Hola, soy Américo, tengo actualmente 17 años, y esto me paso hace unos meses, cumplo con publicar esta historia a pedido de alguien que quiere que sepa esta historia.
Fue la primera semana de Julio que la Sra. Amelia me hizo llamar por medio de un compañero. El pueblo era chico, pero el infierno era grande según reza el dicho, vivíamos en un distrito tradicional a 15 minutos de la capital y aquí casi todos nos conocíamos, existían rumores que la Sra. Amelia era una chibolera, es decir le gustaban los chiquillos como yo, así es que el asunto me agrado, estaba decidido a seguirle la corriente y ver hasta donde llegaba esta aventura.
Casualmente, me regresaba del colegio, almorcé, vi las cosas más importantes de mis tareas escolares, las resolví y deje lo más difícil para la tarde. Entonces me dirigí donde la Sra. Amelia, al salir mis padres me miraron de reojo, ¿A dónde vas? me preguntaron maliciosamente, – A donde Pedro, a prestarme un cuaderno – Les mentí.
Ya en su tienda, me anuncie con su secretaria, esta me miro de pies a cabeza, y no pude dejar de sentir que me miraba con cierto desprecio, yo no sabía realmente que le pasaba, en fin, yo era un muchacho tranquilo y no tenía problemas con nadie, allá la estúpida de la secretaria que me miraba de esa forma…
La secretaria misma me condujo a la Oficina de la Sra. Amelia, yo al entrar salude tímidamente, mientras ella no pareció darse cuenta de mi existencia, por un lado estaba al teléfono hablando con alguien que parece no la respetaba tanto y por otro lado el que parecía su contador, le mostraba un cuaderno con apuntes al que ella veía y daba su consentimiento, a veces también decía… – Esto no Pancho, tienes que recalcularlo- Duro como 10 minutos la conversación por teléfono, yo francamente me sentía incomodo allí, sentía que sobraba, o al menos que no existía porque ni la Sra. Amelia ni el Sr. Contador me dirigían si quiera la mirada. Por fin termino de hablar por fono, llamo a su contador y le dijo, – Que sea la última vez Pancho que me vuelves a mostrar la mercadería de Poliéster sin el método que te ordene, que te pasa ah ¿aquí se hace lo que yo digo está bien ¿
– Si Sra. Disculpe, no me alcanzo el tiempo para hacerlo, voy ahora mismo a mi escritorio a terminarlo. – Esta bien, pase- Dijo. – Y no me interrumpan de ahora en adelante –
– Ven amor, acerca más tu silla. – Me dijo, lo que hizo que me pusiera rojo como un tomate. Mirándome fijamente y sin inmutarse saco un cigarrillo lo prendió con un hermoso encendedor dorado que a mí me gusto de inmediato. Estaba en toda la época empezar a fumar cigarrillos por lo que me hipnotizo ese encendedor. Trago una bocanada de humo, luego lo arrojo como una experta y me dijo.
– Tu eres Javier no ¿el amigo de Ismael y tu padre es Juan Tejada no es así?
– Si Sra. Le dije.
– Aja… si… Ismael me dijo que necesitabas un trabajo temporal, por eso te mande a llamar, dime te interesa ?
– Claro Señora, me gustaría ganarme unos reales para mis gastos….
– Oye… – me interrumpió –
– Te suplico que me hables con respeto…
Sin querer, me entro un vacío en el estómago, de un momento a otro, esta mujer se puso odiosa conmigo y me estaba atacando…
Lo que yo pago, si bien es cierto, no es la gran maravilla del mundo, pero al menos no me gusta que me lo echen en mi cara, ni me falten el respeto, si hay una cosa que es bien clara en este grupo de tiendas es que aquí se hace lo que yo digo, y una de las cosas que exijo a mis empleados es máxima confidencia de todo lo que se habla y se trata en este sitio, así es que si vas a trabajar conmigo, quiero que lo entiendas muy bien correcto ¿
– Si señora Amelia, – Le respondí como autómata.
– Bien, entonces, te diré que hay una plaza vacante en la tienda de la calle 21, allí tendrás que hacer inventario de la mercadería de lunes a viernes de 6 a 8 de la noche, la paga será de 100 dólares al mes, que te parece la idea ¿aceptas?
