciendo a lo largo de sus serpenteantes piernas y llegar justo hasta el punto en que la mórbida y delicada piel de sus suaves muslos, se ocultaban ya definitivamente de su mirada, bajo la tela blanca de la conspicua falda, más bien debería de haber sido mi esposa o quizás yo mismo el que le preguntara si acaso él ya había encontrado todo lo que buscaba o si aún quería ver un poco más de los encantos de mi mujer.

Aunque yo me encontraba viéndolos por la retaguardia, claramente pude notar como mi esposa no hacía intento por hacer descender el dobladillo de su ya de por si cortísima falda y que el muchacho no atinaba a siquiera intentar pretender hacer su trabajo, y en cambio toda su atención parecía estar ubicada sobre la anatomía de Sandra , sin poder decidirse a clavar su mirada , en sus piernas, la diminuta falda, prominentes glúteos o de plano mirar más descaradamente hacía sus senos que parecían estar a punto de desbordarse sobre el escote de la reducida blusa que ella había escogido para usar esa mañana y mantenerlos apenas contenido dentro de su sitio.

Yo por mi parte , callado intenté no hacer ningún ruido que pudiera perturbar la escena que ella, como buena exhibicionista que es, estaba teniendo con aquel muchacho, y cuando me ubiqué en un sitio prudente desde el cual observar.

Sólo me sonreí para mismo, mientras que observaba a mi linda, aunque no siempre bien portada esposa haciendo una vez más lo que mejor sabe hacer y que es excitar a los hombres con una de sus «inesperadas» exhibiciones, que como ya había ocurrido en el pasado, en caso de ser descubierta, ella siempre podía actuar de la manera más ingenua y pretender que todo se había debido a un descuido.

Debo admitir que cuando conocía Sandra, hace más de 10 años atrás, fue precisamente durante una de estas «accidentales» situaciones en que ella se encontraba y que, aunque de inmediato me cautivo su belleza y «temeridad» , al tiempo de salir con ella, durante un tiempo tuve mis serias dudas sobre si involucrarme definitivamente con ella siendo una mujer que podía en un momento dado causar tantos comentarios por su forma de vestir y comportarse.

Sin embargo, algo había en mí que me hacía volver loco cada vez que la observaba dándole a su pequeño espectáculo cuándo salíamos a algún sitio y ya fuera algún despachador de gasolina, mesero o conocido, el que se llevaba la grata «sorpresa» de haber visto un poco más de la cuenta.

Y cuando íbamos a bailar, poder notar como todo los demás hombres de la discoteca parecía querer devorarla con la mirada y ansiaban con estar a su lado, sabiendo muy bien yo que sería precisamente al que le tocaría la oportunidad de tenerla y llevarla a la cama.

Pasó el tiempo y aunque nunca se habló francamente del asunto, Sandra fue notando que, aunque abiertamente yo no aplaudía su «jueguito», al menos no la rechazaba por el mismo e incluso en las ocasiones cuando la descubría mostrándose ante algún otro hombre, lejos de expresar molestia por su actitud, terminábamos siempre en la cama tendiendo algunas de las más formidables sesiones de sexo que pudiera yo recordar

Poco después, una cosa llevo a la otra y juntos terminamos ante el altar, iniciando nuestro matrimonio y sin planear en ese entonces formar una familia hasta habernos compenetrado lo suficiente el uno con el otro. , cosa que con un poco de esfuerzo pudimos lograr, aunque resultó ser que quizás por entender el compromiso que había adquirido al casarse conmigo y el rol de mujer respetable y bien portada que a partir de ese entonces ella debería de tener,. dejó de intentar provocar las miradas masculinas y se dedicó a ser una linda y recatada esposa.

Y supuse que al igual que a mí me había ocurrido, ella simplemente había optado por despedirse de ciertas actividades y gustos con tal de irse haciendo a la idea de vivir en pareja y brindarle el respeto y el lugar que merecía, por lo que al igual que ella, me dispuse a vivir mi nuevo estado civil al pie de la letra y no fue sino hasta uno meses después de que naciera nuestro primer hijo, que después de haber bajado algo de peso tras el nacimiento del mismo, noté que volvía a usar aquellos vestidos que usaba antes de casarnos y que cuando compraba nuevo guardarropa, en vez de escoger algún vestuario que fuera más acorde con su condición de mamá, se interesaba por adquirir blusas y faldas que aunque no eran en absoluto inapropiadas, si resultaban bastante llamativas.

En fin ., lo único que puedo decir es que como quiera que fuera, su apariencia era nuevamente atractiva, pero por algún motivo que yo no podía entender a ella le parecía que ya no se encontraba en forma aun cuando yo se lo decía constantemente, supongo yo que esto era simplemente una cuestión de autoestima que ella sola tendría que reafirmarse con el paso del tiempo.

Pero lo que en realidad ocurrió fue que, aunque la maternidad le sentó más que de maravilla y era totalmente innecesaria su falta de confianza en sí misma, sin si quiera yo habérmelo imaginado todo el asunto pronto derivó en un aspecto inesperado de nuestras vidas que sin haber darme cuenta cambió radicalmente para antes de que nuestro segundo hijo fuera concebido.

Ella acababa de cumplir los 33 y su figura apenas delataba algo más de las medidas ideales de siempre, con 34C-de busto, 30 de cintura, Sandra es una bella mujer , con la delicadeza propia de una dama en sus detalles, modo de hablar y moverse y caminar , salvo por aquellas amplias caderas que al pasar junto a uno parecen contonearse como si su único fin fuera el de llamar la atención de las miradas que se clavan en su figura.

Y como dama que es, pese a que como he dicho anteriormente algunos de sus vestidos resultan a veces un tanto sugestivos, la mayoría de las veces usa bajo los mismos, medias, cinturones portaligas y conjuntos de ropa íntima sumamente evocadores y sensuales, aunque nada que pudiera resultar vulgar sino más bien el tipo de prendas que se pueden ver en catálogos de ropa íntima o uno imaginaría que las estrellas de cine usan durante aquellas galas de premiación.

Además de esto puedo decir que nuestras relaciones íntimas resultaban bastante satisfactorias, aunque dada su idea respecto al sexo Sandra , no era muy partidaria de que yo intentara cosas muy aventuradas en la cama, como lo sería el dejarme hacerle el sexo oral o ella satisfacerme de esa manera, a no ser que antes del intercurso sexual, nos hubiéramos bañado y de la regadera no fuéramos directo a la cama.

Por otra parte, antes de continuar creo que es oportuno comentar que antes de que las cosas comenzarán a suceder , ya después de haber nacido nuestro pequeño, cuando la volví a sorprender dándole un pequeño espectáculo al dependiente de una zapatería a la que mientras yo la esperaba afuera haciéndome cargo del niño, ella entró con el pretexto de probarse varios modelos, y le dejó ver bastante arriba de su falda, llegando incluso yo a notar como ella con las piernas un tanto separadas permitió a su admirador ver lo que ella llevaba puesto bajo de la misma y regresar a casa depuse del trabajo con el imborrable recuerdo grabado en su mente de la vista de las prendas más íntimas de mi mujer.

Mientras que yo por mi parte en la noche cuando ya nos acostábamos para dormir comenté con ella un poco de lo que había visto, intentando hacerle saber ya de manera más clara mi gusto por sus «shows» aunque suponía que en lo sucesivo debería de ser más cuidadosa al respecto. Pero su única reacción fue decirme que no sabía bien a que me refería yo y que fuera lo que fuera debería de haber sido un malentendido, ya que ella era una mujer decente y madre de mi hijo.

