Infidelidad autorizada

Todo comenzó luego de cuatro años de relación, con la que ahora es mi ex – esposa, nuestra pasión se redujo mucho por la rutina, y tratando de arreglar la situación, ella me propuso que tuviera relaciones con otra mujer, con una sola condición que ella estuviese presente.

Por aquellos días, tenía una vecina de nombre Carolina, divorciada y con un culo y unos senos de campeonato.

Para ella (que siempre fue amiga de mi esposa), yo no era indiferente, me lo demostraba cada vez que iba de visita al apartamento y al saludarme o al despedirse, siempre trataba de rozar sus deliciosos y bien formados senos sobre mí.

Entonces, luego de analizar todo esto con mi esposa, decidimos que ella seria la elegida y empece a realizar visitas a su apartamento, yo siempre trataba de acercarme a ella y con el mayor descaro del mundo intentaba tocarle sus senos o su trasero, que siempre permanecía cubierto con unos jeans que lo marcaban perfectamente y que cuando la veía de frente, también marcaba claramente la deliciosa concha que ya deseaba tener entre mi boca.

La invite a que el Viernes fuera al apartamento con la disculpa de jugar cartas, al llegar el ansiado comienzo de fin de semana, mi vecina muy puntual estuvo en el apto a las 8:00, dimos inicio a una partida de cartas donde el pago por perder cada partida seria una prenda de ropa, con tan mala suerte para Carolina y con tan buena para mí, que perdió bastantes seguidas, en muy poco tiempo junto con el calor de los brandys, ya se encontraba tan solo en un juego de brassier y panties negros de encajes y transparencias donde a plenitud se podía observar un delicioso y bien depilado chocho, así como unos pezones rosados y pequeños, esta visión hizo que mi falo tuviera una erección de la cual ella y mi esposa fueron testigos de inmediato.

Mi esposa entonces, toma la iniciativa:

Carolina, ves lo que ha provocado a mi esposo tu sexy ropa interior, pocas veces se le para tanto esa verga, ¿no te gustaría observarla?.

Ella algo sorprendida pero sin reparo dijo claro que si, no tuve otra opción ante esta petición y mi pantalón y mis boxers fueron a dar al suelo, y obviamente la cabeza roja de mi duro falo al cielo, mi esposa seguía incitándola, tómala entre tus manos y disfrútala, nuevamente Carolina se sorprendió de la oportunidad que le daba mi esposa, pero sin pensarlo mas, la fue tocando con mucha suavidad, dando un masaje de arriba hacia abajo que me hacia gemir de placer, luego fue dándole besos a mi glande e introduciéndola y sacándola de su húmeda boca, la cual se llenaba totalmente con mi verga.

Al cabo de unos minutos, yo gemía como un poseso y ella con una de sus manos acariciaba lentamente su clítoris, no dude y cuando sentí que iba a tener mi orgasmo apreté su cabeza contra mi pelvis de tal forma que sentí hasta la campana de su garganta y varios chorros de mi espeso semen, fueron a parar directamente en su traquea.

Mi verga descansaba de este primer encuentro con la boca de mi vecina, cuando mi esposa me dice: ¿Carolina te ha hecho rico verdad?.

Ahora te toca a ti hacerla disfrutar y diciendo esto, ya estaba yo quitándole el bra y dándole una chupada a esas tetas 36b con las cuales, ya había soñado muchas veces, mi vecina daba gemidos tan deliciosos que mi verga nuevamente empezó a crecer y a ponerse dura, lentamente mordía sus pezones e introducía lo más que podía sus senos en mi boca, con mi otra mano estaba acariciando el ya erecto y húmedo clítoris, sintiendo todos sus flujos en mi mano.

Bruscamente pero sin violencia cambie de posición y le quite de un solo tirón sus tangas e introduje mi lengua sobre su concha, sintiendo ese olor a sexo y morbo que tanto me encanta en una mujer, no necesite mas de tres lametazos en su vulva para que se retorciera de placer, tal manera que entendí que llegaba a su orgasmo No. 2 (el primero lo tuvo mientras me lo mamaba y yo no lo sentí.)

Mi verga que estaba a millón de sentir como llegaba Carolina, me permitió de inmediato entrar en esa concha húmeda de un solo envión, se la metí hasta el fondo, ella gritó de placer y gusto, nuestros cuerpos sudaban de los movimientos de pelvis y caderas que teníamos, yo no apartaba de mi boca sus tetas que me fascinaron y cuando sentí que me venia por 2 vez, inicie un meneo mas rápido que hizo que ella nuevamente gritara de placer (estaba llegando también), la llene de nuevo con mi semen esta vez en su concha caliente.

Al reaccionar recordé a mí esposa, ella se encontraba en un sillón con tres de sus dedos introducidos en su concha y gimiendo porque estaba teniendo el mejor orgasmo de su vida.