Los viajeros del tiempo IV
Sue sentía caer interminablemente en un pozo oscuro, un lugar donde solo existían visiones.
Vio sus años de infancia y juventud, su boda con Reed su viaje al espacio y su transformación en la mujer invisible.
Se vio sentada ante los dioses egipcios de la muerte, Thot y Anubis quienes la juzgaban de acuerdo a sus obras.
Luego solo oscuridad y silencio.
La visión de estar dentro de un liquido caliente mientras alguien la observaba. La clara conciencia de estar en un lugar que no tenía sentido para ella. Finalmente el viaje terminó.
Los bellos ojos azules de Sue se abrieron poco a poco, ajustándose a los intensos rayos del sol que penetraban por los grandes ventanales del palacio de Tut.
Su vista recorrió las paredes, tapizadas de jeroglíficos resaltados de oro y lapislázulis, las blancas cortinas de seda y los extraños muebles propios de la época.
Se dio cuenta de que estaba recostada sobre un confortable lecho recubierto de cojines y almohadones rellenos de plumas.
A su lado se encontraba su joven esclava Muwa quien la miraba expectante.
-Señora.-dijo alegremente la chica etiope.-¿En verdad has vuelto del valle de la muerte?.-Sue miro el rostro oscuro de su sirvienta y le dedicó una leve sonrisa.
-Así parece mi fiel amiga.-en ese momento una figura se acercó al lecho de la enferma, y Sue reconoció las hermosas facciones de su «rival» Nefri. Esta la miraba con los ojos llenos de temor pero sin peder su aire de orgullo propio de una princesa egipcia.
-¡Déjanos solas esclava!.-ordenó a Muwa. Esta la miro desafiante, sujetando en su mano de ébano la blanca mano de su dueña. No obstante Sue decidió que no era el momento para enfrentar a Nefri y oprimiendo la mano de su amiga la instó a obedecer. Muwa bajo la cabeza y con una rápida reverencia abandono la recamara de su ama. Apenas la joven hubo desaparecido, Nefri se acercó a Sue con gesto amenazante.
-¡Escucha extrajera, más vale que Tut no se entere de lo que sucedió en el palacio! ¡Si lo hace tu amigo, el bufón, morirá!.-a Sue le tomo unos instantes comprender las palabras de su «rival de amores», su mente estaba muy confusa. Pero pronto recordó lo ocurrido en las habitaciones del cruel hermano de Nefri. Por primera vez desde que cayo bajo el influjo del rayo Ultra-diodo sintió que la rabia le corría por las venas.
-¡¿Por qué debería esconder lo que tú hermano me hizo.?!.-dijo desafiante.
-Ya te lo dije extrajera.-repuso Nefri.-Porque si no tu amigo, el bufón de la corte, morirá junto con mi hermano. Además…-
-¿Además que?-
-Además me debes tú vida.-Sue la miro sorprendida.
-¿De qué diablos estas hablando?.-Nefri miro a su rival con extrañeza, no conocía esa expresión bárbara, pero no le presto mayor atención.
-Después de que la cobra de mí hermano te mordió, él mando a sus esclavos que te dejaran abandonada en algún sitio del palacio. De haberte quedado ahí hubieras muerto. Pero yo te encontré y pedí ayuda, es por eso que la sombra de la muerte no pudo atraparte.-Sue guardo silencio. Si bien no creía totalmente en el relato de la princesa, era obvio que en su estado, drogada por el loto azul y envenenada por la cobra de Ozmandias, forzosamente tenía que haber sido auxiliada por alguien… la pregunta era ¿por qué?.
-No lo entiendo.-dijo mirando directo a los ojos de Nefri.-¿Qué razón tendrías para ayudarme, cuando sé que mi presencia te molesta tanto como a tú hermano?.-la princesa egipcia desvió la mirada y contesto en voz baja.
-Lo hice para salvar a Ozmandias precisamente.-
-¿Cómo?.-
-El pensó que podía culpar de tú muerte a los saltimbanquis, ya que algunos de ellos usan cobras para sus actos, pero yo estoy segura de que Tut, no se como, descubriría su mentira lo castigaría. Por eso te ayude.-por primera vez Sue se dio cuenta del miedo que afloraba en la voz de la princesa cada vez que hablaba del Faraón.
-Dime algo Nefri. ¿Tú amas a Tut?.-interrogo la mujer del siglo XX. Acaso pensando en una posible ayuda para escapar.
-Yo lo odio.-respondió la princesa.-Por su culpa Egipto se ha corrompido. Nuestra gloria se ha vuelto vergüenza y nuestros nombres serán olvidados por nuestro descendientes.-
-Entonces ayúdame a escapar.-pidió Sue esperanzada en la revelación hecha por la princesa. Pero antes de que Nefri pudiera responderle la puerta de la habitación se abrió de golpe y un grupo de soldados irrumpió.
-¡Princesa el Faraón de los Siete Soles te manda llamar!-dijo el hombre al mando mientras los guardias sujetaban a Nefri, esta se sacudió las manos de los soldados y con toda dignidad emprendió la marcha por su propio pie. Sue la miro admirando su coraje, digno de una princesa, pero también la miro con tristeza. Tal vez, en otro tiempo y lugar, hubieran podido ser amigas.
