Capítulo 6

La guerra del diablo VI: Coincidencias

Tokio Japón. Hace dos meses.

El suave sonido de un pequeño gong indicó a los asistentes al templo Hikawua que la hora del rezo había terminado.

Respetuosamente todos hicieron una última postergación, ofreciendo sus oraciones a los espíritus y dioses que en los cuales ponían sus esperanzas.

Luego, poco a poco, se iban marchando hasta dejar vacía la explanada del templo.

Mientras, desde el altar, la joven sacerdotisa Rei Hino, Sailor Mars, los miraba partir satisfecha de su labor mientras la brisa de la tarde acariciando su larga cabellera negra.

A su lado su abuelo también disfrutaba de la hermosa estampa del sol entre los altos árboles que rodeaban el templo. Sin embargo, el trabajo no había terminado.

-Voy por Nicolás.-dijo el viejo sacerdote levantándose de su lugar.-Hay que limpiar la explanada antes de que anochezca.-

-No abuelito.- dijo Rei deteniendo a su querido protector.-Yo lo haré. Tú ya trabajaste mucho el día de hoy. Solo dile a Nicolás que venga a ayudarme.-el viejo miró a su nieta agradecido con los dioses por su bondad.

-Esta bien hija. Le diré que venga a ayudarte enseguida.-con paso lento el anciano caminó hacia la casa que estaba a espaldas del templo y desapareció. Por su parte Rei tomó una gran escoba, cuyas barbas estaban hechas de delgadas ramas, y comenzó a barrer. En ese momento la joven sacerdotisa escucho el sonido de unos pasos que ascendían a toda prisa por los escalones de piedra que llevaban hasta el templo. Intrigada cesó su labor y miró hacia las escaleras justo en el momento en que aparecía una chica, casi una niña, ataviada con un largo vestido en color azul celeste, complementado con un ligero chaleco del mismo tono y un elegante sombrero de ala ancha de color blanco.

La chica vio a Rei con una mirada de esperanza, pero también de infinito terror, y corrió hacia ella, con tal desesperación que tropezó y cayó al suelo.

En ese momento la princesa de Marte reaccionó y soltando la escoba corrió al lado de la chica.

Esta intentaba incorporarse desesperadamente, sin importarle ensuciar los elegantes guantes que portaba en las manos. Cuando Rei llego a su lado ella le abrazó como un náufrago a una tabla salvadora.

-¡Ayúdame!.-le suplico con tal ansiedad que Rei se estremeció.-¡Ayúdame!… ¡Ya viene!… ¡Ya viene!-

-¡¿Quién viene?!.-le pregunto mientras trataba de romper aquel abrazo desesperado.-¡¿Quién eres y quien viene?!.-la chica se soltó un poco y Rei pudo ver que era una bella adolescente de ojos cafés y cabello castaño claro, casi rubio, de rasgos semi infantiles que le hacían ver como un hada ó una princesa de cuento. Sin embargo su expresión estaba muy lejos de ser ensoñadora, sus ojos estaban hinchados por el llanto, con las pupilas dilatadas a causa del terror, su rostros estaba pálido como la cera y sus labios rojos temblaban convulsivamente.

-¡Ayúdame!.-repitió como si no hubiera escuchado las preguntas de Rei.-¡Lo prometiste!… ¡Juraste por nuestro amor que me protegerías!.-Rei la apartó de sí con violencia al escuchar esa palabras.

-¡¿Estas loca?!.-le gritó dando un paso atrás.-¡No se quien eres y no soy ninguna lesbiana!-

-¡Ya viene!… ¡Ya viene!… ¡Oh Kami Sama apiádate de la pobre Oyima!.-gritaba la chica desesperada. Rei miro a la chica con una mezcla de emociones en su pecho, por una parte deseaba ayudarla, pero sus palabras sobre su supuesta relación la repelían. ¿Acaso estaba loca? Indecisa volvió la vista hacia la casa más allá del templo. ¿Dónde estaba Nicolás cuando se le necesitaba? En ese momento la chica llamada Oyima volvió a abrazarse a Rei, quien luchó por apartarla.

-¡Ahí viene!… ¡Ahí viene!…-repetía compulsivamente.

-¿Quién?… ¿Quién viene?.-preguntó de nuevo la princesa de Marte.

-No tiene nombre.-dijo la Oyima respondiendo por primera vez a las preguntas de Rei.-Solo se que me persigue desde hace tres meses. Que cada noche me viola salvajemente, lastimándome hasta casi matarme, solo para retirarse después y volver a la noche siguiente.-gruesas lágrimas escurrían por las mejillas de Oyima, todo su ser se estremecía presa del pánico y sus brazos sujetaban a la sacerdotisa con verdadero afán.

-¿Quién eres?.-preguntó la princesa a Oyima al tiempo que, con un gran esfuerzo lograba romper su abrazo. Pero antes de que la chica pudiera decir una palabra más el estruendo de pisadas colosales sacudieron los cimientos del templo Hikawua. Al instante Rei sintió una presencia aterradora, algo que sacudió las fibras más íntimas de su ser, una esencia ante la cual su alma se marchitaba, algo más allá de cualquier demonio, extraterrestre o cosa que hubiera enfrentado en su vida.

El horror, sin embargo, no llegó de inmediato, primero llegó un viento helado que parecía salido de una región tan lejana que la mente humana no podía concebir, luego se hizo presente un aroma corrupto, más podrido y ponzoñoso que cualquier cosa sobre la faz de la tierra.