– Si señora. – Le dije –
– Como que sí. Tú aceptas así nomás, y no has consultado con tus padres?
– Es que yo creo que ellos estarán de acuerdo…
– Ella se puso a estudiarme, me comenzó a lanzar miradas más profundas, mientras se deleitaba con su cigarrillo.
Después de un rato me dijo:
– Dime, tienes enamorada?
– No – Le dije –
– Te preguntaras de repente, porque te lo pregunto no es así?
– No señora, no me lo pregunte.
– Bueno de todas maneras te lo respondo. Te pregunte que si tenías enamorada porque eso de la enamorada quita tiempo y después vas a estar en pensando en ella y no hallar la forma de salir del trabajo a las 9 PM y después encontrarte con ella, con lo que te irías a tu casa a las 9 o 10 de la noche y después tus padres me van a estar echando la culpa si algo te sucede
– No señora, no se preocupe, no tengo enamorada?
– Ahhh. Que bien… pero has tenido? – me volvió a lanzar otra pregunta, esta vez con una frialdad calculada.
– Tampoco he tenido enamorada señora, soy un chico zanahoria.
Note que a ella se le iluminaron de pronto sus ojos al escuchar mi respuesta.
– Quieres que te sea sincera ¿No te creo que no hayas tenido enamorada aun
– De veras Sra. Amelia, aún no he tenido enamorada ni novia.
– Pero, supongo sabrás lo que es tener piquitos con una mujer?
Yo ya me comencé a sentir incomodo, sus palabras de mujer de mundo, me empezaban a molestar, ella al parecer se dio cuenta, pero no desistía en su empeño de seguir haciéndome más preguntas.
– Bueno, sí, una vez, bese a una chica en una fiesta…
– Y tuviste relaciones con ella ¿me volvió a preguntar con la forma más natural del mundo, mientras encendía otro cigarro.
– Noooo. Señora, no tuve relaciones con esa chica
– Entonces, debo de suponer que eres virgen o no – al tiempo que esbozo una risa malintencionada.
– No sé… señora si lo seré…. porque me hace estas preguntas?
– Ya te lo dije nene, aquí quiero responsabilidad y lealtad, la gente que trabaja conmigo tiene que decirme todo de todo lo que yo le pregunte, no me puede ocultar nada, comprendido ¿- Lo dijo en un tono más grave y desafiante –
– Bueno, eres no eres virgen por fin?
– No lo sé… le repito señora.
– Porque no lo sabes ¿Has o no haz penetrado a una mujer alguna vez
– No, nunca lo he hecho….
– Ahhhhh. Ahora entiendo… nunca has tenido relaciones sexuales, pero si te has tocado alguna vez no ¿Espero mi respuesta, yo no se la di,
– Entonces te has tocado más de una vez no es así ¿Respóndeme?
– Pues… algo así señora…
Está bien nene, me gusta tu sinceridad, nos vamos a llevar bien, ahora déjame unos minutos que voy a hacer unas cosas, anda al Parque Kennedy, te recojo dentro de 30 minutos exactamente, en la esquina de la panadería conoces?
– Si señora
– Bien nene, pasare por ti dentro de 30 minutos de acuerdo?
– Si señora. Y salí de allí
Después de todo no era tan mala persona esta señora Amelia, después de que inicialmente me comenzó a hacerme sentir mal, ahora empezaba a simpatizarla. Fui donde quedamos encontrarnos y como faltaba mucho aun, empecé a leer los periódicos.
Como iba siendo hora, me dirigí obediente a la esquina donde me dijo, la Sra. Amelia no tardo mucho, vino en su auto de lujo marca Ford, me vio y me ordeno que me suba inmediatamente.
– Buenas tardes – Le dije.
Ella me miro un poco extrañada y me contesto el saludo. Su auto enfiló directamente al borde de la ciudad y tomo el camino de trocha. Yo iba disfrutando el paisaje, me encantaba el verdor, la naturaleza y todo lo que iba viendo. De pronto me di cuenta que nos alejábamos más de la cuenta por lo que le pregunte:
Inspeccione un poco su auto, era de esos deportivos, de dos asientos, ceniceros por todo lado, y atrás parecía que había una botella de licor a medio tomar, además olía uno poco a licor el auto.
– Adonde vamos Sra. Amelia. ?