-¡Muwa!.-gritó Sue tan pronto como las puertas de su habitación volvieron a cerrarse. La joven esclava llego junto a ella y se postro a un lado de su cama. -Ve y averigua porque se han llevado al princesa Nefri de esa forma.-Muwa salió rápidamente a cumplir el mandato de su ama. Sue se recostó en la cama y espero, pero estaba tan débil que el sueño la venció y se quedo profundamente dormida, pese a lo cual creyó escuchar los gritos de una multitud y el inconfundible sonido del rayo Ultra-diodo al ser disparado. Luego solo silencio…
Cuando despertó las sombras de la noche comenzaban a caer sobre la tierra de los Faraones.-¡Muwa!.-grito casi instintivamente. La esclava etiope acudió pronta su llamado.
-Aquí estoy señora.-
-Enciende una luz y cuéntame ¿qué ha ocurrido?.-la joven hizo lo que Sue le indico y encendió varias lámparas de aceite, cuya pálida ilumino perfectamente la confortable recamara de la mujer invisible. Luego Muwa se arrodillo a un lado del lecho de su ama y en voz baja le contó lo ocurrido esa tarde.
-Escuche que anoche un rebelde llamado Sabah-Nur intento asesinar al Faraón, pero fallo; y el hijo del Ra acuso a la princesa Nefri y al Visir Logos de ser sus cómplices. Esta tarde iban a ser ejecutados. Pero algo paso… de pronto ese salvaje se soltó y Tut le lanzo una rayo de Sol, pero aún así él pudo escapar ayudado por los esclavos que se amotinaron creyéndolo un enviado de los dioses. En cuanto a la princesa Nefri fue condenada a morir en las mazmorras que hay bajo el palacio.-Sue escuchaba con asombro. ¿Quién podía ser ese extraño rebelde capas de soportar una descarga del arma de Tut? Y ¿En verdad Nefri le había ayudado ó era solo una conspiración para deshacerse de Ozmandias?.
-¿No tienes hambre señora?.-pregunto de pronto al fiel Muwa. Sue se dio cuenta de que no había probado bocado desde ese día nefasto y esa conciencia hizo que su estomago despertara escandalosamente. Ambas se miraron y rieron como niñas por el incidente.
-Si. Deseo algo de comer.-Muwa sonrió y se levanto para traer algo de comer a Sue. Esta miro por la ventana y sintió que una inquietud se apoderaba de ella.-Muwa.-llamó de pronto.-Hace cuanto que… «mi espíritu vago por la tierra de Anubis».-la joven etiope se medito la pregunta y respondió con seguridad.
-El Sol salió dos veces mientras estuviste con los muertos señora.-dicho lo anterior Muwa desapareció por la puerta de la habitación. Sue recordó entonces el motivo de su preocupación. Reed les había dicho que tenían siete días para esperar el extraño fenómeno que prometía una cura para Ben. Ahora se daba cuenta de que ya habían pasado cinco días.
-En dos días la maquina del Doctor Doom se marchara de esta época y nos quedaremos aquí para siempre.-pensó con tristeza.-Oh! Ben Reed ¿dónde están? ¿Es este nuestro destino?.-cuando Muwa entro llevando una bandeja con viandas y vino encontró a su señora llorando como una niña asustada. Largo rato le toma a la joven esclava tranquilizar a su señora y convencerla de comer un poco. Sue comió sin mucho apetito, lo había perdido por sus reflexiones, pero aún así se sintió reconfortada por el alimento. Más tarde, como aun estaba débil se recostó para dormir. Pero horas después unos gritos la despertaron de su sueño.
-¡POR LOS DIOSES LOS MUERTOS SALEN DE SUS TUMBAS ES EL FIN!.-gritaba alguien en la noche.
-¡LLAMEN A LOS GUARDIAS!. ¡AAAAHHHHHHHH!.-Sue se incorporo y sin pensarlo camino hacia la terraza de su habitación para ver cual era la causa de aquel alboroto. Pero desde ahí solo alcanzó a ver luces corriendo de un lado a otro, así como el sonido de caballos y carros de guerra desplazándose por las empedradas calles. Gritos y confusión. En ese momento una manos la tomaron por el brazo y la jalaron de vuelta al interior de su habitación.
-¡¿Quién es?!.-grito la mujer del siglo XX soltándose del intruso.
-Soy yo señora:-respondió la fiel Muwa arrodillándose ante ella.
-Muwa ¿qué esta pasando?.-interrogo su mirando hacia las tinieblas de la noche.
-No lo se señora.-respondió la etiope apoyando la cabeza contra las rodillas de Sue.-Pero estoy muy asustada.-Sue bajo la mirada, la escasa luz de las estrellas solo le permitía ver los negros ojos de Muwa, húmedos por el llanto, y llenos de temores primitivos. La mujer invisible se inclino sobre ella y tomándola por los hombros la hizo levantar.
-Quédate conmigo Muwa.-dijo pasando su brazo por la espalda de la joven esclava.-Esta noche yo cuidare de ti.-ambas caminaron de regreso a la cama de Sue, aunque esta tuvo que ordenarle a Muwa que subiera a ella. Como una chiquilla junto a su madre Muwa se abrazó a Sue desesperada, mientras los extraños sonidos se iban desvaneciendo. Sue nunca sabría el horror que ocurrió esa noche y la maldición que por él cayó sobre el mundo… pero eso es una historia que será contada en otra ocasión.
Por un momento ambas mujeres quedaron tendidas en el lecho, abrazadas, reconfortándose con su mutua presencia de los terrores de la tierra del Nilo. Al fin el silencio volvió a reinar y ellas pudieron relajarse un poco.
-Parece que todo termino.-dijo Sue escuchando atentamente.