Entonces una fuerza invisible arrancó las pesadas losas de piedra del suelo y las arrojó en todas direcciones como si fueran hojas la viento.

Rei y Oyima se arrojaron al suelo para evitar la muerte, mientras el rumor de algo grande caminando hacia ellas se escuchaba cada vez más cerca. Hasta que finalmente algo se abrió paso, despedazando el arco ceremonial del templo, y se hizo presente ante las dos chicas.

En ese momento todo quedó envuelto en una oscuridad espantosa y antinatural. No era como las tinieblas de la noche que simplemente impiden ver las cosas alrededor, de hecho Rei podía ver perfectamente todo lo que pasaba en torno a ellas; era algo más intenso.

Era la negación de la luz, era como estar ciego y al mismo tiempo ver todo envuelto en un monstruoso espectro luminoso, ajeno a las frágiles leyes que el hombre tiene para esas cosas.

Por primera vez en su vida Rei experimentó un horror profundo naciendo en su alma, una desesperada ansiedad por salir corriendo de ahí, de escapar donde esa cosa que la miraba burlona desde esa luz negra no pudiera alcanzarla.

Entonces tomó una decisión, más por instinto de supervivencia que por heroísmo, y sacando su pluma de transformación de entre sus ropas se incorporó para gritar.

-¡POR EL PODER DEL PLANETA MARTE! ¡TRANSFORMACIÓN!.-en segundos sus ropas de sacerdotisa fueron reemplazadas por el característico uniforme de las guerreras de la luna.-¡SOY UNA SAILOR SCOUT QUE LUCHA POR EL AMOR Y LA JUSTICIA! ¡SOY SAILOR MARS Y TE CASTIGARE EN EL NOMBRE DE MARTE!-por toda respuesta la cosa emitió una leve risita, algo macabramente infantil, que a los oídos de Rei sonó más amenazante que las carcajadas de cualquiera de los enemigos que había enfrentado en el pasado.

Aún así había decidido luchar y sin pensarlo invocó sus poderes como princesa del planeta rojo.-¡Fuego de Marte! ¡Enciéndete!.-una gran bola de fuego brotó de las manos de la joven princesa y de inmediato salió volando hacia la bestia. Pero no hubo ningún resultado.

De hecho, aunque Rei no podía ver a su enemigo, tuvo la seguridad de que ni siquiera se había molestado en evitar su primer ataque. Herida en su orgullo de guerrera Rei se concentró al máximo para emplear su mejor técnica de ataque.

-¡Fuego Sagrado de Marte! ¡Enciéndete!.-un centelleante aro de fuego rodeó la silueta de la princesa de Marte, para luego transformarse en poderosos símbolos místicos, mientras una poderosa energía se concentraba en las manos de Rei antes de salir disparada contra el demonio en forma de cientos de navajas de luz. Pero el resultado fue el mismo. La bestia recibió toda la furia del ataque como su fuera una brisa del verano y volvió a reír como un niño espantosamente malvado. Aterrada Rei comenzó a retroceder paso a paso, hasta que el pánico la domino y dando la vuelta intento correr por su vida. Pero era el turno de la bestia y esta ataco sin piedad.

-¡AAAAAAYYYYYYYY!.-grito Rei al sentir sobre su espalda la fuerza de su enemigo. Su cuerpo quedó paralizado, flotando a unos centímetros del piso, incapaz siquiera de volver la cabeza para mirar cómo «eso» se acercaba. De pronto sintió que algo, como miles de afiladas uñas invisibles destrozaban su traje de Sailor Scout, al tiempo desgarraban la piel provocándole una serie de hemorragias por todo el cuerpo. La bestia la miró divertida, agitando sus enormes alas membranosas, mientras Rei lloraba como una niña atrapada en una pesadilla al tiempo que luchaba histérica por liberarse de esa fuerza que la tenía a su merced.

En ese momento la princesa de Marte sintió el contacto de largos y afilados dedos acariciando sus lacerados pechos, pero no podía verlos, descendiendo por su vientre hasta llegar la su entre pierna.

Ella hubiera querido cerrar sus muslos para impedir la invasión de su intimidad, pero aún eso le estaba negado. En eso escucho la voz de la bestia que la había vencido, una voz que le resultaba extrañamente familiar.

-Te vez hermosa así.- le dijo oprimiendo con mayor fuerza los pezones de Rei. En ese momento una cosa horrible apareció ante sus ojos, se trataba de un monstruoso tentáculo, grueso y largo como una serpiente, recubierto de pequeñas pero agudas espinas, en cuya punta reinaba un siniestro ojo rojo. Aquella cosa se contorsiono como una serpiente antes de deslizarse alrededor de los senos de su presa para apretar cada vez con mayor fuerza.

-¡Nooooo!… ¡Nooooo!.-.gritó mentalmente Rei al sentir como su carne era desgarrada por esa monstruosidad, cuya ponzoña le quemaba como un hierro candente. Entonces aparecieron otros tentáculos, cuya punta estaba provista de una boca dentada, que comenzaron a lamer la sangre que brotaba de las heridas en el cuerpo de la princesa. A cada roce Rei sentía un extraño hormigueo corriéndole por todo el cuerpo era como si…

-¡Noooo!… ¡No es posible!… ¡Esto no puede pasarme a mí!… ¡NOOOOOO!.-gritó para sus adentros, ya que no podía hacerlo de otro modo. La bestia río de nuevo, regocijándose con el sufrimiento de su víctima.