Aunando a su anterior queja , la de decir que no entendía que en caso de que eso ocurriera yo pudiera ser tan complaciente como para no molestarme y dejarla cometer la clase de acto que según ella ahora yo le reclamaba.

Y yo por mi parte algo confundido con su actitud , sólo le comenté que quizás pudiera ser que todo se debiera a una confusión, y ella me aseguró que así era…»No podría imaginarme a mi haciendo algo como lo que tú dices o estar con otro hombre que no seas tu mi vida, recuerda que soy tu mujer, la madre de tu niño y soy una mujer de un sólo hombre»

Aunque bien sabía yo lo que había visto pero ya no quise objetar y decidí dejar las cosas como estaban.

El caso es que paso un poco más de tiempo y yo por cuestiones de trabajo, tuve que comenzar a ausentarme de casa frecuentemente y llegar tarde más de las veces que yo hubiera querido, regresando a ya por la noche con la única idea de irme directo a la cama y dormir un poco para poderme parar temprano y salir a trabajar nuevamente.

Hasta que un buen día en que encontrándome fuera de la ciudad comencé a sentirme sumamente mal y pude conseguir regresar a casa antes de lo previsto, decidido a descansar por al menos ese día y el resto del fin de semana.

En el estado en que me encontraba , cuando llegué a la oficina, mi secretaria me consiguió un taxi para que no tuviera que manejar hasta mi domicilio y antes de las 4:30 ya me encontraba en la caseta que da acceso al conjunto residencial donde vivimos, y yo habiendo dejado mi equipaje en la oficina , opte por apearme del vehículo para caminar hasta mi puerta.

Al llegar vi que tanto mi automóvil como el de mi esposa se encontraban en la cochera, por lo que decidí pillar a mi pequeño y a su madre que sin duda se sorprenderían de verme allí tan inesperadamente y entre sigilosamente por la puerta trasera, para no abrir la delantera.

En cuanto me hice paso hacia la cocina, distinguí la voz de mi mujer hablando con alguien y estaba yo por entrar haciendo escándalo para tomarla desprevenida cuando entrando a l desayunador, me percaté de que no hablaba ni por teléfono ni con mi menor hijo, si no que en la sala sentado junto a ella, había uno de esos molestos e insistentes vendedores de planes vacacionales que con todos sus papeles y folletos regados sobre la mesa de centro de la sala, parecía haber terminado de darle todo el discurso para venderle una membresía.

Fuera que ella hubiera comprado o no, quizás pensado en pedirle que le permitiera pensarlo un poco más detenidamente o comentarlo conmigo, el proceso de venta parecía haber terminado y el hombre sentado junto a mi mujer tomaba una tasa de caf, mientras que Sandra tomaba un vaso de transparente líquido que acorde con sus dietas, podría yo haber asegurado que era agua.

Dados los múltiples desniveles y dobles alturas en que está construida nuestra casa, desde mi posición cercana a la sala , pude ver aun sin necesidad de que Sandra tuviera que pararse de su lugar en el sillón, que ella llevaba puesta una falda de color principalmente rosa y blusa blanca que recordaba yo por ser un tanto transparente y que cuando se la ponía, siempre captaba mi atención y cuanto hombre no cruzáramos en el camino , pues de no tratarse la prenda con dos adornos que a forma de moño llevaba a frente, la tela dejaría totalmente a la vista la porción descubierta de los pechos de mi mujer y el brassier que llevara puesto bajo la misma, amén de que la falda se encuentra confeccionada con algún material de aspecto bastante grueso, que ocasiona que aun cuando la prenda en sí resulte ser bastante ajustada, confiere a su cuerpo , especialmente a su trasero un espectacular volumen y redondez , acentuándose el efecto según recuerdo yo, por el hecho de que además de ajustada al cuerpo, la falda es bastante corta como para que frecuentemente ella se la tuviera que estar ajustando y jalando hacia abajo para no descubrir ante la gente el borde elástico de sus delicadas de sus medias, especialmente si como era precisamente el caso, ella se encontraba sentada.

Sandra estaba sentada junto a aquel hombre y ya me disponía yo a hacerles notar mi presencia, cuando estirándome un poco más, descubrí que tal y como frecuentemente ocurría cuando ella usaba esa falda y esos altísimos tacones, la misma se había resbalado y la banda oscura al final de sus medias se alcanzaba a notar al menos desde donde yo me encontraba ubicado.

Pude suponer entonces que ninguno de los dos o mi hijo me había escuchado llegar y que a ella no le molestaba en lo absoluto el modo en que él parecía estar la devorando con la mirada, que por instantes se clavaba en todos aquellos que sus piernas parecían ofrecer ante sus ojos . Y supe como si ya hubiera esto ocurrido antes cientos de veces, que sin duda alguna aquel hombre no se iría de casa sin al menos haber intentado insinuársele a mi esposa.

Aún hoy recuerdo aquel momento y reconozco que lo único que tendría yo que haber hecho era hacer algún ruido y todo habría terminado de manera instantánea, pero en vez de eso, decidí ver que era lo que podría ocurrir cuando el sujeto aquel lo intentara y poder así constatar las palabras de mi mujer. Por lo que implemente me quedé callado y dispuesto a presenciar el momento en que ella lo corriera de la casa.

Él se encontraba recostado sobre el sillón y con un brazo extendido obré el respaldo en dirección hacia Sandra, que se había adelantado hacia la mesa para tomar su vaso y tomar otro poco de agua.

Cuando acabó de tomar del vaso , lo colocó nuevamente sobre la mesita y haciéndose hacia atrás sobre su asiento, de pronto sintió la sorpresa de encontrar aquella mano en contacto con uno de sus hombros y para alivio mío pude ver como ella se sobresaltó y reaccionó con la intención de apartarse de su lado., pero él fue más rápido y sin darle tiempo para hacerlo, cerro la mano sobre su hombro y halándola hacia si, le dio un beso en la boca.

Tan sobresaltado o quizás más yo que ella, apenas pude contener un instante la respiración cuando la alcancé a escuchar dando un fuerte suspiro de asombro que casi instantáneamente fue silenciado por la boca de él cerrándose contra sus delicados labios y ya sólo pude notar una de sus femeninas manos agitándose levemente en el aire como si intentara oponer algo de resistencia ante la inesperada situación en que se encontraba. Sin embargo, aquella pequeña mano no hizo en realidad un verdadero esfuerzo por apartarlo del todo y sólo siguió batiéndose inútilmente en el aire.

Entonces , por fin , después de unos instantes más, él se separó para mirarla a los ojos antes de tomándola por la barbilla, acercare nuevamente a sus labios y plantarle un beso más decidido que el anterior, acompañándolo esta vez , de aquella mano que, habiendo abandonado su lugar sobre el hombro de mi mujer, comenzó a bajar rumbo a sus senos.

Y Sandra al sentirlo llegar, esta vez sí usó su mano para apartarlo, pero sin hacer más intento por terminar el beso.

Suavemente lo apartó y subió junto con la suya, su mano para dejarla sobre su hombro, pero apenas unos instantes después, había vuelto a bajar y aunque ella parecía pretender apartarlo nuevamente, él no sintió gran resistencia por parte de mi mujer y pronto ya tenía ambas manos sobre el frente de su blusa jugueteando con los moños que le cubrían aquella parte del cuerpo y tratando de encontrar los botones que le permitirían meterles mano a los pechos de mi mujer.