-Ahora ya no me importa.-respondió Muwa con los tiernos ojos fijos en el bello rostro de Sue, esta la miro sonriente, pero al cabo de unos momentos el contacto del bello cuerpo de la chica desnuda entre sus brazos le hizo experimentar una rara sensación. Las mejillas le ardían y su corazón latía con fuerza, sus ojos se humedecieron con lagrimas de incomprensible significado, ¿acaso felicidad?. Tímidamente Sue dejo que el dorso de su mano se paseara por los pequeños senos de la etiope, descubriendo que eran muy cálidos y firmes como piezas de ébano viviente. Muwa miro extrañada a su señora, pero no hizo nada por apartar sus blancas manos de su cuerpo. Sue continuó con su exploración de aquel cuerpo más joven que el suyo propio. Su mano llego hasta la entrepierna de la joven esclava y temblando de expectación toco los abultados labios del oscuro coño, con sorpresa descubrió que estaban libres de toda pilosidad, y que su calor crecía conforme ella paseaba sus dedos por esa piel suave.
Sue se sintió hechizada por la salvaje y primitiva belleza de su esclava y sin poder evitarlo pego sus labios a unos de los pequeños y puntiagudos pezones de la chica etiope.
Disfrutando al sentir como se endurecía bajo la caricia de su boca, Muwa gimió y se aparto un poco de su ama, pero Sue la sujeto y dirigió su atención hacia el otro seno haciéndolo reaccionar de igual manera.
Entonces la chica de piel oscura se levanto un poco y tomando uno de los blancos pechos de la mujer invisible se lo llevo a la boca, Sue sintió un delicioso espasmo cuando los carnosos labios de su esclava rodearon su erguido pezón. Muwa chupaba como una bebe mientras su mano acariciaba torpemente el seno de su señora.
-¡Ohhhhh!… ¡Mí dulce pequeña!… ¡Sigue!…-gemía Sue arqueando su cuerpo para dejar que sus pechos fueran devorados por la fiel etiope. Luego Sue tomo la cabeza de Muwa entre sus manos y apartándola de sus pechos la atrajo hacia sí para besarla. Ella le correspondió torpemente, como solo lo hace una virgen, pero con todo el amor que sentía hacia esa mujer blanca que la había tomado a su servicio de entre todas las demás esclavas del palacio. Nuevamente Sue comenzó a recorrer el cuerpo de Muwa, esta vez con sus labios, lamiendo y mordiendo cada palmo de piel oscura hasta llegar al valle de Venus. En ese momento Muwa tuvo una reacción instintiva y cerro los muslos a los labios de su ama. Sue la miro entre la penumbra, en sus ojos había sorpresa pero no reproche hacia la joven esclava, y sonrió sintiéndose perversa por «violar» a una chica tan joven. Sue beso los tersos muslos y acarició las firmes nalgas de ébano, Muwa se agitaba perturbada por las caricias de su ama y lentamente fue rindiéndose a sus demandas. Con decisión Sue apoyo sus manos entre los muslos de Muwa y emulando la hazaña de Hércules separo las columnas negras que le cerraban el paso hacia la vulva oscura de su amante.
Golosamente Sue se dejo ir sobre la fuente íntima de su esclava, lamiendo los abultados labios, aspirando el fuerte aroma a mujer que manaba de los cálidos interiores de Muwa, para luego saborear en su paladar el sabor salado de la vagina. Pronto encontró el pequeño clítoris de su presa y tomándolo en sus labios lo mordió cuidadosamente.
-¡Aaaaaahhhhh!…-¡Aaaaahhhhhhh!..-gemía la esclava negra sintiendo como un fuego nacía entre su sexo y la boca de su ama para luego expandirse por todo su cuerpo. Entonces Sue recordó algo que había visto en su tiempo, algo que siempre la excito pero que no se atrevía a pedir a su esposo. Lentamente comenzó a girar sobre la cama hasta que paso su pierna sobre el rostro de Muwa, de modo que la chica pudiera ver su coño rubio frente a ella.
-Hazlo por favor.-pidió dulcemente a su sirvienta. Esta dudo un poco pero ansiosa de corresponder a las atenciones de su dueña, comenzó a besar los labios mayores de Sue que se contraían presas de un hambre extraña. La joven etiope dejo que su lengua saliera hacia las entrañas de Sue, acariciando y sorbiendo los jugos que escurrían por los pliegues de su vulva. Por un rato no se escucho más que los suaves chupetes que ambas daban y recibían. Hasta que Sue sintió que su vientre se desgarraba y una convulsión salvaje la sacudió de pies a cabeza, espoleándola para hundir su lengua hasta el fondo de Muwa y apoderarse de su manantial de placer.
-¡Aaaaahhhhh!… ¡Aaaaaaahhhhh!… ¡Me muerooo!… ¡Toma todo de mi Muwa Todooooo!-grito Sue sintiendo que caía en un vértice de placer.
-¡Yo también señora!…¡Me mueroooo!… ¡Oh dioses voy a su lado!..-respondió Muwa devorando todo los que escurría por la vulva ardiente de Sue, al tiempo que dejaba libre su propio caudal de néctar para que su señora lo tomara a su antojo. Finalmente ambas quedaron tendidas sobre la cama, abrazando sus rodillas, y riendo como niñas que cometen su primera travesura.
-Te amo señora.-dijo la joven esclava.
-Y yo a ti pequeña.-respondió Sue sin saber porque, acaso era solo una forma de cortesía o ¿acaso había algo más?. El sueño la venció antes de encontrar la respuesta.
Al día siguiente Sue y Muwa fueron despertadas abruptamente cuando la pesada puerta de la habitación fue abierta sin ninguna consideración. Sue se cubrió instintivamente con las sabanas de lino, mientras Muwa, sin nada con que cubrir su desnudes echaba a correr fuera de la habitación, seguida por la mirada burlona del poderoso Faraón Rama-Tut.