No te preocupes, te estoy llevando a un sitio. Puedo? – me pregunto –
– Si claro, pero que no sea muy lejos por favor, porque se puede hacer muy tarde.
– Jajajaja, se rio la Sra. Amelia, al tiempo que decía. :
– No te das cuenta que te estoy secuestrando ¿te estoy llevando para abusar de ti jajajajajaja
Se los juro amigos que eso me asusto mucho, pensé que era una asesina que quería matarme, mi primera reacción fue tratar de abrir la puerta a lo que ella me agarro fuerte del hombro y me consoló diciéndome.
– No te preocupes nene, estoy bromeando, no tomes las cosas así a la ligera y cometas una locura, a ver dime, que ibas a hacer ah? querías matarte al saltar del carro ¿eso querías? no vuelvas más a siquiera pensar ese tipo de locuras porque si no te rajo. – Al tiempo que me soltaba. Solo le dije, – Esta bien. Sra. Es que me asusto –
– A medida que nos íbamos internando por el valle, creí reconocer la hacienda «La Portada» propiedad de la Sra. Amelia, entonces como no nos hablábamos mucho en el viaje, le pregunte si era la hacienda de su propiedad.
– En realidad es de mis familiares. – Mentirosa – Me dije en mis adentros, porque todos en el pueblo sabíamos que la propiedad era de ella. Comencé a desconfiar de esta mujer, pero parece que se daba cuenta, porque me lanzaba unas miradas sospechosas de reojo mientras seguía conduciendo.
Al fin llegamos a lo que parecía ser una cabaña, estaciono su carro y me invito a entrar.
– Entra me dijo, ponte cómodo, compórtate como si estuvieras en casa, ahí tienes televisión, revistas, Nintendo, voy un rato arriba, ahorita bajo.
Tenía casi de todo en esta casita la señora Amelia, realmente tenía mucha plata, lo deduje por la cantidad de cosas de valor que había en esta casa tan alejada del pueblo. Mi sentido innato me hizo curiosear, mientras ella estaba arriba, comencé a buscar por todo sitio, abría cajones de roperos y veladores para ver que tenía.
En una de esas, que maravilla, vi un montón de plata, serian como 30 billetes entre 10 y 20 dólares, les juro que eso acelero mi corazón, tuve ganas de esconderme uno, pero… y si era una trampa ¿y si después la Sra. Amelia venía a contar su dinero y se daba cuenta que algo le faltaba? – No me dije, no puedo hacer esto, aunque a ella le sobre la plata. Deseché mi idea loca y me dedique a ver sus libros, estaban llenito sus estantes de libros i enciclopedias de lujo.
Ahí estaba la famosa enciclopedia de la Ciencia y Técnica, con sus 10 tomos, sinceramente me dio cólera que hayan unos que ni siquiera la utilicen, yo cuanto la desee para hacer las tareas de mi colegio, pero mis padres no podían comprármela y allí estaba esa enciclopedia como si nada, esperando que alguien saque provecho de sus enseñanzas. Escuche que bajaba la Señora, así es que me fui rápidamente a sentarme al sillón y simular que estaba allí todo el tiempo.
Ella bajo cambiada, tenía un vestido más ligero y su blusa tenía un escote que a las claras se le veía más sexi.
– Como vas nene – me dijo. Curioseaste entre mis cosas?
– No señora
– Bueno, ven, siéntate conmigo que quiero conversarte. Antes no quieres tomar un refresco ¿Un traguito de repente porque ya tienes edad no? Dime, cuando cumples años,
– Pues en Diciembre cumplo los 17 años.
– Uhmmm, osea que eres menor de edad, y no te puedo ofrecer un wiski, porque de repente te hace mal no?
Yo no sabía que contestar… Ella adivino y me dijo. – Esta bien, tomaremos refrescos.
Se fue a la cocina y trajo dos «Sprites» heladas con su sorbete.
Se sentó y me dijo de frente.
– Sabes nene, a mí me gustan las cosas al grano, me gusta decir las cosas por su nombre, y hay una cosa que me ha dejado intrigada de ti… – y quedo allí – como esperando una pregunta mía.
– Que cosa, Sra. Amelia – Me apresure a contestar.
– Pues… eso que me dijiste, que no habías tenido relaciones sexuales con ninguna chica, sinceramente, es para no creerlo.
