Placeres

Hoy ha sido un día duro, cambié mi turno en el hospital a petición de un compañero que necesitaba la mañana para hacer unas gestiones, demasiadas horas de quirófano, y esa reunión que me ha tenido ocupada toda la tarde.

Llego a casa agotada, recojo el correo del buzón, abro la puerta y me dirijo al baño mientras por el pasillo ya voy descalzándome y desnudándome, buscando aislarme del resto del mundo bajo el agua de la ducha.

Abro el grifo del agua caliente y busco sumergirme en ella casi desesperadamente.

Me coloco en la bañera de manera que todo el agua moje mi cuerpo de una sola vez.

Me estremezco al sentir el agua tan caliente sobre mi piel, pero me resulta relajante sentir ese calor sobre mi pelo, en mi nuca y bajando por mi espalda hasta mis nalgas.

Como en un ritual, enjabono mi cabello y siento como el masaje en mi cabeza empieza ya a relajarme, mientras sigo sintiendo el calor del agua recorriendo parte de mi cuerpo.

Intuitivamente, he cerrado los ojos y enjabonando mi nuca y mi cuello me abandono a mis pensamientos…

Hago balance del día y por un momento pienso que ese estado de excitación que me ha invadido durante toda la mañana es debido a lo que, inesperadamente, sucedió anoche entre nosotros.

Me sorprendo enjabonando mis manos que ya empiezan a recorrer mi cuello y mis hombros y le pienso tal y como describimos anoche…, recostado sobre la almohada, boca arriba, desnudo, escondiendo bajo la sábana una de sus piernas y su sexo que ha empezado a acariciar a petición mía cuando he aparecido en la puerta de su habitación, solo con una camisa y un tanga.

Desde ella observo como se acaricia y meto una de mis manos entre la camisa, buscando mis pezones para excitarlos rozándolos con mis dedos mojados en mi propia saliva..

Enjabono mis pechos mientras los acaricio y los aprieto, mis pezones se excitan y mis senos se endurecen.

En un descuido intencionado, mueve una de sus piernas bajo la sábana y por un momento me deja ver lo que se esconde bajo ella.

Aún sin enseñármelo, podía imaginarlo, su verga levantaba la sábana y una de sus manos acariciaba sus testículos… la otra, su pecho, sus abdominales marcados y su torso desnudo y moreno.

Recorro el centro de mi pecho hasta mi cintura que acaricio hasta llegar a mi ombligo y bajo la ducha, repito las caricias que anoche le describía…. dibujo círculos en mi ombligo con mis dedos, y le dejo ver como bajo la camisa mis pezones emergen erectos y muy excitados.

En un momento de máxima excitación le pido que me deje ver su polla, que ha descrito excitada, firme, muy dura, pero él se niega.

Sabe que con esa negación aumenta mi deseo.

Deseo que se convierte en humedad que ya siento en mi sexo y en calor entre mis muslos.

Meto mi mano en el tanga y lo bajo un poco, dejándole ver el bello de mi pubis, abro las piernas y busco mi clítoris para masajearlo.

Me acaricié anoche como lo hago ahora bajo el agua de la ducha. Siento los labios de mi sexo hinchados e inundados de deseo.

Desabrocho la camisa por completo y volviéndome de espaldas descubro mis hombros y dejo caer la camisa al suelo.

Ya puede ver mis nalgas al descubierto y es él quien me pide que me quite el tanga para ver mi sexo y soy yo la que ahora se niega, produciendo en él un gemido de placer ante mi negativa.

Meto mi mano por detrás del tanga, rozando mis nalgas y la humedad de mi coño es tal que la extiendo por todo mi sexo y por la raja de mi culo.

Ha dejado escapar de su sexo unas gotas que dice extender por la punta de su polla.

Me excita pensar que lo hago yo con mi lengua que juguetea en su verga.

Enjabono mis nalgas, abriéndolas como hice anoche para mostrarle mi raja y acaricio una y otra vez mi sexo excitado.

En ese momento, le hubiera gustado chupar mi coñito, penetrarme con su lengua.

Mi excitación es tanta que le pido, le suplico que me deje ya meterme en su cama, entre las sabanas que esconden como un tesoro su pene que no me ha dejado ver aún, pero que he imaginado duro, hinchado, voluptuoso, con su punta desnuda, rosada, húmeda….

Ya no aguanto más, la excitación de mi clítoris casi me produce dolor y como una gata en celo me arrodillo a los pies de su cama y empiezo a ascender por ella hasta llegar a su boca que me apetece besar.

Me siento en sus muslos y con cuidado coloco su pene entre nuestros vientres, presionándolo entre nuestros cuerpos al acercarme a su boca que quiero mordisquear y dibujar con mi lengua.

Succiono su cuello y lo recorro con la punta de mi lengua, soplo y oigo sus gemidos de placer, su corazón se acelera y me atrevo a llegar hasta su oído donde le susurro casi suplicante que me penetre ya.

Apoyo una de mis piernas en el filo de la bañera e introduzco los dedos de mi mano en mi sexo. Los saco y los meto con ritmo, acelerando o frenando en el punto de máximo deseo, alargando mi placer…

Hazlo tú, me dijo y en un acto casi desesperado cojo su polla con una de mis manos, me levanto un poco y meto su punta en mi vagina, y tras la punta el resto de su enorme falo.

Ambos gemimos y mientras mordisquea y lame mis pezones le digo que voy a correrme.

Eso hace que su polla se endurezca aún más dentro de mí, que pueda sentir su fuego en mis entrañas.

Agarra mi cintura y moviéndose me folla una y otra vez con fuerza, golpeando sus caderas contra las mías en cada embestida, hasta hacerme estallar de placer, hasta hacerme temblar de excitación, pidiéndome que me corra con gusto, sin reprimirme, gritando para él.

Quedo exhausta en la ducha como quedé anoche en mi cama, temblando mis piernas y pudiendo sentir como si el corazón me bombeara entre las piernas, latiendo y palpitando sin medida.

Llevo casi una hora en la ducha, dejando que el agua caliente recorra cada poro de mi piel, abandonada al placer de sus caricias y las mías.

Termino este ritual aclarando mi cuerpo con agua tibia, saliendo de la bañera y envolviéndome en una bata de seda.

El placer me ha dejado exhausta, casi agotada y me dirijo al sofá, donde reposo y espero que su recuerdo vuelva a inundarme…