-¡Déjate putita!…-le dijo burlón el demonio.-¡Déjame ver si eres tan suculenta como lo pareces!.-mientras hablaba la bestia mando más de sus interminables tentáculos a rodear el cuerpo de Rei hasta que uno de ellos se enredó en el muslo de la chica y su repugnante cabeza quedó justo ante la flor virginal de la princesa de Marte.

-¡Noooo!… ¡Por favor!… ¡Te lo suplico!… ¡Eso nooooo!…-gritó mentalmente, tratando de alcanzar la conciencia de esa cosa. Pero la respuesta no fue la esperada.

-¿Aún no lo entiendes verdad?.-le dijo cruel.-¡A partir de este momento serás mía cuando yo quiera, de día o de noche; no importa donde te escondas o quien pretenda protegerte!. ¡Eres mía para follarte y juro que lo haré por toda la eternidad!.-uniendo la acción a sus palabras la cosa dejó que su tentáculo acariciara los delicados labios de la vagina de Rei antes de arremeter contra la delgada barrera del himen, la cual se hizo jirones por la bestial embestida, provocando a su víctima un agudo dolor que sacudió el cuerpo de la princesa de Marte.

-¡Aaaaahhhhhhhh!.-gimió Rei soportando el dolor de la violación. Su cuerpo se cubrió de una helada capa de sudor a cada ir y venir de las estocadas, gruesas lágrimas brotaron de los ojos de la pobre chica, mientras hilillos de sangre escurría por sus muslos. Rei sentía morir empalada por el largo y fuerte pólipo que parecía nunca terminar de entrar en ella. En ese momento la bestia retiró un poco de su poder y el cuerpo de la joven sacerdotisa cayó al suelo. Las uñas de Rei se aferraron a las viejas losas del piso para intentar escapar, pero la bestia solo la había soltado para que, de rodillas sobre en el suelo, sus nalgas quedaran expuestas para que otro de sus monstruosos tentáculos penetrara por el culo de la Sailor. Un dolor terrible estalló en el cerebro de Rei cuando su dominio fue roto.

Rei escuchaba los gruñidos de la bestia detrás de ella y horrorizada solo suplicaba a los dioses porque su tormento terminara, aún así luchaba todavía para no gritar, mordiéndose los labios, para no alentar la lujuria de la cosa que la poseía, pero en ese momento su cuerpo la traicionó, sus pechos comenzaron a crecer y de su coño brotó una secreción ardiente que resbalaba por sus muslos; hasta que no pudo más y sucumbió jadeante.

-¡YA!… ¡Ya!… ¡Por favor!… ¡Ya no más!…-Rei parecía una muñeca de trapo en manos de aquella bestia. A cada embestida Rei sentía que su estómago iba a estallar, su cuerpo escurría en sudor al tiempo que su cuerpo se convulsionaba salvajemente. Mientras los embates de la cosa se hacían cada vez más violentos hasta que un bramido de triunfo retumbó por todo el templo.

-¡NOOOOOOOOOOO!.-Rei se incorporó de un salto sobre su cama, estaba empapada en un sudor frío y su corazón latía con tal fuerza que le dolía dentro del pecho. Desconcertada miro en todas direcciones, la oscuridad que la envolvía era «normal» y poco a poco distinguió las formas de los muebles y demás cosas de su cuarto. En ese momento la puerta de abrió y su abuelo encendió la luz de la habitación.

-¡Rei!.-grito alarmado el viejo sacerdote acercándose a su nieta.-¡¿Qué pasa hija?!-Rei no podía contestar, su garganta estaba seca y sus labios temblaban sin control.-¡Rei!.-

-Yo… estoy bien…-dijo la joven con la poca voz que le quedaba.-Fue… una pesadilla.-el viejo sacerdote se sentó a un lado de la cama y acaricio el cabello de su nieta.

-Tranquila.-dijo dulcemente.-Todo está bien.-poco a poco la joven recobró el control y apenada se disculpó con su abuelo por la falsa alarma.

-Lo siento abuelo. No se que me paso.-

-Esta bien. Todos tenemos pesadillas…-por un largo rato el viejo sacerdote se quedó en el cuarto hasta que Rei recobró totalmente el control de sus emociones y se recostó de nuevo en su cama. Al día siguiente Rei se sentía mal, agotada por el insomnio y con un punzante dolor de cabeza taladrándole la mente, lentamente se puso de pie y caminando hacia el baño se ducho para reconfortar su cuerpo. Más tarde, siguiendo con su costumbre, se puso su kimono de sacerdotisa y acudió a orar un poco ante la hoguera sagrada antes de partir a la escuela. Esa mañana, sin embargo, su intención era buscar alguna perturbación en el cosmos que pudiera estar relacionado con su pesadilla. Pero no encontró nada. Aún así permaneció en trance por largos minutos hasta que una voz familiar la sacó de su concentración.

-Rei. El desayuno está servido.-dijo Nicolás desde el umbral del salón. Rei se puso de pie y sin decir nada salió hacia su casa sin mirar al joven ayudante. Este la vio caminar como una sonámbula, intrigado se rasco la cabeza tratando de imaginar que le había ocurrido. En el comedor de la casa Rei, su abuelo y Nicolás, se sentaron en torno a la mesa y tomaron un desayuno ligero a base de pescado y néctares de fruta. Esa mañana, contrariamente a lo normal, todos estaban muy silenciosos. Finalmente el abuelo de Rei rompió el silencio.

