Un viaje cargado de morbo
Esta historia me la ha contado una amiga, es por tanto, una vivencia de ella que trataré de narrar de la mejor forma posible. Como siempre, esta amiga se llamará «Gati diminutivo de Gatita» para respetar su anonimato.
Tras algunos años se reencontró con un antiguo amigo con quien había vivido una intensa relación amorosa, ese día de verano, se presentó súbitamente en casa de Gati.
Gati es una mujer en edad madura dueña de un cuerpo bien cuidado y perfectamente equilibrado, unos pechos sugerentes, pezones sensibles marrones y unas aureolas que invitan a ser besadas.
Sus nalgas tersas y duras esconden un culo encantador acostumbrado a proporcionar el máximo placer a su afortunada dueña.
El Monte de Venus, semi rasurado, invita a pasar la lengua por él en busca de unos labios siempre dispuestos a recibir el masaje de unas manos hábiles que la sepan llevar en volandas al orgasmo generoso que, siempre entre gritos y gemidos ostensibles, te regalará.
Coronados están los labios por un clítoris que se diría un exquisito bombón, una vez excitado es capaz de ofrecernos una generosa erección que hombre que se precie no pude dejar de saborear si es que tuviese tal oportunidad.
Es una mujer de los pies a la cabeza, una hembra sabia en el gozo de amar, que sabe hacer gozar hasta el éxtasis a quien a tenga la fortuna de acercarse a su cuerpo.
Gati acostumbra a andar por casa prácticamente desnuda, cubierta, apenas, por unas camisetas deportivas de colores muy vivos que transmiten la alegría de su carácter y su optimismo.
Al sonar el timbre con insistencia, instintivamente Gati se apresuró a abrir la puerta, más pensando en alguna emergencia que en lo que encontraría tras el umbral de la misma.
Se quedó estupefacta, era Julian, ¡cuánto tiempo!, sin palabras, mirando la sonrisa del hombre que estaba apoyado en el marco de la puerta, Gati apenas reaccionaba. Se olvidó de su vestimenta y que estaba mostrando su depilado pubis al recién llegado.
Julian, con su habitual tranquilidad y seguridad le dijo «Vaya! Veo que no has perdido las buenas costumbres…» mientras señalaba con los ojos la maravillosa visión de las piernas desnudas de Gati, sus muslos y el precioso pubis desnudo que mostraba.
«Pasa, pasa.» Acertó a decir mientras cerraba la puerta, «no me lo puedo creer, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no has llamado?» un aluvión de preguntas se desbordaba entre la alegría y nervios de Gati que, en absoluto, prestó la más mínima atención a su desnudo.
«Voy a pasar unos días de vacaciones por esta zona y he pensado que, tal vez, te apetecería acompañarme algún día de excursión.» Dijo Julian sentándose en un sillón del salón.
«Si no lo veo no lo creo» Gati comenzaba a tomar conciencia de la situación. «Bueno, bueno… oye comamos juntos y me cuentas detenidamente tus planes.» Propuso Gati.
Así lo hicieron, durante la comida charlaron de sus vidas en los últimos años, se contaron mil aventuras y rieron con los recuerdos que cada uno guardaba de su antigua relación. En la sobremesa, mientras tomaron café y algún licor, comenzaron a hablar de sus aventuras amorosas y enseguida recordaron su actividad sexual.
«¿Sigues masturbándote a diario mientras ves la tele?» preguntó Julian, haciendo alusión a la costumbre de Gati de regalarse un orgasmo tras el café de la sobremesa cada día. «Por supuesto.» Respondió «tú sabes que es algo de lo que no prescindiría nunca.» Repuso Gati.
«Ummmm….recuerdo que muchas tardes mientras veíamos la tele yo observaba como lentamente te ibas masturbando. Siempre andas sin bragas por lo que al poco de tumbarte en el sofá tus dedos comenzaban a pasear por tu pubis, jugueteando con los pelillos que te dejas sin rasurar…ummmm…me encantaba verlos correteando por entre los rizos de tu vello, en pocos segundos comenzabas un rítmico masaje que llevaba tus dedos hasta los labios, los cuales abrías ampliamente para que tu clítoris comenzase a engordar. Ufffff…. La imagen era perfecta y muy excitante.
Siempre se te escurría un dedito, largo como los tienes, para buscar tu ano…con qué habilidad lo colocabas en el centro y lentamente lo ibas dilatando hasta que se perdía en tu interior…cómo me gusta recordar la imagen de tu ano abrazando tu dedito…y este perdido en lo más profundo de tu cuerpo… para entonces tu clítoris estaba grande, crecido y reclamando la atención de tus otros dedos y tus convulsiones apenas perceptibles hasta ese momento, se hacía más y más evidentes…algunos días no podía evitarlo y me acercaba a tu clítoris para besarlo y lamerlo, tú cerrabas los ojos y estallabas de inmediato en un orgasmo genial y brutal. No eras capaz de resistir mis mordisquitos en tu clítoris y tu dedo dentro del ano…mi lengua lamía y relamía tu bomboncito, enroscándose en él y llevándote al esperado orgasmo.» Contaba Julian con lujo de detalles y con un brillo de deseo en sus ojos.