Un tanto asado le respondí. Pues si es cierto, como podría probárselo entonces. Que tonto, que estúpido fui, para que le dije esto. – Pensé en ese entonces –
– Uhmmmm. Argumento la Sra. Amelia, tienes razón, como podrías probármelo. A ver a ti se te ocurre una idea?
– Bueno, realmente no quise decir que podría probarlo, sino que de repente si Ud. Pregunta a mis amigos del colegio, ellos le podrían decir que nunca me he acostado con una chica…
– Ahhhh nene, déjate de juegos de niños, como se te ocurre que yo vaya a preguntar a tus amigos de tu virginidad sería tonto no te parece? al tiempo que me echo una bocanada de humo en mi cara.
– Además estas cosas del sexo, solo le pertenecen a las dos personas involucradas, a nadie más, estás de acuerdo?
– Si. Le conteste.
– Lo que me lleva a lo mismo del principio, como verificar si eres virgen…. Que te parece si te examino yo misma tu cosita, ahhhhh que dices….
Se me subieron los colores a la cabeza, ya parecía que la gaseosa que había tomado me había hecho efecto como si me hubiera emborrachado, porque sentí un bochorno que me hizo tartamudear.
– Pues… no creo que sea posible eso señora. Imagínese Ud. Es una señora que tiene…
– Que tengo que… – me interrumpió – que tengo marido? todo el mundo sabe que estoy separada como 10 años… Así es que nene, desabróchate nomas tu pantalón, que quiero verte. – Yo seguía estupefacto. Sentía que mis orejas reventaban de calor, pero no sabía que hacer o que decir, después de un largo rato que pareció como un siglo, donde vi que ella me miraba como una mujer perversa y calculadora, me dijo:
– O no es cierto lo que me has dicho, sería lamentable nene que me hayas mentido…
Ya no dije más, creo que lo que ella quería era verme, así es que me rendí.
Se me acerco y directo fue a mi pantalón, mientras me decía…
No te preocupes nene, nada malo te va a pasar te lo garantizo. Me desaflojó la correa, bajo el cierre de mi pantalón y eso me comenzó a gustar, al sentir sus cálidas manos en mi pene me hizo sentir más rico todavía. Lo tenía bien erecto y ella se puso a mirar, me tocaba con sus dedos el glande y quiso remangarlo hasta abajo, pero la mitad de mi prepucio estaba pegado todavía a la piel, la parte del frenillo la tenía intacta y pegada al glande, un perfecto virgen, yo me había tocado en mi cama varias veces, y roto un poco de esa telita, al remangarme mi pene, pero no había llegado a mas, realmente quería conservarla para mi primera enamorada, en eso ella me dijo que cerrara los ojos.
Lo hice y comencé a sentir algo más tibio y rico en mi pene, parecía que me lo estaba chupando, abrí los ojos para comprobarlo, y la vi a la Sra. Metiéndose todo mi pene en su boca, era rico y me deje llevar… cerré mis piernas y le encontré el gustito a la operación, estuve disfrutando así por varios minutos, hasta que ella se levantó y me dijo que la esperara un momento, regreso al instante con un pantalón y me dijo:
Vamos bebe, que esperas, sácate toda la ropa, al mismo tiempo que ella se iba desprendiendo rápidamente de todo lo que tenía. Allí pude ver por primera vez una mujer desnuda, sentí una sensación de amor en mis partes íntimas, cuando le vi su vagina, toda llenita de vellos, yo también como extasiado me saque toda la ropa y me deje llevar por lo que me decía la Sra. Amelia. Me quede calentito, solo con mis calcetines, los que ella rápidamente me los quito y me echo en la cama, se hecho ella en la cama con las piernas arriba y me dijo que le ponga el pantalón, yo prestito obedecía lo que me decía, le fui poniendo el pantalón, le hice calzar sus dos piernas y de vez en cuando le miraba su matita de vellos y esa rajadura de más abajo que provocaba en mi dulces sensaciones, quise tocarle más de una vez, pero no sabía cómo iba a reaccionar la señora.
No papito, no me pongas el pantalón, hasta arriba, así nomas. Dime, es la primera vez que ves a una mujer desnuda?
– Si. – Le conteste.
