Hotel por una noche
«Bebamos otro trago» dijo Toño mi esposo, y agregó «estamos de celebración en esta ciudad tan hermosa, solos tu y yo, luego volveremos al hotel».
En realidad el momento era especial, veníamos de regreso de Santiago y habíamos decidido pasar la noche en esta ciudad que no conocíamos. Acepté el trago, aunque por mi poca costumbre, me sentía un poco mareada.
Normalmente llevamos una vida muy tranquila allá en nuestra pequeña ciudad del norte, mi esposo por ser un antiguo comerciante es bastante conocido y respetado, además, pertenece a cierto grupo social en donde ambos colaborábamos en las típicas actividades de gente de nuestra edad, yo tengo 42, él 47. Yo soy conocida por mi seriedad, nuestros amigos siempre me lo critican medio en broma, no lo sé, soy así, talvez por mi crianza a la antigua.
En la intimidad éramos diferentes, nos gustaba fantasear y los juegos eróticos, a el siempre le ha gustado que me ponga algo muy sexy para la cama, aunque al otro día me preocupo de esconder esa ropa, para que nuestra nana no la vea. Me moriría de vergüenza si ella chismoseara de aquello por ahí…enseguida lo sabría toda la ciudad.
En Santiago había aprovechado para comprarme una ropa de esas, lo hizo él, porque yo no me atrevo…miren la señora comprando esa ropa, dirían, ya no está para eso…
Cuando mi esposo llegó con la tenidita me dijo…»esta noche te la pones…me muero de ganas de verte con ella», ¡¡estas loco!! respondí, ya no soy tan joven y hasta estoy un poco pasada de peso, ¿crees que me veré sexy?.
¡¡Mijita, usted está rica igual que hace unos años, tal vez mejor porque ahora sabes disfrutar el sexo!!, además a mi me calientas mucho, y a cualquiera, agregó. Yo reí diciéndole…¡ves que estas loco!
Ya en el hotel , pusimos música suave, me dí una ducha y me puse la tenida nueva, era realmente muy atrevida. Cuando salí me dijo mirándome…»perfecto, simplemente perfecto. Esta noche deseo jugar como tu sabes…me dijo con cara de niño malcriado, te voy a amarrar en la cama, para disfrutarte».
Yo ya conocía el juego, me ataba las manos al respaldo de la cama y luego me hacía el amor, en realidad era rico, aunque me avergonzaba un poco.
Me ató fuertemente y cuando me tuvo así me vendó además los ojos, ¡esto es nuevo! le dije,…se me ocurrió recién, me dijo él.
Yo no veía nada, estaba esperando que se acostara cuando me dijo…»voy a bajar un segundito a comprar cigarrillos, vengo al tiro mi amorcito, no te muevas de aquí» agregó riendo. Me tapó con las sabanas diciendo …para que no te enfríes, y salió. No sirvió de nada que le dijera que me soltara, se fue rápidamente lanzándome un beso.
Me quedé allí, inmóvil, pensando…este se pone más loco con los años…
No sé cuanto tiempo pasó, creo que no mucho. De pronto siento la llave y la puerta que se abre, me dice…¡ ya volví cariño, traje cigarros… y una sorpresa!
¿cuál sorpresa?, le pregunté curiosa,
¡¡ Un amigo que quiere conocerte!!
¿Es broma no es cierto? , le digo sonriendo.
Casi muero cuando escucho una voz desconocida que dice… «Hola»
¡Suéltame en seguida! ,le ordeno enojada a Toño, siento su voz que susurra cerca de mi oído…
–tranquilízate y disfruta este jueguito nuevo!!…mi corazón ya se me salía, no sabía que hacer, era desesperante.
Mi marido comenzó a tirar la ropa de la cama hacia abajo, lentamente empecé a quedar destapada, me sentía avergonzada, llevaba puesta la famosa tenida, un «baby doll» rojo lleno de encajes y transparencias, con pequeños lazos que lo cerraban por delante, era corto, hasta los muslos.
Tenía además un pequeño calzoncito de igual color, tan rebajado que si no estuviera depilada se me asomarían todos los pelos por los lados. Yo, atada no podía hacer nada, solo repetía una y otra vez..¡¡Toño…, para por favor!! El visitante no decía nada. Quedé descubierta, pensé :¡¡ que vergüenza, me está viendo todas las piernas!!, oí la voz de Toño que comentó: ¿verdad que tiene bonitas piernas?