Entonces noté como apartando hacía los lados, había conseguido desanudar el adorno y logrado desabrochar al menos tres o cuatro botones de su blusa, para comenzar a hurgar dentro de las medias copas del brassier que normalmente usa cuando va con esa la misma, y que su falda había subido tanto por sus piernas que ahora dejaba ver las gomas de las ligas con que sujetaba en su sitio las medias, mientras que Sandra intentaba forcejear con él y quitárselo de encima.

Yo Simplemente me encontraba en estado de estupefacción, como si drogado estuviera impedido de hacer nada por evitar lo que parecía que pronto iba a ocurrir en mi propia sala, en tanto que fascinado observaba como un completo extraño intentaba propasarse con mi mujer, la escena parecía estar siendo tomada de una de esas películas de viernes por la noche que pasan por cable, aunque en esta ocasión era diferente a lo que ocurría a aquellas heroínas y en vez de ser una actriz la que protagonizaba el difícil momento., era mi bella mujer a la que yo quería ver para saber si lograba o no liberarse de la situación en que sin duda alguna, ella misma se había metido.

En el forcejeo , el sujeto aquel había conseguido ya casi abrir por completo la blusa de mi mujer y zafar de sus hombros, uno de los blancos tirantes del brassier para levantar de la copa uno de sus senos y acoparlo con sus gruesas manos, permitiéndome así ver su sonrosado y duro pezón que parecía hablar por sí sólo al manifestar que la manipulación de que estaba siendo objeto por aquel hombre, estaba surtiendo su efecto sobre sí mismo y el cuerpo de mi linda esposa.

Entonces después de pellizcarlo un poco más y retorcerlo entre sus dedos, el vendedor decidió ir más allá , para sin mediar pregunta o contemplación alguna, súbitamente terminar el beso que él estaba dando a Sandra y dirigirse con su boca hacia sus pechos para comenzar a lamerlos y succionarlos mientras que los presionaba firmemente entre sus dedos, al mismo tiempo en que mi esposa sintiendo la nueva caricia, sólo echó hacia atrás la cabeza, apartando los labios para dejar escapar un suave gemido que salió de sus pulmones, justo al mismo momento en que ella entrecerrando los ojos, parecía abandonarse por completo ante los deseos de aquel hombre. Incluso llegando a dejarme ver el momento en que, apoyando sus propias manos contra la nuca del individuo, lo atrajo más hacia sus pechos para azuzarlo a que continuara pegándose a sus tetas como becerro lo hace con las ubres de sus madre al querer mamar su leche.

Entonces él al igual que yo , al sentir las manos de mi esposa encomiándolo a seguir succionándolo, debió de entender que independiente de lo que mi mujer pudiera decir, simplemente era una hembra para ser tomada y se encontraba ya casi por completo a su merced y suspendió su labor obre sus pechos para voltear a verla mientras le susurraba algo que no alcancé a escuchar bien y volvió a besarla en la boca nuevamente , mientras que con sus manos iba esta vez en busca de la separación entre los muslos de mi mujer.

Una de aquellas fuertes manos se acomodó obré la rodilla de Sandra y comenzó a subir por sus muslos hacia arriba, buscando meterse bajo del poco recatado e inconveniente dobladillo de su falda, logrando apenas unos segundos más tarde pasar más allá de los broches de goma de sus ligas, hasta desaparecer bajo su falda; intentando alcanzar su objetivo que, supongo yo, se encontraba justo al final de las piernas de mi mujer, y esta al sentir aquella invasión de su privacidad volvió a hacer un intento por apartarlo, aunque para ser honesto , puedo decir que a diferencia de la vez anterior en que con tan poco éxito pretendió mantenerlo a raya de su sujetador, al menos en esta ocasión, a este intento, lo siguió un segundo, luego un tercero y finalmente un cuarto y último por impedir que su mano llegara más adentro o permaneciera bajo su levantada falda por mucho tiempo, aun cuando con cada nueva intentona, la misma subía un poco más por sus muslos y yo pude notar que sin duda alguna con un par de ocasiones más en que lo intentara, el sujeto aquel ya no tendría necesidad de meter mano bajo la misma para poder tener más fácil hacia su intimidad, pues las pantaletas de mi mujer, pronto quedarían totalmente a la vista de él.

Hasta que sin serle necesario más jaloneo, de pronto ella dejó de apartarlo y comenzó a separar levemente las piernas para él, permitiéndole así tener más fácil acceso hacia su aún oculta feminidad, que de inmediato él empezó a acariciar con sus dedos por encima de la delicada y casi inexistente tela de sus panties.

Acercándose con cada caricia un poco cada vez más hacía el último e intachable secreto íntimo de mi mujer., que hasta ese día había únicamente reservado para mí.

En el proceso, su falda se encontraba ya casi totalmente enredada alrededor de su cintura y sus piernas descaradamente abiertas por completo hasta donde el sillón y sus propias posiciones sobre el mismo se los permitían y mi esposa dejando de aparentar el poco decoro que aún le quedaba, fue en búsqueda del hombre para que mientras lo dejaba toquetearla íntimamente, responderle a él con un beso apasionado donde parecía ya estar entregándosele por completo.

Y él notando ya que la señora de la casa estaba interesada en demostrarle ahora ella a él cuanto apreciaba su visita, apartando a un lado la tela de sus pantaletas, fue a hurgar hacia su hendidura.

… «Ohhh noooohh, no , debería estar haciendo esto ooohhhh noooo»… fue la primera expresión que escuché salir de labios mi mujer desde que todo había comenzado … «Ohhh no., esto está mal, miihhh marido podría en, en cualquier… mo oooohhhh … mentooooohh ., mi hhhiiiijoooo…ohhhh estaahhh aahhrrrr ibaaauhhhh»…. alcancé a entender sus palabras entrecortadas referirse a mí, mientras que sus caderas comenzaban a agitarse , buscando aumentar el placer que sus dedos le prodigaban al dedearla continuamente.

Entonces él le susurró algo al oído que la hizo titubear por unos instantes antes de que aparentemente no sin cierto temor aceptara buscar con sus delicadas manos, la bragueta del hombre ,al tiempo que le decía… «Por favor no se lo vaya a contar a nadie que me moriría de vergüenza si alguien se lo dijera a mi marido»…

No obstante, la pena que le decía, pude notar que no le costó mucho trabajo, encontrar el broche de la cremallera, para de un sólo jalón bajársela por completo y extraer la enardecida carne del hombre que reclama por su atención y ella aún en el estado de encantamiento y turbación sexual , al tenerlo entre sus manos, hizo un alto para enderezarse sobre el sillón y apreciar aquella barra que le ofrecían para hacer con ella lo que quisiera.

Y yo desde mi puesto de espionaje, de pronto vi a una mujer a quien aunque ya creía conocer después de tanto tiempo de haber vivir junto con ella y llevar puesto alrededor de uno de su dedos, la reluciente sortija con que yo la desposara hacía años atrás, ahora súbitamente me resultaba casi una desconocida a quien jamás hubiera imaginado yo haber visto antes, cometiendo tan ilícito acto y mucho menos aún con un completo desconocido a quien dudaba mucho que ella hubiera conocido hacía más de 45 o 60 minutos y que sin embargo ahora tenía la fortuna de sentir aquellos delicados dedos cerrándose alrededor de su encendida tranca y que de no ser por el brillante que en uno de ellos resplandecía como prueba innegable de su pertenencia a mi mujer., yo jamás hubiera reconocido en tales circunstancias.