Y bueno que esperas, aprovecha, toca todo lo que quieras. – Mis manos fueron a su vagina, le aparte sus pelos y pude ver algo confuso, era como unas carnes rosadas que le salían de su vagina, le abrí esas carnes para ver mejor y pude ver por arriba como un bulto que me apeteció tocárselo, al hacerlo, ella respiro fuerte y lanzo un gritito que me inmediatamente sacarle el dedo por el daño que le estaba haciendo. Ella adivino y me dijo:
– No mi amor, no me duele, al contrario me causa mucho placer, así también dentro de un momento a ti te parece que te duele un poco, pero sentirás un placer bien riquito.
Ya no hice mas, le tocaba sus muslos, mientras ella me agarraba mi pene, por ratos me lo estrujaba fuerte y me hacía doler.
No espero más, bebe, vamos súbete, que quiero romperte ese pitón intacto que tienes. Instintivamente me eche encima y quise apuntarle mi pene en su rajita, pero ella me ayudo,
Cogió mi pene y lo puso en su vagina, y me dijo que empujara bien fuerte. Lo hice y auuuuuuu me provoco un enorme dolor, parece que me hubieran metido un imperdible en la cabeza de mi pene y me estaba haciendo sufrir. A Ella le gustaba, apretaba fuertes sus piernas y me decía con frases malcriadas que se lo meta más fuerte, mientras que con su manos apretaba mis nalgas para adentro. Poco a poco se comenzó a pasar el dolor y sentí esa tibieza de sus carnes metida en mi sexo, me dijo que me moviera en vaivén, lo que aprendí rápidamente. Ella no podía respirar bien, y me dijo que me mueva más fuerte porque si no me agarraba a latigazos, entonces me apresure a hacerle bien fuerte, parecía un animal, ella me obligaba a serlo. Me dolía un poco más, y seguí así mientras ella me decía lindas frases de enamorada, como que soy su chiquito preferido, que me amaba y todo eso, pero muévete mas mi amor, me insistía. De pronto comencé a sentir un vértigo, en todo el cuerpo, que hizo que mis músculos se pusieran eléctricos y tensos, sentí un indescriptible placer que se apoderaba de mí, que bajaba por mi espalda y como una energía poderosa y placentera aumentaba y hacia que me sienta en el paraíso. Llego un punto que esa bomba de luz y de placer en mí espíritu estallo al tiempo que le daba unas fuertes apretadas a la Sra. Amelia. Eso debió ser un orgasmo, para mi desde este momento, la vida tenía sentido, me sentí hombre por primera vez, ya no era un niño, esta Señora, me había hecho ver la luz del sexo por primera vez y le agradecí de todo corazón, que lo haya hecho, bien pudo iniciarme en el asunto de volverme un borracho, pero solo lo hizo despertando en mí el deseo irrefrenable de tenerle su cosita, en realidad cosota, porque después me di cuenta que su vagina era mucho más grande de lo que parece a simple vista.
Después de este orgasmo, ella se levantó, se quitó el pantalón y volvió a agarrar mi pene, estaba sangrando, la parte de abajo del prepucio, tenía una cortada que hacía que ahora se pudiera remangar hasta la mitad, la telita que antes estaba agarrada a mi cabeza del pene, ya no estaba, realmente esta señora, sabía lo que hacía, me había desvirgado y se sentía muy orgullosa de eso, su sonrisita picara me lo decía.
La Señora Amelia, cogió un algodón, lo empapo de agua oxigenada y me lo puso en el prepucio, para desinfectar el área. Al verla allí, como una mama toda amorosa para con su hijo, no sabía cómo tratarla, si como señora, o como enamorada, preferí no hablarle y dejar que ella tome toda la iniciativa. Mi mirada volvió a su estante de libros y me acorde de la enciclopedia, mi inocencia estudiantil volvió de nuevo, que tal si le pedía que me la regalara, que pasaría? de repente me reñía y me dejaba votado en la carretera, así es que preferí no decirle nada por el momento hasta conocerla un poco más.
Termino lo que hizo, y me dio un rico beso en la boca al tiempo que me dijo:
– Me has hecho bien feliz papito. Ahora vístete que quiero hablar seriamente contigo ok?
Después de esa experiencia, sucedieron otras y otras cosas para mí increíbles que me pedía que le haga la señora Amelia.