-Vaya… vaya. Así que la virtuosa señora Richards engaña a «sus esposos» con una joven ¿eh?. Me pregunto ¿qué diría la gente de su época si pudiera vela ahora?.-Sue miro con odio al viajero del tiempo, pero opto por controlarse ya que nada podía hacer contra él.
-¡Qué quiere de mí ahora?- pregunto mientras se levantaba de su lecho. Su bello cuerpo quedaba sensualmente enmarcado por la sabana blanca, Tut la admiro un momento antes de responder a su pregunta.
-¡He decidido que nuestra boda será mañana!.-anunció victorioso.-Por lo tanto es necesario que asistas al templo de Isis. Donde las sacerdotisas la prepararán para nuestra unión.-Sue retrocedió aterrada, sintiendo como si el mundo se hundiera bajo sus pies. De alguna forma el solo pensar en casarse con aquel hombre venido de los confines del tiempo la aterraba más que la idea de morir ó quedar atrapada en esa época extraña.
-Yo… yo… necesito tiempo…-balbuceó en un último intento por oponerse a la voluntad de usurpador. Pero este, sabiéndose dueño de la situación, se limito a sonreír cruelmente.
-Lo siento querida ¡El Faraón ha hablado!.-los soldados se acercaron a Sue mientras esta retrocedía, pero cuando uno de ellos extendió la mano hacia ella, entonces el recuerdo de Nefri llego a su cabeza y con un violento ademán aparto la mano del hombre que la amenazaba. Luego se ciñó la sabana a su cuerpo y emprendió el camino con la frente alta, como se supone que debe hacerlo una princesa. Tut la miro sorprendido. En verdad la mujer, de todas las épocas, era un misterio más allá de su entendimiento.
Los guardias condujeron a Sue hacia uno de los patios donde ya la aguardaba una carroza tirada por caballos, provista de conductor, ella subió sin vacilar y así partió seguida por varios jinetes, a su paso pudo ver las grandes barcas que surcaban por el regio Nilo.
Las caravanas de tierras exóticas llevando y trayendo mercancías. Mientras sentía sobre su cuerpo el viento cálido del desierto.
También noto las miradas de todos, ilotas y libres, que la contemplaban con recelo y veneración.
Finalmente Sue llego al templo de la diosa Isis, un lugar bello, ricamente decorado y minuciosamente atendido por las sacerdotisas que la cantaban alabanzas y ofrendaban incienso a la diosa madre Isis.
En la entrada fue recibida por las más altas sacerdotisas de la diosa quienes la llevaron al interior del regio edificio.
A pesar de su estado de animo Sue se sintió fascinada por la belleza de aquel templo pagano del cual la gente de su tiempo solo conocería las ruinas. Las sacerdotisas la llevaron hasta una pequeña alcoba totalmente cerrada.
-Arrodíllate Señora.-le pidió la más vieja de las mujeres que la atendían. Sue obedeció y se coloco, con los muslos abiertos sobre un angosto canal labrado en el suelo. Sus manos fueron colocadas detrás de su nuca y la hicieron inclinarse hasta que su frente toco el frío mármol. Una vez en esa pose las sacerdotisas se desnudaron a su vez y, asistidas por dos eunucos, comenzaron a limpiar el cuerpo de Sue. Esta se estremeció al sentir el contacto de agua caliente sobre su piel, junto con el roce de ásperos cepillos por todo su cuerpo.
Al terminar las sacerdotisas se dieron a la tarea de sacar su cuerpo con suaves toallas de algodón, para luego frotar su piel blanca con aceites perfumados.
Sue se dio cuenta de que su cuerpo estaba en un estado de insoportable sensibilidad, y que el toque de esas mujeres, pese a ser indiferente, le producía una peculiar excitación. ¿Acaso era uno más de los efectos del rayo de Tut?. Cuando su cuerpo estuvo seco la mujer invisible creyó que habían terminado y trato de levantarse, pero la mano firme de la sacerdotisa le mando quedarse como estaba.
Entonces Sue sintió que algo frío y metálico entraba en su vulva, provocándole un delicioso hormigueo que amenazaba con llegar al orgasmo, casi de inmediato una fuente de agua lleno su sexo.
Como toda mujer Sue estaba familiarizada con ese tipo de higiene, aunque nunca había experimentado emociones como las que la atormentaban; pero aún le aguardaba una nueva sorpresa.
Pues no tardo en percatarse de que los largos dedos de una de las sacerdotisas estaba untándole aceite en el ano. Sue se agito para evitar aquel roce que estaba a punto de romper su resistencia. Pero lo único que logro fue que dos de ellas le sujetaran los tobillos para mantenerla firme en su postura.
En ese momento sintió la penetración de otro instrumento metálico, que se abría paso en sus entrañas, de inmediato apretó las mandíbulas y contrajo los labios de su vulva.
Lo cual la hizo que oleadas de placer le recorrieran todo el cuerpo.
El flujo que inundaba su vulva ceso en ese momento.
Lo que siguió fue indescriptible: las sacerdotisas comenzaron a verter un caudal de agua caliente dentro del cuerpo de la mujer del siglo XX, un caudal que, a diferencia de lo que ocurría con el que estaba en su vagina, no salía de su cuerpo, sino que lo llenaba sin ninguna consideración.
La mente de Sue protestaba por aquella nueva humillación, al tiempo que esa parte de su cuerpo parecía despertar a la vida por primera vez, por un momento deseo con toda el alma poder levantarse y quitarse ese abominable aparato que invadía su cuerpo.