-¿Qué tienes en el cuello?.-preguntó mirando fijamente a Rei.

-¿Dónde?.-interrogó la joven tomada por sorpresa.

-Ahí.-ratificó el sacerdote señalando la base del cuello.-Parece una erupción o algo así.-

Preocupada Rei se levantó de la mesa y fue corriendo a buscar un espejo. Al encontrarlo pudo comprobar que tenía una gran mancha roja ascendiéndole desde el pecho hasta el cuello.

-¿Qué es esto?.-se preguntó mientras sus dedos tocaban la piel enferma. En ese momento su abuelo la alcanzó y mirando la extraña mancha le dijo preocupado.

-Tal vez deba llamar a la escuela y decirles que no iras hoy.-Rei lo miro y le respondió resueltamente.

-De ninguna manera abuelito. Esto es solo una irritación, supongo que un mosco me pico anoche.-dijo restándole importancia.-Ahora si me disculpas tengo que cambiarme de ropa.-el viejo se encogió de hombros y abandonó la habitación. Rei hecho una última mirada a la singular mancha y, segura de que no era nada grave, se ocupó en vestirse. En poco tiempo se puso el característico uniforme de la escuela T.A. para señoritas. Una blusa blanca, debajo de una chaqueta en color gris claro con solapas negras, una falda plisada en color negro, que le llegaba a mitad del muslo, unas calcetas blancas y unos zapatos negros bien lustrados. Así ataviada salió corriendo hacia su escuela.

La escuela T.A. para señoritas era una institución muy estricta y de un alto prestigio educativo, dirigida por una orden de monjas franco-alemanas que siempre usaban el tradicional habito negro, acompañado del cuello blanco y la cofia sobre la cabeza.

El edificio estaba construido al más puro estilo europeo, con una silueta pesada, de forma cuadrada, con gruesas columnas y arcos de medio punto, además de amplios frontones y ventanas de forma cuadrada.

Toda la construcción estaba hecha en un ladrillo rojo y negro que le daba al edificio una cierta policromía a la luz del día.

Además estaba rodeado de amplios y bien cuidados jardines donde las alumnas podía pasear o estudiar tranquilamente.

Esa mañana Rei llego a su salón y tomo asiento en su pupitre, saludando afectuosamente a sus compañeras que la miraban llenas de admiración, como si fuera una especie de «estrella local».

No obstante no todo era normal, una irritante picazón le atormentaba haciéndola pasar incesantemente los dedos por sobre la tela de su uniforme para rascarse lo más discretamente posible.

El sonido hueco de las grandes campañas de la vieja torre les indicaron que la primera clase estaba por iniciar.

En efecto la delgada y alta figura de la hermana Mary, maestra de matemáticas, penetro en el salón. De inmediato todas se pusieron de pie y saludaron a coro.

-Buenos días hermana.-

-Buenos días.-respondió la religiosa mientras depositaba unos documentos sobre el escritorio destinado para los profesores. Acto seguido se dirigió a la clase con un mensaje poco usual.-Atención.-dijo dando una palmadas.-El día de hoy se nos unirá una nueva alumna y espero que le brinden todo el apoyo que necesite para ponerse al corriente.-

-Si hermana.-respondieron a coro.

-Puedes pasar.-dijo la religiosa. Todas las alumnas tomaron asiento y miraron hacia la puerta del salón, en segundos vieron aparecer a chica por demás hermosa, que hacia que el severo uniforme de la escuela pareciera el traje de una princesa. Desde su lugar Rei sintió que la tierra se abría bajo sus pies al reconocer esa figura delicada, casi etérea, cuyas formas se insinuaban maliciosas bajo la ropa. Su bello rostro de facciones casi infantiles, con sus ojos cafés y su cabello castaño claro, casi rubio; y esos labios delgados y rojos como pétalos de rosa. ¡Era la chica de sus pesadillas! ¡En carne y hueso frente a ella y sus compañeras!.

-Mucho gusto.-les saludo con una voz dulce y melodiosa.-Mi nombre es Oyima Karazuma y espero que seamos buenas amigas.-acto seguido realizó la tradicional caravana hacia sus compañeras de clase. Rei no pudo soportar más y se puso de pie lista para enfrentar a esa aparición. Esperando la llegada del horror que la había derrotado en su sueño, pero nada ocurrió, excepto que sus compañeras y la hermana Mary fijaron la mirada en ella, intrigadas por su aptitud.

-¿Ocurre algo señorita Hino?.-interrogó la monja molesta por aquel desplante.

-Yo…. yo….-balbuceó Rei mientras dejaba que sus facultades psíquicas brotaran, esperando cualquier señal del ente maligno, pero no encontró nada, ni siquiera un pensamiento pícaro en la cercanías. Entonces reparó en las miradas inquisitivas de todos los presentes y en segundos ideo una excusa.-Yo quisiera ofrecerme para mostrarle a la señorita Karazuma las instalaciones de nuestra escuela.-

-Muy amable de su parte señorita Hino.-dijo la religiosa no muy convencida.-Señorita Karazuma tome el lugar junto a la señorita Hino.-la chica obedeció y tomo asiento junto a Rei. Una vez hecho eso. La religiosa volvió su atención hacia la clase del día.