Lo que si me resultaba innegable es que en verdad aquel hombre se encontraba además de sumamente excitado, bastante bien dotado y que mi esposa se mostraba gratamente sorprendida por su tamaño, ya que parecía aferrare a él como si de un niño a un caramelo de tratara y aunque no pude distinguirla bien, algo curioso debe de haber habido en su mirada que ocasionó que su acompañante le dijera … «Qué pasa Señora encontró algo que no le gustara??? ¿¿O también eso le va a preguntar a su marido si puede tenerlo??»…

… » No, no es eso»… fue lo primero que contestó ella y luego de hacer una pausa , pero sin dejar poder apartar la vista de aquel enorme trozo de virilidad que tenía entre las manos, no pudo si no comentar … » Es que es muy grande y yo no sé… »

… » Nunca había tenido uno así de grande para jugar con él besarlo y acariciarlo???» … le interrumpió él sin dejarla terminar de decir y luego preguntar … » Te apuesto a que no se compara con el que tu marido te ha de estar dando., ¿¿verdad??»

«No., es mucho más grande que el suyo y nunca había visto a un hombre con uno de este tamaño»… Respondió ella con voz melosa sin mayor miramiento al estar dirigiéndose abiertamente al pene de otro hombre que ahora le pedía que lo comparara conmigo

Entonces él sonrió con aire de triunfo ante la declaración de mi linda esposa y mientras se incorporaba para acercarse al rostro de Sandra y plantarse frente a ella, le indicó … «Bien , así será mucho más divertido., ya verás como te gustan las grandes vergas»…. y le arrimo hacia el frente su enorme tranca para ofrecérsela y que ella se la llevara a la boca.

En ese punto , tal y como yo lo esperaba, mi esposa entendiendo lo que él pretendía, se detuvo sin saber qué hacer y estoy seguro que estaba por decirle que no le interesaba metérselo a la boca, cuando el tomando la justicia por su propia mano, usó su propia masculinidad para abofetear con ella ambas mejillas de mi mujer que, sorprendida, primero volteó la mirada junto con el resto de su cara, pero al sentir el segundo bofetón. Intentó echarse hacia atrás, al mismo tiempo en que girando sus ojos hacia arriba, intentaba mirarlo como si quisiera decirle que para ella el sexo oral no le era del todo grato.

Mientras tanto, él que no tenía realmente intenciones de andar negociando lo que esperaba que ella hiciera, la abofeteo unas cuantas veces más con su encendido falo, haciendo resonar sus mejillas una y otra vez al hacer contacto contra su piel, para después y sin soltar de entre sus dedos aquel enorme mástil que pretendía introducir dentro de la boca de mi mujer, empujarlo contra sus labios en repetidas veces, al tiempo que le decía …»Vamos Señora Del Valle, abra esa boquita que quiero verla alrededor de mi palo antes de que se la meta hasta el cogote»…

… «Mmmmffghh., es que yooomffgghh… nunnffgghhaa.. aaauuugghhh.» Apenas iba ella alcanzar a decir cuando aprovechando la oportunidad, el hombre la hizo gritar al darle un leve pero firme tirón de cabellos que hirvió para que haciéndola abrir la boca más de lo que ella tenía previsto, él introdujera por fin la punta del pene y para cuando ella cerrara la boca nuevamente, sus labios y cerraran en torno a su bulbosa cabeza.

«Ahhhhh, que ricooohhh, que linda boquitaahhhhh»… Fue su primera exclamación al entrar en contacto con la húmeda oquedad de mi mujer … » Ahora mámalo y déjate de pendejadas que quiero que me lo pongas bien duro para clavarte con él y no me digas que no haces esto con tu marido»…

Mi esposa volteaba la mirada hacia arriba para encontrar su ojos , al mismo tiempo en que parecía estarle diciendo que no., que efectivamente aquello que ahora él le hacía, era apenas un acto muy solemne que ella me tenía reservado sólo para ocasiones muy especiales en que deseaba complacerme por alguna circunstancia particular.

El hombre notó esa mirada con que ella lo decía todo y le dijo … «No puedo creerte., una mujer como usted Señora del Valle., que va con estas ropas ofreciéndosele a cualquiera que toca para venderle hasta cepillos para el baño y no te gusta mamárselo al pobre de tu marido???» … Usando aquella manera curiosa de referirse a ella empleando recordándole su condición de señora casada, mientras que en lo demás le hablaba de manera tan familiar.

«Eeeeesso., asiiii., eso es nenita., chúpalo bien y trágatelo todo entero que hay mucho más para tiiii»… Exclamó el vendedor al tiempo en que desde mi lugar pude ver en las mejillas de mi querida Sandra formarse unos hoyuelos al momento en que estas comenzaron a desinflarse de manera por demás humillante para mí, al intentar succionar tal y como él se lo pedía.

«¿Mami que ricooohh, ves como no era tan difícil?»… Preguntó él cuando sintió cómo ella ceñía sus mejillas en torno a su cada vez más robustecida virilidad …»Que linda chiquita, tu si sabes cómo sorberte un helado completo»…

Entonces él decidió probar algo diferente y tras dejarla hacerle un poco más, con un hueco, húmedo y sonoro ruido que se produjo al extraer de los labios de mi esposa su mojada estaca, que lucía casi totalmente cubierta con la reluciente saliva de mi mujer, y tras de restregársela brevemente por la cara hasta dejarla también embadurnada con su propia sustancia que comenzó a iluminar sobre sus pómulos. Y terminando por enderezarse un poco más, busco dentro de su pantalón para extraer el resto de su rampante virilidad, para tomarla con sus dedos y levantarla por completo al tiempo que se acercaba hacia su rostro y le decía. … » A ver reinita ., bésame los huevos para que me los calientes y te pueda dar su lechita»

Pasmado quedé cuando vi aquella monumental lanza levantada, tocando con su área inferior todo el rostro de mi mujer, cubriéndolo por completo desde la nariz hasta cubrirse y confundirse levemente entre la alborotada cabellera de mi mujer y reaparecer nuevamente, rotunda y enhiesta en todo su vigor ., al mismo tiempo en que tal y como le fuera ordenado ella aplicó un suave beso sobre aquellos enormes sacos de esperma y luego buscó con su lengua el otro testículo para besarlo con el mismo afecto que a su compañero.

«Hummmmm, que rico mamita!!!»… Exclamó él y luego comentó … «Los besas tan rico que me dan ganas de echártelos directo a la cara para ver cómo te ves con mi leche embarrada por toda la cara!!!!…. Apenas puedo imaginar que con esa misma boquita puedas comer y besar a tu esposo»…

Y después de hacer el anterior y sumamente perverso comentario, se retiró brevemente de mi mujer para contemplarla por unos segundos antes de buscar con sus manos apartar por completo ambos lados de la blusa de Sandra, que se mostró ante él sin preocuparse ya por fingir alguna falsa molestia y pretender ocultar ante sus ojos, el modo en que sus pechos ya casi del todo desbordados de su sostén lucían.

