En el banco

Estando en el banco haciendo cola para depositar un dinero, llega este señor, de unos 45 años, con un cuerpo bien formado, barba y bigotes (con asomo de canas) y lamentablemente con un anillo de casado en su mano izquierda.

Estaba justo detrás de mi y en lo que pasaba el tiempo me imaginaba teniendo un encuentro privado con este señor.

En un momento me pidió mi lapicero para endosar su cheque y me preguntó si era del interior del país; empezamos a conversar sobre la situación política y económica y los minutos pasaban; la fila iba avanzando y en un momento sentí que su cuerpo se acercó demasiado al mío y sentí su miembro en mis nalgas (acto seguido me dio un escalofrío de la excitación), él se dio cuenta y nuevamente reiniciamos la conversación.

Como tenía los brazos a la altura de su miembro él se acercó y hacía movimientos suaves sobre mi mano – yo miraba a todos lados con mucho temor; pero él lo hacía tan natural que no parecía preocuparse.

Me comentó que era casado y que tenía ya nietos, le dije que se veía muy joven para ser abuelo y ya intimidamos un poco más; le dije que tenía planes de boda y me aconsejó que pensara muy bien antes de «encarcelarme».

Lamentablemente llegó mi turno e hice el deposito, me despedí y ya en el parqueo esperé a que saliera, duré aproximadamente 5 minutos cuando al fin lo vi llegar a su carro.

Me preguntó qué iba yo a hacer y le dije que no tenía planes inmediatos, me invitó a su casa para que siguiéramos hablando sobre política (aquello me sorprendió por lo de su esposa); le dije que estaba bien que lo seguía y él me dijo «No te preocupes, mi esposa está en New York por una semana visitando a nuestro hijo y estoy soltero», aquello me pareció una insinuación a la franca y le seguí hasta su casa.

Al llegar me ofreció de todo y me dijo que tenía mucho calor que iba a darse una ducha, le dije que lo esperaba viendo un poco de televisión (soy un poco tímido para dar el paso).

Al momento escucho que me llama y voy al baño, allá estaba en la ducha y me pidió que le enjabonara la espalda que su esposa siempre lo hacía.

Ya aquello pasaba de ser una ilusión a una realidad, ni tonto ni perezoso tomé el jabón y comencé a enjabonarle la espalda, entonces me pidió que lo acompañara, me desvestí y ambos nos enjabonábamos y comenzamos a besarnos, el agua corriendo por nuestros cuerpos y nuestros miembros erectos a punto de explotar.

Él me pidió que me arrodillara y comencé a chupárselo (su miembro era perfecto), mientras se lo chupaba con el dedo le fui frotando su culo y gemía de excitación. Luego de una intensa chupada se vino en mi cara y me dio las gracias.

Yo aún no me venía ni había recibido de su parte muestras de reciprocidad; pero no le di mucha mente a esta situación y él salió de la bañera y comenzó a secarse y luego me secó.

Recogí mi ropa y me estaba vistiendo y él con cara de asombro me dijo, Porqué te viste? aún falta la mejor parte.

Me llevó a su alcoba (vi la foto de su familia en la mesita de noche y de verdad que sentí envidia), me recosté en la cama boca abajo y él tomo una crema y comenzó a darme un masaje por todo el cuerpo, sentía sus manos fuertes en mi espalda, luego recogía con sus dedos mis piernas y la piel se me ponía de gallina, entonces me pide que me ponga boca arriba, comenzó chupándome las tetillas y luego bajó con su lengua hasta llegar a mi miembro, sentir sus pelos de los bigotes y la barba rozando con mi pubis fue algo único e inolvidable; me dio la mejor mamada que me hayan podido hacer en mucho tiempo.

Luego que me vine nos quedamos abrazados por un largo tiempo y dormitamos por una hora.

Al despedirnos intercambiamos números de teléfonos y me dijo «Hasta el próximo viaje de mi mujer».