-Muy bien. Ahora abran sus libros en la página 98.-todas cumplieron la orden, pero Rei no prestó atención a la lección, estaba demasiado asustada para eso.

Ciudad Gótica: El presente.

La doctora Ariane Derleth, experta en parasicología y ciencias ocultas, se encontraba enfrascada en la traducción de un viejo libro francés sobre alquimia.

Un ejemplar muy raro del siglo XVI, de autor desconocido que recientemente había llegado a sus manos.

Sus ojos se paseaban sobre las amarillentas hojas de papel, descifrando las palabras y los símbolos que su creador había plasmado, al tiempo que anotaba cuidadosamente sus observaciones en una pequeña libreta.

A su alrededor las sombras de la noche se habían apoderado de su cubículo en la universidad de Ciudad Gótica, pero eso no le interesaba.

-Buenas noches Ariane.-dijo de pronto una voz salida de las sombras. Contrariamente a lo que pudiera esperarse, la doctora no experimentó ningún sobresalto, solo hizo un ademán a su visitante, juntando los dedos índice y pulgar, para indicarle que tendría que esperar un momento. Cuando terminó sus anotaciones la mujer giró en su silla de trabajo y se encontró de frente con la imponente figura del caballero nocturno, envuelto en su capa negra, silencioso como un espíritu. Ella sonrió calmadamente.

-Hace tiempo que no venías a verme.-dijo con cierto reproche.-¿Trabajo o placer?.-

-Trabajo.-respondió Batman acercándose a la mesa de su amiga para mirar su objeto de estudio.-Realmente impresionante.-comentó.-Un verdadero tratado de alquimia del siglo XVI.-

-Si que lo es.-dijo Ariane levantándose de su asiento para ir en busca de una taza de café.-¿Qué puedo hacer por ti?.-preguntó mientras se servía de una cafetera eléctrica.

-¿Sabes algo de un dios o demonio llamado Cthulhu?.-Batman pudo ver como la taza estuvo a punto de caer al suelo cuando la mano que la sostenía fue presa de un violento temblor.

-¿Dónde oíste hablar de Cthulhu?-pregunto Ariane volviéndose hacia él, su rostro siempre jovial estaba ahora pálido como el de un cadáver y en sus ojos el señor de la noche vio un verdadero temor. Brevemente le contó los hechos que lo habían llevado a la tienda de «Lobo Negro» Donnan, y lo que ahí ocurrió, la estatua y las extrañas criaturas que había enfrentado. Ariane lo escuchó atenta y expectante, luego volvió a la tarea de servirse una taza de café, antes de volver a su escritorio.

-Amigo mío. Esta vez has topado con algo en verdad grande.-le dijo mientras revolvía un poco de crema en su bebida.

-¿Qué puedes decirme Ariane?.-

-No mucho.-dijo dando un sorbo a su café.-En realidad solo unos cuantos investigadores avalan la existencia de esa… deidad. Para el resto se trata solamente de un disparate inventado por algunos literatos, como H.P. Lovecraft. Yo misma fui de esa opinión por muchos años.

-¿Y ahora?.-

-No lo se. Hace tiempo conocí a un investigador que me mostró algunas cosas… cosas que me hicieron dudar, pero no quise ir más profundo en el tema. Solo puedo decirte que se trata de una deidad muy arcaica, algunos dicen que incluso prehumana, cuyo culto se ha mantenido vigente hasta nuestros días en los mares del sur, según dicen algunos, y que forma parte de una legión de monstruosos seres que «duermen» en los abismos del tiempo y del espacio.-

-¿Eso es todo?.-preguntó Batman algo desilusionado.

-Lo siento.-dijo Ariane bajando un poco la cabeza. Batman medito y decidió hacer una pregunta más-

-¿Puedes decirme algo….?-

-¿Sobre el Necronomicón?.-le interrumpió Ariane. El caballero nocturno frunció el ceño un tanto sorprendido.

-No te sorprendas.-dijo la científica terminando su taza de café.-Hablar de Cthulhu te lleva inevitablemente a mencionar ese libro maldito.-

-¿Qué sabes de el?.-

-Se que fue escrito en Damasco en 730 bajo el título de Al-Azif, por un tal Abdul Al-Hazred. De quien se dice murió despedazado por un demonio de viento a plena luz del día. Luego fue traducido al griego por un filósofo llamado Theodorus Philetas en 950 quien le puso el título de Necronomicón. Se dice que esa copia estuvo varios años en la Biblioteca de Constantinopla, pero su saber provocó una serie de eventos espantosos que motivaron al patriarca Michael a ordenar la destrucción de todas las copias que existían en la ciudad. Por años se creyó que la orden había sido cumplida. Pero en 1228 apareció una traducción al latín en hecha por un hombre llamado Olaus Wormius, que algunos suponen fue hecha en España, por el método de impresión y la mezcla de tinta. Finalmente el Papa Gregorio IX emprendió una campaña devastadora contra todos aquellos que tenían en su poder una copia del Necronomicón, con el fin de acabar con el libro de una vez por todas.

Nuevamente se creyó destruido pero hay rumores de que alguien consiguió una traducción griega del libro y que en base a ella se hicieron varias impresiones en Alemania, en Italia y en Castilla.

