Capítulo 3

Llegaron las navidades, lo que implicó tener que ver a mis padres y mis suegros.

No me veían desde el verano, y se quedaron muy sorprendidos por mi aspecto y forma de comportarme.

Sobre todo mi madre, me preguntó que cuando había empezado a fumar y se extrañó por todo lo que bebía.

Aunque ya estaba en el peso que me indicó Mario, me puse morada a comer de todo en navidades.

Mi madre me dijo que al margen del teñido de pelo, el maquillaje, la ropa, y lo morena que estaba, que había engordado un montón, que yo siempre había sido muy delgada y que nunca me había visto comer tanto. Le contesté que me habría cambiado el metabolismo después de la operación que me hicieron en septiembre. Eso sí los hombres de la familia coincidían en que estaba espléndida.

Noté que mi madre estaba muy preocupada por mi cambio de personalidad, y me rogó que fuera a un médico para que me tratara.

Ella pensaba que mi cambio se debía a una depresión porque no podría tener más hijos.

Como ya he comentado, mi marido aunque estaba cabreado por mi ritmo de vida, es decir, no atendía para nada a la familia, me gastaba todo el sueldo, y llegaba a casa a la hora que me daba la gana, lo disculpaba, por mi cambio en la cama, ya que me comportaba como una guarra, y le hacía cosas que jamás le había hecho, ya que como casi todos los hombres pensaba con la polla y no con el cerebro.

Cuando pasaron las navidades, pedí hora en la consulta con Mario, todavía me acuerdo fue un 8 de enero. Cuando me vio entrar por la puerta se sonrió como satisfecho de su obra.

Colgué al abrigo de pieles en el perchero, llevaba un suéter de punto calado crema que dejaba ver el Wonderbra negro debajo, y que me dejaba el ombligo al aire, además llevaba un pantalón que me marcaba la raja del coño, que era muy bajo de estos que dejan ver toda la cadera, y la parte de arriba de las bragas, sobre todo cuando te sientas.

La ropa era dos tallas pequeña por lo que había engordado, y me marcaba al máximo, tetas, culo y coño.

Me dijo que me desnudara con el mismo gesto que se le dice a una puta.

Una vez desnuda del todo, me pesó, había engordado 12 kilos en tres meses, había pasado de 54 a 66 kilos. Me tomo las medidas. Los de 75-45-75 se habían convertido en 95-65-78.

Me confirmó que el tratamiento hormonal me había cambiado el metabolismo, y que ahora era una mujer con curvas pero que no cogiera más peso. Me auscultó y me hizo toser diciendo que ya tenía la tos clásica de fumadora.

Las pulsaciones habían pasado de 60 por minuto a 75. Me tomó la tensión, había pasado de 11-6 a 13-8. Me dijo que todos los cambios eran por la dieta, el tabaco y las copas.

En definitiva estaba comprobando si había cumplido todas las pautas que me marcó. La enfermera (que por cierto estaba buenísima) me sacó sangre para comprobar mi nivel hormonal.

Luego me dijo que pasara con la enfermera al baño, para darla una muestra de orina y para aplicarme un enema, porque quería verme con los intestinos limpios.

Pasamos al baño y la chica me dio un frasco para que lo llenara. Me lo metí entre las piernas y con mucha vergüenza lo llené de orina con ella delante.

Después metió un tubo de plástico por el ano, el cual me abrió con sus dedos, utilizando guantes de látex, y desde una pera me metió agua templada en mis tripas.

Yo notaba como me entraba el líquido caliente y se me hinchaba el vientre.

Después de meterme un par de litros de agua, me dejó tumbada en una camilla en el baño y me dijo que antes de evacuar esperara un rato. Me dejó sola como unos 15 minutos.

Yo estaba toda llena y desesperada por evacuar, no podía aguantar mas.

Cuando volvió me dijo que ya podía defecar.

Yo la pregunté que si me podía dejar un poco de intimidad, pero me contestó que Mario la ordenó que ella tenia que estar delante todo el tiempo.

Así que toda desnuda y con ella delante expulsé todo el agua mezclada con mis excrementos de mis dilatadas tripas.

Luego me acompañó a donde estaba Mario.

Cuando salió la enfermera, Mario me dijo que me tumbara en el sillón ginecológico, abierta de piernas.

Comprobó la dilatación de coño y culo, y me dijo que se veía que había cumplido los deberes con los consoladores, que los tenía de dilatados como los de las putas, y que estaba de mojada igual que ellas.

Luego empezó a comerse mi coño depilado (con la depilación láser ya no me ha vuelto a salir pelo en esa zona) durante un rato, cuando acabó había tenido dos orgasmos, afirmó que mi coño sabía a perra en celo.

