Madre e hija
Esa tarde de verano al llegar desde la pileta de Claudia, encontré a mi madre preparando la valija con ojos llorosos, mis quince años me decían que algo no andaba bien, pero el mutismo de ella y de mi padre recién fue cuando con voz entrecortada el con sus ojos dirigidos al vacío me decía que «Mami» se había enamorado de otro hombre y que se iba a vivir sola.
Ella tiene un cuerpo realmente espectacular, 1,70 de altura, 34 años de edad, pechos firmes su profesión es la de escribana, entendí esa misma noche pensando sobre lo sucedido, que esa figura no la había hecho haciendo escrituras, en mi carácter de hija única enamorada de mi padre igual recibí con tristeza una separación que luego me entere por mis amigas era un hecho.
Mi padre tenia una amante (desde hacía más de un año yo lo sabía), luego me enteré que mi madre busco revancha y algunos clientes pasaron a ser íntimos.
Mis escarceos con los chicos no pasaba más que besos y algunas caricias fuertes , la comida y la ropa en casa estaban a cargo de Josefa una mujer de unos cincuenta años que hacía cinco años que trabajaba en casa, en verdad callada, eso y mi pieza desde chica no me dejaron opción ( pese a que nadie me ofreció otra salida) que la de quedarme con papá.
Fui a visitar a mi madre al otro día , ya que su departamento quedaba a cuatro cuadras, no fue sorpresa, encontrarla con su nueva pareja, si lo fue la conexión que con el se produjo, Carlos era un hombre de unos treinta y cinco años, buen mozo, un poco más alto que mi madre, abogado, de un manejo seductor, trataba a mi madre como una reina.
Esa noche soñé con el, no le di importancia hasta la semana siguiente, cuando haciendo dedo desde la quinta donde nos reuníamos en el verano, Carlos nos acerco al pueblo, al subir se lo presente a Clara como el novio de mi mamá, todo se desencadenó después de dejar a mi amiga en su casa, al doblar la esquina, su invitación a charlar en su casa no me despertó mayor intriga (ante lo sucedido me pareció común) que se quisiera comunicar y mi madre me lo había pedido que no despreciara un dialogo con el, una copa de champagne que el tomo con rapidez previo brindis, inicio el «dialogo», solos en su casa, me invito a ducharme, ingenuamente creía que la hacía por ver mi pollera mojada, en plena tarea sus manos enjabonando mi cuerpo, dieron el paso que el buscaba y yo no cerré, tal cual a mi madre sus labios narraban amores, deseos y labraban en mi mente el camino del deseo que sus manos inducían al sexo, mi vagina acariciada con un jabón cremoso, mis senos acariciados en espuma, firmes golpeaban las puertas de hacer de mi una mujer, enjuagándome, cerró la ducha, sintiéndome entregada me llevo a la cama, besando su torso, comprendía que su poder era tal, que estaba dispuesta, me recosté sobre el lecho, abrió mis piernas y lamió con su falo mi vagina, poco a poco penetro y el dolor cedió al placer, abrace sus piernas con las mías, hasta sentir su descarga en mi interior, la mancha de sangre sobre la colcha no le preocupaba, todo era para mi, ¿Cómo te sentís? ¿Te gusto?, mi virginidad en manos del novio de mi madre, no era lo deseado, pero en verdad el encanto de ser penetrada, me llevo a arrodillarme y mamar su falo, buscando semen que broto, satisfaciendo mis instintos.
Escuchar melosamente, en repetición constante !puta! !reputa! no era más que la verdad, no me extraño que me gustara que me lo dijera, al retirarme, me agache al vacío del asiento delantero, transformada de niña a mujer, de niña a puta.
El dolor me despertó a la noche, al orinar un pequeño coagulo de sangre cayo sobre el agua de inodoro, era la menstruación, recién en ese momento me di cuenta de que encuerada sin protección podría haber sido la madre de la nieta de mi madre, amante del padre de su hija, pese a sus llamadas en busca de continuar el juego, no lo hicimos hasta los cinco días, está vez a igual que la otra fue en su casa, mi cueva en cuclillas ensartada con su espada, fue entrando en la dilatación de absorberla, comprendí que estaba dominada, el grado de ese estado recién lo comprendí a la noche de un viernes cuando acudí a la llamada de mi madre.
La recepción de Carlos y mi madre, fue muy cordial, algo se corto cuando mi madre me increpó de que quería sacarle a Carlos, el juego perverso de mi amante, hizo que ambas nos desnudáramos, mientras el con sus manos jugaba con nuestras vaginas, ambas putas y dominadas, arrodilladas chupábamos juntas su falo y peleábamos para ser penetradas.
Ver a mi madre cabalgar sobre el falo de Carlos, no fue nada comparado cuando el vértigo me llevo a besar a mi madre y acariciarla mientras nuestro amante en común chupaba mis líquidos haciendo que acabara, era su lengua, espectacularmente manejada que me dejo en éxtasis, fue el cambio de instrumento con mi madre, las ganas de hacerlo con la misma pasión que veía en su cara, ambas extenuadas besábamos ese cuerpo sabiendo que éramos sus putas.
Comprendí a mi madre, ambas estábamos dominadas.