Una noche calurosa de verano yo estaba muy caliente, y queriendo vivir algo distinto me puse de usuario en Grindr «pajas en tu auto». A los pocos minutos me contacta un maduro diciendo que le gustaba la propuesta y que me podía pasar a buscar. Eso hizo. Inmediatamente al subir a su auto me quito los pantalones completamente, mi verga durísima por la exhibición. Sin dudarlo el maduro comienza a manejar, su mano pasando de la palanca de cambios a la palanca entre mis piernas yendo y viniendo. Entre palanca y palanca se baja el cierre del pantalón y yo aprovecho para meter mano a ver qué había. Lo que había era una verga pequeña pero muy dura, y sobre todo absolutamente babeada por el morbo que provocaba la situación. Entre charla y charla y manoteo y manoteo hicimos un par de kilómetros hasta alcanzar la costa. El tráfico en esa zona aumentaba y el maduro no tenía ninguna vergüenza en pajearme sin miedo a que nos vean desde otros autos.
Estacionó en un lugar tranquilo y sin mediar palabras se bajó el pantalón, se me trepó arriba y mi pija le entró en el culo sin ningún problema ni lubricación específica. Me masturbó con su culo y yo rápidamente llené su interior de leche, ya que estaba muy caliente desde hacía rato y no pude aguantar. Sin quitarse mi pija de adentro, así como estaba se masturbó hasta tirarme toda su leche en el pecho.
Emprendimos el camino de vuelta, esta vez hablando bastante más. Cuando estábamos por llegar a un lugar específico de la costa, él me cuenta que es policía, y casualmente la zona donde trabajaba era el lugar por donde estábamos pasando en ese momento con el auto. Eso fue todo lo que hizo falta para que mi verga se pusiera al palo nuevamente, y sin más volví a quitarme los pantalones y él me empezó a pajear con todo el amor. Yo pasé mi brazo alrededor de su cuello como abrazándolo, y él, con la ventanilla baja, mientras me pajeaba me iba chupando los dedos, como exhibiéndose en su zona de trabajo, como con ganas de que lo vea algún compañero suyo y vea lo puto chupapijas tragaleche que era, lo cual lograba que yo me pusiera más duro. Le pedí que vayamos a mi casa porque necesitaba volverlo a culear pero esta vez en la comodidad de una cama. Eso fue exactamente lo que sucedió, llegamos a mi casa y yo me bajé del auto con la verga haciéndome carpa. Lo llevé a mi habitación, lo desnudé y lo bombeé hasta volver a llenarle el culo de leche, que todavía tenía mis lechazos anteriores.
Nos quedamos dormidos y al otro día nos despertamos temprano. El calor seguía, esta vez más sofocante con el sol del día. Desayunamos desnudos y con nuestras vergas duras. Queriendo darle un respiro a ese ano devorador, lo acosté en mi cama y le chupé la verga lentamente. Empecé a estimular sus pezones y no pudo aguantar largar toda la leche. Quedó muerto, pero en menos de 5 minutos mientras lo acariciaba aproveché para llevarme su pija nuevamente a mi boca y a tocar sus pezones despacito. Su pija no tardó en volverse a erectar por completo. Yo ya había notado que además de los juegos con sus pezones, también disfrutaba mucho que juegue con sus testículos, con lo cual aproveché la ocasión para ponerle un anillo de cuero que va alrededor de los huevos, que provocan una sensación de ‘tire’ que se siente muy rico. Estuve un rato así, mamándole la verga, masturbándolo, jugando con sus huevos estirados y mamando sus pezones. Minutos después volvió a largar una buena cantidad de leche.
El calor ya era superador, con lo cual nos fuimos al patio y yo encendí una manguera que tengo lista tanto para limpiar el patio como también para que funcione tipo ducha cuando me baño al aire libre. Nos sentamos en bolas mientras nos refrescábamos con el agua fría. El maduro me dice que tenía que mear. Yo estaba al palo porque le había sacado la leche dos veces seguidas pero no me había encargado de la mía propia, así que le pedí que me meara mientras me masturbaba. Obedientemente vació su vejiga sobre mi cuerpo peludo mientras yo me pajeaba furiosamente, sintiendo su meo entrando por mi boca y cayendo por todo mi cuerpo. Cuando estaba por acabar, el maduro se puso en cuatro patas y se llevó mi pija a su boca, tragando prolijamente cada gota de mi leche mezclada con su meo que todavía tenía en mi cuerpo.
El policía maduro era un señor casado con una mujer, padre y abuelo. Su familia no estaba en la ciudad en ese momento y eso hizo posible que tuviéramos nuestra pequeña lujuria de miel, lamentablemente luego fue muy difícil poder coordinar. Sólo nos vimos dos veces después de esto. La primera vez quedamos en vernos en la calle una tarde, yo iba en moto con un jogging recortado para hacerlo short, con las piernas muy anchas que eran ideales para poder sacar mi verga por ahí. Nos encontramos en una calle casi céntrica y él, como si nada, se me acercó a hablar mientras yo seguía sentado en mi moto. Me masturbó mientras la gente pasaba alrededor sin percatarse de lo que estábamos haciendo. Acabé enseguida, manché todo el asiento de mi moto y mi short, y la parte de leche que quedó en su mano él se la tragó minuciosamente mientras me miraba a los ojos.
La segunda vez también fue breve, él se encontraba cerca de mi trabajo así que cuando cerré el local lo invité a que pasara. No teníamos mucho tiempo ya que yo no trabajaba solo, pero en apenas poquitos minutos él aprovechó para masturbarme en el sillón del salón y nuevamente se tragó toda la leche que pudo juntar en su mano. Aún sigue siendo de las experiencias más calientes que tuve, y siempre espero poder volver a cruzármelo.