A continuación se abrió la bata, y se bajó la cremallera, ordenándome que le comiera la polla, se la saqué como pude porque estaba todo empalmado, y empecé a mamársela, mirándole siempre a la cara, estaba orgullosa de sentir la polla de mi hombre creciendo en la garganta, me sujetó la cabeza y empezó a meter y sacar como si mi boca fuera un coño, casi no podía respirar.

Cuando empezaba a salir preseminal, me la sacó de la boca, me tiro al suelo, se puso detrás y de un golpe me la insertó en el culo, me dolió menos que la primera vez porque mi culo ya estaba bastante dilatado, me follaba con fuerza como si quisiera hacerme daño, yo mientras tanto, me agitaba el clítoris con todas mis fuerzas.

Al cabo de diez minutos, me la sacó me dio la vuelta me abrió las piernas y la clavó en mi mojada vagina hasta los huevos. Por primera vez me jodía por ahí , estaba emocionada.

Al cabo de otros 15 minutos, derramó su leche caliente dentro de mi vagina. Se salió y me dijo que se la limpiara con la boca.

Se arregló y me dio un clinex para que me limpiara.

Llamó la enfermera para saber si ya estaban los resultados con los análisis. Los trajo y se me quedo mirando con una sonrisa burlona mientras se iba.

Los niveles de hormonas femeninas estaban disparados, el colesterol y la glucosa me habían subido. Llamó a una amiga suya para que viniera, dijo que quería que la conociera, antes de irme.

A continuación me marcó las pautas a seguir en el próximo trimestre, indicando que el tratamiento hormonal lo tenía que seguir durante otros 9 meses, para que las curvas se quedaran donde estaban de forma irreversible pero que no quería que me convirtiera en una foca, así que me puso una dieta a base de cereales para desayunar, verdura, y carne y pescado a la plancha, y de postre sólo yogures o fruta.

Me dijo que hiciera aeróbic en el club 4 días por semana, que al principio me costaría pero que me quería con los músculos tonificados, aunque por el tratamiento hormonal sería muy difícil que bajara peso.

Además no quería que dejara de fumar y de beber, aunque insistió en que no quería una borracha.

Por último me proporcionó las señas de un cirujano plástico amigo suyo, en ese trimestre me operarían para engrosar labios y para subir pómulos y papada.

Además para eliminar los efectos del embarazo me harían una liposucción y elevación de abdomen. Las tetas las dejaba para el siguiente trimestre.

Entonces llegó la mujer que me quería presentar, se llamaba Ana. La conocía de vista del club, Mario me dijo que le contó mis avances en este trimestre, es decir, me estuvo espiando para ver si cumplía lo que quería que hiciera.

Era bellísima una morenaza tipo actriz de cine italiano, con el pelo cortado a lo Cleopatra. Yo diría con tacones 1,80 de altura, 90-60-95, unos 30 años, y labios carnosos.

Muy maquillada en tonos rojos, vestido de punto muy ajustado a la altura de los muslos y botas de media caña.

Mario me indicó que Ana era enfermera, que empezó trabajando con él en el hospital, y que ahora trabajaba para una revista de modas.

Que también llevó los tratamientos y operaciones míos, y que ahí tenía los resultados. A todo esto yo seguía desnuda, Ana me miraba descaradamente.

Mario me dijo que me vistiera. Mientras nos decía que a partir de ahora seríamos amigas inseparables, que su influencia sería muy positiva para mí. Vaya si lo fue, mi relación con Ana, me hizo perder definitivamente mi familia, mi trabajo, y entrar en un tipo de vida del que ya no he podido salir.

Por último me dijo que no me quería ver hasta el próximo trimestre, ya operada y tonificada por el ejercicio.

Me indicó que hiciera todo lo que Ana me mandara, que en su ausencia ella era la que mandaba y que si no hacía cualquier cosa que me ordenara habíamos terminado para siempre.

Me quedé un poco preocupada ¿Qué era lo que esa mujer me haría hacer?.

Cuando salimos de la consulta me ofreció un cigarro diciéndome que no me preocupara, que seríamos muy amigas, que los pasos más difíciles ya los había dado.

Me indicó que fuéramos al club que iba a empezar con el aeróbic, llamé con el móvil a la secretaria para decir que se había complicado la consulta con el médico y que ya no iría hasta mañana.

Cogimos mi coche para ir al club, mientras me metía mano descaradamente, me decía que antes de 15 días me tenía que operar, para estar más guapa lo antes posible y así poder alternar con ella y sus amistades sin desentonar.