Aquella profusa descripción puso a Gati al borde del precipicio, «Jo, qué bien recuerdas esto…» dijo ella comenzando su particular ritual que antes había descrito Julian.
Era evidente su excitación de modo que por entre los labios, chorreaba un continuo flujo de líquidos que ella, habilidosa, aprovechó para lubricar su ano introduciéndose, a continuación, no uno sino dos dedos ante la incontenible excitación de su compañero. Con su otra mano abrió los pliegues de sus labios mostrando la entrada de la vagina roja y húmeda y el clítoris ya entregado al placer que seguro recibiría.
Julian no pudo más y se abalanzó a lamer aquel punto de placer que a Gati tanto placer le producía, mordió y besó su clítoris mientras ella, sin disimilar sus gritos de placer se corrió como una hembra en celo, apasionada, inundada de sensaciones, envuelta en convulsiones que la hacían retorcer de gusto…»ahhhhh!» gritaba «sigue…sigue…qué gusto me das… fóllame, no esperes más…quiero sentir tu polla dentro de mi….como antes…como siempre….métemela….» Julian no esperó ni un segundo, sacó su polla de los pantalones y de un empujón certero introdujo su verga tiesa y dura en la vagina caliente de Gati.
El orgasmo se presentó de inmediato, intenso y largo entre los gritos de Gati «Ahhhh….qué gusto me das… ahhhhh….me corro…me corro…. Ummmm…siiiiii», los músculos se contraían lo que provocó que Julian no pudiese contener una riada enorme de semen que salió a presión de su polla, este sacó la polla de la vagina de Gati, pues sabe que ella es muy golosa en lo que respecta al semen y seguro estaba que desearía recibir aquella generosa eyaculación en su boca, Gati, enseguida tomó aquella polla con su boca y los chorros de semen le salpicaron la cara, los labios y la lengua… ella abría la boca y se introducía el glande inflamado de Julian quien suspiraba y jadeaba sintiendo los últimos espasmos de placer que estaba sientiendo, Gati se introdujo la polla entera en su boca y lamió su glande hasta dejarlo límpio y completamente exhausto. Cuando, al cabo de unos segundos, sintió que la polla de su amante perdía el vigor y la fuerza, se la sacó de la boca para besar en los labios a quien tanto placer le había proporcionado.
Se asearon, se ducharon y estuvieron charlando acerca de las vacaciones de Julian.
Quedaron, pues, en que saldrían de excursión juntos un par de días después. Gati sabía que aquellas excursiones serían viajes cargados de morbo porque conocía bien a Julian y se conoce bien a sí misma. Así que preparó con detalle la primera de las excursiones, qué haría, cómo lo haría.
A la hora acordada Julian apareció con su auto en la puerta de la casa donde vive Gati, ella iba vestida con un traje de una pieza que más parecía una camiseta larga entallada por la cintura y que realzaba su estupenda figura. Sin sujetador y unas pequeñas bragas tanga bajo su vestimenta, dejó el bolso de viaje en el asiento trasero y se sentó junto a Julian.
«Está bien. ¿Dónde vamos?» preguntó ella. «He pensado que podemos ir a la playa aquella donde solíamos tomar el sol desnudos.» Respondió. Esa playa está lejos de la ciudad donde vive Gati, alrededor de 220 km., por lo que era un viaje un poco pesado para hacerlo en una sola jornada ida y vuelta. «he pensado que podemos pasar la noche en el hotel próximo.» Repuso Julian temiendo que Gati respondiese negativamente. «Adelante.» Aceptó ella.
Salieron a la autovía que les llevaría a la playa, la radio estaba en marcha, apenas se escuchaba el cuchicheo de los anuncios publicitarios, la temperatura era muy agradable y el sol comenzaba a enviar los rayos con intensidad, a través del cristal del auto, Gati los percibía intensamente. Se sentía bien, el cielo azul, el verde de los montes que acompañan la autovía, el tenue sonido de la radio y el auto cortando el aire, no iban rápidos, más bien al contrario, estaban disfrutando del momento.