Pero lo que hizo después él me tomó por sorpresa al notar como iba a buscar el elástico frontal del brassier, con que este se unía por las copas y halándolo hacia delante, lo separó de sus senos que por uno instantes al verse liberados de la ajustada prenda se bambolearon agitadamente, hasta que una vez habiéndolo estirado lo suficiente, le fue posible arrimarse nuevamente hacia el pecho de mi mujer y colocar bajo el elástico su embravecida masculinidad para soltar la tela que de manera inmediata se contrajo sobre el miembro, aprisionándolo contra sus senos, donde se acomodó entre los mismos.

En verdad que la escena era algo nunca antes imaginado por mí, al ver a mi mujer, madre de mis hijos con aquella tremenda masculinidad colocada entre sus pechos y aprisionada por aquella prenda que yo le había visto usar tantas veces en el pasado y que sin embargo un desconocido había venido hasta mi casa para mostrarme un nuevo uso que se le podía dar como sujetador de virilidades., mientras que por otra parte habiendo ya concedido yo su mucho mayor tamaño que el mío, podía notar cómo pese a estar colocado en su nacimiento a la altura de los pechos de mi mujer, alcanzaba a rozar con la punta del mismo los labios de ella., haciéndome incluso sentir algo de envidia por un formidable tamaño.

Entonces él tomando por ambos pezones los pechos de Sandra, los ajustó aún más a su rededor, al tiempo que comenzó a deslizarse hacia arriba y abajo, golpeando en cada ocasión la barbilla de mi mujer que, sin poder apartar la vista de su recién descubierto y morboso nuevo juguete, no atinaba a saber que hacer o decir, hasta que entre jadeos él le indicó … «Vamos muñeca, abre la boca y cada vez que te lo presente chúpalo para que él sepa que te gusta y lo quieres tener dentro»…

Y yo por más de quinta o sexta ocasión en esa misma tarde, asombrado pude ver como mi mujer sin objetar como normalmente lo hubiera hecho conmigo, simplemente lo obedecía y sin preámbulo alguno se disponía a complacerlo sin si quiera mencionar nada al respecto del previo requisito de bañarse antes de llevárselo por segunda ocasión a la boca. Y así estuvieron unos minutos más, con aquel sujeto haciendo uso de las áreas que normalmente me eran negadas a mí por mi propia esposa, y ella besándolo en cada ocasión que este se la acercaba a los labios o dejándolo entrar para como si fuera un helado de limón, sorberlo por un instante antes de que este se retirara nuevamente hacia abajo.

Yo simplemente lo contemplaba haciendo aquello que querría haber sido yo y no él el que estuviera haciéndole a mi mujer, disponiéndome a presenciar el momento en que, sin poder contenerse más, por fin decidiera descargarse sobre ella., sin embargo, esto no ocurrió y unos instantes más tarde comentó …»Dios, ¡¡¡eres tan buena en esto que cuesta trabajo creer que ya seas casada y el tarado de tu marido no te ponga a comérselo cada vez que llega a casa!!!»

… «Por Dios, que grandeeeee» …Exclamó ella , en un tono que denotaba completamente la excitación de la que su ser era presa y luego añadió … «Me lo va a dar todo??, apenas puedo pensar en acomodármelo dentro»… Dijo ella sin siquiera tener el más mínimo de los decoros por permitirle que fuera él , quien le lo pidiera y no ella quien se lo ofreciera.

«De verdad la quieres sentir dentro???» … Preguntó él queriendo escucharla decir y luego ahondó. … «Harás lo que sea si te dejo tenerla ?»…

… » Si, pero por favor ya déjame tenerla, es preciosa y quiero sentirla» … Fue la casi desesperada suplica de mi mujer., y él aceptando la invitación, extrajo definitivamente de entre sus senos la encendida barra y mientras que la recostaba nuevamente sobre el sillón y dirigía sus manos para buscar los elásticos de sus pantaletas y jalarlos para despojarla de ellas deslizándolas por sus piernas hasta llegar a sus zapatillas y tras forcejear un poco con las cintillas de uno de los zapatos , aplicar un fuerte tirón y zafarlas de uno de sus pies, pero ya sin apurare más por batallar con la otra extremidad, dejarla colgando alrededor de su tobillo.

Mi esposa permaneció allí , con la falda enrollada sobre la cintura, con una pierna acomodada sobre el sillón, mientras que la otra permanecía sobre la alfombra apoyada sobre el afilado tacón de su zapatilla y su más íntima prenda que poco había hecho por proteger nuestro honor y su honradez y decoro., permaneció atrapada entre el cuero y la media de mi mujer, siendo pisoteada por la suela de su zapato. Y ella sin siquiera hacer el menor intento por cubrirse, se mantuvo en la posición que él la dejara, totalmente expuesta ante su mirada la casi absoluta desnudez de su cuerpo y más recóndito secreto que ahora únicamente parecía permanecer oculto bajo su enmarañado pubis .

Pero en vez de dirigirse a tomar posesión del cuerpo de mi mujer, su amigo aquel, se agachó hasta colocar sus narices , justo a donde debería de quedar la entrada a su reducto más secreto y aspiro fuertemente para inhalar su aroma de mujer y después clavar su prominente nariz contra su hendidura y comenzar a girar su cabeza conforme lo hacía., para después de distinguir algunos suspiros provenientes de la garganta de Sandra y cómo esta empezaba a convulsionarse de placer ante la mañosa e inapropiada caricia de su intimidad., corriéndose hacia arriba sobre los delicados vellos púbicos aparecer finalmente su tremenda narizota embarrada completamente por los jugos vaginales de mi amada esposa y tras unos instantes más durante los cuales permaneció totalmente pegado con la boca a intimidad de mi mujer, sorbiéndola gustoso., mientras que con gesto divertido parecía celebrar los espasmos con que el cuerpo de ella, parecía anunciar su inminente orgasmo…

«Ohhh, siiiii, me vuelves locaahhh , si , oh Dios que rico oohhhhh»… Alcanzó ella a apenas unos instantes antes de que casi desfalleciéndose por completo la pudiera ver tensando más sus piernas, y sin lugar a dudas experimentó uno de sus más escandalosos orgasmos que recordara yo haberla visto tener antes , terminando por dejarse llevar bajo la oleada de placer que había reventado con su lengua aquel individuo . …!!»Oooooaaaaauuhhhhh aauoooooooghhh hhhmmmmm»….

«Sabes deliciosa , apenas puedo creer que señora casada pueda tener este aroma de mujer cachonda como si estuvieras en brama» … termino de decir él mientras se limpiaba la cara sobre las medias de Sandra que impasible parecía en esta ocasión tener la menor preocupación por la limpieza que tanto predicaba conmigo.

Instantes más tarde, cuando al parecer el decidió que ya había sido bastante descanso para ella, se levantó de entre sus piernas y acercando hacia mi mujer su encendido falo, se acomodó más cerca de su entrada, disponiéndose a penetrarla y le preguntó … “Dime chiquita, ¿¿¿te gusta hacerlo con cuanto hombre llega a tu casa??? ¿O me vas a decir que soy el primero con quienes le pones los cuernos a tu marido?»…

…» Me gusta ahhhhh»… ¿¿¿Fue la casi agónica respuesta de mi mujer que sin embargo no alcanzó a concluir cuando no bastándole ya con el placer que acababa de recibir, ansiosa le ayudó a dirigirlo hacia su objetivo, y tomándolo entre sus finos dedos y lo guio hacia su entrada, donde sintió por primera vez la carne de sus labios inferiores siendo rozada por aquel descomunal miembro, preparándose para recibirlo en su interior … “ Con cuantos te has acostado antes???»… Fue la pregunta que siguió con la aclaración de él . … » Así , ¡¿¿sin condón está bien?? , por eso te pregunto, si no tomas precauciones»….

