Luego que la señora Amelia me arrebato mi virginidad en su cabaña de las afueras del pueblo, me llevo a mi casa y me dijo que viniera al día siguiente a la oficina.

Esa noche la pase en mi casa medio trastornado, las imágenes se me venían a la cabeza sin que yo se las pidiese, me acordaba de todo, del fuerte forcejeo que la Sra. Amelia me obligaba a hacerle, me acordaba de su desnudes, de su vagina, me acordaba de los olores que despedía de su cosa, de sus carnecitas rosadas y salidas en su vagina, y eso me hacía ponerme muy excitado, mi pene estaba bien parado y comencé a manoseármelo, me lo comencé a frotar de arriba hacia abajo y eso me provocaba una sensación placentera que me evocaba el primer orgasmo que había tenido. Me dolía aun el pene, en la parte del prepucio, pero era rico sentir frotarlo, yo nunca antes me había masturbado porque mi familia me dijo que era pecaminoso y que me volvería loco, yo les creí y por eso mi actividad diaria no estaba concentrada en el sexo. Seguía frotándome el pene y recuerdo que una vez un amigo me conto que para masturbarme, solo tenía que seguir y seguir, así no sienta nada, solo darle y darle hasta que salga la leche, eso hice, estuve varios minutos así y de pronto esa misma sensación de la tarde, que me venía como un shock de placer en todo mi cuerpo y luego se concentraba en mi sexo y me hacía sentir un placer físico imposible de expresar con palabras, con mucho gusto y orgullo comprobé que de mi pene, chisgueteo un líquido blanco, que salto hasta el cabello y me mojo todo mi pecho, fue realmente rico dejar salir a mis espermatozoides y liberarme del estado de ansiedad en el que me encontraba, agradecí nuevamente a Dios por haberme hecho hombre, y darme ese placer sublime en mis órganos genitales, me quede un rato viendo el techo como alucinado, imaginando cosas y estrellas después de ese nuevo orgasmo, me levante, me limpie como pude y me fui al baño para limpiarme más profundamente.

Al día siguiente en el recreo, le conté todo a mi amigo Pedro, el no paraba de emocionarse por cada cosa que le decía, a cada rato me preguntaba cosas de ella, como de qué color eran sus pezones, o si le había visto su trasero, realmente no me acordaba bien de estos detalles, y eso me animo para verla de nuevo esa tarde.

– No seas sonso. – Me dijo Pedro – Sácale plata. Mira a Adrián Sotomayor, anda bien vestido y tiene plata desde que se mete con la Señora Amelia.

Esto que me dijo mi amigo, provoco por primera vez en mi vida, celos, recién conocía esos malditos sentimientos de tenerle cólera a alguien, este Adrián, era uno de los alumnos del colegio más avispados, era uno de los más forajas, se preciaba de tener un pene de las dimensiones de un burro, incluso me contaron que era así, y si esto era cierto, seguro que a ella le gustaban este tipo de chicos que la tengan bien grande…

– En que piensas? – me saco de mis cavilaciones Pedro.

– En nada. – conteste. Solo que… tú crees que pueda sacarle dinero a la Sra. Amelia? pero cómo? si ya te dije que me pagara 100 dólares al mes, por 2 horas diarias de trabajo.

– Que son 100 dólares amigo? el Adrián sabias que ahora último, ya tiene 2 ternos Lancaster, su Televisor Sony pantalla negra de 24 pulgadas y un montón de CDs originales de música? quien crees que le da tanta plata ah? Él no quiere confesarlo, pero cada vez que le preguntan que si la da dinero la Señora Amelia, el solo sonríe, pero no contesta.

– Si… tienes razon, pero como se la pido?

– Que te parece, si le dices que la vas a denunciar por violar a un menor de edad, apuesto a que se asusta y te da todito lo que tú le pidas.

– No, eso no, tú sabes que a la Señora Amelia, la conoce el Alcalde, el capitán de la policía, el juez de paz, y todos los ciudadanos de riqueza, están con ella, es más, me atrevería a decirte que si algo así llegara a pasar, mi familia puede sufrir las consecuencias. A ver ponte en mis zapatos?