—¡¡ Mmm!! Aprobó el desconocido. Yo me imaginaba allí, tendida, expuesta para aquel hombre, ¡era una sensación tan extraña!.
Escucho la voz de Toño junto a mi en la cama, comienza a acariciarme una pierna diciendo…»es tan suave su piel, tócala para que la sientas»
–¡¡Por Dios Toño, ¿qué haces?, ya detente por favor…!!
Sentí un escalofrío cuando una mano desconocida comienza suavemente a subir desde mi tobillo hasta la rodilla por mi otra pierna. Mi marido desliza su mano y tomando mi camisón me lo empieza a subir, «no eso no por favor», suplico.
Me lo subió hasta la cintura dejando mi pequeño calzón a la vista, mi sexo apenas cubierto por una pequeña prenda…y aquel hombre estaba mirando. Con su mano seguía recorriendo mi pierna de abajo hacia arriba, ahora llegaba hasta el muslo, yo sentía como electricidad al paso de su mano.
Toño dice: ¿veámosle las tetitas? y empieza a desatarme el camisón,
— … no… basta…déjame Toño…, lo abre completamente y le dice: «lámele los pezones y vas a ver como se le ponen», siento una lengua que roza suavemente mi pezón, me estremezco toda, digo…»no…por favor…déjeme». Aquel sujeto me lamía las tetas con tantas ganas que me estaba excitando, mis pezones se habían parado notoriamente.
Siento que su mano lentamente llega hasta mi calzoncito, comenzó a correrme mano por encima de la prenda. Yo cerraba las piernas diciendo…»no…no…»
Mi marido le dice: «voy a sacarle el calzón para que la veas en pelotita», y comienza a bajármelo, yo le suplicaba avergonzada…»por favor Toño, no sigas, para…», quedé sin nada, imaginé la visión de mi concha completamente depilada…¡era tan humillante y a la vez tan erótico el momento que estaba viviendo!
El desconocido, ya sintiéndose con más confianza, comenzó a pellizcarme los pezones y amasarme las tetas , mi esposo también me acariciaba al tiempo que me decía:
«¿ves cariño?… tu tenías miedo y vergüenza de tu cuerpo, ¿recuerdas que yo te decía que eres deseable?…no sabes lo rica que te ves así».
Luego, tomó mis piernas y haciendo una suave presión me dijo:
«…abre las piernas amor, muéstrale tu conchita rica… siempre hemos dicho que a las visitas hay que darles lo mejor».
Pareció que mis piernas obedecían más a él que a mí, las separé completamente mostrando toda mi peladita, sin oponer resistencia.
De inmediato sentí la mano del visitante en mi concha, yo la tenía totalmente mojada y semiabierta, él me metía los dedos suave pero descaradamente. A ratos yo aún balbuceaba…»no,…por favor,…ahhh…», aunque mis suplicas se oían ya como un susurro de calentura.
Hasta ese momento yo estaba segura de que no podría calentarme con otro hombre, y además que no era posible que algún hombre se calentara conmigo. Sin embargo ya ven, yo estaba hirviendo y él también , lo siento en sus manos calientes que recorrían todo mi cuerpo, lo siento en su respiración agitada.
De pronto un pensamiento me estremeció, no había reparado antes en ello… ¡¡después me va a culear !!, por Dios, mi marido no lo permitiría, sabe que siempre he sido muy escrupulosa al respecto, el sabe que nunca he estado con otro, solo he fantaseado alguna vez, pero llegado el momento no me atrevería…mientras, sus dedos se perdían en mi interior.
En ese momento, el tipo se metió entre mis piernas abiertas y empezó a lamerme, partía desde abajo, lamía mi culo, desde ahí subía lentamente con su lengua por mis labios vaginales depilados, y terminaba refregándola en mi clítoris. Me tenía caliente al máximo. A ratos me la abría toda con sus manos y me metía la lengua hasta lo más profundo que le era posible, yo ahora no protestaba, solo emitía sonidos de placer: «aah, …mmm, ….ssssiiiii».
