Capítulo 8
- Capítulo I La llegada
- Capítulo II El resto de la familia
- Capítulo III Al día siguiente
- Capítulo IV La institución para señoritas
- Capítulo V Margarita, La Flaca y Carlos
- Capítulo VI Julia conoce la finca
- Capítulo VII Jordana
- Capítulo VIII La reunión familiar
- Capítulo IX Don Gabriel, el cura del pueblo
- Capítulo X Carlos y Margarita ¿qué pasará con ellos?
- Capítulo XI D. José y Julia, a solas en la finca ¿o no?
- Capítulo XII La interrupción de Jordana
- Capítulo XIII Gertrudis
- Capítulo XIV Doña Maruja visita a Don Gabriel
- Capítulo XV El Domingo
- Capítulo XVI El cuartel
- Capítulo XVII El doctor y la enfermera
- Capítulo XVIII El dormitorio de Julia
- Capítulo XIX El convento
- Capítulo XX La revisión médica
- Capítulo XXI Sor Digna
- Capítulo XXII El Arcángel
A lo largo de la tarde fueron llegando a casa todos y cada uno de los integrantes de la familia. El día había estado cargado de aventuras y sorpresas para todos ellos.
D. José dejó a su prima Jordana, que todavía estaba muy molesta por la noticia del casamiento de su primo, y volvió a coger el coche para ir a buscar a su madre que ya estaría acabando el Rosario.
Al instante llegó Marta que, nada más ver a su tía corrió a abrazarla. Jordana era el espejo en que se miraba Marta, de mayor quería ser tan independiente como ella, aunque con marido, jajajaja se rio para sus adentros mientras lo pensaba.
¡Tía como estás!
¿Cómo está la mas loquita de mis sobrinas? Respondió Jordana mientras se fundía en un abrazo. Ya veo que os siguen poniendo uniformes de lo mas sexys jajaja, dijo en tono burlón, al tiempo que quitaba una brizna de hierba del cabello de la muchacha…aunque veo que eso no impide que mi sobrina se despanzurre por el campo…le espetó mientras le guiñaba un ojo…¡ ten cuidado con los adolescentes que los carga el diablo! Le dijo continuando, burlándose de la chiquilla
¡No es un adolescente, es un hombre! Respondió ofendida, elevando la voz y dándoselas de importante
¿Quién es un hombre? Interrumpió la voz de Julia que bajaba las escaleras…y por cierto ¿usted quien es? Le preguntó directamente a Jordana
Antes de que Jordana pudiera contestar Marta se apresuró a decir, es mi tía Jordana que ha venido para quedarse…
Bueno, bueno, niña, cálmate dijo Jordana… usted debe ser la nueva esposa de mi primo José. Me llamo Jordana Salazar y soy sobrina de Doña Carmen y prima por lo tanto de su Esposo…encantada de conocerla
El placer es mío, mi nombre es Julia y, efectivamente soy la esposa de José.
Ambas mujeres se miraron de arriba abajo desconfiadas, pero manteniendo el rictus sonriente.
Y bien ¿de qué hombre hablabas Marta?
Marta se empezó a sonrojar, sintiéndose un poco acorralada por la pregunta y sin saber muy bien que contestar.
Jordana se dio cuenta al momento y rápidamente salió en auxilio de su sobrina. Nada Julia, tonterías adolescentes, me estaba metiendo con un chico que ha visto en una revista…y para ella no es un chico ¡ES UN HOMBRE! Ya ves a la ¡MUJER ESTA! Ja,ja,ja,…
Jajajaja Julia le rio la gracia, pero sabía perfectamente por la cara de la hijastra que le estaban mintiendo.
En ese momento llegaron D. José y Doña Carmen acompañados de Carlos, al que habían encontrado en el camino de regreso viniendo para casa lentamente puesto que se encontraba dolorido en el trasero.
¡Tía Jordana! Exclamó el mellizo y se abalanzó sobre ella, aunque en ese momento dejó entrever una mueca de dolor
¿Qué te pasa Carlos?
Nada, interrumpió Doña Carmen, que es un goloso y anda mal de la barriga, por como anda debe tener el culete escocido, después de la cena le pondré una crema o un supositorio…ya veremos…
Carlos agachó la cabeza resignado…
Veo que ya os conocéis interrumpió D. José dirigiéndose a su esposa y a Jordana.