Al entrar en el vestuario, empezamos a desnudarnos.

Me fijé en Ana, se veía que llevaba ropa sencilla pero cara. Cuando se quitó el vestido pude ver su cuerpo en plenitud, llevaba un unas bragas y un wonderbra negros.

Se quitó el sujetador, y de pecho tendría 95, luego se quitó las bragas el culo era firme, tenía la regla porque salía el cordón del tampax desde su coño totalmente depilado.

El resto de chicas pasaban alrededor medio desnudas, algunas se ponían la ropa de deporte, otras recién duchadas se vestían.

Mientras tanto Ana se puso una malla y un top, quedando su tripa lisa al aire, destacando un piercing en el ombligo. Estaba toda bronceada como yo.

Mientras yo me desnudaba, también me miraba, me susurró que me estaba quedando un cuerpo divino, que con el ejercicio y la cirugía pronto estaría como ella.

Salimos al gimnasio para dar la sesión. Ana me presentó a la monitora de aeróbic. Vanesa. Tendría unos treinta y tantos años y me sonrió al conocerme.

Ana le explicó que me tenía que poner a punto, que llevaba sin hacer ejercicio mucho tiempo.

Intentaba hacer todos los ejercicios, pero me faltaba fondo, estaba muy pesada y fatigada, sin agilidad, el no estar en mi peso habitual y el tabaco, me pasaba factura. Vanesa intentaba ayudarme enseñándome para que adoptara las posturas correctas.

Ana me cogía de las caderas y aprovechaba cualquier cosa para meterme mano.

Cuando terminamos la sesión estaba agotada, Vanesa me dijo que dentro de pocas sesiones ya aguantaría sin problemas.

Fuimos a la ducha Ana se quitó el támpax y lo echó a un contenedor de esos higiénicos, mientras yo ya me estaba duchando, pero en vez de meterse en otra ducha se metió en la mía y corrió la mampara.

Nos pusimos debajo del agua, empezamos a tocarnos las tetas (me daba mucha envidia el tamaño de las suyas) y los coños.

Me dijo que le lamiera el clítoris con ganas, me daba un poco de asco porque lo tenía con sangre de la regla, y me retiré. Me propinó un bofetón diciéndome que cuando ella ordenaba algo era como si lo hiciera Mario.

Empecé a lamérselo, me acordé de cómo lo hacía Katia (la puta que contrató Pablo para que se acostara conmigo), al poco rato Ana se corrió en mi cara, diciéndome que se veía que ya no era la primera vez que había estado con una mujer, que era todavía más guarra que lo que Mario le había contado.

Después de una sesión de Rayos UVA y masaje, nos fuimos a un bar de copas próximo, y me contó que a partir de ahora iba a controlar todo mis movimientos, tanto que incluso cuando fuéramos de compras ella me elegiría las bragas.

De momento quería que me operara la semana siguiente, que estaría de baja unos quince días. Me explicó lo que me iban a hacer:

Para empezar un engrosamiento de labios con hilos de goretex, me indicó que el perfilado de los labios se haría muy patente puesto que es un material que proporcionan gran volumen. Los resultados obtenidos son definitivos; es decir estos materiales son de duración permanente.

Después una abdominoplastia. Me explicó que era un procedimiento quirúrgico que mejora el aspecto del abdomen mediante la eliminación del exceso de piel y tejido graso y el tensado de los músculos de la pared abdominal, consiguiendo así un abdomen firme y plano. Pero que tendría que estar ingresada entre 1 y tres días.

Me comentó que el tamaño de las cicatrices están en proporción con la cantidad de piel «en exceso» que tuvieran que quitarme, y que generalmente se sitúan por encima del bello pubiano y en ambas regiones inguinales, de tal manera que quedan ocultas por el bikini.

Pero me dijo que si alguna se notara tendría que hacerme un tatuaje.

Para terminar me comentó que me subirían y engrosarían los pómulos de forma análoga a los labios, y que me subirían la piel del cuello para dejarlo plano, con la barbilla totalmente perfilada. Es decir, Mario me quería sin ningún asomo de papada.

Entre la cirugía, el aeróbic, y la dieta mantendría los kilos en su sitio quedándome un cuerpo con curvas de mujer muy macizo, que más adelante se completaría con el implante de pecho.

Le pregunté que cuanto me iba a costar todo esto y me contesto que 2 millones de pesetas y que la de las tetas otro millón, que era una clínica cara pero que me dejarían con una cara y un cuerpo similar al de las modelos pero con más curvas.