Odiaba sentirse tan indefensa, tan usada, pero no se atrevió a hacer nada. No tenía la voluntad ni el poder para oponerse a las costumbres de esa tierra y tiempo ajenos para ella.
Entonces las sacerdotisas le ayudaron a levantarse y Sue cerro los ojos anticipándose a lo que estaba por venir.
Como lo temía le hicieron abrir las piernas y sacando la punta metálica de un jalón motivaron el desalojo del agua que anegaba las entrañas de la mujer invisible.
Esta sintió las mejillas ardiendo por la vergüenza, pero sabía que no podía hacer nada por impedir que su cuerpo se liberara del exceso de líquidos.
La sensación fue insoportablemente placentera, aunque no dejo de ser también horriblemente humillante.
Las sacerdotisas volvieron a limpiar el cuerpo de Sue con abundante agua, luego volvieron a perfumarla y finalmente la vistieron con una regia túnica de blanca seda y adornada con joyas de oro y plata, su cabello rubio, mucho más largo que cuando llego, fue peinado de forma curiosa para poder colocar sobre su cabeza una regia corona de forma cilíndrica.
Así ataviada la condujeron ante el sumo sacerdote, quien la llevo ante el altar de la diosa y ofreció sacrificios en su favor, nada sangriento por fortuna, Sue se sentía intoxicada por el humo del incienso y por los cánticos que no cesaban.
Por fin la llevaron hasta una cámara subterránea, cuya puerta estaba custodiada por dos grandes eunucos armados con gruesas espadas de hierro.
-Aquí permanecerás hasta mañana.-le dijo el sacerdote dejándola sola. Sue miro el lugar, provisto de un regio taburete para descansar y con una mesa con algunas viandas y vino. Por un momento pensó en escapar, pero no había forma de hacerlo sin ayuda.
Resignada se recostó en el mullido diván y espero. No supo en que momento el ruido de las piedras rozando entre sí la despertó. Sorprendida miro como una de las paredes de la sala se hacia a un lado para dejar pasar a una elegante figura cubierta por una capa escarlata.
-Buenas noche querida.-dijo sonriente Rama-Tut acercándose a ella.
-En mi época es de mala suerte ver a la novia antes de la boda.-dijo Sue con cinismo.
-Yo no creó en esas tonterías.-respondió Tut arrogante.-Además he tenido que privarme de tu compañía desde ese incidente tuyo con Ozmandias.-
-¡Usted lo sabía!.-dijo Sue poniéndose de pie de un salto.
-Yo lo se todo querida.-dijo el viajero del tiempo mientras tomaba algunas viandas de la mesa.-Como también se que estas frutas y vino están envenenados.-Sue miro con horror los alimentos y dio gracias por su falta de apetito.
-¿Cómo es posible?.-interrogo disgustada de que todo el mundo quisiera hacerle daño.
-Es simple.-dijo Tut.-Muchos sacerdotes creen que has traído la desgracia sobre Egipto. Así que si mueres ellos serán felices.-
-¿A eso ha venido?.. ¿A salvarme?…-
-En parte. Aunque suponía que no tendrías mucho apetito.-dijo el Faraón depositando la comida envenenada en su lugar.-En realidad estoy aquí para que festejemos en privado nuestro enlace y el comienzo de mi plan.-
-¿Su plan?.-dijo Sue recordando vagamente el primer encuentro con el Faraón.
-Una vez que nos casemos liberare todo el poder tecnológico que traje conmigo desde el siglo XXX. Esta tierra se convertirá en el imperio más poderoso de todas las épocas, conquistaremos todo y a todos, y moldearemos el futuro a nuestra voluntad.-
-Es una locura.-dijo Sue retrocediendo asustada por la envergadura de aquel proyecto siniestro.-Alguien lo detendrá.-
-¿Quién?.-dijo Tut burlón.-El súper héroe más cercano esta a cuatro mil años en el futuro.
Y ustedes los llamados Cuatro Fantásticos no son una amenaza. Pero no hablemos más de eso. ¡Ven conmigo!.-Tut tomó a su por el brazo y la condujo hasta le pasaje secreto por donde él había llegado y penetraron en una angosto túnel mientras la puerta secreta se cerraba detrás de ellos. Por largos minutos caminaron casi en tinieblas hasta que llegaron a una pared bien conocida por Tut, donde este acciono un mecanismo secreto que abrió una salida para ellos. Con sorpresa Sue descubrió que estaban en sus habitaciones del palacio.
Pero no pudo meditar sobre ello pues el Faraón la atrajo hacia sí y sin más preámbulos la beso apasionadamente.
Sue se resistió por unos segundos, pero su cuerpo la traiciono un vez más y se abandono a las caricias del viajero del tiempo.
Tut solo interrumpió su embate el tiempo necesario para despojar a Sue de sus ropas ceremoniales, de inmediato volvió a besar los erectos pezones de su prisionera. Sue gemía sintiendo arder su vulva bajo las caricias de su verdugo.
El cual no espero más y tomándola entre sus brazos la llevo hasta el lecho que los esperaba. Ahí la deposito y sin miramientos se arrojo entre sus muslos para tomar por asalto la fuente de placer de la mujer invisible.