Si, respondieron ambas al unísono
Bien, pues todo el mundo a asearse y a cenar. Dijo muy solemne el patriarca.
Alrededor de la mesa las caras eran muy dispares, por un lado estaba D. José muy ufano y feliz después de la jornada que había pasado, primero con su esposa y luego con la llegada de su prima y ese recién descubierto amor por la sodomía y los azotes. Había sido una gratísima sorpresa. Ahora tenía a su disposición a dos hembras de primer nivel, Julia y Jordana.
Por otro lado estaba Doña Carmen, recién llegada de rezar el Rosario con sus amigas, que se encontraba muy feliz de tener a su sobrina pasando una temporada con ella. Además hoy D. Gabriel le había dicho que era la elegida para la semana. ¿eso que significaba? Pues que D. Gabriel cada semana decidía que mujer respetable del pueblo se encargaría de los quehaceres domésticos del sacerdote durante la siguiente semana y eso, por experiencias pasadas, Doña Carmen sabía que podía ser muy gratificante.
A la izquierda de su esposo estaba Julia, cuyo rostro denotaba el enfado que todavía tenía por lo sucedido durante la comida. Del mismo modo, aunque la caléndula la había calmado bastante las molestias que sufría, hacía ostensibles muestras de dolor al sentarse o al moverse, fruto de los múltiples castigos que había sufrido durante el día.
Jordana la observaba desde el otro extremo de la mesa, justo enfrente de su primo y rápidamente se dio cuenta que la habían castigado y pensó ¡pobrecita, ya conoce la disciplina de los Gomez de Lasarte y Salazar… Del mismo modo que Julia, en su rostro mostraba también un profundo cabreo, en su caso el que la había acompañado desde que de su primo le había informado que se había casado…
Los mellizos estaban absortos en sus pensamientos, Marta, sentada a la derecha de su abuela, no podía disimular en la cara un amago de sonrisa y de felicidad pues no hacía más que recordar a su príncipe jornalero Ramón “el manco” y ya le tardaba que fuera el día siguiente para volver a estar en los brazos de su hombre…aunque al mismo tiempo sabía que el jornalero no se contentaría con besos y arrumacos o una simple mamada…pero la idea de entregarle su virginidad era imposible…aunque le rondó por la cabeza toda la cena…
Enfrente a ella estaba Carlos, su mellizo, claramente contrariado y, al igual que Julia, su madrastra, haciendo gestos del dolor por el malestar que le había dejado la violación anal por parte de D. Fulgencio. Por la cabeza del joven muchacho fluían ideas constantes, recordaba el dedo de la flaca, la verga de Don Fulgencio, el dolor agudo, pero el placer que también había sentido… estaba hecho un lio pero a la vez muerto de miedo de que su abuela se percatase de que le habían sodomizado…
La cena transcurrió con aparente normalidad, cada uno de los comensales entretenía sus pensamientos en lo que le había sucedido a lo largo del día y entre ellos apenas charlaban cosas triviales. Estaba claro que cada uno tenía la mente puesta en otro sitio.
Al finalizar la cena Doña Carmen le dijo a Carlos y a Marta que subieran a sus respectivos cuartos, que en seguida irían a darles las buenas noches.
Loa adultos se sentaron en el sofá frente a la chimenea tomando un café que les había servido el ama de llaves. A pesar de la diferencia de edad, las dos mujeres, Julia Y Jordana, fueron encontrando puntos de acercamiento y el nexo común era el enfado que ambas tenían con D. José. La siempre perspicaz Doña Carmen enseguida se dio cuenta que algo había pasado con su sobrina, porque el enfado de Julia tenía claro de donde venía. Ejerciendo la autoridad que le daba ser la Matriarca de la familia les ordenó a ambas mujeres que se retiraran que tenía que hablar a solas con su hijo. Ambas mostraron su sorpresa pero accedieron sin rechistar.
La finca tenía una bodega en el sótano que se cerraba con un gran portón de madera que aislaba completamente la estancia. La vieja dama instó a su marido a que le acompañara a la bodega. Una vez allí dentro cerró la gran puerta de madera tras encender la única bombilla que había en la estancia. A un lado había un banco de piedra corrido, hecho de cantería con perpiaños toscos, que estaban sujetos a lo largo de la pared. Doña Carmen se sentó. ¡No se que ha pasado con mi sobrina, pero me lo puedo imaginar por su cara!, eres el jefe de la familia y por ello no puedo ni debo castigarte en público, para que mantengas tu estatus,…
Madre yo…
¡Cállate no quiero saberlo!… antes que nada soy tu madre y por lo tanto puedo castigarte si así lo creo oportuno. ¡Arrodíllate!