Cuando salimos de allí la llevé a su casa, vivía en un apartamento en la castellana por la zona de Cuzco, se veía que manejaba dinero.

Yo me fui para casa mientras pensaba de donde iba a sacar el dinero para las operaciones. Ese día llegué pronto, eran las 10, mi hijo ya estaba en la cama, y saludé a mi marido.

Se puso muy contento al verme, yo le di un beso metiéndole la lengua hasta la garganta.

Tenía que follarle mejor que nunca para que me diera el dinero, porque con el ritmo de vida que había llevado esos meses me quedé sin ahorros y con las tarjetas endeudada hasta las cejas.

Le conté que había empezado a hacer aeróbic y que me iba a poner a dieta, para estar más guapa para él. Me contestó que ya era hora de que me diera cuenta que comía demasiado.

Yo mientras estábamos hablábamos, me fumaba un cigarro y hojeaba con soltura una revista entre tanto él hacía la cena.

De repente le solté que me iba a hacer unas operaciones de cirugía estética porque mi cuerpo se había estropeado con el embarazo y porque había notado que ya no me miraba igual porque no podía tener hijos, así que quería compensarle, pero que no tenía dinero para pagarlas.

Le conté lo que me iba a hacer que necesitaba ahora 2 millones y en mayo otro para los implantes de los senos.

Mi marido ganaba medio millón al mes, pero me dijo que era una barbaridad que si estaba loca, etc.

Entonces yo empecé a actuar me puse como una loca le tiré la cena a la pared, gritando que ya no me quería, pero que se podía olvidar de volver a tocarme, y me fui a dormir a otra habitación.

Esto ocurrió el jueves, el sábado cuando me vio salir del baño en bragas, no pudo aguantarse y me dijo que me daría los tres millones. Ese sábado le eché el polvo de su vida, dejando que se metiera por todos mis agujeros, hasta me hizo una lluvia dorada en toda la boca.

El lunes fui a la consulta del cirujano plástico con Ana, ella era la que elegía como me tenían que dejar todas las zonas operadas.

La verdad es que ella también pasó por lo mismo y además era enfermera, aunque supongo que el que movía los hilos en la distancia era Mario.

En el trabajo pedí que me cambiaran los días de baja por días de vacaciones, argumentando que tenía una depresión y que me iba a operar para sentirme mejor conmigo misma.

El miércoles me operaron, Ana no se separó de mí. El día de las operaciones por la tarde vino mi marido con el niño a verme, y le presente a Ana como una amiga del club con la que hacía aeróbic.

Ella estaba impresionante un pantalón negro elástico super ajustado que le marcaba toda la raja del coño, un top azul claro que contrastaba con su piel morena y que le marcaba todos los pezones (me di cuenta que no llevaba sujetador) que se pegaba como una segunda piel dejando al aire el ombligo que por cierto lucía un piercing como de oro, y unos zapatos de tacón de aguja.

Cuando se agachó para dar un beso al niño aprovechó para enseñarle descaradamente las tetas a Carlos que se quedó como hipnotizado.

Empezamos a hablar de cosas triviales, a mí me prohibieron fumar dos día por la operación de los labios, y por primera vez me di cuenta lo que engancha el tabaco, fueron los dos peores días de mi vida, y aunque me prohibieron follar durante 15 días lo llevé mejor que estar dos días sin fumar.

A Carlos se le veía muy interesado por Ana no la quitaba ojo, ella lo que quería era que todo el mundo me viera como una buena amiga para poder controlarme todavía mejor.

A los tres días estaba en casa, pero todavía no se podían comprobar los resultados por la inflamación.

Disfruté durante quince días de un poco de calma y de la compañía de mi hijo de la que ya casi no me acordaba.

Aunque eso sí, Ana me dijo que me tenía que masturbar todos los días, y como iba a estar en casa que llevara puestas las bolas chinas para mantenerme bien caliente.

Cuando bajó la inflamación ya se pudieron observar los resultados. Tenía el vientre plano como antes del embarazo, pasé de 65 a 60 cm de cintura, que contrastaba con mis 95 cm de cadera.

La cara era otra, pómulos y barbilla muy marcados, y labios al estilo Actriz porno, es decir, como les gustan a los hombres muy carnosos, los típicos labios de mama pollas. A Carlos también le gustaron los resultados, la verdad es que yo creo que no le desagradaba que tuviera un físico como el de Ana.

Cuando volví al trabajo todo el mundo me miraba, la verdad es que estaba más guapa, y teniendo en cuenta como me hacían vestir y como tenía que comportarme con los hombres me había convertido en una mujer totalmente irresistible.

Continuará.

Continúa la serie