Capítulo 2

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El capítulo anterior terminó cuando al pasar por la habitación de María y Diego, María se encontraba de rodillas chupándole la polla a Diego y nosotros nos habíamos quedado inmóviles mirándolos…

M – Uuyyy, perdón – en un tono neutro, sin sobresaltos, juguetón -, se nos olvidó cerrar la puerta …

María seguía pajeando a Diego, despacio como luciéndose. La verdad, que había mucho morbo en la escena. Diego al oír las palabras de Ana, abrió los ojos, bajo la cabeza hacia Ana y luego miro hacia la puerta, pero tampoco se sobresaltó. Yo sólo podía mirar las tetas de María como se movían con la cadencia de la paja que seguía haciendo y como los labios casi rozaban la polla y sólo me imaginaba que era mi polla la que tenía agarrada. Ana por su parte no sé lo que pensó, pero tras una pausa que duró unos segundos, pero que a mí me parecieron minutos, fue la primera que contesto…

A – No te preocupes, ya veo que estáis ocupados. No os preocupéis, que me llevo a este al cuarto a fallármelo y no molestamos….

María asintió a Ana y luego me miró a mí y me guiñó un ojo como diciendo, disfruta del polvo y mírame bien para acordarte de mí mientras follas a Ana.

Ana tiró de mí. Creo que sólo me dio tiempo a volver a mirar a María, morderme el labio y mirar una última vez sus tetas.

El pequeño tirón que me dio Ana para llevarme hacia el cuarto me sacó del estado en el que me encontraba. Ver a María chupando la polla de esa manera tan pausada fue como un shock, parecía que estábamos viendo una película y nosotros éramos los espectadores. María siempre me ha dado morbo y no puedo negar que entre festival y festival me haya hecho alguna paja en su honor, pero lo de hoy no me lo esperaba y me mente empezó a imaginarse un sinfín de posibilidades que se abrían tras esos minutos que duró posiblemente una de las situaciones con más morbo que he vivido y que guardaré en la memoria para siempre.

Al comenzar a andar de nuevo hacia nuestra habitación, vi por el rabillo del ojo algo que me dejó de nuevo impactado. María acercaba nuevamente sus labios hacia la polla de Diego, lo hacía despacio. Pude ver como María abría la boca para meterse el capullo de la polla. Lo chupó, se sacó la polla de la boca y miró hacia arriba a Diego y le sonrió mientras se mordía el labio.

No pude ver más, pero si para mí fue una situación con un morbo increíble, no me puedo imaginar cómo fue para María que era la protagonista. Esa última sonrisa que le dedico a Diego después de la escena anterior me indicó que no le había importado nada que la viéramos y que ahora debía de estar muy mojada y con el pulso acelerado, pese a la tranquilidad con la que hizo todo.

Seguimos andando por el pasillo, pero esta vez no estaba pegado a Ana, como hasta entonces. Ahora ella iba delante y me daba la mano, tirando de mi para meterme en la habitación. El despegarme de ella creo que fue un acto instintivo por querer seguir viendo a María de rodillas comiéndole la polla a Diego.

En la puerta de la habitación, Ana dio un último tirón para meterme dentro, que me devolvió al momento previo a ver a Diego y María. Tras ese tirón, yo estaba dentro y Ana cerró la puerta tras de sí y se quedó apoyada con la espalda en la puerta y la otra mano en el pomo. Me acerqué a ella, pasé una mano por su nuca y nos miramos. Creo que todavía estábamos asimilando lo que acabamos de ver. Esa mirada que tuvimos antes de besarnos transmitía muchos sentimientos, excitación y fue como una confirmación de que habíamos visto lo mismo y había sido la hostia. Además, nos salió una sonrisilla a los dos con la que confirmábamos que nos había encantado la situación y estábamos muy calientes. Nos dimos un pico en los labios y los labios se quedaron unidos, sin separarse.

Tras ese primer pico que duró unos segundos, hubo otro beso por mi parte en el que tiré suavemente de su labio inferior al separarme. Cada pausa y cada mirada estaba cargada de intensidad, que al menos a mí me hacía que me excitara por momentos. Nos separamos nuevamente unos segundos mirándonos y nos los dijimos todo con la mirada… Lleve mi otra mano a su nuca y nos volvimos a besar, esta vez para comernos la boca. Lo hacíamos despacio, con mucha intensidad, …

A – No te imaginas lo caliente que estoy…

J – Lo sé, yo estoy igual… – tras separarnos, entre beso y beso -.

A – Ufff, necesito follarte – mientras con sus manos me desabrochaba los botones de la camisa.