El tono de su madre era tan serio que D. Jose se arrodilló, el suelo de la bodega era de piedra y estaba frio.
¡dame mi zapatilla!
El hombre acercó sus manos al pie derecho de su madre y le quitó su reluciente zapatilla slipper de felpa negra y suela de goma amarilla comprada el día anterior. La zapatilla tenía una mezcla entre olor a nuevo y el sudor del pie de su madre, junto con el aroma de las medias, que aun siendo verano, Doña Carmen siempre se ponía. Con una lentitud ceremonial D. José levantó poco a poco su cuerpo, estiró los brazos y le entregó la zapatilla a su madre.
¡levántate y bájate los pantalones!
Madre por favor… intentó suplicar el hombre
¡que te levantes y te bajes los pantalones Jose Gomez de Lasarte y Salazar!
D. José se levantó, se bajó los tirantes que sujetaban su pantalón y desabrochando el botón este se escurrió por sus piernas hasta los tobillos.
¡arrodíllate de lado!
El hombre se arrodillo delante de su madre, de manera lateral apoyando sus manos en el suelo, de manera que quedaba a cuatro patas delante de su madre que seguía sentada en el banco de piedra.
Blandiendo la zapatilla con fuerza comenzó a descargar zapatillazos sobre su culo tan solo protegido por unos finos calzoncillos de punto blancos de la marca abanderado.
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
¿En que estabas pensando?
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
¡Es tu prima!
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
En ese momento, Don José ya notaba el dolor sobre las rodillas y las palamas de las manos, ya que al intentar hacer fuerza para evitar el dolor de los golpes estaba haciendo fuerza y presión contra el suelo…
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
Doña Carmen se detuvo, le bajó los calzoncillos y tras observar como estaban sus posaderas inició una nueva serie de azotes
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
El sonido de los azotes resonaba en la lúgubre bodega, que al estar ligeramente abovedada hacia un eco tremendo, lo que amplificaba la sensación de castigo para el hombre
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
Cuando Doña Carmen vio que las piernas de su hijo comenzaban a temblar entendió que ya debía ir finalizando el castigo
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS…
¡Vístete hijo mío! Espero no tener que bajar aquí en mucho tiempo ¿me has oído?
Si madre.
Doña Carmen abrazó a su hijo con ternura…y ambos abandonaron la bodega
Julia y Jordana, cada una en su dormitorio, habían estado expectantes a ver si escuchaban algo, pero la puerta de la bodega, junto con los gruesos muros de piedra habían cumplido a la perfección su misión. ¿Qué habría pasado? Imposible saberlo…
Doña Carmen besó en la frente a su hijo y subió a darle las buenas noches a los mellizos, primero le tocó el turno a Marta, que estaba en cama medio dormida, la abuela la arropó y le dio un beso en la mejilla…y en ese instante la muchacha medio dormida respondió ¡hay manco, mi manco…!
La señora se quedó perpleja y decidió que hoy la dejaría dormir, mañana ya le preguntaría quien es ese manco…
A continuación fue al dormitorio de Carlos quien, aunque intentaba fingir estar dormido, no había engañado a la buena de Doña Carmen. A ver, enséñame ese culito, le dijo y, tirando de las colchas hacia abajo destapó a su pobre nieto que agarraba con fuerza la cintura de su pijama para que no le bajara los pantalones del mismo y se quedara en cueros. El intento fue en vano, con habilidad Doña Carmen dejó el culo del muchacho desnudo y, separándole las nalgas con fuerza, vio el ano totalmente enrojecido, incluso un poco desgarrado ¿estas estreñido Carlos? Preguntó intentando justificarse a sí misma el desgarro.
Si, dijo el muchacho que vio en ello la solución a sus problemas… y justo en ese instante entró en la habitación Jordana diciendo ¿me has llamado tía?
No, querida sobrina, pero me vendrá bien tu ayuda…agárrale las nalgas y mantenlas separadas, que voy a ponerle algo que este goloso está estreñido y el esfuerzo le está abriendo el culo.