… » Por favor mételo yaaaahhh»… Trataba ella de decir cada vez que él se le arrimaba para juguetear con su lanza sobre su hendidura, pero sin atreverse aún a profanarla por completo y tentarla a pedirle más., hasta que en un instante de calma pudo por fin ella decir. …»De todas maneras de algo todos nos vamos a morir no crees?» y tras de hacer una pausa empujarse ella misma hacia abajo y provocarse ella misma la penetración al tiempo que le decía. «Ven acá y mátame de una vez»….

Entonces él ya sin más preámbulo, aprovechando la funesta invitación se lanzó hacia adentro para sumir dentro de mi mujer aquella colosal pértiga que por lo que alcance a escuchar, lejos de inundarla de placer , al menos en su primer intento le resulto molesta , pues su inmediata reacción al sentirlo entrar, fue la de abrir completamente su boca y tratar de articular palabras con las cuales pedirle que fuera más lento…. «Aaaauuggghhhh Noooo, nooo puedooo, enormeeeehhh, noooo, sacaloooohhh noooo»

«Tranquila chiquita, aguántese que usted me puso la verga caliente y ahora no me va a dejar así»… Contestó el divertido in intención alguna por echarse hacia atrás y luego añadió …»Imagínate que tu marido llegara o tu niño se despertara y pudiera verte así., te vez preciosa con tus piernitas abiertas para mí y el camote clavado hasta la mitad»…

«Nooohh , nooohhh , por favor, sácalo ya, no puedo , noooo»… Le pidió ella.

Pero sin hacer caso él entre gruñidos sólo le contestó … » Que pasa Señora ,.nunca había tenido uno tan grande??., esta tan apretado aquí dentro parece que fuera usted quinceañera virgen!!»… Y luego haciendo levemente hacia atrás para calmar por unos instantes la dolorosa profanación del cuerpo de mi mujer ,agregó …»Jamás había sentido un hoyito tan apretadito. Que rico mami, apriétamelo siiii ooohh siiii»…

Ella aprovechó la ocasión que le daba él para respirar más calmadamente y pedirle … “Hayyyyghhh Papito , ¡¡eres enorme !!, me matas con tu cosota, pero por favor no te detengas»… Terminando así con mi fugaz ilusión de poder considerar que al menos para mi mujer pudiera resultar molesto recibir dentro de su ser tan gigantesco aparato reproductor y detener su invasión.

» Tu lo pediste y aquí te va toda mi verga para que la sientas y al menos por una vez en tu vida sepas como es tener un macho de verdad entre las piernas!!» … Le soltó el hiriente comentario a mí ya envenenada de placer y enviciada mujer.

«Ooohhhh, papito solo ve despacioooooo y cojéeme toda entera ahhhhhhh ooouuuhhhhhh siiiiii, asíiiii»…. le pidió ella.

… » Te gusta mi verga verdad puta ???» … le preguntó ya él . incluso más decidido al ver el dominio que su masculinidad le daba sobre mi mujer., mientras que ella sintiéndolo ya casi hasta el fondo de su feminidad, se abrazó a sus hombros y pude yo ver como se aferraba fuertemente a él, clavando sobre la tela de su camisa sus largas y perfectamente arregladas uñas color vino, en tanto que subiendo los pies sobre la espalda de aquel hombre que había venido hasta mi casa para terminar fornicándose a mi mujer., y flexionando las rodillas, entrecruzó las piernas sobre el mismo y acomodo sus zapatos de forma tal en que sin lastimarlo de más, pudiera aun hincarle los tacones y azuzarlo para continuar con las embestidas que se preparaba ella a tener.

Aquella elegante y fina tela de sus hasta apneas minutos atrás, pulcras e inmaculadas pantaletas que todavía negándose a caer permanecían precariamente colgadas de uno de sus delicados pies, mostrando algunas grises señales que denotaban claramente el escaso cuidado que en esta ocasión ella había permitido tener al ser despojada de ellas y dejado que fueran pisoteadas de la misma manera en que ahora mi orgullo y dignidad eran mancillados, en mi propia casa y a escasos metros de mis propias narices.

Yo por mi parte apenas en ese instante al intentar moverme un poco de mi incómoda posición, tome conciencia de que , denigrante y perverso o adultero o no, todo lo que aquel hombre había estado haciendo con mi mujer había logrado excitarme como pocas veces recordaba yo haberlo estado y una desconcertante erección se había presentado dentro de mi pantalón.

Sandra estaba próxima a estallar nuevamente y yo pudo ver en medio de la agitación aquel reluciente brillante que coronando su anillo de compromiso, adornaba unos de los dedos que se cerraban alrededor de la palpitante erección que a modo de embolo entraba y salía de su cuerpo apresuradamente , cuando de pronto el modificando el compás de sus embestidas, se lanzó mucho más adentro de donde hubiera yo podido alcanzar jamás las profundidades de mi mujer y esta al sentirlo soltó un quejido ya más similar al de la hembra de algunos géneros animales en celo, al ser tomadas por el macho que se propone perpetuar la especie.

Pero sin embargo y tal como lo digo, aquello ya no era una grito más de dolor si no de infinito placer al ser poseída por aquel semental, por lo que ella en vez de apartarse, busco con sus propias fuerzas hacer incluso más profunda la penetración, al mismo tiempo en que meneando las caderas sobre el sillón pretendía recompensarle de alguna manera por el enorme placer que él estaba prodigándole con su sumamente bien proporcionado órgano sexual. Y pronto volvió a gritar un poco más y jadear, mientras que alzándose sobre sus tacones que como puyas parecían clavarse en la espalda del infeliz., volvió a experimentar un nuevo éxtasis y estalló con todo su cuerpo alrededor de la tremenda estaca que tenía clavada hasta el centro mismo de su ser.

El sujeto, notando como gozaba ella con cada nuevo clímax que parecía arrancarle de sus entrañas , decidió retirarse por completo extrayendo de aquella anhelante cavidad, toda su gruesa columna, que por un momento pude apreciar en toda su magnificencia, completamente cubierta y bañada por los transparentes jugos con los que mi mujer afectuosamente la había embadurnado al haberla tenido abrigada dentro de su femenina gruta y que ahora comenzando desde la punta que aparecía especialmente mojada., relucían por toda su extensión hasta la maraña de pelos, donde se desaparecía su raíz.

Lo que hizo a continuación, fue algo que tendré siempre guardado entre mis recuerdos más imborrables, como uno de los momentos más morbosos y placenteros, que yo vaya a vivir, al montársele sobre los pechos, para acercarse a ofrecerle su encendida tranca, mientras que Sandra cerrando sus lindos ojos, apartaba los labios para recibirlo dentro de su boca, formando una obscena «O» para que él atinara en el blanco. Cosa que tal y como era de esperarse no rechazó y de inmediato acertó a sumírsela por completo y detenerse únicamente cuando la escuchó regurgitar y sus rizados vellos púbicos , amenazaban con cubrir el rostro de mi mujer y extraerla nuevamente para dejarme ver aquella gran barra ahora también cubierta por la espumosa saliva que ella había aplicado sobre la misma para mezclarse con sus propios jugos vaginales.

