Las noches del bar
Me llamo Damián y tengo 27 años, y la historia que les voy a relatar sucedió hace ya unos años, cuando tenía 20.
Por ese entonces yo trabajaba de noche en un bar de Villa Urquiza (en Buenos Aires), atendiendo los clientes y cocinando si a alguno se le ocurría comer algo.
La dueña del bar esa noche no estaba, por lo tanto estaba yo a cargo de todo el funcionamiento del lugar. Aclararé que era un lugar chico.
Esa noche, cerca de las tres de la mañana llegan al bar cuatro chicos, que habían venido otras veces, se sentaron juntos y me pidieron unas cervezas con unas papas fritas.
Ellos tendrían entre 17 y 19 años. Todos muy bonitos, flacos y con sus cuerpos trabajados.
Como el bar cerraba a las cuatro les dije que yo cerraría pero que ellos se podían quedar tomando, pues el auto que pasaría a buscarme no vendría hasta las cinco y media.
Aceptaron gustosos, y una vez que cerré me invitaron a tomar con ellos unos tragos. Acerqué una silla y nos pusimos a charlar y reírnos de todo.
Uno de ellos sacó de su bolsillo un mazo de cartas comenzó a jugar un solitario.
Ya íbamos como diez cervezas cuando el que parecía mas chico de ellos, que se llamaba Julio, propuso un juego.
Al que todos aceptamos, el asunto era que el que perdía tenía que realizar una prenda, elegida esta por los otros jugadores.
Fue así que al rato uno de los chicos que se llamaba Daniel, de 18 años, perdió.
Entonces se retiró mientras nosotros planeábamos la prenda.
Grande fue mi sorpresa cuando Julio dijo «que nos la chupe a todos».
Yo pensé que era una broma, pero inmediatamente los otros dos dijeron que si, puesto que no se podía negar a realizar la prueba.
Fue así que llamaron a Daniel, y le dijeron que nos tenia que chupar la pija a todos.
Debo admitir que yo estaba empalmado, si bien no era mi primera vez con un hombre, me excitaba la idea de tener sexo entre varios chicos a la vez.
Daniel no parecía sorprendido, es más, sin perder tiempo nos invitó a la cocina, y allí fuimos.
Al pararnos pude observar que los otros chicos también estaban empalmados. Y pensé que un poco de ayuda a Daniel no le vendría mal.
Cuando llegamos a la cocina Daniel se arrodillo frente a Yago y Leo, los otros dos chicos que ya habían sacado sus pijas fuera de sus pantalones.
Pude observar que ambos estaban muy bien dotados, dos hermosos miembros de unos 20 centímetros de largo, y con una dureza admirable.
Daniel sin hacerse rogar se metió la pija de Yago en la boca.
Tenía unas tragaderas impresionante, la pija de yago desaparecía por completo dentro de la boca de Daniel, mientras que con una mano pajeaba a Leo que se lo notaba excitadísimo.
Julio, se ubicó detrás de Yago, y mientras Daniel seguía tragando esa pija, el otro comenzó a chuparle el culo a su amigo, se ve que le gustaba porque su mirada estaba perdida, sin dudas estaba pasándolo de maravillas.
Leo me miró y me dijo si yo no iba a participar, a lo que respondí que esperaría mi turno, cuando Daniel se desocupe, solté una risita idiota.
Entonces Leo agarrándose su pija y ofreciéndomela me dijo que si quería podía empezar al revés, chupando.
Con un poco de dudas me arrodille frente a él, y su miembro quedó a la altura de mi boca, que en verdad estaba deseosa de saborear esa polla.
Él me fregó por los labios la cabeza de su mástil mi boca se fue abriendo hasta que noté mi nariz sobre sus pendejos.
Y comenzó a cojerme la boca, yo casi no podía respirar pero me dejaba hacer.
Pude observar que mientras Dani seguía chupando a Yago, Julio se calzaba un preservativo y te un solo movimiento ensartó a Yago, este gemías como loco, mientras tomaba por los pelos la cabeza de Dani que tanto placer le daba, supuse que se iba a correr y no me equivoqué, separó su pija unos centímetros de la cara de Daniel y lo bañó de leche, chorros y chorros que parecían no terminar de salir.
Y en ese instante sentí que un río de dulce sabor inundaba mi garganta. Leo se había venido en mi boca. Tragué todo ese néctar, era sabroso, muy rico.
Julio seguía cojiendo a Yago hasta que por sus movimientos supuse que se vendría, entonces sacó su polla de Yago y mirándome con picardía me dijo que si la quería probar adentro un rato.
Yo estaba regaladísimo y le dije que me encantaría.
Me bajé mis pantalones, y le ofrecí mi culo a ese niño que me quería colocar.
Julio se apoderó de mi orto con sus manos y con su lengua buscó mi agujerito que lamió hasta que casi me hace correr de placer.
Luego sin piedad me la metió hasta los huevos, y comenzó unos movimientos fuertes que me hacían ver las estrellas.
Daniel se puso delante de mi boca y me ofreció su polla, sin dudarlo la comencé a chupar, y al poco rato se vino en mi cara con un grito de placer que se debe haber escuchado en todos lados.
Julio cogió mi pija mientras me culeaba y comenzó a masturbarme, era delicioso, yo me estaba por venir cuando el me dijo que quería venirse dentro de mi culo, a lo que yo accedí de inmediato.
Apuró sus movimientos mientras me decía «que lindo culito tienes, putito… y esto mío verdad».
Sí, sí todo tuyo contestaba yo que me venía en un litro de esperma que caía sobre el piso de la cocina.
Y las convulsiones de Julo me indicaban que se había venido en mi orto.
Por fin nos levantamos y nos reímos un rato de lo que había pasado y nos pusimos de acuerdo que yo los llamaría cada vez que la dueña del bar no estuviera.
Y así lo hice muchas veces.
Luego yo cambié de trabajo y no los volví a ver.
Me fui a trabajar en una empresa que realizaba encuestas, allí también descubrí nuevos amigos, pero eso se los contaré en otra historia.