Personalmente puedo decirte que he visto la copia latina de Olaus en la Biblioteca Nacional de París y que existen otras dos: Una en el Museo Británico y otra en la Universidad de Miskatonic, en Arkham.-

-Ariane tu… ¿crees que ese libro «funciona.»?.-

-¿Quien lo sabe?. Solo puedo decirte que es más fácil conseguir una audiencia con el presidente que un permiso para consultar ese libro.-Batman medito unos instantes, recordó que «lobo negro» Donnan había intentado conseguir una copia del Necronomicón, la pregunta era: ¿Cómo se había enterado de la existencia de aquel libro casi mítico y que huso pensaba darle?. Y, por otra parte, ¿Sería posible que en pleno siglo XXI existiera un culto como el que Legrassie y Angurell describían en sus respectivos manuscritos? Y más aún, ¿Era posible que esos oscuros seres que había enfrentado fueran en realidad de origen sobrenatural?. ¿Por qué recuperar el ídolo de piedra ahora y no cuando estuvo en poder de Legrassie?. Sin decir nada el caballero negro empezó a caminar hacia la ventana por donde había entrado. Necesitaba investigar más.

-Espera.-le dijo Ariane adivinando que su entrevista había terminado.-Debes tener mucho cuidado. Si aceptamos por un momento la posibilidad de que Cthulhu exista realmente, entonces también debemos creer que aquellos que se le oponen desde hace eones están presentes entre nosotros. Y si es así podrías estar metiéndote en medio de una guerra más allá de todo lo que conocemos. Una lucha en que los hombres solo son carne de cañón para ambos bandos. Créeme a «ellos» solo les interesa ganar sus batallas, los medios son irrelevantes. No me sorprendería que todo esto sea una manipulación para que tú seas su arma en una nueva etapa de sus conflictos.-

-No soy fácil de manipular Ariane.-

-¿En verdad? Entonces dime ¿por qué iniciaste tu investigación con un pobre charlatán de barrio cuando en tu lista había gente más «seria» é importante?.-Batman no supo que responder y Ariane continuo.-Y ¿si no hubieras visto esa estatua y a esas cosas en la tienda de Donnan creerías una sola palabra de lo que dicen los legados de Legrassie y de Angurell?.-Batman se dio cuenta de la verdad que encerraban las palabras de su amiga, pero aún no estaba dispuesto de aceptarlas del todo.

-Eso fue una….-

-¿Coincidencia?.-interrumpió de nuevo Ariane, mientras escribía algo en una hoja de papel que luego arranco para dársela a su visitante.-Entonces anota una más.-el detective tomo el papel y leyó lo que estaba escrito en el. «Prof. Laban Shrewsbury. Habitación 542. Hotel Royal de Ciudad Gótica»

-¿Quién es él?.-interrogó.

-El hombre que me hizo cambiar de opinión respecto a la existencia de Chtulhu. Normalmente no podrías encontrarlo, pues viaja constantemente por Europa, Asía y el Pacifico Sur. Pero ahora. ¡Bingo! Viene a Ciudad Gótica para una serie de conferencias sobre mitología, y me llamo para invitarme.-

-¿A su hotel?.-inquirió Batman con cierta malicia.

-¡Oye!.-dijo Ariane con aire ofendido.-Tal vez no tengo 20 años. Pero tampoco soy ninguna anciana.-dijo mientras modelaba un poco para su invitado. Batman sonrió para sus adentros y se marcho. Minutos después, a bordo del Batimóvil, el caballero negro meditaba sobre las palabras de Ariane. ¿Estaba siendo manipulado por alguna fuerza externa?. Personalmente no lo creía, pero… al mismo tiempo… Era curiosa la forma en que los hechos se estaban entrelazando, como si alguien o algo le estuviera guiando hacia una meta que aún no podía siquiera imaginar. Finalmente estaba ese misterioso investigador que sin más aparecía en el lugar indicado y en momento preciso.

-Demasiadas coincidencias.-pensó mientras aceleraba su poderoso vehículo.

En algún lugar:

Por un largo rato había estado soportando la llamada del timbre, esperando que, quien fuera, se diera por vencido y se marchara. Pero no fue así y no le quedo más remedio que ir a abrir la puerta de su casa.

Por poco le da un infarto al descubrir de quien se trataba. Pero antes de que pudiera hacer nada ella se le colgó del cuello, pues era más pequeña de estatura que él, y sin medir las consecuencias le planto un beso en la boca.

Haciéndolo sentir el ardor de su aliento fresco y juvenil, al tiempo que podía sentir el contacto de sus pechos erguidos contra su pecho. Echando mano de toda su cordura la metió en la casa, esperando que nadie los hubiera visto en semejante trance.

-¿Qué estas haciendo aquí?.-dijo casi gritando de miedo.-¿Y si mi esposa o mis hijos estuvieran en casa?.-por un momento se estremeció. Normalmente su esposa estaría a esa hora en casa, preparando la cena, viendo la televisión ó haciendo cualquier otra cosa. Por suerte, esa tarde, había sido invitada por unas amigas a tomar el Té, en cuanto a sus hijos, ellos también habían salido.

-No lo están.-respondió ella al tiempo que se despojaba de sus zapatos de calle y se ponía un par de sandalias, destinadas para las visitas, para luego entrar como en su casa.

-Podrían haberlo estado.-replico. Tratando de no mirar ese cuerpo juvenil que se dibujaba bajo el uniforme escolar.