Pero entonces el en vez de continuar su asalto a la delicada boca de mi hasta entonces amada y bien portada esposa, él se acercó aún más hasta envolver entre sus muslos todo el rostro de mi mujer mientras que levantando su pértiga hacia el cielo, volteaba a mirar hacia abajo y aún incluso antes de que le pudiera decir que era lo que deseaba, dejar escapara un gran suspiro que se transfiguró más bien en gruñido cuando agitado le escuche … » Oooooaaagghh, ooorghhhhmmmm ., Sí , así chúpame las pelotas , mámamelas para que me las calientes y te pueda echar más leche!!!»

Echo su cabeza hacía atrás , mientras que deleitado continuaba sintiendo los labios de mi mujer explorando cada centímetro de sus enormes sacos rellenos de esperma y le dijo … “ Dios mío, ¡¡¡lo haces como las profesionales!!!., me estás haciendo que casi me venga sobre tu cara para embarrarte con ellos todo tu pelo y dejarte mis mocos de pestañas!!!»… fue el quizás poco digno y soez comentario., pero sin duda alguna muy bien merecido para mi mujer, que con un abandono que jamás me hubiera esperado yo ver, parecía estarlo volviendo loco., al punto de hacerlo exclamar … » Si, ¡¡así!!, eso es!!., bésalos y piensa que allí dentro traigo el espermatozoide con que podría dejarle un hermano a tu hijo para que jueguen!!!.

Aquel sucio y por demás insultante comentario, de pronto casi me saca de mis casillas al hacerme considerar por vez primera que tal y como él lo decía, mi confiada mujer, además de estarse revelando ante mi como una verdadera puta, pudiera quedar embarazada con la semilla de aquel sujeto, si ella no hacía nada por impedirle terminar dentro de su fértil cuerpo., pero me contuve de saltar por las escaleras para ir a sacar a golpes a aquel tipo de mi casa y reclamar al menos algo de la poca dignidad que mi adultera esposa pudiera aún conservar y poseído por un extraño deseó, me mantuve en mi sitio para continuar presenciando aquel duro tormento que insospechadamente el destino me había puesto en el camino.

Entonces él terminando de estar satisfecho por el excelente trabajo que mi mujer le hubiera estado prodigando con sus labios y lengua sobre sus empapados testículos., Se retiró de la proximidad con sus boca, haciéndose para adelante incluso un poco y dejando resbalar a su paso aquellos enormes sacos colgantes, por todo el rostro de mi mujer, hasta que por unos breves instantes, solamente su culo quedó cubriendo su cara y aprovechó el para sentarlo encima de ella y comentarle lo bien que según él se sentía, la nariz de mi esposa empujándose contra su ano … » Huuyy mamita , podría quedarme aquí por horas pidiéndote que me lamieras el culo y sentarme sobre tus narices para que me las encajaras cada vez que me olías!!»… Terminó de decir, apenas un instante antes de que, terminando de resbalar por el rostro de mi mujer, buscara apoyarse sobre el sillón para levantarse.

Sandra quedo ahí tendida sobre nuestro sillón familiar, con las piernas abiertas en manera por demás indecorosa, las ropas que aún permanecían sobre su cuerpo completamente arrugadas., su normalmente pulcra y siempre bien arreglada melena, esta vez luciendo bastante desordenada., y con los restos de su propia saliva embarrados por todo su rostro, cubriendo parte de aquella respingada nariz y mejillas., mientras que para mí ver en semejante condiciones el siempre venerado cuerpo de mi mujer, constituía una franca bofetada a la decencia y autoestima.

Constituyendo la más incomprensible imagen misma del ansiado placer, fusionada con la más absoluta deshonra de haber conocido la innegable derrota de su fidelidad.

Y fue entonces que mientras absorto yo me encontraba, debatiéndome entre mis embarazosos y nunca antes tan confusos pensamientos., que aquel hombre fue a acostarse sobre el otro sillón y mi esposa enderezándose sobre el asiento, buscó con sus manos zafarse la prenda que aún permanecía enredada con su zapato y tras arrojarla sobre la mesa de centro, donde fue a parar cerca de los folletos de aquel hombre., finalmente se paró del sillón para terminar de desabrocharse la blusa que simplemente dejo caer al suelo para dejar al descubierto las incitantes copas de su brassier, el cual pese a resultarle innecesario ya en ese momento al tener desbordadas sobre las misma, ambos senos., decidió conservar para únicamente terminar de quitarse la falda y dejándola caer a sus pies para que fuera a reunirse con su otra prenda., fue a buscar a su joven amante.

Cuando se reunió con él sobre el otro asiento, este se encontraba recostado apenas con la parte superior de su cuerpo sobre el mismo y las piernas parcialmente extendidas hacia delante, doblándolas por las rodillas como si de un modelo humano de silla se tratara, suficientemente estable como para intentar al menos sentarse sobre él y probar su resistencia., que fue exactamente lo que mi mujer hizo, montándose sobre él para situar sobre aquella estaca, todo el centro de su cuerpo y abrazándose a él comenzar a descender sobre la misma.

Pudiendo yo ver desde atrás de su cuerpo como aquel tronco, lentamente fue desapareciendo entre sus nalgas mientras que ella sosteniéndose sobre sus tacones, iba doblando sus piernas hasta lograr empalarse por completo sobre aquel descomunal y venoso objeto que, para su goce, debía de estar llenándola como yo nuca lo había hecho ni podría hacerlo.

Así como al comenzar ella a moverse y agitar sus contundentes caderas alrededor de aquel miembro, cuando subía por el mismo, pude notar como cada pliegue de su feminidad parecía amoldarse por completo al órgano de aquel hombre que gozoso se deleitaba con la delicada protección que ella le ofrecía dentro de su cuerpo, mientras que a su salida parecía querer seguir acariciarlo, para retenerlo clavado por siempre dentro de sí, cubriéndolo con la deliciosa miel que su temblorosa anatomía producía para él., con el único fin y absoluta intención de hacerle más placentera la estadía y entrega absoluta de su cuerpo ante sus dotes de macho

Ella comenzó a moverse más lentamente, alzándose sobre sus piernas hasta que únicamente la cabeza del enardecido cuerpo permanecía oculta dentro de su caverna y estirando su ajustada feminidad sobre el mismo, parecía estar por salirse., para luego descender nuevamente a todo lo largo del mismo, mientras que como si drogada por el placer estuviera, empezó a decirle algunas palabras de aliento y admiración., diciéndole incluso que de ese momento en adelante , podría él tenerla cuantas veces quisiera cada vez que yo no me encontrara en casa.

Y él le contesto que, si ella quería, él mismo podría traer a la casa algunos amigos para que juntos la poseyeran hasta que ella no pudiera ya más … «De verdad que eres demasiada hembra para un solo pendejo. Ya verás cuando le cuente o traiga a mi jefe., de seguro te querrá sacar a pasear para presentarte con sus amigos»…

Y Sandra al escucharle decir esto, se acercó a su oído para comenzar cuchichearle algunas otras palabras de aliento, mientras que él comenzaba a agitarse violentamente contra su hendidura, apretándola por las nalgas como si quisiera usarla de marioneta guiñol a la que en vez de con las manos, se le operara con aquel tronco que él le tenía clavado todo por completo y quisiera acomodársela aún más y de mejor manera para recibir lo que sin duda serían ya sus últimas embestidas antes del inminente orgasmo con que la inundaría hasta el borde de su ser.