-¡Aaaaaggggg!… ¡Aaaaaahhhhhh!…-gimió Sue al sentir el roce de la lengua de Tut sobre sus delicados labios mayores, retorciéndose voluptuosa con cada lamida, su respiración se hizo más fuerte conforme el apéndice del hombre del siglo XXX se abría paso entre los pliegues de su vagina. Sue tomo en sus manos la calva cabeza de Rama-Tut y la empujo más contra su coño húmedo y palpitante.-¡Anda!.-le grito loca de deseo.-¡Tómame de una vez maldito impostor!.-
Ni tardo ni perezoso Tut abandono su labor para colocar la cabeza de su miembro frente la entrada de Sue y tomándola de las caderas lanzo una sola y definitiva embestida la penetro totalmente. Sin embargo ambos estaban tan excitados que vasto un leve meneo para que ambos se corrieran como dos adolescentes.
-Vaya señora Richard.-dijo Tut jadeante.-Veo que empieza a disfrutar de nuestro relación.-Sue no le respondió pues en ese momento descubrió una sombra oculta detrás de una de las cortinas.
-¡¿Quién esta ahí?!.- exclamo alarmada. En respuesta Tut se incorporo de un salto y avanzo como un tigre sobre el intruso. Este trato de huir pero el Faraón lo tomo del brazo y en segundos lo inmovilizó.
-¡Piedad señor!.-grito el espía al verse atrapado. En el lecho Sue reconoció la voz de su sirvienta.
-¿Eres Tú Muwa?.-dijo sin poder ver claramente en la oscuridad.
-¡Soy yo señora.!.-respondió la aterrada joven etíope.-¡Por favor pide al hijo del sol que tenga piedad de mí!
-Es mi sirvienta.-dijo Sue dirigiéndose a Tut.-Por favor deja que se vaya.-
-De ningún modo querida.-contesto el Faraón al tiempo que volvía a la cama llevando a la chica sujeta aún sujeta por el brazo.-Ya que esta chiquilla quiere ver como gozan los dioses le daremos gusto. ¡Desnúdate y ve junto a tu señora!.-ordenó arrojándola al piso.
La esclava no dudo en hacer lo que se la había mandado y despojándose de su pobre túnica se trepo al lecho de sus amos. Por un momento Tut comparo el cuerpo grácil y oscuro de la etíope con la belleza rubia de Sue, cosa que lo excito más aún. –
-¿Qué esperas muchacha? ¡Da placer a tu señora!.-ordenó sonriente.-Muwa se arrodillo entre los muslos de Sue y hundió su rostro entre aquellas columnas de alabastro cuyos misterios ya conocía. Su ágil lengua jugaba y lamía entre los labios íntimos, disfrutando del sabor salado de su ama y haciéndola estremecer cada vez que tocaba su duro clítoris. Cosa que hacia estremecer de placer a la mujer invisible. Tut miro la escena divertido pero también un tanto celoso. Al fin se acercó a la pareja y sin consideración retiro a la etiope de su labor para volver a ensartar libremente a Sue.
-¡Aaaaahhhhhh!… ¡Sí!… ¡Sí!… ¡Damelo todo!…-Sue abrió la boca sorprendida por el inesperado cambio, pero no tardo mucho en recuperarse y cerrando las piernas entorno a las caderas de su cabalgador comenzó a moverse salvajemente disfrutando de la penetración del Faraón. Mientras tanto Muwa, excitada por la vista de sus amos, se acercó a las nalgas del hombre del futuro y empezó a frotar sus regidos y puntiagudos pechos contra su espalda. Tut resintió la caricia y acelero sus embestidas contra la cadera de Sue, al tiempo que sus manos oprimían los grandes senos blancos de la mujer invisible. La cual sentía que su vulva se inflamaba a cada golpe de verga que recibía.
-¡Ven Muwa!.-llamo con voz ahogada por el gozo. La chica abandono su labor y se recostó al lado de su ama.-Siéntate sobre mi Muwa.-pidió Sue. La chica pareció no comprender la orden pues se quedo quieta a un lado de su dueña.
-¡No escuchaste!.-rugió el Faraón.-¡Móntate sobre la cara de tu señora! ¡O juro por los dioses que mañana los buitres comerán tus entrañas!.-asustada Muwa obedeció y abriendo las piernas se dejo caer sobre el rostro de Sue, quien al momento comenzó a lamer el coño negro de su esclava haciéndola jadear y moverse como si cabalgara sobre un caballo.
-¡Ohhhhhh!… ¡Ooooohhhhhh!… ¡Mí señora es generosa con su esclava!… ¡Oh dioses!…-gemía la esclava. Tut se estiro para poder besar los senos de ébano mientras sus manso seguían acariciando los blancos montes de la mujer del siglo XX. Aquello no podía durar mucho, Sue aferró con sus manos las nalgas de Muwa y hundió su lengua al máximo sintiendo que la joven liberaba su fuente de placer, mientras Tut se agitaba y lanzaba en sus entrañas un caudal de ardiente semen que chocaba contra le fondo de su matriz, motivando su propia corrida.
-¡Aaaaahhhhhhh!.-grito Muwa.
-¡Me corrrooooo!.-exclamó Tut.
Poco a poco se separaron y quedaron tendidos sobre el lecho.
Pero Tut no dejaba de contemplar la belleza de aquella esclava y sintiendo que las fuerzas retornaba a él la atrajo a su lado.-Ven a mí pequeña zorra del desierto.-Muwa miro a Sue suplicante pero esta solo giro la cabeza hacia el otro lado de la habitación. Las manos del Faraón masajearon los pequeños pechos de la etiope, al tiempo que sus labios se unían en un beso que marcaba el dominio del rey sobre su esclava.
Muwa cerro los ojos y se abandono a las caricias de su amo, que despertaban en su cuerpo un calor abrasador, totalmente distinto al que sentía en brazos de su señora. De pronto los dedos del hombre comenzaron a masajear la vulva de la chica la cual se retiro pudorosa.