-Pero no lo están…-repitió ella mientras iba desabotonando uno a uno los botones de su chaqueta, para luego hacer lo mismo con los de su blusa blanca. El la miraba temblando de deseo y de expectación. Sin duda su esposa tardaría aún en regresar, pero sus hijos podían hacerlo en cualquier momento, ¿valía la pena el riesgo?. Ella lo miraba divertida, disfrutando su dilema, invitándolo con la mirada a caer de nuevo en sus redes de pasión. Lentamente de despojo de la chaqueta y de la blusa, dejándolo ver sus senos, aún ocultos detrás del sujetador rojo y adornado con encajes que llevaba puesto. El camino como un autómata. Rindiéndose a la tentación de acariciar aquellas suaves esferas cuyo sabor ya conocía bien.

Ella levanto los brazos, invitándolo a que la despojara de brassiere, el aflojo con dedos temblorosos los ganchos de la prenda y sintió que su miembro palpitaba de lujuria cuando los pechos saltaron libres ante sus ojos, no eran extraordinarios pero si generosos para una chica de esa edad, bellamente formados y coronados por areolas de color oscuro que resaltaban lo blanco de su piel.

Mecánicamente la despojo de la negra falda plisada, dejando que cayera al suelo donde se reunió con el resto del uniforme.

Ella sacó los pies de entre la ropa y se sacó las bragas, también rojas como la sangre, levantando sus esbeltas piernas adolescentes donde todavía estaban presentes las calcetas blancas, dejándolo ver su vulva apenas cubierta por una tenue vellosidad de color marrón.

-Tu esposa esta tomando el Té con unas amigas.-dijo recostándose perezosamente sobre el sofá de la sala, como una modelo esperando para ser inmortalizada en un lienzo.

-¿Cómo sabes eso?.-interrogo él luchando por no lanzarse sobre ella sin esperar más.

-Tu me lo dijiste.-respondió mientras su mano se paseaba descuidadamente por entre sus muslos.-Hace dos días, cuando estábamos en mi casa.-

-Pero mis hijos podrían regresar pronto.-dijo él mirando nerviosamente hacia la entrada.

-Tu hijo se fue a la playa con sus amigos ¿Lo recuerdas?.-dijo ella sin darle importancia.-En cuento a «ella» me invitó a ir al cine, pero yo prefiero estar contigo «mi amor».-

-Pero…-

-¡Basta de charla!.-grito ella poniéndose de pie.-¡¿Qué cosa estas esperando?! ¡¿Una invitación?! ¡¡Quítate la ropa y ven a follarme de una maldita vez!!.-él nunca supo en que momento cumplió la orden, pero de pronto estaba desnudo frente a esa ninfa que lo atormentaba y lo manipulaba como a su esclavo. Desesperado, con la verga erecta fue hacia ella y trato de abrazarla, pero ella lo rechazo colocando ambas manso sobre su tórax.

-No. Ahora tendrás que ganarme.-

-¿Qué debo hacer?.-pregunto loco de deseo.

-Quiero que te arrodilles y me lo mames hasta que me corra en tu boca.-ella coloco sus manos sobre los hombros del hombre y presiono para que su orden fuera cumplida. El se resistió por última vez.-¡Abajo dije!.-grito ella… Y él cayo de rodillas, adorándola, hambriento de probar de nuevo su sabor. No importaban los riesgos o las consecuencias, solo quería inclinarse y colocar sus labios sobre los belfos rozados de su vulva. Pero antes de que llegara a su objetivo ella lo tomó por el cabello y tirando de ellos le hizo levantar la cabeza, sus miradas se encontraron y él pudo ver un brillo casi siniestro en sus ojos verdes.

-Antes de que me comas te diré algo.-una sonrisa burlona le iluminó el rostro antes de seguir.-Antes de venir he estado con el imbécil de mi novio y, por lastima, he dejado que me folle un par de veces. Aún tengo el coño lleno de su semen…-ella esperó un momento, dejando que las palabras penetraran en el cerebro de su amante, antes de dirigir su cabeza hasta su vulva donde le esperaba aquella mezcla de jugos sexuales.

-¡Maldita seas!.-dijo él antes de hundir la cara entre los muslos de la chica y chupar su raja como un loco, su lengua percibió la mezcla de los jugos vaginales, que tan bien conocía, con otro sabor, salado u fuerte, sintió asco pero no podía dejar de chupar esa flor venenosa que lo había hechizado. Lo soportó tan solo por juguetear con el hinchado clítoris hasta que ella se estremeció y le derramó un caudal de sus mieles en su boca hambrienta.

-¡Aaaahhhhhh!… ¡Que rico mamas!… ¡Tomala toda!… ¡Toda!…-gimió presa del orgasmo. Las piernas le flaquearon y él tuvo que sostenerla entre sus brazos para que no cayera la piso. Momento que aprovecho para besarla con todas sus fuerzas. Sus lenguas se trenzaron en una batalla de salivas y alientos que parecía no tener fin. El se lanzo en busca de esas tetas maravillosas, introduciéndose los rozados pezones en la boca ó lamiendo toda la circunferencia de los pechos. Ella le tomó la cabeza para presionarlo más contra sus pecho, arañándole la nuca en su desesperado frenesí.