Mi marido se acercó a mi oído y me dijo: ¿quieres chuparsela…?
–¡¡nooo……!! susurré yo vuelta loca con la lengua del desconocido.
–solo rózala con tus labios para que sepas que se siente…dame el gusto…quiero verte…, propuso a mi oido.
–ohhh…bueno, …pero solo eso…
Me quedé quieta, respirando agitada, esperando nerviosa, nunca había tenido otro pene cerca….¿cómo sería?, ¿y si no me gustaba?.Lo sentí arrodillarse a mi lado, primero fue un suave roce en mi mejilla…¡¡es su pico!! pensé, yo no me atrevía a mover mi cara.
Luego empezó a pasármelo por la frente, bajó por mi cara y se detuvo sobre mis labios, yo respiraba cada vez más agitada, ese olor inconfundible a pico entraba por mi nariz invadiéndome toda, sentí como la señora respetable que soy se esfumaba dejando solo a una hembra caliente, muy caliente, nunca pensé que me atrevería, entreabrí mis labios y le dí un tímido beso, luego asomé mi lengua y recorrí su tronco, me pareció tan grueso y grande, su piel era muy suave y estaba muy caliente.
Como llevada por una fuerza superior a mí, alcancé su cabeza, la lamí por todo su contorno y la metí en mi boca…se sentía inmensa, con que ganas se lo chupaba, ahora era él quien se quejaba de caliente, yo pensaba …¿será joven o mayor?, ¿cómo será?,¿y si fuera un humilde obrero que pasaba por la calle? ¿o alguien del bar donde estuvimos?, la verdad…no me importaba, ya no, su pichulota era deliciosa y yo la chupaba como loca .Él me puso sus bolas en la cara, las lamí con dedicación, recorriéndolas por todos lados.
Mientras, ellos me metían sus dedos en la concha, estaba tan abierta y mojada que sentí los dedos de ambos revolcándose degeneradamente en mi interior…¡al mismo tiempo!.
Mi marido me dijo :¿qué quiere ahora mi mujercita caliente?, apuesto que lo sé…
¡¡mmmmmm…!! respondí yo, mientras seguía chupando.
–¡¡…entonces quiero oírte…, pídeselo a nuestro amigo!! me dijo.
–» señor, culéeme por favor, ya no doy más… métamelo , lo quiero adentro mío…por favor», le supliqué abriendo al máximo mis piernas y ofreciéndole desvergonzadamente mi sexo.
Se puso en posición, pude sentir como iba entrando, lo sentía enorme, me dilataba la concha abriéndose paso,
–…asiiii—decía yo gimiendo de placer, abierta de par en par. Como estaba atada de manos lo abracé con mis piernas, desesperadamente lo apretaba contra mí haciendo que me lo metiera todo. No podía creerlo, imaginen, yo la seria y tranquila señora, desnuda sobre aquella cama de hotel con un tremendo pico desconocido metido hasta el fondo.
La escena era tan degenerada, amarrada, con la vista vendada, siendo culeada (muy bien culeada) por un desconocido… y mi esposo mirando.
Fué demasiado para mí, empecé a acabar diciéndole…»dame tu leche…así, culeame bien…quiero sentir tu semen, …necesito tu lechecita tibia …ahhhhh». Yo y mi amante desconocido frotábamos nuestras lenguas descontrolados, nuestras salivas se juntaban bañándonos los labios, en su boca sentí el olor de mi concha mezclado con olor a cerveza, alrededor de mi boca se mezclaba mi perfume francés con el olor de su pico. De pronto, empujó hasta el fondo y comenzó a lanzar grandes chorros de semen caliente en mi interior, yo le decía…¡así, así, …todo, lo quiero todo…que rico!
Después se quedó quieto sobre mí, jadeando ambos, yo le apretaba el miembro con mi vagina, cuando lo tuvo blando me lo sacó y se enderezó, lo oí vestirse sin decir palabra, después se marchó, mi esposo lo acompañó a la puerta, hablaron algo, yo todavía estaba allí amarrada, permanecía con las piernas abiertas, desde mi vagina sentía correr un hilo de semen hasta mi culo.
No me sentía sucia ni nada, me sentía viva, una mujer plena.