-¡Estate quieta!.-ordeno Tut hundiendo sus dedos en las entrañas de Muwa.
-No… por favor… por favor hijo del sol… noooo.-protestaba levemente pero no se resistía al avance del su señor. Sin perder más tiempo Tut le abrió las piernas y colocando su gran miembro ante su vulva procedió a derribar la puerta de su virginidad.-¡Aaaaaaaagggggg!… ¡Noooo!…-grito Muwa al sentir como su carne se abría para alojar la lanza amatoria de su Faraón, quien lanzaba su ariete con fuerza para entrar totalmente en aquellas carnes oscuras. En ese momento Muwa sintió unas manos suaves y delicadas acariciando sus pechos y al mirar descubrió a Sue, quien la beso con delicadeza ofreciéndole un consuelo a su dolor. Por suerte eso basto para relajar a la chica y que dejara de oponer resistencia al avance de Tut. Poco a poco una excitación desconocida se fue apoderando de la joven esclava, su vulva empezó a escurrir jugos y sus manos se aferraron a las anchas espaldas de su cabalgador quien se movía cada vez con más fuerza hasta que al fin estallo de nuevo en un más de semen.
-¡Aaaaahhhhhh!… ¡Me sacas la vida hijo del Sol!… ¡Me muero!..-grito Muwa al sentir como sus jugos se mezclaban con los del hombre del siglo XXX. Largo rato continuo aquella orgía hasta que los tres cayeron profundamente en un delicioso letargo. Quedando Tut en medio y Sue y Muwa a cada lado, ambas con una mano sobre la verga de su amante, como si la protegieran de cualquier peligro. De esta manera ninguno de ellos vio como la noche se transformaba en día, no porque llegara el amanecer, sino por el paso de un enorme cometa que ilumino el cielo durante varios minutos.
Al día siguiente Tut condujo a Sue de regreso a sus aposentos en el templo de Isis, de donde las sacerdotisas la sacaron para llevarla de nuevo al palacio. El lugar estaba lleno de gente, ricos comerciante y miembros de las familias nobles que acudían a ver el enlace de su despreciado, pero sobre todo temido, monarca. Sue fue llevada hasta un gran altar que sostenía la imagen del poderoso dios Ra, y junto al cual la esperaba su futuro esposo, ataviado con una majestuosa armadura de guerra en forma de halcón y una gran capa escarlata que ondeaba con el viento, además su corona bulbosa hecha de oro y plata.
-¡ESCUCHENME PUEBLO DE EGIPTO.-proclamo Tut a los presentes.-¡YO EL FARAÓN DE LOS SIETE SOLES PROCLAMO QUE ES EL MOMENTO DE CASARME! ¡Y HE AQUÍ LA QUE SERÁ VUESTRA REINA!.-Sue dio un paso al frente. En ese momento una figura gallarda, envuelta en una capa de lana apareció de atrás de la estatua y sin perder un segundo se lanzo sobre el Faraón.
-¡¿QUIÉN OSA ENFRENTARSE A MÍ?!.-grito Tut tomado por sorpresa. Los dos hombres comenzaron a luchar y, durante el forcejeo, Tut logro despojar de la capa a su atacante. A la vista de todos quedo el cuerpo de un hombre blanco y musculoso, de cabello corto y facciones duras, como las de un guerrero. Sue miro intrigada la escena, ¿acaso era el llamado Sabah-Nur en un nuevo intento de matar a Rama.Tut?. Por un momento así lo creyó. Pero entonces se dio cuenta de que el extraño no buscaba la vida del Faraón sino la poderosa arma que traía oculta detrás de su capa escarlata.
-¡El juego se acabo Faraón de mentiras!.-dijo el extraño al apartarse de su presa con el rayo Ultra-diodo en sus manos.-¡Ahora dime como libero a mis amigos o te daré una muestra de tu propia medicina!.-en ese momento Sue creyó soñar, había una sola persona que podía hablar así, una sola persona con esos grandes ojos azules… Su amigo Ben Grimm.
-¡BEN!.-grito Sue con el rostro iluminado por la alegría.
-¡No temas Susi! ¡El guapo Ben ha venido a salvarte!.-dijo el hombre encañonando a Rama-Tut al tiempo que volvía a expresar su demanda.-¡Por última vez! ¡¿Cómo libero a mis amigos?!.-Tur miro la decisión en los ojos de aquel hombre y termino por ceder.
-A su izquierda esta el interruptor de potencia. Solo ajústelo en frecuencia 4.5.-Ben se dispuso a llevar a cabo el ajuste, pero al hacerlo noto que su mano adquiría una vez más un intenso color anaranjado y que su piel se tornaba áspera y quebradiza como la roca al cuartearse. Sin tiempo que perder le dio la espalda a su enemigo y disparo el arma contra Sue. Esta sintió una gran ola de calor y de pronto se dio cuenta de que estaba libre. Pero no había tiempo para celebrar ya que Ben se encontraba de rodillas, transformándose una vez más en ese abominable gigante de piedra conocido en el siglo XX como la Cosa.
-¡Toma el arma Sue!.-dijo con sus últimas fuerzas. Sue tomo el arma y disparo contra su amigo. Cuando la luz se disipo la Cosa se levanto, imponente, implacable pero sobre todo ¡libre!
-¡¿DÓNDE ESTA RAMA-TUT?!.-grito el coloso lleno de furia.-¡ES HORA DE PELEAR!.-pero Rama-Tut había aprovechado la distracción de su enemigo para descender el altar y refugiarse entre sus soldados.