– Si, tienes razón. – Me dijo Pedro. Pero tienes que intentarlo, no te gustaría tener esa enciclopedia en tu casa, no te gustaría tener tu tarjeta de televisión, incorporado a tu computadora?, no te gustaría tener plata y vestirte bien ah? nos iríamos al Mac Donald y comeríamos como millonarios, hasta les invitamos a esas chiquilinas bonitas que andan rondando esos lugares, ah? dime, no te gustaría?

– Si, pero no sé si podre… a ver si me das ánimos para intentarlo…

Sonó la campana y regresamos a clases.

En la tarde, fui donde la Señora Amelia, y esta vez me recibió con una bonita sonrisa.

– Como a dormido mi bebe? – Me dijo, refiriéndose a mí.

– Bien. Señora, gracias.

– Que bien. Vienes para ir a tu primer día de trabajo?

– Si – le conteste.

– Bien, espérame unos minutos, y te llevo a la tienda, para que te familiarices con el personal. Si?

Espere un poco y me dijo:

– Ven bebe, sígueme, y me saco por la puerta falsa de la Tienda.

Entro al garaje, abrió su auto y me dijo que subiera, luego que me senté, cerro mi ventana de mi lado, con un botón automático.

– No te vayas a resfriar. – Me dijo – y soltó su risita de putita 🙂

Toco el claxon, más de una vez, y no le abrían la puerta de su enorme garaje, ella se disgustó un poco, cuando por fin le abrieron la puerta, solo le lanzo una mirada amenazadora al vigilante de seguridad, seguro que con eso le dijo: «ya vas a ver más tarde».

Igual que la otra vez, el carro enrumbó a su cabaña, en el camino le pregunte si íbamos a ir a la tienda, y ella me respondió:

– No bebe, te voy a llevar al mismo sitio de ayer…

Quise decir algo, pero mejor me calle.

– Dime. – Me dijo, como la pasaste ayer, que has pensado de todo esto que ha pasado?

– Pues… la verdad… (se me ocurrió una cosa…) la pase bien, pero creo que no pude dormir toda la noche, es la primera vez que me sucede algo así, y Ud. comprenderá que un chico de mi edad, estará un poco traumado por todo esto, no es verdad ?

-Sí, jajajaja – Se rio levemente – Pero ya te acostumbraras…

Llegamos a la cabaña, y esta vez, la Señora Amelia, no hizo una presentación, ni se cambió de ropa, me llevo al segundo piso, entramos en una habitación, donde había una cama, me hizo sentar en ella y me dijo:

– Relájate nene, déjate llevaaaaarrrr…

– Me comenzó a besar y me hacía sentir caliente y excitado, pero me hice un poco el difícil, había comenzado a operar mi plan que hace unos instantes lo tenía planeado. Me hice un poco el difícil, aunque era estúpido hacerlo, el asunto me estaba gustando y la señora Amelia ya tenía todas sus garras en mí, me comenzó a desabrochar la camisa y besarme por todo mi cuello y mi pecho. Era una ninfómana esta mujer, nada la detenía, de frente entro a «matar» y dejarme como «trapo» yo le rehuí un poco, me hice a un lado y le dije:

– Señora, esto no es correcto, Ud. parece que el sexo fuera su droga, y me tiene a mí, un muchacho de 16 años para saciar sus apetitos carnales…

Parece que ella, no me hizo caso, de un empujón, me hecho a la cama y me comenzó a desabrochar el pantalón, saque fuerzas de la nada y me puse fuerte y le dije:

– Señora, si Usted, quiere abusar de mí, porque eso es lo que está haciendo, está abusando de mí, de un menor de edad, tendrá que darme a mí, las cosas que le pida, de acuerdo?

– La señora Amelia paro en seco, por un instante lo reflexiono y me dijo:

– A ver qué quieres? si te lo puedo conceder…

– Regáleme esa enciclopedia de «La ciencia y la técnica» y algún dinero… que le parece?

No sé cómo me salió la valentía para enfrentar a la Sra. Amelia, yo sabía que tenía un carácter fuertísimo y no se dejaba tratar mal con nadie, pero… quizás a mí me escuche, total era un menor de edad… Ella parece que salió de su placer y me dijo:

– Sabes, cuanto me ha costado esa enciclopedia? Y me miro fría y calculadoramente a la cara, como esperando una respuesta…

– No sé… pero Ud. no la usa, y a mí me va a servir de mucho…

Ella me dijo:

– Esta bien, te la voy a regalar, pero con una condición, que vas a ser mi perrito, mi esclavo, harás todo lo que yo te diga por todo el año, de acuerdo?