Carlos se moría de vergüenza y Jordana, que sabía perfectamente que su tía no la había llamado, estaba disfrutando con la escena. A diferencia de su tía Jordana se dio cuenta al instante que el pequeño desgarro era fruto de una sodomización, no en vano ella llevaba años practicándola. Nada mas salir Doña Carmen de la habitación le dijo a Carlos ¡picaruelo, así que picas por detrás ehhh!
¡pero que dices tía! Yo, yo…
¡que yo también he picado por ahí hombre, será nuestro secreto! Cuando la tía duerma te daré algo para ponerte ahí.
Carlos iba a decir algo cuando regresó Doña Carmen con el aceite reparador de los azotes, un termómetro y aceite de ricino. Jordana se sonrió para sus adentros, pobrecito pensó…
Doña Carmen unto con aceite el ano, le metió el termómetro de mercurio en todo el esfínter a lo que el muchacho respondió con un sonoro quejido ¡ayyyy abuela!, ésta ni se inmutó y tras comprobar que no tenía fiebre le subió los pantalones del pijama, le dio una cucharada de aceite de ricino y le acercó el orinal. ¡hala por si esta noche afloja el vientre!
Doña Carmen y Jordana abandonaron la estancia y la Matriarca fue apagando las luces y comprobando que todo el mundo estaba en su dormitorio.
Jordana esperó casi una hora y cuando creyó que ya era seguro, agarró un paquetito que traía en la maleta y se fue a la habitación de su sobrino.
Pssssss no hagas ruido le dijo casi susurrando. Se tumbó con el en la cama intentando que los muelles del somier no hicieran escándalo y le dijo ¡anda ponte boca abajo!
Carlos obedeció y ella le bajó nuevamente el pantalón del pijama. Agarró una porción del interior del paquete que traía y comenzó a aplicárselo en el ano pero por la parte interior, para lo que le fue deslizando un dedo dentro. Carlos mordió la almohada para sofocar el quejido que le provocaba. ¡Tranquilo, es grasa de cacao, ya verás que bien te va! ¡el culete querido sobrino hay que educarlo, dilatarlo le dicen, para que así no solo salgan cosas, sino que también puedan entrar otras! Ves…así despacito y diciendo esto metió un segundo dedo que inició un movimiento lento de entrada y salida del ojete del muchacho al que poco a poco se le fue poniendo dura la verga…
¡Uy pillín si te estás viniendo arriba! le susurró Jordana viendo los movimientos del muchacho para acompañar el movimiento de los dedos en el culo y al mismo tiempo restregar su verga contra el colchón…pero antes de que la cosa fuera a mayores Jordana paró diciéndole, ves no pasa nada porque te enculen si te gusta, la sodomía es algo natural y no debes avergonzarte, solo tienes que preparar el culo para recibir a tu amiguito,… y ahora me toca a mi…y dándose la vuelta, se levantó el camisón dejando a la vista dos hermosas nalgas, carnosas y redondeadas. ¡Venga sobrino coge un poco de grasa! Carlos, visiblemente nervioso y torpe agarró un puñado enorme ¡ehhh que me la vas a acabar, con un tercio de eso es suficiente! Exclamó su tía. Ella misma se separó las nalgas y el echó con torpeza el pegote de grasa en su culito. A continuación ella le dijo ahora mete despacio un dedo y haz movimientos circulares para ir abriéndolo poco a poco. Pero la impetuosidad del muchacho pudo mas y le clavo el dedo hasta el fondo, a lo que su tía tuvo que morder la almohada con todas las ganas para sofocar un grito ¡pero que bestia eres so animal!
Lo, lo, lo sien…sient….siento tía….
Despacio enano, mételo despacio y con movimientos circulares… muy bien…muy bien…sigue así… esta vez Carlos estaba siendo cuidadoso…ahora otro dedo más, así …vas muy bien… uffff como me gusta sobrino…mete otro más… ¡tres exclamo el! Si hombre si, no ves que yo llevo mas años que tu y con dos no me llega…el muchacho obedeció y jugueteo con los tres dedos una y otra vez…una y otra vez… hasta que el oyó un gemido ahogado por la almohada saliendo de la boca de su tía ¿estas bien tía, te he hecho daño?
¡Estoy en la gloria sobrino…en la gloria!