-¡¡Destrúyanlos!!.-grito mientras huía desesperado. Sabía de sobra que ahora su ejercito nada podía hacer contra sus enemigos necesitaba algo más… Algo que él sabía donde hallar. Mientras tanto los soldados atacaban a Ben con todas sus fuerzas, pero sus armas de hierro se hacían pedazos contra la piel del gigante de roca, el cual se deshacía de ellos como si fueran mosquitos. Por su parte Sue miraba en todas direcciones tratando de encontrar a algún otro miembro del grupo, de pronto descubrió a un saltimbanqui solitario y de piel blanca recargado contra una de las columnas del palacio.-¡JOHNNY-grito apuntado hacia él con el rayo y disparando con certera puntería.
En segundos el joven se levanto y lanzó su grito de guerra.
-¡LLAMAS A MÍ!.-el cuerpo ardiente de la antorcha humana se elevo por el aire ante el asombro y terror de los egipcios que para ese momento solo pensaban en escapar. Aún así Johnny lanzo algunas ráfagas de fuego contra los soldados que trataban de ensartarlo con sus afiladas lanzas. Después se acercó a su hermana, quien le sonrió gustosa de verlo en todo su esplendor.
-¡¿Estas bien Johnny?!.-
-Yo… Creó que sí.-dijo vacilante.
-¿Y Reed?.-preguntó Sue mirando en todas direcciones.-
-Creó que lo vi por allá.-respondió la antorcha señalando hacia un lado del salón. Sue le dio el arma.
-Ve y libéralo.-Johnny volvió a encender su cuerpo y salió volando en busca de su cuñado. En pocos segundos Johnny descubrió al doctor Richards y disparándole lo libero también.
-¡Bien hecho Johnny!.-exclamó el señor fantástico uniéndose a la lucha. Pronto los cuatro héroes se reunieron al pie del altar, mientras los soldados emprendían la fuga ante el poder de sus adversarios.
-¿Dónde esta Rama-Tut?.-interrogo Mr. Fantástico.
-No lo sabemos.-dijeron Ben y Johnny.
-El dijo que estaba listo para liberar todo su poder en esta época.-comentó Sue. Por un momento el hombre elástico meditó y al fin dio con la calve.
-¡La Esfinge!.-todos lo miraron atonitos.-Sospecho que la Esfinge no es una estatua sino la nave de Tut. ¡Vamos por él!-los cuatro héroes del siglo XX se lanzaron en pos de su enemigo. Pero antes de salir del templo Sue miro hacia atrás y descubrió a una chica de piel oscura que la miraba con los ojos llenos de lagrimas, oculta detrás de una pesada columna.
-Adiós Muwa.-dijo con la garganta apretada pero sin detenerse.
En pocos minutos los Cuatro Fantásticos entraron a la Esfinge, tal como Reed lo había dicho era una imponente fortaleza, llena de armas y cosas de increíble tecnología. Ahí los estaba esperando Tut, ahora ataviado con una armadura de complejo diseño y de alta tecnología.
-¡USTEDES NO ARRUINARAN MIS PLANES!.-dijo abriendo fuego con un poderoso rayo láser. En respuesta Johnny lo derribo con una poderosa llamarada. Ben intento acercarse pero en ese momento un robot de forma extraña, grande y con seis brazos, lo golpeo mandándolo hasta el otro lado de la nave. Nuevamente Tut dejo el campo de batalla y busco refugio en la sala de control. Ahí vio en los monitores como los cuatro fantásticos destruían una a una sus defensas. Tut era un hombre orgulloso pero no un estúpido. Se dio cuenta de que nada podía hacer salvo escapar. Así entro en una cápsula especial y emprendió el camino hacia su propio tiempo.
-¡Escapo!.-grito Johnny desde lo alto viendo como un bólido de forma alargada despegaba de la esfinge para desaparecer en el cielo.
-¡No importa tenemos que irnos ahora!.-dijo Reed evidentemente alarmado.-¡Solo nos quedan unos minutos antes de que la maquina de Doom parta de esta época.-Todos emprendieron una veloz carrera hacia su lugar de llegada, pero aún así se detuvieron cuando la gran esfinge estallo en mil pedazos.
-¡Qué fue eso?.-dijo Johnny admirado por el suceso.
-¡No importa! dijo Reed reanudando la carrera.-¡Nosotros nos vamos!-
De sobra esta decir que los héroes lograron llegar a la maquina del tiempo y volver a su propia época. Una vez a salvo, Ben les contó sobre un misterioso cometa que había visto la noche anterior, y cuya energía no solo le devolvió su forma humana, sino que además lo libero de los efectos del rayo Ultra-diodo. Días más tarde, en el Museo metropolitano, los cuatro admiraban la colección de artículos egipcios que dio origen a su aventura.
-Lo siento Ben.-dijo Reed colocando la mano en el hombro de su amigo.-De haber podido tomar una muestra de la radiación del cometa. Tal vez…-
-No importa «elástico».-dijo el noble gigante.-Ya encontraras la forma.-
Sue se alejo de sus amigos y caminó hacia unos maniquíes que representaban a una altiva egipcia siendo servida por jóvenes esclavas de piel negra. Aunque sus recuerdos eran confusos, debido a las alteraciones que su cerebro había sufrido por el rayo de Tut según le explico su esposo, el recuerdo de esa joven esclava era lo único que no quería olvidar.
-Sue ya nos vamos.- le grito su hermano atrayendo de nuevo la atención de la gente del museo. Sue se limpio las lagrimas y camino detrás de sus amigos. Solo quería llegar a casa y recostarse para soñar con las arenas del desierto, con déspotas Faraones y con dulces esclavas de piel oscura