– Esta bien, señora, seré su esclavo.

– Me alegra que hayamos llegado a un acuerdo. Se sonrió y se volvió a tirar encima mío, quitándome la ropa y besándome como una condenada, me quito el pantalón, el calzoncillo y apenas vio mi pene, un brillo le salió de los ojos y me lo comenzó a chupar, Se quitó ella la ropa, y allá nuevamente, ese cuerpazo completamente desnudo. Yo estaba sentado en la cama, en la posición de flor de loto, de manera que desde allí, contemplaba como ella como una mañosasa me chupaba el pene, como si fuera el yogurt o el elixir más rico del mundo, a mi también me gustaba que lo haga, le agarraba su cabello y la apegaba más a mí, le comencé a tocar sus senos y era agradable sentirlos, a ella también le gustaba que le agarre sus senos, y con sus manos, agarraba las mías y me hacía masajear más sus senos, a lo que ella respondía con unos gemiditos de mujer bien ricos.

Después de un buen rato, donde ella se deleitaba con mi sexo en su boca, se echó en la cama y me dijo que me tocaba, que ahora le bese la vagina, me acomode y comencé a besarle la vagina, tenía un saborcito a sexo bien rico, ligero olor a orines, pero me gustaba hacerlo, y si a mí me gustaba hacerlo a la Señora Amelia, más le gustaba todavía a ella, porque comenzó a gritar como una loca, me daba instrucciones para que saque mi lengua, que la estirara todo lo que pueda y trate de meter toda mi lengua dentro de los más profundo de su vagina, lo hice, parece que aprendía, porque ella se estremecía de placer, me decía :

– Así papito, uhmmmmmm, que rico, sigue, chupa más. Sube a mi clítoris, muérdelo muy despacito y hazme sentir más rico, asiiii, asiiiiiii bebe. Soy Feliz, soy feliz, así mi bebe, hazme rico y tu tía te va a comprar tu terno, sigue, sigue papito.

En estos momentos era otra persona, era una perra en celo que se derretía de placer por mis operaciones bucales que le hacía en su vagina. Así estuve un buen rato, y francamente ya me aburría, así es que baje la guardia, ella se dio cuenta y me dijo:

– Esta bien, cambiemos de posición. Esta es la posición del 69. Se chupo mi pene y me puso su vagina cerca de mi boca al tiempo que me decía. :

– Chúpame papito, hazlo bien riquito si? Ahora la cosa era mejor, sentir su boca succionando mi pene, de rato en rato, chupando y jalando con su boca mis testículos, jalándome mi pene, sobándolo por su cara, estaba en las nubes al sentir todo esto, por lo que me esmeraba en meterle la lengua más profundamente en su delicada intimidad. Le agarraba sus labios vaginales (recién me entere que así se llamaba) y se los chupaba, hacia ruido y ella soltaba mi pene, se desesperaba y creo que lloraba de placer, luego regresaba a mi cosa y la seguía engullendo. Descubrí que cuanto más le pasaba la lengüita por su clítoris, más le gustaba y la hacía estremecerse toda ella. Así estuvimos un buen rato, hasta que, ella se levantó y me dijo:

– Ahora, penétrame, quiero sentirte adentro. Se echó en la cama del mismo lado y abrió sus piernas. No me hice esperar, es lo que estaba deseando, le puse mi pene en su vagina y zas se la metí de golpe, ella musito:

– Ahhhhhhhh, que rico mi amor, muévete mas, bien fuerte, igual que ayer, quiero sentirte bien, métemelo hasta el fondo, así me guuustaaaaa.

Otra vez, entro en mí, el animal o la bestia que sentía adentro y comencé a moverme de atrás para adelante bien fuerte, me gustaba hacerlo, sentía placer, pero por otro lado, sentía que lo hacía como una obligación, como un trabajo, la enciclopedia de la «Ciencia y la Técnica» me esperaba y me veía obligado a hacer todo esto por mis estudios. La imagen de la recompensa de la enciclopedia que me la llevaría seguramente a mi casa ahora mismo, me animo más, saque fuerza de no sé dónde y me la empecé a follar bien duro, le sacaba el pene hasta casi afuera y desde allí tomaba vuelo y zas se la metía fuerte y de golpe hasta el fondo de su vientre, eso le fascinaba, porque cada vez que lo hacía me premiaba con un rico beso en la boca. Me acorde de mi conversación con Pedro que me preguntaba de sus senos, no solo le vi sus senos, sino que se los chupe, le gustaba también, los tenía grandes, como mujer madura, y me comencé a embelesar con sus senos, se los chupaba y se los mordisqueaba, me preguntaran. De donde me salía ese instinto? pues de mí mismo, parece que eso se llevaba en los genes, el ser agresivo y follador con las mujeres…