En eso , estaba yo ya , dispuesto a presenciar el momento final en que mi mujer rindiera ante él el punto final de mi ignominia y lo dejara descargar todo el torrente de su poderoso esperma, cuando escuchando algunos ruiditos provenientes del dormitorio de mi pequeño, descubrí que este se había despertado dentro de su cunita y queriendo sonreír y balbucear de contento ante la sorpresa de ver mi reflejo en el espejo, agazapado tras el barandal que daba hacia la sala., sobresaltado volví a la realidad para evitar que eso ocurriera y me escabullí lo más sigilosamente que pude hacia la cocina, para salir de la casa .

Al encontrarme nuevamente sobre el jardín vi que uno de los vecinos me saludaba mientras que veía a sus hijos jugar con balón y no supe exactamente qué hacer para no aparentar que algo extraño ocurría dentro de mi hogar o que mi presencia fuera del mismo pareciera extraña a algún otro vecino y simplemente fui hasta donde él estaba parado, justo al otro lado de la calle y le pedí el teléfono para llamar a ver si mi mujer se encontraba en casa dormida, pues yo había olvidado mis llaves en la oficina y ella no contestaba a la puerta.

Cuando él saco por fin el teléfono inalámbrico para que yo pudiera hacer la supuesta llamada, yo tuve que hacer toda la pantomima de marcar un número que alterándolo en uno de sus dígitos esperé que no existiera, para no tener así que complicarme más la vida en esos momentos, pues no estaba ya para pensar correctamente y planear más estrategias.

Finalmente, cuando consideré que ya había sido tiempo más que suficiente para aparentar que aparato llamaba sin recibir respuesta, apreté el botón para dar por terminado el intento y le comenté a mi servicial vecino que seguramente se trataba de que hubiera salido a hacer algunas compras y ya regresaría pronto para que pudiera yo entrar., cuando este en modo que no sonó del todo convincente me dijo que no la había visto salir en todo el día… «Que extraño. No recuerdo haberla visto salir en su carro., pero quizás debe haber salido después de ver al tipo ese que andaba vendiendo los tiempos compartidos y que ya les dije en la entrada que no deben dejar entrar»… ¡¡¡Se quejo y luego añadió …”Ya les dije que no se extrañen cuando alguna de las criadas se meta a algún vendedor y se los encuentren en pelotas revolcándose en la sala o recamara de sus patrones!!!…

Y yo no atinando si quiera a decir palabra alguna, al imaginar como en mi caso particular , en vez de a la sirvienta con algún repartidor, había llegado para encontrar a mi propia esposa entre los brazos del mismo hombre al que ahora él se refería, ¡¡¡sólo volteé a ver sobresaltado como se iluminaba el foco de nuestro recibidor para delatar la presencia de alguien dentro de mi domicilio … “Vaya!!!»… Exclamó él … » parece que si estaba en casa y no tendrás que esperar después de todo»… comentó.

Yo simplemente ya no pude decir más que agradecerle por el uso de su teléfono y atravesar bajo su expectante mirada , hacia mi puerta, donde por fin toqué el timbre, mientras volteaba a despedirme de mi vecino, esperando que dejara a sus hijos jugar en el jardín y se metiera a su casa, para que no alcanzara a ver a mi mujer cuando me abriera la puerta.

Cuando finalmente me abrió, justo a su lado se encontraba parado el agente de ventas, con una sonrisa de oreja a oreja , que dudo que hubiera sido la misma si le hubiera yo dicho que sabía bien lo mucho que se había estado esforzando para convencer a mi mujer para que le comprara uno de sus paquetes de servicios.

Sandra me lo presentó diciéndome … » Hola Papito, te presento al señor Méndez que a fuerzas quiere venderme un tiempo compartido y no sabe aceptar un no por respuesta»…

Valiente comparación hacia mi mujer al querer referirse más bien a lo fácil que para ella había resultado decir un «Sí» y no al plan de ventas que seguramente el tipo aquel no había logrado completar

«Ya le dije que después yo te explicaría y lo llamaría para que nos trajera otros catálogos con los diferentes costos de sus servicios»… Añadió ella dejándome pasar hacia el interior de la casa, donde más cerca de los sillones donde él había estado tomando su victoria sobre su fácil cuerpo., el aroma a sexo se hacía cada vez más fuerte, aun cuando parecían haberlo querido ocultar tras el humo de un cigarrillo.

Como sea fue que pase el desconcertante momento de estar hablando con el hombre que apenas minutos antes había estado gozándose a mi mujer como yo nunca lo había hecho, y mientras hablaba sobre sus planes de promoción, intentar apartar mi vista de aquellas manos que yo había visto paseando por todo su cuerpo y despojándola de su prenda más íntima para ofrecerle la mejor tarde de sexo que ella hubiera jamás soñado siquiera tener.

Aguantándome y tratando de comprender mi tan extraña actitud al no haber optado por al menos gritarle a la cara que bien sabía yo la adultera que tenía yo por esposa, pasamos el resto de la tarde después de que el tipo aquel se marchó , jugamos con el pequeño , mientras que yo al verla besándolo, no podía apartar de mi cabeza la imagen de aquellos mismos labios con que ahora besaba a nuestro pequeño tesoro, acomodados alrededor de aquella descomunal tranca con que apenas horas antes aquel tipo había profanado la santidad de mi hogar y el buen nombre de mujer.

Finalmente, deje pasar algo de tiempo antes de decidir que no haría nada al respecto, como no fuera permanecer a su lado, sin revelarle la condición de mi consciente cornamenta, esperando que algún día algo ocurriera que nos hiciera cambiar y quizás hacerle saber del momento en que, sin ella saberlo, yo me había enterado de todo.

Desde entonces para acá, además de percibir el estado siempre latente de la sexualidad de mi esposa,. Sus constantes flirteos con chicos de las tiendas o incluyendo a nuestro vecino alguno que otro conocido mío.

Me las he ingeniado para estar presente durante al menos 10 de sus escapadas dentro y fuera de casa, entre las cuales he visto traer al tal Méndez, a algún otro conocido con quien queriendo él quedar bien, ella lo complaciera o incluso cumplir su promesa inicial de hacerse acompañar por su jefe para que atendiéndolos al mismo tiempo, los dejara hacer uso de su cuerpo para que mientras uno gozaba de su linda boca, el otro la penetrara ferozmente hasta terminar ambos dentro de ella sin protección alguna.

Así como también en una ocasión habiendo conseguido a alguien para que se hiciera cargo de nuestro hijo., la pude ver salir de casa un día con un vestido que de tan corto dejaba casi de fuera la parte baja de sus nalgas y era tan descarado que me habría hecho pasar una vergüenza si alguno de nuestros vecinos se la hubiera podido encontrar al salir vestida a la calle de esa manera.

Y todo para ir a encontrarse en el bar de un hotel con aquellos dos tipos y otros de sus amigos a los que no pude seguir cuando junto con ella abordaron los seis a uno de los elevadores que los llevaba hacia las habitaciones. Superiores.

No sé, como alguien me dijo hace poco durante una conversación, sé que quizás este yo completamente loco disfrutando del tan insano placer que me produce enterarme de sus infidelidades y alguna que otra espera al lado de nuestro niño, mientras que ella inventando algún absurdo pretexto sale de casa para ver a sus «amigas», pero tal vez algún día entré yo, en el preciso momento durante el cual se encuentre complaciendo a alguno de sus amantes y simplemente me siente como cualquiera de sus amigos a esperar mi turno para probar los placeres que ella les tiene reservados sólo a ellos.