La verdad es que nunca pensé que me atrevería a escribir esto.
Muchas veces mis fantasías me parecen muy caprichosas y temo que las vean como ridículas y raras.
Estoy en casa solo, pensando el mis deseos y no puedo dejar de pensar en ti, noto como se moja mi pene, tengo que agarrarlo y apretarlo, pero la fantasía continua.
Chupas con lujuria uno de tus dedos que ahora, muy despacio, resbala por tu cuello hasta llegar al pecho.
Vas dejando un rastro de saliva en tu piel empiezas a bajar, primero acaricias tu vientre con suavidad y por fin llegas a tu sexo que te espera impaciente. Introduces en él un dedo, luego otro, y otro.
Está caliente, palpitante, húmedo y yo ya no lo puedo remediar. Quiero ser tuyo, quiero sentirme dentro de ti… Te estas frotando el clítoris mientras yo estoy tumbado en la cama, sigo moviendo lentamente mi mano a través de mi pene, imaginándote.
Separas los labios con tus propios dedos y tu mirada se vuelve lasciva.
Mira… mira… – me dices, mientras te metes un dedo en la vagina, lo sacas despacio y lo metes otra vez, sabes que eso me pone a cien.
Me fascina verte así, abierta, toda una invitación a entrar en ti y siento un corrientazo en la punta del pene
Te sientas en mi cara y me ordenas que te lo chupe: «saca tu lengua y empieza a chupar»
Empiezo a jugar con mi lengua alrededor de tu vagina. Tengo frente a mi cara tu clítoris mojado y entonces me hundo dentro de tu coño para besar y chupar con fuerza el clítoris, mientras tú suspiras de placer.
Abres tus piernas un poco más para que yo pueda lamerte desde el ano hasta tu clítoris en una sola pasada, una y otra vez. Veo como gozas, orgasmo tras orgasmo, me encanta ver cómo te estremeces. Mi cara está llena de tu flujo.
Me dices: Si sigues así me correré… para, para que yo también quiero chapártela…
Nos hemos compenetrado siempre bien a la hora de gozarnos. Agarras mi pene y cierras tus labios sobre el glande. Desplazas la piel hacia atrás, con tanta brusquedad que me duele. Pero no quiero cortarte, no quiero interrumpir ese momento en que te la comes toda hasta casi llegar a la garganta.
Con toda intención dejas caer tu saliva que resbala fuera de tu boca. Cabeceas sobre mi pene como si fuera cuestión de vida o muerte y no sé si me excita más, la chupada que me estás haciendo o el cuadro de tu cara con los ojos cerrados, la boca forzada para acogerme, el llenarse y vaciarse de tu mejillas al ritmo de las chupadas o el gemido que sale de tu pecho.
Me pones a cuatro patas, te arrodillas separando aún más mis nalgas y acercas la cara a mi culo. En una situación así te pediría que me lamieses todo y que me metieras la lengua en todos sitios…
No puedo más y te pido: Entra…., entra…, fóllame el culo…
Mojas un dedo en tu boca y me lo metes por el culo dándome un placer infinito
«Te follaría ahora mismo»- me dices…
Tus pechos se rozan con los míos y tus pezones están tan sensibles que hasta los arrastras por mí y te excitas con el roce. No te basta y con la mano libre te pellizcas uno de ellos, lo retuerces, hasta causarte dolor, hasta dejarlo enrojecido y erecto.
Me tumbas boca arriba y te pones sobre mí, agarras mi pene y lo rozas contra tu clítoris, contra tus labios, continuas así y ves que yo ya no puedo más, necesito sentir tu vagina, y me haces sufrir, no te la metes, solo le enseñas a mi pene el principio de tu vagina, la metes un poco, muy poco y la sacas, continuas masturbándote con ella, disfrutando de ella, sin preocuparte de mis deseos, de mi necesidad de metértela.
Te digo: «Quiero que me folles, quiero sentir mi pene erecto y duro en tu coño
-» Métetela…», pero tu estas decidida a usarme y disfrutar de mí.
Me muerdes en el hombro. Me muerdes otra vez y hasta me tiras del pelo en tu frenesí. Recorres mi cuello con tus labios y buscas mi oreja. Siento tu respiración agitada y ronca. Separo tus nalgas y en mi mente imagino tu ano abriéndose aún más, me vuelve loco esta imagen
Empiezas a hacer movimientos circulares con la cadera para frotar mi pene contra todas las paredes de tu vagina, tú sientes como si la punta girara también contra el fondo de ella. Me lames la mejilla, el cuello y los hombros cada vez más excitada, aumentas la velocidad de los movimientos mientras tu cuerpo pide más placer y pronto explotas en una serie de orgasmos mientras clavas tus uñas en mis hombros y en mi pecho.
Y en ese momento regrese a la realidad. Me estaba masturbando.