Cuando me desabrocho todos los botones de la camisa, me pasó la mano por todo el pecho…desde el último botón de la camisa hasta el pecho con la palma de la mano derecha … tras dejar unos segundos la mano apoyada en el pecho… se mordió el labio y cambio la palma de la mano por sus uñas…y sin hacer daño, pero sintiendo sus uñas en mi piel… fue bajando la mano arañándome suavemente y sin dejar de mirarme hasta que llego su mano al cinto…

Me desabrochó el cinto dando un tirón con la mano y sonó el sonido característico del metal de la hebilla al chocar con la otra parte metálica. No parábamos de mirarnos y su mirada me transmitía que necesitaba mi polla. Yo me acabé de quitar la camisa, tirándola al suelo, y Ana tras desabrocharme el cinturón me acarició con dos dedos la piel que esta justo por encima del pantalón, notando nuevamente sus uñas por mi cintura.

Verla sonreír y morderse el labio mientras me acariciaba con la uña la cintura me encantó, porque dentro de lo caliente que estábamos los dos entendimos que no iba a ser un polvo rápido con ansiedad por la excitación, si no que íbamos a disfrutarlo y alargarlo lo máximo posible para que no acabará nunca el morbo por la mamada que acabábamos de ver. La verdad es que me vuelve loco cuando se pone juguetona.

Me desabrochó el primer botón, después un segundo botón y a continuación, me acarició la polla, que a esas alturas la tenía dura, por encima del pantalón…

A – Ufff….está dura, cabrón.

J – Ahhhhhh, me matas con las uñas y lo sabes…

Ana sonreía traviesa, como una niña pequeña a la que le han pillado…

A – Lo sé, por eso te lo hago, quiero que no aguantes y me metas esto de aquí – mientras me apretaba la polla por encima del pantalón -.

J – Pues entonces, hay que igualar … llevas demasiada ropa.

Agarré con las dos manos la camiseta por el extremo inferior y la subí despacio para sacársela por la cabeza. La camiseta era holgada y tenía el cuello ancho, así que salía muy fácil. Al ir subiendo la camiseta, le pude ver su vientre plano en el que más de una vez me he corrido y al seguir subiendo, el sujetador negro que llevaba que ya había tocado. Me encanta la lencería y si es negra mejor. Ana conoce muy bien mis gustos y hoy se había puesto un sujetador negro con bordados y algo de trasparencia que me volvía loco. Además, le subían ligeramente las tetas y se las juntaba y la visión que tenía era… La camiseta acabó en el suelo y mis manos se fueron a las tetas de Ana. Tenía el sujetador puesto, pero era suave al tacto y mientras seguíamos comiéndonos la boca, sentía el pezón entre mis dedos, estaba duro. Nos separamos nuevamente un poco y …

J -Uffff, sabes que me vuelve loco lo que llevas – mirando las tetas que le hacía el sujetador -.

A – Lo sé, por eso me lo he puesto – contesto juguetona-. Además, voy conjuntada… – volvió a decir juguetona-.

J – Yo también sé jugar…

Le puse la mano por debajo del cuello y le empecé a acariciar con los dedos. Le pasaba los dedos suavemente por el contorno de sus tetas y acariciaba el borde del sujetador. Iba acariciando con mis dedos de un pecho al otro y seguí bajando la mano por su canalillo hacia su vientre. Continué bajando, pasando por el ombligo, hasta su pantalón. Cuando llegué al pantalón, hice exactamente lo que me hizo ella a mi antes. Le acaricié suavemente su cintura, metiendo ligeramente el dedo por la abertura que dejaba el pantalón con su cuerpo para tocar la costura de sus braguitas.

A – No vas a adivinar cuales son, porque son nuevas – se mordía un labio, mientras me lo decía -.

J – Cabrona… vamos a ver que tenemos aquí.

Me quité con mis propios pies las zapatillas y las tiré lejos, junto con los calcetines. Le desabroché el botón del pantalón corto que llevaba y a continuación, le bajé la cremallera. Mientras tanto ella hizo los mismo que yo con las zapatillas y las tiro lejos. Me agaché, me puse en cuclillas y me detuve a la altura de su pantalón …

J – Vamos a ver que has estrenado.

A – Mmmm – sólo ronroneó, sabiendo lo que venía -.

Con las dos manos, le bajé el pantalón y se lo saqué por las piernas. A continuación, ella separó ligeramente las piernas para que pudiera mirar mejor su nueva adquisición que sabía que me iba a gustar. Era un tanga negro, la parte delantera tenía una ligera trasparencia y algún bordado, y de cada lado salía un par de tiras hacia la parte de atrás. Le pasé un dedo por el tanga, por la zona del pubis, el cual lo tiene rasurado y jugaba con los bordados. Tenía muy cerca la cara del tanga y no sé si era mi imaginación, pero me olía a sexo y desprendía calor. Le pasé un dedo por su rajita, la cual se veía perfectamente a través del tanga y acerqué mi cara y mi boca para darle un beso en su coño. El beso fue casto y la miré. Estaba con la espalda apoyada en la puerta con cara de morbo mirándome.

A – Me gusta mucho – y le sonreí -.

J – Eres un pedazo de cabrón, cómemelo.