El sol implacable lanzaba sus rayos contra la tierra, Gati decidió en ese momento aprovechar el viaje para dorar un poco más sus piernas, se quitó las sandalias y levantó las piernas apoyándolas en el salpicadero del coche, el corto vestido que portaba dejó ver, generoso, los muslos duros y suaves de ella, sus braguitas que apenas le tapaban la zona sin rasurar de su coño… así estuvo unos minutos, Julian miraba de reojo y se apreciaban sus ojos llenos de deseo escondidos tras las gafas oscuras que le protegían del deslumbrante astro.
De vez en cuando acariciaba los muslos de Gati, la cara interna de estos y hasta las braguitas por la zona de los labios…ummmm… se calentaba el ambiente. Algunos camioneros a los que Julian adelantaba, se quedaban mirando desde su privilegiada posición, no siempre te adelanta un coche en cuyo interior hay una mujer mostrando su ropa íntima.
Entre las caricias y el calor del sol, la temperatura sexual de Gati se incrementó incontenible, al ver cómo la miraba un camionero tuvo una idea, sin pensarlo dos veces, cogió sus braguitas y se las quitó cuando su auto adelantaba a otro camión… ummmm…eso le gustaba, sentirse observada, excitar a la gente… esto le estaba poniendo caliente. Julian permanecía allí mirando insistentemente el coño de Gati, estaba conduciendo y no podía más que mirar de reojo, y levemente acariciar aquella pequeña hilera de vello que mantenía Gati en su pubis. Puso su mano derecha en los labios de aquella vagina que tanto deseaba, introdujo un dedo y mientras conducía, estuvo masturbando aquel coño con maestría, pronto notó que los flujos de Gati se hacían más y más intensos fruto, sin duda, de la excitación que sentía. Gati permanecía con el respaldo abatido, se había quitado el vestido y estaba totalmente desnuda recibiendo aquellas maravillosas caricias que la estaban masturbando, poco importaba los camioneros que miraban, se sentía volar, cerró los ojos y se dejó transportar por las nubes del placer que su amigo le estaba ofreciendo.
Los dedos de Julian, juguetones, buscaron el ano de Gati, cuando estuvo colocado, lentamente comenzó un movimiento de presión sobre el ano de ella que no tardó en ceder y se abrió dejando entrar aquel dedo grueso y lubricado que se hundía lentamente en el culo de Gati. Los gemidos de ella comenzaron a escucharse en su esplendor…»ahhhh….ummmmm….sssss…..»
Julian redujo la velocidad, entró en una zona de descanso y escondió el auto entre los árboles, sin pensarlo dos veces se despojó de sus pantalones y dejó al descubierto su polla grande, dura y tiesa… colocó a Gati boca abajo y esta alzó su culo de forma que le quedase a la altura de la polla a Julian.
Lentamente la polla gruesa y dura de Julian se apoyó en el ano que hasta ese momento había estado dilatando con su dedo, con suavidad presionó sobre aquel orificio tan conocido para él, el ano de ella, agradecido, abrazó el glande de Julian y su polla enorme se introdujo en el interior de aquel culo tan deseado, recorriendo cada uno de los centímetros del cuerpo de Gati.
Ella se sentía llena, completamente embriagada de placer al sentir la polla de Julian en su culo abierto, tocaba su ano con los dedos, estaba dilatado, muy abierto y sentía como aquel pedazo de carne dura y gruesa salía de su cuerpo y volvía a entrar. Los músculos de ella comenzaron a contraerse anunciando un orgasmo que se acercaba vertiginosamente, las embestidas de Julian le abrían el culo con una placer formidable, sentía la polla salir y volver a entrar…cuando notó que la polla de Julian se paralizaba en su movimiento y comenzó a sentir como engordaba dentro de su culo, sintió los espasmos del orgasmo de él en la polla que tenía dentro de su culo…ella no pudo ni quiso reprimir su oleada de placer y el orgasmo intenso y largo se apoderó de ella quien no pudo más que acompañarlo en un grito tan largo e intenso como su propio orgasmo «Aaaaahhhhhhhhh…….» Gritaba mientras tenía aire…..era un orgasmo impresionante…los flujos se desbordaban por su vagina, Julian gemía mientras ella sentía como el líquido espeso y caliente fruto de la corrida de él inundaba su culo lo que propició que sin tiempo de recuperarse, una nueva ola de placer invadiese su cuerpo con un nuevo orgasmo menos intenso pero muy largo que la hizo casi desfallecer…»ahhhhh…..mmmmmmmmmmmmm» era lo más que podía decir ella.
Lentamente Julian sacó su polla del culo de Gati, se puso los pantalones y siguió viaje, ella, mientras tanto, se acomodó en el sillón igual que antes, completamente desnuda, comenzó lentamente a acariciar su ano por donde salían todavía los jugos de Julian, suavemente se acariciaba e introducía sus dedos en el ano más dilatado que nunca, mientras la otra mano masturbaba lentamente su clítoris…