Entonces, cuando sus senos estuvieron duros como la roca, ella se apartó de él lo suficiente para bajar en busca de su miembro que ardía de deseo puro. Lo tomó en su mano y lo acaricio dulcemente, magreándolo como una maestra, lanzándole su candente aliento sobre la roja e hinchada cabezota, que palpitaba como un corazón. Su lengua de serpiente comenzó a recorrer la base de la roja cabeza, sin metérsela en la boca, dejando que la punta rozara la unión del glande y de la piel, provocando que su «víctima» bramara como un condenado a muerte por el exquisito placer que le prodigaba esa pequeña bruja que se había apoderado de él.

El hombre se retorcía al compás de esa lengua y ella lo dominaba todavía más apretando entre sus dedos la base del falo, impidiéndole así que se corriera, manteniéndolo en un estado de excitación cercano al tormento. De pronto, cuando él sintió que sus testículos se hinchaban listos para la eyaculación, ella alejo su rostro y apretó con todas sus fuerzas la base del falo.

-¡¿Qué has decidido?!-le pregunto la chica mirándolo fijamente.

-¿Sobre qué?.-interrogó él mientras su frustrada corrida le atormentaba.

-Sobre nosotros.-le dijo ella acariciando los abultados testículos.-¿Lo harás?.-

-No lo sé.-dijo él. Ella lo miró con desprecio y soltó la verga erguida con una mueca de asco.

-¡Entonces hemos terminado!.-anunció mientras se ponía de pie é iba en pos de su ropa.

-¡Espera!.-le suplicó él derrumbándose sobre la alfombra.-¡No te vayas! ¡Yo te amo! ¡Te deseo! ¡No me abandones!.-ella se volvió y lo miro con lastima. Era patético verlo tirado en el suelo, llorando como un niño mientras su miembro cabeceaba como una víbora agonizante.

-No te creo.-le dijo mientras se colocaba las bragas.-Te he pedido una prueba de tu amor hacia mí y tu te hacer el tonto. Pero no estoy dispuesta a seguir así.-

-¡Está bien!.-gritó al verla casi vestida.-¡Lo haré! ¡Lo juro!.-

-¿Qué harás?.-interrogó ella para ponerlo a prueba.

-¡Le pediré el divorcio a mi esposa!.-

-¿Cuándo?.-

-Mañana.-

-No me hagas perder el tiempo.-

-¡ESTA BIEN SE LO PEDIRÉ HOY MISMO!.-grito desesperado. Ella se acercó a él, saboreando el poder que tenía sobre aquel infeliz, mientras volvía a despojarse de su ropa.

-¡Si no lo haces será mejor que no vuelvas a buscarme!.-sentenció. El se abrazo a sus cintura, adorando a esa cruel ninfa que le daba una última oportunidad de ganar sus favores.

-¡Lo haré!… ¡Lo haré!…-decía como en un trance. Mientras sentía el esperma hervir en sus testículos. Ella se tumbó sobre la alfombra y abrió las piernas al máximo, incitándolo a cerrar así su acuerdo profano. El se dejó devorar y colocando la roja cabeza de su falo en la entrada de su amante la hundió de un solo golpe, sintiendo que se corría como un torpe adolescente con solo percibir el calor de sus entrañas. Pero la lujuria es una aliada poderosa y su miembro solo perdió un poco de su dureza, así pudo follarla, metiendo y sacando su verga cada vez más y más rápido.

Luchando por contenerse aunque sintiera la sangre palpitando en su cabeza, por no sucumbir a los estremecimientos que le recorrían todo el cuerpo. Ella gemía de placer, disfrutando de los desesperados esfuerzos de aquel hombre por complacerla.

-¡Aaaaahhhh!…¡Si!… ¡Así me gusta!… ¡Muévete más!…-él la tomó de las nalgas y le clavo lo más que pudo su falo duro como la piedra. Pero no pudo soportar mucho tiempo, bramando como toro bravo se estremeció é impulso toda su virilidad dentro de aquella funda de carne, al tiempo que su semen brotaba a borbotones. Ambos rodaron por el piso y se quedaron tumbados en la alfombra. Poco después, habiéndose recobrado, ambos se levantaron y se vistieron a toda prisa, por si acaso, por fortuna ninguno de los demás habitantes de la casa llego de improviso. El la llevo hasta la puerta y ella, besándolo apasionadamente le murmuró algo antes de partir.

-Esta es tú última oportunidad. Si cumples ven a buscarme mañana, si no olvida que existo.-dijo antes de salir. El la miro alejarse por le patio de la casa y desaparecer en la calle. Lentamente volvió al interior de la casa, aun amaba a su esposa y a sus hijos, pero no creía poder vivir sin esas carnes jóvenes. Nunca supo cuanto tiempo estuvo de pie junto a la puerta, pensando, tratando se encontrar una forma, una esperanza para escapar, pero estaba atrapado.

Al final se recargo contra la pared y se dejo caer hasta quedar sentado en el suelo. El tiempo paso y, de pronto, la puerta se abrió.

-Hola querido.-dijo su esposa esbozando una sonrisa al verlo ahí sentado.-Siento llegar hasta ahora pero las chicas…-ella se detuvo. El la miraba de una forma extraña, casi llorando pero a la vez con una determinación firme en sus ojos.

-Tenemos que hablar.-le dijo poniéndose de pie.

Mientras tanto, afuera de la casa, una silueta fantasmal, envuelta en una capa oscura como la noche, miraba fijamente hacia la vivienda. Sus ojos eran los de un demonio soñando y su sonrisa una mueca cruel y sedienta de venganza.

-Bienvenidos al infierno.-dijo mientras se desvanecía en las tinieblas.

Continuará…

Continúa la serie