Volví a su coño y esta vez sí que chupé por encima del tanga intentando calar todo lo que podía el tanga y saborear su coño. Ana, me agarraba la cabeza y metía los dedos entre mi pelo, mientras jadeaba. Seguí un poco más, pero sin llegar a apartarle el tanga, quería alargar el momento y aumentar su excitación. Debí conseguirlo, porque al levantarme para comerle la boca…

A – Estoy calada, me has dejado caliente…

J – ¿Sí?, – le susurré al oído mientras metía la mano entre el tanga y su pubis y le pasaba un dedo por su rajita -.

A – Ahhhhhh

J – Sí, estás mojada – le llevé mi dedo a su boca y lo chupó -.

A – Mmmmm, a esto podemos jugar todos…

Tiró con las dos manos y acabó de abrir los botones que quedaban del pantalón. Metió un dedo entre mi cintura y la goma del bóxer que llevaba y estiró del bóxer para luego soltar, sonando el típico sonido del elástico contra la piel. A continuación, metió su mano entre el pantalón y el bóxer para tocarme la polla. Pero ya no eran caricias, la agarró fuerte, primero los huevos y luego la polla, la cual masajeó y tiró junto con el bóxer hacia ella. Dejé caer el pantalón y a mí ya sólo me quedaba el bóxer y a Ana el sujetador y el tanga negro. Nos volvimos a comer la boca, mientras ella me tocaba la polla por encima del bóxer y yo le tocaba a ella una de sus tetas con una mano y la otra el culo, que, al llevar tanga, lo tenía entero a mi disposición.

Al igual, que al principio no podía quitarme de la cabeza la mamada que estaba haciendo María a Diego, la verdad que ahora estaba centrado en disfrutar con Ana y lo había dejado aparcado. Hasta ese momento, porque empezamos a oír jadeos y a nuestros vecinos de habitación. No es que estuviéramos tabique con tabique, pero debían tener la puerta abierta todavía y si a María no la había importado que la viéramos chuparle la polla a Diego, menos le iba a importar que la oyéramos follar. Principalmente, eran jadeos…

M – Ahhhh….joder, más….

M – Así, así….

M – Fóllame….

M – No pares…dios.

Si yo los podía oír, Ana seguro que también. Sin decirnos nada, nos empezamos a comer la boca con más intensidad y a jugar con nuestras lenguas. Ese punto más de excitación fue como decir, que les estábamos oyendo follar y que nos estaba excitando. A mí me volvió de repente los recuerdos de María chupando la polla de Diego, sus tetas balancearse con el movimiento de la paja que le estaba haciendo y me excitó tanto que mientras le comía el cuello a Ana y le chupaba el lóbulo de la oreja, le susurré…

J – Quiero que me hagas una mamada.

Ana se separó, no me dijo nada, pero me miró con mucho morbo como sabiendo por qué quería una mamada. Estábamos oyendo follar a Diego y María, y le pedía una mamada, cuando hace unos minutos acababa de hacer una mamada María. Me agarró por los brazos y me dio la vuelta, apoyándome contra la pared y bajo las manos hasta la goma del bóxer. Sin decirme nada, me estaba diciendo que me iba a hacer una mamada. Iba a ponerse de rodillas, cuando la sujeté por los brazos y la detuve. Puso una cara extraña – como diciendo, ¿no querías una mamada?, a eso iba…-. Pero no quería una simple mamada, quería la mamada que había hecho hace unos minutos María, así que llevando mis manos detrás de su espalda ….

J – Mejor sin sujetador…- mientras le quitaba el sujetador –

A – ¿Quieres verme las tetas mientras te la chupo? – preguntó juguetona -.

J – Sí – una vez quitado el sujetador, agarré cada pecho con una mano y me lleve el pezón a la boca, primero de un pecho y luego del otro y me separé para que bajara a hacerme la mamada.

A – Uffff….cabrón.

Sin decir nada más, se agachó y me acarició la polla por encima del bóxer, todo el contorno. A continuación, agarró el elástico del bóxer, me miró y empezó a bajar el bóxer. Yo tenía la polla dura y salió quedando a escasos centímetros de su boca. Mi excitación era máxima, tenía a Ana en tanga con las tetas al aire en cuclillas y mirándome. Era la misma postura que tenía María hace un momento. Yo lo había provocado y Ana sabía que estábamos imitando a Diego y María. Me agarró con una mano la polla y mirándome, me empezó a pajear despacio…

A – Te pone que te haga una mamada en tetas, cabrón – no lo decía enfadada, era morbo, como si necesitara oír por qué quería la mamada. Según acabó de decirlo, me dio un lametazo lento en el glande.

J – Sí, me ha dado envidia la mamada que estaba haciendo María a Diego. ¿A ti te ha puesto cachonda?

Ana no contestó a la pregunta, se metió la polla entera en la boca y la sacó lentamente dejando un hilo de saliva entre mi polla y sus labios. Nos miramos…

Continuará…

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