– Bombea más fuerte. – Me dijo. Que es bombear le dije? ahhhhh, comprendo…

Le empecé a meter más fuerte, fui brutal, pero le gustaba, saque mi pene hasta afuera, y fuertísimo se lo metía hasta el fondo, ella gritaba en cada ocasión, estaba con la boca abierta, los ojos semicerrados, su respiración entrecortada y agitada, parecía que no se reponía en cada toma de aire, porque inmediatamente le salía un ayyyyyy o un ouuuuuuuuuu……. estaba en el limbo, estaba una puta completa en ese estado de exaltación, y me aprovechaba de ello, me gustaba verla así sometida a mi miembro viril a la mujer que minutos antes me dominaba y se aprovechaba de mi inocencia, ahora la tenía en mis manos (al menos eso pensaba en esos momentos) … Yo también sentía rico, doble rico, una por el placer sexual que me estaba proporcionado, y otro porque ella sería un trampolín para que me ayude en mis estudios.

En eso ella, se levantó y me dijo: – Ahora, hagamos el perrito, se puso boca abajo de 4 patas y me dijo: – Métemela.

Me puse detrás de ella, me admire al verla así, mostrándome sus nalgas blancas, mas blancas todavía porque el calzón le dejaba marcas que indicaba que el sol jamás conocía esos rincones, le puse mi pene no sé por dónde…, ella tampoco me lo decía, de repente le apuntaba a su ano y eso no quería hacerlo…Dude unos instantes, ella se desesperó un rato y me dijo:

– Que esperas bebe, ven te voy a enseñar. Alargo su mano, me cogió mi pene y lo apunto nuevamente a su vagina, hizo para atrás el trasero y solita se lo metió hasta casi la mitad, ahora sigue, follame bien fuerte, si quieres que te compre tu helado jajajaja – Se rio.

La agarre por las caderas, me encantaba tomarle las caderas y pegarla y atraerla, así despacito hacia mí, pero me acorde que a ella le gustaba lo rudo, lo fuerte y empecé nuevamente a meterle bien rápido, como a ella le gustaba y le deliraba.

Era rico, entrar mi pene en su vagina y al final sentir sus blancas nalgas hacer un PLAC en mi pubis, mis testículos se bamboleaban de adelante hacia atrás, como un reloj de pared de cuco, me encantaba eso, poco a poco iba aprendiendo y todo esto me gustaba.

Ya quise vaciarme, esto se estaba prolongando mucho, así es que desee de una vez terminar con esto, solo le pedí a mi cerebro que lo haga y empecé de nuevo a sentir esos maravillosos sentimientos indescriptibles de un orgasmo, ella se dio cuenta y me dijo:

– Te doy permiso papito, que te vacíes dentro de mí. – Ahhhhhh que rico. Ni bien lo dijo y allí estaba otra vez mi semen saliendo a chorros y metiéndose en el fondo de la cosita de la señora Amelia. Instintivamente me separe, le saque mi pene de ella y me eche en la cama, estaba cansado. Ella también se recostó y me dijo:

– No estas nada mal ah? – No la tienes grande, pero me agrada como lo haces.

Me entro un poco de vergüenza y me cubrí con la sabana mis partes íntimas, al tiempo que la Señora Amelia se levantó a cocinar unas excelente chuletas que más tardecito comimos con muchas ganas, puso también una Coca Cola de Litro y torta de chocolate. Realmente la pasamos muy bien.

Luego, la señora Amelia, ya vestida bajo al primer piso, y regreso con el primer tomo de la enciclopedia, y me dijo:

– Aquí tienes el primer ejemplar de la enciclopedia, los demás están la mesa, a la hora que bajemos, te la llevas. Le di las gracias muy emocionado.

Después de conversar y bromear sobre mi trabajo en la tienda de la calle 21, me estuvo diciendo que le gustaría que le avise de todo lo que note raro en la tienda, porque ella no se daba abasto para todo.